La respiración se me acelera cada vez más y no se porque, estoy en un lugar oscuro e intento despertar pero no puedo, el pecho se me oprime e intento respirar de nuevo... joder me voy a morir, no se que pasa pero siento el pecho oprimido y luego escucho gritos...

Cuando abro los ojos las luces están encendidas, me he quedado dormida en mi nueva habitación y me pica la garganta porque la que estoy gritando soy yo. Miro hacia la puerta y ahí está... el señor Cullen mirándome fijamente y sosteniéndome de los brazos.

-Estabas gritando- dice y veo que está preocupado de verdad-.

Su cara está tensa y sus ojos muy abiertos, respiro hondo un par de veces antes de hablar.

-Solo era una pesadilla- cuando hablo mi voz es como grava, y pica, rasca y duele-.

Acerca hacia mi un vaso con agua, y doy un trago, es agua con gas y calma mi garganta, agradezco ese trago frío y me tumbo en la cama cerrando los ojos, respiro por la boca y espero a que se vaya pero no lo hace.

-¿Como puedes ser virgen?-.

Su voz es ronca, y al mirar hacia abajo veo que no llevo sujetador y mis pezones están endurecidos por el frío bajo la tela de la camiseta blanca de tirante grueso, le miro fijamente y trago saliva en vano porque la garganta me sigue picando y se me seca enseguida.

-No lo se...-.

Por como me mira deduzco que quiere algo más que calmar mis malos sueños y quita mi camiseta, soy un muñeco en sus manos, ya he asumido ese papel antes de defenderlo, se que con él será así, nada de sentimientos, nada de nada, esto era mi trabajo y lo acataría a como diese lugar.

Cierro los ojos pero me zarandea y los abro mirándole fijamente, sus ojos son de un color miel bonito, muy claro... me gustan, son amables, sus manos son suaves a pesar de su tamaño y no lleva camiseta, tiene los músculos perfectamente alineados y un pantalón de cinturilla baja que deja ver un poco el rasurado principio de sus partes... vaya vaya... el señor se cuida y no es algo nuevo, se puede ver a la legua que solo tiene ojos para él mismo.

-Sabes que estuve casado-.

-Esme me dijo que estabas casado-.

-Estoy en trámites de divorcio-.

-Ah- eso es lo único que puedo decir, sus dedos aprietan mis pechos un poco, y su toque hace que jadée... el muy hijo de puta, es guapo, sexy... un hombre que se de sobra, está por encima de mis posibilidades- un hombre como tu no debería de pagarse mujeres- esas palabras salen de mi boca antes de que pueda procesarlas y se que la he cagado pero bien-.

La boca del señor se cierne sobre mis pechos y los chupa habilmente su lengua es un cosquilleo constante que me hace gemir, porque me siento húmeda y caliente, estoy cachonda por su toque y quiero que siga... porque no me agrada... a pesar de ser un desconocido para mi.

Muerde la piel de mis pechos y me hace gritar de placer y de dolor... mierda, eso ha sido raro.

Intento tocar su cabello pero sujeta mis manos y las pone detrás de mi cabeza, sus ojos ya no son amables, son salvajes, quiere follarme y lo se, así que abro mis piernas y espero a que venga lo que se supone que tiene que venir.

-Me lo estás poniendo muy facil-.

-para eso me pagas- digo entre gemidos-.

-Cierto...- deja de chparme las tetas y se levanta de la cama mirándome-.

-Este no es el momento-.

“¿Entonces cuando lo era?”-.

Asiento sin más remedio.

-Eres obediente y eso me encanta de ti... No me has dicho tu nombre...-.

-Mi nombre es Jane-.

Mi voz está agitada al igual que mi cuerpo y entre mis piernas palpito porque quiero más de lo que me ha estado haciendo.

-Buenas noches Jane-.

Él abandona la habitación con total elegancia y convicción y yo me vuelvo a acostar mirando al techo, me tapo las tetas de nuevo y cierro los ojos intentando dormir.