POV Jacob

Llamé a la puerta y me abrió Edward.

-         No está, Jacob. Se fue cuando empezó amanecer a cazar.

-         ¿Y aun no ha vuelto?

-         Estará pensando en sus cosas.

-         La oyes.

-         Sí. Está en el prado.

-         Gracias, Edward. Por cierto. –pensé en la casita.

-         Terminada.

-         Entonces para su cumpleaños, ¿A la semana que viene puedo llevarla?

-         Es tu casa y la de mi hija, Jacob. No me pidas más permiso.

-         Gracias, de nuevo.

Edward me dio las llaves y tenía curiosidad de cómo la habrían dejado.

Tan solo quedaba una semana. El sábado era cumpleaños de Alma. Los veinte cuatro años.

Yo ya tenía veinte ocho.

Alma en realidad no tenía esa edad, lógicamente. Pero al crecer más rápido su mentalidad es ya de una chica de veinte cuatro años. Era fascinante. Lo cual a mi al imprimarme me facilitó las cosas.

Mientras caminaba hasta el prado la vi tumbada con los ojos cerrados y sonriendo.

Era tan preciosa… Pero me acerqué un poco más y entonces Alma se incorporó quedándose sentada sobre la hierba y rodeada de las flores.

Se refregó los ojos y luego pareció verme. Me oyó. Sonreí mientras me acercaba hasta ella pero ni se movió. Ella también me sonreía sin parar y cuando llegué hasta ella me acuclillé delante de ella.

Tocándole su precioso rostro y vi que tenía los parpados mojados.

-         ¿Qué te ocurre? –le pregunté.

-         Nada. Pensaba. ¿Qué haces aquí?

-         Es domingo. Tengo que estar al lado de mi prometida. ¿No?

-         Así es.

Ella sonrió y ella habló de nuevo.

-         Esta noche la pasé en vela, escuchando y comentando cosas con Alice. Y mis padres…

-         ¿De?

-         La boda. Ella quería organizarlo. Pero yo le dije donde me gustaría y estaban más o menos…

-         ¿Dónde te gustaría? –ella empezó a sonrojarse y le cogí de las manos acariciándoselas.

-         En el monasterio que hay entre los campos perdidos de Port Angeles.

-         Me encanta la idea.

-         ¿Si? –dijo no muy clara de sus pensamientos.

-         Sí. Ya sabes que a mi el sitio, lugar que sea… me la rep… me da igual. Si estoy a tu lado soy feliz.

-         Yo también. Pero no quería celebrarlo igual que mis padres.

-         Eso estoy de acuerdo. –sonreí.

-         Y le dije que si pudiera ella conseguir el teléfono de allí que me lo trajera. Y a la semana que viene vamos.

-         Es tu cumpleaños. –afirmé.

-         Lo se. Pero después de trabajar el viernes paso a por ti y vamos. Eso si. Si están.

-         Perfecto.

-         Pues también quería decirte porque si es ansiosa mi tía…

-         ¿Los tarjetones?

-         ¿Cómo lo sabes?

-         Me lo imaginaba.

-         Pues hicimos esta noche un par de modelos, pero a mi me gustaría poner una foto casi transparente. Pero…

-         Que nos haga tu amigo, Andrew la foto. ¿No es fotógrafo?

-         Sí.

-         Pues ya está.

-         Pues yo le llamare y quedaremos y de paso se lo decimos.

-         Cuando quieras. Pero ¿seremos mucha gente?

-         Te digo una cosa… no me gustaría porque no quería decirlo pero creo que tu también lo piensas. Vampiros y licántropos…

-         Lo sé. Por eso.

Yo pensaba igual. Pero tampoco pasaba nada.

-         Diremos a nuestros padres que sea una boda íntima. –dijo ella.

-         Los Cullen, la manada, Andrew, María, mi hermana y Noa. –dije mientras pensaba en mi familia. – Y si tenéis vosotros alguien más cercano…

-         Me parece bien.

Nuestras manos estaban aun cogidas y ella sin querer me pasó lo que estaba en su mente. Los Vulturis. Eso me hizo temblar.

-         ¿Qué pasa? –dijo ella.

-         Nada… nuestras manos aun están unidas y he visto…

-         Oh, lo siento. Vamos a casa y te enseño eso.

-         Vale.

Me tranquilicé más.

Cuando llegamos ella me preparó la comida y ella no comió.

-         No tengo hambre. –dijo sin más.

Luego subimos a su habitación y me enseñó las tarjetas en el ordenador. A mi me gustaba el mismo modelo que Alma. Y luego nuestra foto, quería bien.

-         ¿Llamamos a Andrew? –le dije.

-         Wow… nunca pensaría que dijeses eso. –se rió y a mi no me hizo gracia.

-         Oye… es por una buena causa. –sonreí. – Tomamos algo en la cafetería de siempre.

-         Me sorprendes. Te lo dije.

Sonreí y le di un dulce beso.

-         Andrew… Bien, bien. Esto… ¿Os apetece quedar? Sí… perfecto. A las seis. En la cafetería de siempre. Vale. Hasta luego.

-         ¿Bien?

-         Bien. –afirmó. – A las seis allí.

-         Queda una hora aun.

POV Alma

-         Jacob… ahora vendrán. –le decía mientras pasaban cinco minutos.

-         Eso espero.

-         Calla… -mientras le daba un beso y oí unos latidos de corazón y la sangre allí dentro de la cafetería.

-         Hola, chicos. –dijo Andrew.

Se sentaron a nuestro lado y pidieron.

-         Bueno, ¿Qué tal os va? –dijo María.

-         Muy bien, mañana empiezo  a “trabajar” donde íbamos, al instituto.

-         ¿Si? Ya estás haciendo las prácticas. Vaya… -dijo Andrew.

-         ¿Y vosotros?

-         Yo supongo que también me llamarán. Aun tengo que hacer un par de exámenes y tal… -dijo él.

-         Yo también, a veremos.

-         Bueno, chicos. Os he llamado a parte de echaros de menos resulta… -empecé.

-         Nos casamos. –dijo Jacob.

Y me entró la risa porque se quedaron con una cara.

-         ¡Enhorabuena! – saltó María hacía nosotros y nos abrazó. – Andrew… -le dio un codazo.

-         Madre mía… si es que ha pasado mucho tiempo… vaya… en serio me alegro mucho por los dos Jacob. –dijo Andrew.

-         Gracias.

-         Y bueno… ¿Necesitáis ayuda?

-         Bueno es un poco apurado…

-         ¿Cuándo os casáis?

-         No nos matéis… El treinta y uno de diciembre, el mes que viene. Habíamos pensado.

Otra vez esa cara.

-         No me has dado tiempo ni para perder peso. –dijo María.

-         A ti no te hace falta. –le dijo Andrew.

-         Pues tenemos que comprarnos los trajes, Andrew…

-         Tranquilos. –dijo Jake.

-         Entonces…

-         Si hay en el banquete porque el sacerdote vendrá allí y si puede, la fijaremos. Será muy íntimo.

-         Guay.

-         Y Andrew… -empecé –Nos gustaría que nos hicieras el reportaje y ahora primero que todo necesitaremos una foto. Para el tarjetón.

-         ¿Qué? –dijo sonriendo. – Yo haciendo un reportaje de bodas…

-         Andrew… eres nuestro amigo, y quien mejor que tú.

-         Vaya… para mi es un gran halago por vuestra parte. Enserio.

-         Si necesitas material, no te gastes el dinero dímelo a mi. ¿Vale? Mis padres se encargaran del dinero.

-         Vale.

-         Si la semana que viene os viene bien… oh… -se paró Andrew - ¡Es tu cumpleaños!

-         Cierto. Pero no lo celebraré. Si eso alguna cena en la Push viernes, y ya está. Y si no quedaríamos para tomar un café. –dije.

-         Vale. No te preocupes.

-         Queremos ir el viernes por la tarde a ver el sitio y tal. –dijo ahora Jake.

-         Sí. Entonces si eso nos veríamos más tarde.

-         Perfecto. Yo ya os llamaré, y para las fotos más adelante. Bueno domingo como mucho apurado si queréis. –dijo él.

-         Pues si. Tú ya nos dices. –dijo Jake.

-         Pues si eso venid de algún color de camiseta parecido, blanco mismo y pantalones vaqueros. Quedará muy bien. Si ya estoy pensando.

-         Vale. Pues quedamos así, nos llamamos.

Nos quedamos un poco más hasta que empezó anochecer.