PROMESAS CUMPLIDAS-TERMINADA

Autor: rake
Género: Romance
Fecha Creación: 12/12/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 86
Visitas: 146232
Capítulos: 56

TERMINADA

ES UNA ESPECIE DE 2ª PARTE DE:DESEOS PROHIBIDOS

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 5 VOTOS!!!

Un pecaminosamente futuro caballero ha llegado a Londres?y Bella casi se desmaya cuando se da cuenta de que se trata de Edward Cullen,transformado en un hombre magnífico.Ha regresado para reclamar su título?y para cumplir la promesa que una vez se hicieron dos jóvenes amantes bajo la luna,una escandalosa promesa que ninguna dama decente osaría cumplir.

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Capítulo 8: Conde de Forks!

Mientras avanzaba a toda prisa por el pasillo de mármol,Bella le hizo una seña al mayordomo.

—Mike,por favor,acompaña a las señoritas a sus coches mientras yo aviso en la cocina de que tenemos un invitado inesperado para cenar.

Confiando en que se acatarían sus órdenes,no esperó para comprobarlo sino que,aturdida,continuó recorriendo las diversas estancias que tan bien conocía,dándoles a los criados las instrucciones necesarias para la cena.Cuando estuvo segura de que todo se haría conforme a las elevadas exigencias de su padrastro,hizo acopio del poco valor que le quedaba para hacer frente,una vez más,a su pasado.

Siguió por el pasillo hasta la biblioteca,que siempre había encontrado reconfortante y donde la familia había pasado muchos ratos leyendo.Era la única habitación que le recordaba a Tejas,porque,cuando vivían allí,su madre solía leerles por la noche.Bella había seguido disfrutando de esa práctica,pero aún le quedaban gran cantidad de libros entre los que elegir.Claro que Quileaute tenía muchísimo de todo.Era una de las razones por las que la madre de Bella nunca había sido capaz de entender el descontento de su hija.

Respiró hondo para calmar sus nervios disparados y entró con decisión en la biblioteca.Pensó que los buenos recuerdos asociados a aquella magnífica estancia la tranquilizarían,pero la presencia abrumadora de Edward lo convertía todo en insignificante.¿Cómo podía ocupar tanto espacio cuando hacía poco más que estar sentado en la estancia,en una silla de cuero,enfrente de su padrastro mientras los dos sostenían un vaso Whisky?.Coraje líquido.A Bella no le habría venido mal un buen trago en aquel momento.

Los dos hombres dejaron el vaso en la mesita redonda de mármol que tenían junto a la silla y se pusieron de pie al verla entrar.A ella le pareció que las paredes y el suelo giraban,se alejaban y se acercaban;se sintió desorientada,inestable y temió desvanecerse.Le costaba digerir su presencia.

Allí estaba.Edward.El mismo Edward que le había prometido escribir y no lo había hecho.El mismo que había prometido ir a buscarla y por fin había llegado...

Para saldar una deuda.

De no ser por lo increíblemente decepcionada que se sentía,estaría furiosa.Aunque,honestamente,¿qué habría podido contestarle si él le hubiera dicho que había ido a buscarla?Veía atisbos del muchacho que había sido,pero¿podía asegurar que conocía a aquel hombre lo suficiente como para recorrer con él medio mundo?

Era más alto,más ancho,pero no eran los cambios físicos los que la desconcertaban,sino el aura de seguridad que lo envolvía;un hombre al que los fuegos del infierno habían templado hasta convertirlo en sólido acero.No necesitaba saber qué caminos había recorrido para reconocer los resultados de su viaje.

—Lamento interrumpir—logró decir al fin,abriéndose paso entre las incesantes preguntas y dudas que la atormentaban.

—Bobadas—replicó su padrastro.—Edward me estaba contando algunas novedades fascinantes.Por favor,quédate con nosotros.

Como envuelta en una niebla,se acercó a su padrastro y se sentó en una silla que había a su lado,frente a Edward.Ya no era el muchacho al que había dejado en Tejas.Sus atenciones de entonces,aunque escandalosas,eran en cierto modo inocentes.No creía que el hombre en que Edward se había convertido,con sus profundas arrugas en el rostro,cinceladas por el sol,el viento y el trabajo duro y aquella mirada viva en sus ojos,albergara inocencia alguna.Aun así,seguía siendo su Edward.Lo que la había atraído de él al principio seguía ahí,quizá no tan obvio,pero Bella percibía que todavía formaba parte de él,que a pesar de todas las normas que había incumplido y de su conducta escandalosa,en lo más profundo de su ser,donde de verdad importaba,había una bondad innegable.

—¿Cuáles son esas novedades fascinantes de las que estabais hablando?—preguntó al fin.

Edward miró al padrastro de Bella,como esperando que fuera él quien dijera lo que fuese,como si a él le resultara demasiado difícil hablar.El terror empezó a apoderarse de la joven.¿Qué podía haber pasado que le causara tanta vacilación?

Cuando el padrastro de Bella empezó a mirarlos como dándose cuenta de pronto de que se había perdido algo,Edward,muy incómodo,se inclinó hacia adelante y se plantó los codos en los muslos.Era una postura tan suya,que a Bella el corazón le dio un salto inesperado.

Edward se frotó las manos como si creyera que así podía conjurar las palabras por arte de magia,luego las hizo chocar con tanta fuerza que el gesto se convirtió en una palmada y la miró resuelto.

—La señorita del salón ha acertado.

—¿En qué,en que eres un vaquero?Eso no es muy difícil de acertar.Ni siquiera hace falta mirarte mucho...

—No—la interrumpió él bruscamente con una mueca.—Lo otro.Que soy el conde de Forks.

En un primer momento,a Bella las palabras le parecieron absurdas.Entendía su significado,pero no que vinieran de Edward...y menos aún,que se aplicaran a él...

—¿Tú eres el conde de Forks?—preguntó incrédula.

Él asintió despacio con la cabeza.

—Así es.

Bella pensó en las jóvenes reunidas en su salón y en el interés que habían demostrado sentir por el nuevo conde.Recordó la compasión y la simpatía que había sentido por él,sin saber que era alguien a quien conocía...o a quien había conocido en su juventud.

Se lo quedó mirando.Aquel hombre había ocupado sus sueños desde los catorce años.Bueno,no él,sino el adolescente de dieciséis.¿Lo conocía?¿O se había limitado a suponer que,al menos en parte,seguiría siendo igual?

Cuando la verdadera razón de la llegada de Edward le acertó de pleno en el pecho,sintió una decepción abrumadora.No había viajado a Inglaterra por ella,Bella no había tenido nada que ver.No era cierto que se hubiera presentado allí para desabrocharle el corpiño.Había llegado a la isla por obligación.¡Porque era un maldito conde!

Como mucho,ella no era más que un factor secundario.Si albergaba aún alguna esperanza de que él volviera a ser suyo,ésta quedó reducida a cenizas.

—¿Eres lord Forks?—volvió a preguntar,esta vez con voz áspera y seca.

Edward asintió despacio con la cabeza.

—¿Y por qué no has dicho nada cuando lady Tanya...?

—Porque tú estabas convencida de que no lo era y me ha parecido lo más fácil.No me apetecía explicar mis presentes circunstancias a un montón de desconocidas.

—¿Tus presentes circunstancias?Lo dices como si esperaras que fueran a cambiar.

—Sé que eso no ocurrirá,pero de ilusión también se vive.

—Así que por eso estás aquí.Para reclamar tu título.—La enorgullecía poder mantener un tono de voz uniforme,ser capaz de no revelar indicio alguno de lo mucho que le dolía saber que no había sido ella.Después de tantos años,creer lo contrario había sido poco realista.

—Por eso estoy en Inglaterra.—No dijo,aunque su mirada lo delataba,que ése no era el motivo por el que estaba en casa de Quileaute,en aquel instante.Había ido a cobrarse una deuda que ningún hombre razonable reclamaría a una mujer.

Ella le lanzó una mirada furiosa que confió que le transmitiera hasta qué punto le desagradaba su descaro.Edward le ofreció una sonrisa torcida,un signo de desafío que ya le era familiar.¿Por qué todo en él le resultaba familiar y extraño al mismo tiempo?¿Por qué no podía olvidar la historia que los unía tanto como los separaba?

—Me dijiste que tus padres habían muerto—le recordó ella.

—Creía que las personas con las que vivía eran mis padres.Jamás me dieron motivo para pensar lo contrario.En los últimos meses,se han...desmoronado casi todas mis certezas.—Meneó la cabeza.—No recuerdo mi vida aquí,en este país,ni a mis verdaderos padres.Me quedo mirando el retrato de mi madre y quiero acordarme de ella,pero no puedo.

Bella no podía imaginar cómo sería no tener memoria de los padres.Sus recuerdos de su verdadero padre eran vagos.Ella era muy pequeña cuando se fue a la guerra,pero se acordaba de él,pues aunque de manera deshilachada por el tiempo,algunas reminiscencias seguían ahí.

—Lamento que se haya trastocado así tu vida—se oyó decir con compasión sincera. Sabía muy bien lo horrible que era tener que vivir de pronto una vida tan distinta a la que uno estaba acostumbrado,tan diferente de lo que uno esperaba.—No puedo ni imaginar lo difícil que debe de ser que de pronto te carguen con todas esas responsabilidades.

—Las responsabilidades no me preocupan.Estoy acostumbrado a asumir más de las que me corresponden.Lo que no me gusta es descubrir que pertenezco a un mundo que nunca me ha interesado lo más mínimo.Se me ocurrió incluso ignorar la citación judicial,pero según me explicó el investigador,no tengo elección.Lo quiera o no,todo lo que me espera aquí es mío.

—La ley es muy clara en ese aspecto—señaló el padrastro de Bella.—No se pueden rechazar las responsabilidades derivadas de un título.

—Así que estás atrapado aquí,en Inglaterra—dijo ella.

—Lo dices como si fuera algo malo—observó Edward.

—Bella nunca ha sido feliz aquí—aclaró Quileaute.

Asombrada por ese comentario,Bella lo miró.

—No te sorprendas tanto,hija—añadió el hombre con ternura.—Es lo único que lamento:no haber sido capaz de ofrecerte la felicidad que mereces.

Con la emoción aún no digerida de la llegada de Edward,esas palabras tan sinceras le llenaron los ojos de lágrimas.Sintió la desesperada necesidad de agradecerle el consuelo,el amor,la aceptación que él siempre le había ofrecido.Meneó la cabeza.

—No es culpa tuya.No hay nada que pudieras haber hecho para evitarlo.Yo no nací para esta vida.

—Pero te has adaptado,has aprendido y aunque no hayas sido feliz,has logrado dominar todos los entresijos sociales.Edward necesita a alguien que le enseñe todos los arreos ingleses,como él los llama.Comentábamos la posibilidad de que tú fueras su maestra.

—¿Y qué hay de lady Forks,la viuda del viejo conde?—replicó Bella.—Hizo una labor ejemplar enseñando a su predecesor.

—Y entretanto se enamoró de él—contestó Edward.—Se han casado hace poco y se han ido.

—No lo sabía.

—La ceremonia no fue en Londres.Ella lo dejó todo,sin mirar atrás.

Una mujer que había logrado algo con lo que Bella apenas se atrevía a soñar:dejarlo todo sin mirar atrás.De pronto,se sintió identificada con aquella mujer.A juzgar por el modo en que lady Forks había bailado en todos los encuentros sociales de Londres,Bella jamás habría imaginado que no fuera feliz con la vida que llevaba.¿Cuántas damas más no lo eran?

—Podrías hablar con mi prima Leah.Ahora es la duquesa de Seattle y adora las normas.Incluso ha publicado un libro sobre modales:Errores de etiqueta.Por lo visto es bastante popular entre las herederas americanas que pretenden encajar en la sociedad londinense.Lo puedes encontrar en cualquier librería.

—Nunca he sido de los que leen.Prefiero que me lo enseñen.Y me gustaría que fueses tú quien lo hiciera.

—Me temo que mis ocupaciones actuales me dejan muy poco tiempo libre—replicó ella

—No necesitaría mucho—replicó él.

Ella le dedicó una sonrisa triste.

—No tienes ni idea,Edward.Hay tantas normas,tantas cosas que aprender...Nos llevaría meses y yo no dispongo de ese tiempo.

—¿Qué es eso tan importante que tienes que hacer que no puede esperar?

—Estoy planeando mi regreso a Tejas.

Capítulo 7: Deuda Capítulo 9: Sorpresas

 


 


 
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