¿Estás Libre Esta Noche? (+18)

Autor: AnneHilldweller
Género: + 18
Fecha Creación: 09/10/2009
Fecha Actualización: 13/12/2012
Finalizado: SI
Votos: 148
Comentarios: 225
Visitas: 505841
Capítulos: 25

Fan fic ganador como el mas POPULAR 

MES DE DICIEMBRE

Entrevista a Anne aqui

Segunda parte del Fic AQUI

 

 

Nota de Anne Hilldweller (la autora):

Agradezco enormemente a Meyer y a las administradoras de esta página por las facilidades para que este post aparezca con el crédito que me corresponde.

He decidido mantenerlo y no borrarlo porque seguramente los plagios seguirán apareciendo y en alguna parte de la red tiene que estar la prueba de que yo soy la autora de esta historia, así que si ven este fic publicado en cualquier otra parte bajo otro nick se trata de un plagio y les agradecería infinitamente que me lo reportaran, mi cuenta de twitter es:

@AnneHilldweller

Y a los plagiadores les digo que antes de querer publicar este fic en otro sitio sepan que ha sido leído más de 100 mil veces y tuvo más de 3 mil reviews en FF.net, así que es absurdo que nadie en la red se dé cuenta que está siendo publicado ilicitamente y tarde o temprano me enteraré que me lo están robando, evitense la pena de quedar en rídiculo y de que les bloqueen sus cuentas o les cierren sus blogs.

Como muchos sabrán este fic tiene una continuación que no será publicada, lo que sí añadiré será el epílogo.

PD. La portada es creación de Cunning Angel.

 

Tres simples reglas a seguir:

No. 1 No nombres.

No. 2 No preguntas personales.

No. 3 No lazos afectivos.

Son las indicaciones que el desconocido da a Bella en su primer encuentro, pero

¿para ambos será igual de simple seguirlas al pie de

la letra?

Primera parte Terminada

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Capítulo 7: Que la noche no acabe

Disclaimer: Los personajes de la saga Crepúsculo son propiedad de Stephenie Meyer y su casa editorial.

Historia original, queda prohibida su adaptación, distribución y copia parcial o total.

 

Besa mi piel desnuda

Quédate en mi locura

Dame lo que yo te doy

Que no se acabe nunca

Para amarnos sin censura

Que las ganas me torturan

Ve que mi cuerpo arde

Que el fuego no se apague

Baja por mi cintura

 

Me separé un poco para mirarlo, la punta de mi nariz rozaba la suya, tenía una expresión de placer en el rostro que me fascinaba, me satisfacía sobre manera ser yo la responsable de esos gestos. Quiso besarme y yo hice mi cabeza hacia atrás pero alcanzó a lamer mis labios. De pronto me envolvió en sus brazos y me hizo acostarme en la cama, me tomó de las muñecas y extendió mis brazos a los lados de mi cabeza, yo quise librarme de su prisión, pero no pude, me sonrió una vez más.

 

– Ahora es mi turno – susurró mirándome fijamente a los ojos.

– Pero… – su boca en la mía silenció mi protesta.

– Fue tu idea jugar rudo esta vez – dijo en mis labios y su aliento inundó mi nariz – prohibido tocar o prolongaré más la tortura – sentenció mientras se hincaba en la cama, yo me lamí los labios.

 

Subió mi polera lentamente con sus manos en tanto acariciaba la piel que iba quedando al desnudo, besó y lamió mi abdomen, bajó hacia mi cintura, siguió subiendo la polera hasta descubrir mi sostén que era negro de encaje, sonrió al mirar la prenda y me dio pequeños besos en el nacimiento de los senos, me enderecé un poco y me quitó la polera completamente. Se acercó a mis labios y los rozó con los suyos, cerré los ojos esperando recibir su lengua, pero, no llegó, quise tomar la iniciativa, pero se separo, con su lengua recorrió mi oreja, jugueteó un rato con mi lóbulo mientras sostenía mis manos para evitar que lo tocara. Después me quitó los zapatos y el pantalón y con sus dientes bajo mi ropa interior, primero de un lado y después del otro, yo ya estaba completamente excitada, mi respiración era pesada y jadeaba al sentir sus caricias, ya lo necesitaba dentro de mí, él lo sabía, pero me estaba llevando al extremo, terminó por quitarme la tanga y después el sostén.

 

Me hizo acostarme boca abajo, hizo a un lado mi cabello y me besó uno de mis hombros, fue dejando besos hasta llegar al otro hombro y después bajó besando y lamiendo a lo largo de mi columna vertebral mientras sus dedos se deslizaban suavemente por toda mi espalda y por mis costados, yo estaba completamente húmeda y vuelta loca por querer sentirlo dentro de mí. Me besó la cintura y con las yemas de sus dedos acarició lentamente mis nalgas y bajó a mis muslos.

 

– Por favor – dije en un susurro suplicante.

– Por favor, ¿qué? – musitó en mi oído mientras sus dedos acariciaban mis brazos.

– Ya fue suficiente tortura – respondí con un hilo de voz.

– ¿Y qué es lo que quieres?, – preguntó en mi oído mientras frotaba su sexo contra mis nalgas – dímelo – agregó exhalando en mi oreja.

– Deja de jugar ya, hazme tuya.

– ¿Quieres que te haga mía ahora?

– Sí… te lo suplico.

 

Sentí que se levantó de la cama, yo entré en pánico, me volteé y me enderecé, lo vi sacando un condón de su pantalón y poniéndoselo mientras yo me acosté boca arriba, él se subió a la cama, yo abrí las piernas, dándole la bienvenida a disfrutar de mi cuerpo, pero, él otra vez volvió a torturarme y sólo me frotaba muy suavemente, mientras yo me retorcía porque se introdujera de una vez por todas.

 

– Basta de juegos, ya no soporto – supliqué casi con lágrimas en los ojos.

– ¿Qué es lo que no soportas? – preguntó colocando su cuerpo encima del mío.

– Lo que estás haciendo, necesito tenerte dentro ahora – ordené.

– ¿Me extrañaste? – preguntó entrando en mí finalmente de un tirón.

– Sí – grité cuando su masculinidad cubrió todo mi interior.

– ¿Cuánto? – preguntó con la voz distorsionada moviéndose afuera y adentro.

– Mucho – apenas y pude responder entre gemidos.

– ¿Mucho? – repitió mientras disminuía el ritmo de sus movimientos.

– Muchísimo – exclamé tratando de alcanzar su rostro para besarlo.

– Demuéstrame que tanto.

 

Entonces, lo aprisioné con mis piernas y empecé a moverme rápidamente, sus manos las tenía a mis costados apoyadas en la cama, yo subí las mías y las puse en su espalda apretándosela con cada movimiento que se iba intensificando, no sabía cómo definir los sonidos que escapaban de mi boca, por la intensa excitación de sentirlo dentro, como entraba y salía de mí mientras él gruñía, tenía las mismas ansias y la misma necesidad que yo. Hizo los movimientos finales para llegar al orgasmo al mismo tiempo que yo y gritamos juntos, se dejó caer encima de mí y así se quedó un buen rato sin retirar su miembro de mi interior, que se lo agradecí infinitamente.

 

Esa noche lo hicimos de diversas formas, con urgencia, no quedó un solo centímetro de mi cuerpo que no haya quedado cubierto por sus besos y sus caricias y, entonces, comprendí que no importaba cuanto luchara, yo lo necesitaba y no podía dejarlo, no cuando me brindaba todo ese universo de posibilidades que ni siquiera mi mente retorcida podía crear, era completamente adicta a él y no me importaba irme al mismo infierno con tal de seguir disfrutando de su cuerpo, de sus besos y de sus dedos acariciándome, me declaré vencida y no iba a volver a alejarme de él.

 

Una vez más colapsamos juntos, nuestros cuerpos estaban repletos de sudor, nuestras respiraciones erráticas y el pulso hasta las nubes. Se acostó a un lado de mí mientras su ritmo cardiaco y su respiración regresaban a la normalidad al igual que los míos, nos quedamos en silencio mirando hacia el techo, yo estaba buscando la forma de preguntarle si él era quien me había llamado cuando un fuerte trueno se escuchó seguido de una intensa lluvia, yo me abracé a él sin poder evitarlo.

 

– ¿Te asustan las tormentas? – preguntó extrañado.

– Sí, desde niña – respondí con toda la vergüenza del mundo, algo completamente absurdo después de todo lo que habíamos hecho, quizá por eso me sentí tonta al admitir mi temor.

– No pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además, no estás sola.

– Lo sé, es sólo que – recordé las famosas reglas y guardé silencio – no importa.

– Tranquila, me quedaré aquí hasta que pase – dijo acariciando suavemente mi hombro.

– ¿De verdad?

– Sí, no traigo coche y no quiero mojarme.

 

Mi ilusión se desvaneció en el aire, por un segundo pensé que se quedaría sólo por hacerme compañía, pero supuse que eso rompería la regla de los lazos afectivos, así que me separé de él y me volteé dándole la espalda, me abracé a la almohada hasta que me quedé profundamente dormida.

 

Un ruido me despertó, me pareció que era la puerta al cerrarse, pero al enfocar mi vista en ella no había nadie, miré mi reloj y eran las 10:45 de la mañana, entonces me levanté a toda prisa de la cama y cuando terminé de vestirme caí en la cuenta de que era sábado, sola me reí y moví la cabeza. Tomé mi bolso de la mesa y me encontré otra nota escrita en computadora “Recuerda que después de la tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso”, volví a leerla varias veces, no comprendí el mensaje de trasfondo si es que lo había, la guardé en mi bolso y salí de la habitación, no sin antes voltear hacia la cama y recordar lo que había pasado en ella, el desorden era prueba fiel de la noche más desenfrenada y placentera de mi vida, una amplia sonrisa apareció en mis labios y salí rumbo a mi departamento.

 

Tomé un largo baño, mientras imágenes de lo sucedido la noche anterior se repetían, sus besos, sus gemidos, sus caricias, todo lo tenía tatuado en mi mente y en mi piel, me sentía satisfecha como nunca antes y estaba decidida a seguir con él, no podía renunciar a todo lo que me hacía sentir, quizá con el tiempo se olvidaría de las reglas y me mostraría quien era en realidad, pero, extrañamente, yo no estaba muy segura de que él supiera quién era yo, me asustaba la idea de que no le agradara Bella Swan, la chica correcta y de futuro prometedor en el mundo de la publicidad y ese pensamiento me llevó a Jacob, aún lo amaba, él me completaba de una manera muy diferente, pero en ese instante no quise pensar más, recordé las palabras de Kate: “disfruta del momento sin pensar en el después” y eso era lo que iba a hacer.

 

Después de lavar la ropa y medio recoger el departamento, me tumbé en el sillón a ver televisión, aún tenía un par de horas antes de arreglarme para ir a cenar con Jacob, Kate y su esposo. Fui cambiando de canal en canal y en uno encontré el anuncio de una nueva marca de ropa juvenil que lanzarían próximamente y de la que nosotros nos estábamos haciendo cargo de promocionar, ese comercial lo habíamos hecho en la agencia y siempre me gustaba ver lo que hacíamos. De repente, el cansancio me venció y me quede ahí dormida, cuando abrí los ojos me di cuenta que pasaban de las seis, tenía el tiempo justo para arreglarme, al levantarme del sillón sonó el teléfono, me recargué en el respaldo y lo contesté.

 

– Hola.

– Hola mi amor, ¿cómo estás? – exclamó Jacob de lo más amoroso.

– Bien, ¿y tú?

– Extrañándote.

– Yo también – dije tratando de sonar sincera.

– Amor, te tengo dos noticias, una buena y una mala, ¿cuál quieres primero?

– A ver, empecemos con la buena.

– Tengo dos pases para el juego de los Gigantes de Nueva York del próximo lunes, en palco preferencial, ¿qué tal, eh?

– Grandioso, sabes que me encanta el futbol americano – exclamé sarcástica.

– Te gustaba cuando íbamos en la prepa, cariño.

– Pero, sólo porque jugabas tú – él formaba parte de la línea ofensiva.

– Vamos, será divertido, además hace mucho que no vamos a un partido de nada.

– Si cierta persona no fuera adicta al trabajo podríamos ir con más frecuencia.

– Por eso ahora que está la oportunidad te estoy invitando.

– Está bien, vayamos al partido y, ¿cuál es la mala noticia?

– Que no alcance vuelo para hoy y no podré llegar a la cena, perdón y dale mis disculpas a Kate y Steve.

– Está bien, no te preocupes – dije mientras pensaba que esa invitación al partido no era por nada, él ya sabía que nos dejaría colgados en la cena.

– Te mando muchos besos, te llamo cuando llegue mañana, recuerda que te amo.

– Yo también, cuídate.

 

Moví la cabeza mientras caminaba a mi habitación, no sabía que pensar, quizá por mis propias culpas. pero empezaba a dudar que Jacob en realidad estuviera trabajando, cada vez eran más frecuentes esos viajes de fin de semana, de hecho en el último mes y medio no había estado conmigo ningún viernes ni sábado, pero si era así yo no tenía nada que recriminarle. Saqué mi ropa del closet y comencé a vestirme.

 

Eran las cinco de la tarde del lunes cuando me llamó Jacob para decirme que estaba a tres cuadras de mi oficina para irnos al partido y le dije que lo veía en la entrada del edificio. Apagué la computadora, estaba por tomar mi bolso del cajón cuando sonó mi celular y casi me da un paro cardíaco cuando vi de quien se trataba, no podía ser cierto, no, justo hoy, ¿por qué el destino se empeñaba en jugar conmigo?

 

– Hola – respondí con el corazón latiéndome a toda prisa.

– ¿Estás libre esta noche? – dijo de la forma más endemoniadamente sexy haciéndome dudar.

– No… lo siento, un… compromiso previo – no podía cancelarle a Jacob, debía estar ya afuera esperándome y no tenía ningún pretexto que ponerle, sería exponerme demasiado a que se enterara de la verdad.

– Entiendo – exclamó serio.

– ¿Podría ser mañana? – pregunté con pánico.

– Quizá… buenas tardes.

 

Y colgó sin que yo pudiera decir más, me golpeé en la frente con el celular, era la primera vez que él me llamaba y yo no estaba disponible, aunque después vinieron a mi mente las palabras que Kate me había dicho el sábado cuando Steve fue al baño, “que no sepa que te tiene en sus manos amiga, date a desear y no siempre estés disponible para él”, claro que ignoraba que era yo quien lo llamaba, así que suspiré mientras caminaba al ascensor, después de todo Kate tenía razón.

 

En el trayecto hacía el estadio no hablamos mucho, a Jacob le sonaba frecuentemente el celular por cuestiones de trabajo y yo iba cruzada de brazos pensando en lo que podría estar haciendo en ese momento en lugar de estar atrapada en ese auto, suspiré y miré por fuera de la ventanilla hacia el cielo.

 

Llegamos al estadio y después de estacionar el auto caminamos a nuestros lugares, era un palco privado y me dio una perspectiva completamente diferente de lo que era asistir a presenciar un partido en vivo. Había una mesa larga con botanas, botellas, sodas, jugos y una enorme hielera atestada de cervezas, un par de meseros nos llevaron a nuestro lugar, Jacob saludó y me presentó a las personas que ya había ahí. Nos ofrecieron de tomar y, aunque no me gustaba mucho, pedí una cerveza y Jacob un whisky en las rocas, tomamos nuestros lugares y el partido dio inicio.

 

– Impresionante, ¿verdad? – me dijo él muy orgulloso.

– Sí, la verdad es que sí, ¿quién te consiguió los pases?

– Jacob, que bueno que sí pudiste venir, viejo – se escuchó una voz familiar que me hizo quedarme congelada en el asiento sin voltear.

– No podía desaprovechar la oportunidad – respondió mientras se ponía de pie y lo abrazaba fraternalmente – mira, te quiero presentar a mi novia, ven amor.

 

Levanté la cara lentamente, quizá podía tratarse de un juego de mi mente como la vez anterior, pasé saliva y al girar mi cuello completamente hacia la derecha mis ojos se toparon con su mirada topacio, el desconocido estaba justo ahí, parado al lado de mi novio con su gran sonrisa en el rostro y yo sentí que todo me daba vueltas. Jacob me extendió la mano y gracias a eso pude ponerme de pie torpemente.

 

– Cariño, te presento a Edward Cullen, uno de los inversionistas más jóvenes y exitosos del país – su mirada estaba clavada en mí sin inmutarse en lo absoluto – ella es Bella Swan, hermosa, inteligente y talentosísima mujer del mundo de la publicidad y, lo mejor, es la dueña de mis quincenas – bromeó Jacob mientras me abrazaba sosteniéndome de un hombro y yo me sentía desfallecer.

 

Fragmento de la canción: Dame lo que yo te doy.

Intérprete: Christina Aguilera.

Capítulo 6: Arrepentimientos Capítulo 8: La vida te da sorpresas

 
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