Corazón de diamante(+18)

Autor: kelianight
Género: Sobrenatural
Fecha Creación: 18/08/2010
Fecha Actualización: 21/11/2010
Finalizado: SI
Votos: 9
Comentarios: 42
Visitas: 40135
Capítulos: 26

 

Bella se convierte en vampiro por amor y una profecía olvidada se vera cumplida… ¿Podrá Edward, convivir con la culpa que siente al ver que Bella perdió su alma por el? Solo el tiempo lo dirá o no…

Los personajes les pertenecen a Stephenie Meyer y el fic es de Crisabella Cullen, que me dio permiso para publicarlo aqui.

 Su beta es Darla gilmoe

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Capítulo 7:

Tenía seis meses ya como vampira. Los días seguían pasando rápido, y mi familia de acogida, los Cullen, eran maravillosos. Me sentía una más entre ellos o casi.

Rosalie. Como si yo simplemente pudiera no preocuparme por ella, así de fácil. A diferencia de Alice, la otra hermana de Edward, la exquisita Rosalie, con su cabello rubio dorado, no me estimaba mucho. En realidad, lo que sentía era algo un poco más fuerte que el simple desagrado. No había manera de poder llevarnos bien, y eso empeoró el día que lancé una bola de fuego a su novio. Por lo que a Rosalie se refería, yo era una intrusa indeseada en la vida de su familia. Me lo escupió a la cara sin pelos en la lengua.

Me sentía terriblemente culpable por la situación. Ya me había dado cuenta de que la cada vez más prolongadas ausencias de Emmett y Rosalie era por mi causa, a pesar de que, sin reconocerlo abiertamente, estaba encantada de no tener que verla. A Emmett, el travieso hermano de Edward, sí que le echaba de menos. En muchos sentidos, se parecía a ese hermano mayor que yo siempre había querido tener... sólo que era mucho, mucho más amedrentador. Cuando terminaba las clases desparecían los dos hasta el amanecer. Solo pasaban por la casa a cambiarse de ropa.

Pero hoy no, era un día soleado y por supuesto nadie iba a ir a clase, y yo me alegré por eso. Mi novio estaba recostado en la cama y yo lo miraba a través el espejo del tocador. Él leía un libro y yo intentaba desenredar la maraña de mi pelo. No podía dejar de mirarlo. Estaba tan guapo que olvidaba respirar, y eso gracias a Dios no importaba. Pero lo seguía haciendo, me deslumbraba. Mi adonis personal, mi súper guapo novio estaba arrebatadoramente hermoso, como siempre. No me había vuelto a dar besos ardientes, solo los de siempre.

Maldito autocontrol y su anticuado comportamiento

. Pensé viéndole con deseo.

Admiré los músculos tensados de su antebrazo con cierta gana de acariciarle. La manera en que pasaba página con tanta delicadeza y suavidad para no estropear el libro, me volvía loca. Me imaginé que sus dedos recorrían mi cuerpo y empecé a sentir una ola de deseo. El fuego de mi don me cosquilleó los pies en respuesta. Era inevitable.

Lo vi tensarse y apretar los labios hasta formar una fina línea.

— Bella.

Me di media vuelta en la silla y lo miré.

— ¿Um?

— Estas poniendo a Jasper nervioso con tus emociones — me dijo él, aguantando una sonrisa.

La risa de Emmett resonó en la casa.

— ¡Oh! Perdón, Jasper… — repliqué con vergüenza.

— No pasa nada, Bella — lo escuche contestar desde algún lugar.

Creí sentir ruborizarme. Y bajé la cabeza escondiéndola entre mis manos. Escuché el aire moverse a mi alrededor y supe que Edward estaba delante de mí.

— Bella, hay que tener cuidado. Una casa llena de vampiros encerrados y con tus emociones y Jasper que nos las envía a todos, es un poco incomodo de aguantar. Podría ser algo que no te gustaría ver con Emmett en la casa — murmuró él.

— ¡Oye, que te he oído! — replicó Emmett materializándose ante nosotros dos.

Lo miré y Edward bufó. Emmett traía la expresión traviesa e inocente.

— Emmett, dejar de pensar eso — exclamé.

Él parpadeó.

— ¿Acaso ahora también lees el pensamiento?

— No, pero incomodas a Edward.

Él se frotó las manos con malicia.

— No, sabes que no puede hacerlo. Pero lo hará si la incomodas — contestó Edward a una pregunta silenciosa de su hermano.

— ¡Oh, vamos! me aburro y Rosalie no me deja acercarme a ella, pero solo por respeto a que Carlisle y Esme que están en la casa — explicó con una mueca disgustado.

Se escuchó el siseo bajo de advertencia de Rosalie. Él se encogió de hombros.

— Emmett.

Miré a Edward y a Emmett y su conversación extraña. ¿Qué pretendían los dos? eso me molestó bastante. Jasper sintiendo que el ambiente cambiaba apareció a mi lado y posó una mano en mi hombro. Sentí las olas de tranquilidad relajarme de repente. Alice entró a nuestro cuarto como una bailarina con su sonrisa resplandeciente.

— Hola chicos — canturreó ella.

— Alice… Edward no me deja molestar a Bella — se quejó Emmett.

Y empezaron a discutir el tema con tranquilidad. Yo no prestaba atención ya que algo llamó mi atención, me acerqué a la ventana. Nadie pareció percatarse. Recorrí el bosque con la mirada, no había nada fuera de lo habitual. Pero algo me decía que si. Miré cada árbol, cada hoja, cada piedra y cada sombra. Nada.

De repente mi vista se nubló y una oscuridad apareció ante mí borrando todo al mí alrededor. Solo alcance a gritar un nombre.

— ¡Zafrina!

Caí al suelo y sentí bajo mis manos algo blando. Arena. Escuche el mar y las olas romperse contra las rocas. Me levanté y descubrí que estaba en la isla, Zafrina otra vez me hacía ver cosas. Miré a mi alrededor y no vi a nadie más.

Me puse nerviosa. ¿Qué quería que viera? no me gustaba nada su manera de interrumpir en mi vida. Empecé a caminar a lo largo de la playa. Todo estaba exactamente igual que en la visión anterior. El olor a naranjas y a flores exóticas. El sol alto y brillante y mi piel que no centellaba en absoluto. Se respiraba paz y armonía. Era extraño y hermoso a la vez. Miré mi cuerpo y descubrí mi desnudez. Mi pelo era más oscuro y mucho más largo ahora y se enroscaba alrededor de mi cuerpo.

— ¡Pero qué manía tienes con quitarme la ropa! — exclamé furiosa ahora en voz alta.

Suspiré sonoramente y tomé aliento.

— Zafrina, sé que puedes oírme. Aparece ahora o cuando te ponga la mano encima te arrepentirás — la amenacé.

Esperé con paciencia. Y una mujer de aspecto salvaje apareció de la nada ante mí. Era de piel oscura, llevaba largas trenzas negras, cara alargada, nariz alargada también. Solo llevaba pieles de animales como vestimenta, ojos rojos. No era vegetariana.

— Zafrina — dije a modo de saludo.

Sus ojos me miraron fijamente y con orgullo.

— Hola…

— Bella, me llamo Bella — le indiqué.

Me crucé de brazos a la espera de que hablara. Pero no lo hizo, se limitaba a seguir mirándome.

— ¿Dime por qué me haces esto? — inquirí exasperada de su silencio.

— Porque ella me dice que debo.

— ¿Ella?

— Hadara.

Me tensé al escuchar ese nombre. Zafrina parecía muy preocupada y sinceramente no parecía estar a gusto aquí o haciendo esto.

— ¿Quién es Hadara y qué quiere?

— ¡No lo sé! y no sé quien es ella — exclamó de repente —. Lo único que sé es lo que me hace a mí.

La miré sin comprender.

— Explícame todo, por favor.

Ella suspiró pesadamente.

— Desde hace menos de un año, a veces siento que algo se apodera de mi cuerpo y juega con mi don. Provoco un efecto de ilusión óptica y mental en la gente, en vampiros. Nunca he probado con humanos.

— Si, ya he visto de lo que eres capaz — recalqué —, muy real.

Ella asintió.

— Hadara me enseñó este lugar con mi don y me hace ver su historia o partes de cosas que le han pasado. Cuando te vi aparecer en una ilusión la primera vez, ibas envuelta de fuego. No podía creer lo que veía. Un vampiro que no se quema con el fuego.

— Si. Ese es mi don — confirmé.

Ella me miraba maravillada, pero pareció estar perdida en sus recuerdos o ilusiones, en este caso.

— Hadara me enseñó en dónde estabas y como llegar hasta ti. No tuve elección, tenía que encontrarte ya que ella me cegó para obligarme. Y emprendí el viaje. Cuando llegué al lugar me escondí gracias a mi don, creando una falsa apariencia a mi alrededor que me ocultaba de esos vampiros.

— ¿Qué vampiros y dónde fue eso? — pregunté, bajando los brazos y acercándome a ella.

— Fue el que los atacó a ti y a tu compañero.

Busqué en mi memoria humana. Como olvidar aquel día. Fue el último de mi vida humana y el primero a la inmortalidad.

— ¿Estabas ahí cuando James me atacó?

Ella asintió.

— Si. De hecho estaba tan cerca que vi el hueso de tu pierna romperse cuando él rubio te la rompió. Lo vi todo pero no pude hacer nada. Hadara estaba presente también, dentro de mí y esperaba tu nacimiento con mucha impaciencia. Fue ella quien hizo nevar para aliviar tu quemazón — explicó Zafrina con tranquilidad.

— Lo recuerdo. Frio, hielo, agua. Todo eso lo pedía a gritos en mi mente — confesé.

— Lo sé. Hadara escuchó tu plegaria y respondió a ella de esa manera. Los Cullen pensaron que era parte de tu don, pero no es así. En realidad solo fue una ilusión creado por Hadara a través de mi.

— ¿Dices que escuchó mi plegaria? ¿Qué es ella y qué quiere de mí?

— No sé qué es y quién es. Solo sé que ella quiere que le ayudes con algo y que lleva esperando milenios a que nacieras tú o alguien con tu don.

Ella miró a lo lejos.

— Debo irme, se me agota la energía. Un consejo, ve con cuidado, ella puede hacer que las cosas cambien de manera muy rara y hacer ver cosas que no son.

Se giró y empezó a caminar deprisa.

— ¡Zafrina espera! no sé qué quieres decir — grité.

— Busca su historia. Ellos te ayudaran.

— ¿Ellos quien…? ¿Los Cullen? — exclamé confusa.

Ella no respondió. Desapareció y con ella la ilusión.

— Zafrina… ¡Zafrina vuelve!

Jadeé del susto de volver a verme envuelta en la oscuridad. Y luego una brillante luz que iba directa a mis pupilas me hizo cerrar los ojos.

— ¡Bella!

Escuché la voz de Edward atormentada llamarme y abrí los ojos. Vi a seis pares de ojos dorados fijos en mí. Estaba en los brazos de Edward, en el suelo. Levanté la vista a verle a él.

Su frente estaba poblada de arugas. Estaba preocupado y sus ojos eran negros como la noche.

Edward me levantó sin esfuerzo; Carlisle mantuvo firme la presión sobre mi brazo que no había notado antes y me preguntó:

— ¿Cómo te encuentras, Bella?

Me lo pensé unos segundos antes de contestar.

— ¿Eh ardido en llamas? estoy… ¿Desnuda?

Se escuchó la risa burlona de Emmett seguido de un golpe seco y su queja. Carlisle siguió en calma.

— No.

— Menos mal — dije con vergüenza.

El ambiente se relajó notablemente. Suspiré aliviada. Edward me depositó sobre la mesa de la cocina. Me pregunté por qué y Carlisle empezó a mirar mis brazos, manos y estudiaba mi cara con atención. Cogió un estetoscopio que le dio Esme y se puso a escuchar mi pecho en el lugar donde estaba mi muerto corazón.

— Estoy perfectamente bien — aseguré.

— Lo sé, Bella. Pero durante tu ausencia o tu extraño desmayo, tu cuerpo cambio ligeramente.

Me pico la curiosidad.

— ¿Cómo?

Me miré y no vi nada de anormal. Mi piel seguía siendo blanca como la cal. seguía siendo vampira.

— Igual no fue nada o fue efecto de la ilusión de Zafrina, es que parecías más… humana.

— ¿¡Humana! — chillé.

— Si. E incluso oímos el latir de tu corazón o lo que fuera eso— dijo Edward con alegría.

Me bajé de la mesa de un salto y los miré a todos con si estuvieran locos. Pero centré mi mirada en Edward. ¡Se veía tan feliz!

Como reacción a su insoportable felicidad no se me ocurrió otra cosa que comprobar sus palabras. No le di tiempo a Alice de verme venir, actué sin esperar. Llevé un brazo a mis labios y hundí mis dientes afilados en la piel dura de mi antebrazo. Todo pasó muy rápido.

— ¡Bella, no!

Escuché el jadeo de horror de Edward y alguien me atrapé los brazos para llevármelos a mi espalda con una fuerza tremenda. Emmett me tenía bien agarrada. No me dolía esto, solo me incomodaba un poco. Sabía que podía deshacerme de él con facilidad pero no lo hice.

Edward posó sus manos en ambos lados de mi rostro. Se veía asustado de mi acto. Me miró con expresión torturada.

— ¡Estás loca! ¿Por qué has hecho eso?

— Para demostrarte que no soy humana. Y escucha — indiqué con la mirada hacia mi corazón — ¡No late! — le recriminé.

Edward no contestó, pero su rostro se crispó en respuesta a algo que yo había dicho. De pronto, mientras examinaba su rostro tan hermoso e intentaba comprender el por qué de aquella crispación, me di cuenta de que él se puso feliz porque aparente ser más humana por unos instantes. Hadara. Tuvo que ser ella. A eso se refirió Zafrina… cosas que no son. Como llorar lágrimas de sangre, ruborizarme o porque no, hacer que se escuchara el latir de un corazón.

Una inmensa frustración y tristeza me invadió. Gemí. Si hubiera podido seguramente ahora estaría llorando desconsoladamente.

Emmett me soltó y la cocina quedó vacía a excepción mía y de Edward.

Yo no era capaz de apartar la mirada de mi novio. Lo observé fijamente, una duda me invadió y no podía parar de pensar en eso. Deseaba más que nunca ese futuro con él, el que nunca ocurriría, ahora lo sabía. Ese que yo soñaba y que deseaba por encima de todo. El estar con él para siempre.

Edward me devolvió la mirada. Y tomó mi brazo en el cual hundí mis dientes antes. Me dolía la herida pero no era nada en comparación del dolor de mi corazón. Lo vi lamer la herida con delicadeza y con su ponzoña se cerró casi al instante.

— ¿Bella, quieres decirme lo que piensas, por favor? — me rogó él.

— Ahora veo por dónde vas y comprendo tu aptitud.

— Explícame de qué hablas.

— En realidad tú no quieres estar conmigo — murmuré lo más bajito que pude.

Era consciente de que su familia estaba en la casa y escuchaban cada palabra sin poder evitarlo.

Se le abrieron mucho los ojos. Y se puso serio.

— Bella, no es así y lo sabes. Te quiero más que a nada en este mundo. Lamento haberte dado la impresión equivocada —dijo —. No pretendía hacerte desdichada.

— Pues no es lo que pareció.

Respiró hondo.

Me atrajo a su pecho y me apretó fuerte. Me apretujé contra él lo más que pude. Sentía dolor. Tenía la impresión de que en algún momento se iba a alejar de mí.

— Desde que me convertí en vampiro, te siento lejano — balbuceé con angustia.

— Bella…

Lo escuché dudar y levanté el rostro al ver sus ojos. Decidí hablar y expresar lo que me hacía sentir con tanto dolor.

— Creo que te arrepientes de haberme convertido — le puse un dedo en los labios cuando vi que iba a contestarme —. Fui tonta al creer que me amabas hasta el punto de querer compartir tu eternidad conmigo. Tú no me deseas a tu lado — se me quebró la voz.

Frunció el ceño y su mirada se endureció.

— Déjame demostrarte lo mucho que deseo pasar la eternidad a tu lado.

Y volvió a tomar mi rostro entre sus manos y aplastó sus labios en los míos. Su beso me tomó por sorpresa y me aferré a él. Movió sus labios frenéticamente sobre los míos, dejó escapar un gemido cuando su lengua perfiló mis labios con dulzura. Podría jurar que me daba vueltas la cabeza. Su aroma me embriagó por completa. Sus manos descendieron hasta mi cintura y con un movimiento ágil me levantó en brazos. Enrosqué mis brazos en su cuello sin separar mi boca de la suya, mi piel ardía por donde me tocaba él y…

— Oh, Rosalie voy a…

— ¡Ya no los alcanzara los rayos del sol, así que salgan ya! — gritó Alice de repente.

Y en este momento se escuchó un estruendoso ruido acompañado de cristales cayendo al suelo.

— ¡Emmett, saldrá de tus gastos el haber roto la ventana!

Escuchamos a Esme regañar a Emmett.

— ¡Lo siento mamá… es que me tengo que llevarme a Rose, AHORA! — respondió él.

Los dos nos paramos en seco jadeando y buscando aire. Nos miramos con deseo. Edward sonrió.

— ¿Responde esto a tus dudas acerca de mi?

Suspiré y me mordí el labio.

— Totalmente, aunque podrías darme más…

Él rió por lo bajo y me besó con suavidad.

—Mejor esperar a que estemos solos — replicó con picardía.

Suspiré y anhelé ese momento con ansia.

— Solos… um.

Ante esa idea algo cobró vida dentro de mí.

— ¡Bella! — se quejó Jasper en alguna parte.

Me tensé. Y me separé de Edward.

— Lo siento de nuevo, Jasper.

— Eres adorable — afirmó Edward pasando su mano por mi pelo despeinado.

Le di una gran sonrisa. Que tonta fui al pensar en eso. Él me amaba y mucho. Al parecer mis hormonas revolucionadas también me acompañaban en mi dicha como vampira. ¿Sería temporal? o ¿Para siempre? dudé sobre eso y me prometí preguntárselo a Edward en algún momento más tranquilo. Él tenía la misma edad que yo cuando fue convertido y seguramente sabría contestar a mis dudas.

No reunimos con los demás en el comedor y abrí los ojos como platos al ver el destrozo que había. No había ya ventanal, estaba reducido a añicos. Cristales rotos en miles de trozos esparcidos por todos lados. Esme y Alice recogían con rapidez, mientras Jasper estaba en un lado. Me miró con cautela. Le di una sonrisa de disculpa.

De repente Edward se echó a reír a carcajadas. Lo miré a la espera.

— Emmett es tan predecible — dijo él —. Alice, tendrías que haber abierto la ventana antes de gritar que no había sol.

— No pensé que iba a hacer eso. Solo tenía visiones obscenas de él y Rose cuando capté que el tiempo se cubría y me puse a gritar. Creí que Jasper iba a explotar y enviarnos a todos una ola de lujuria. Solo se la mandó a Emmett, gracias a Dios.

— Lo siento… — balbuceé muy incómoda.

— No pasa nada — respondió Carlisle, lo miré con vergüenza —. Todos experimentan lo que sientes tu y más siendo convertida a esa edad.

— Al parecer a Emmett y a Rosalie no se les acaba nunca esa fase — replicó Edward.

Todos estallamos de risa por su comentario. Me imaginé a Emmett fuera de sí sintiendo mis locas emociones a través de Jasper y lo veía como si fuera Tarzán cargar a Rosalie en su hombro y salir pitando de aquí. Llevándose a su paso cualquier cosa en su carrera.

Cuando el hueco de la ventana fue tapado y todo recogido nos sentamos en el sofá, Edward me sentó en su regazo y jugó con mi pelo. Alice y Jasper a nuestro lado y Esme y Carlisle en frente en unas sillas que habían cogido.

Estudié como Carlisle y Esme se movían, cruzaban las piernas y parpadeaban muy a menudo. Comprendí que imitaban a los humanos. Tenían años de práctica y casi parecía algo natural para ellos. Aspiraba algún día en poder hacer lo mismo e ir al instituto con Edward. Andar entre humanos e ir a clase. Un sueño.

Emmett y Rosalie se unieron a nosotros un largo rato después como si nada ocurrió. Empecé a contar lo que me ocurrió en la ilusión de Zafrina. La noche se anunciaba larga y muchas preguntas aun quedaban sin resolver.

Capítulo 6: Capítulo 8:

 
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