Llegó la cena, que gran sorpresa se llevó Rosalie cuando llegó Bella al comedor Alice aun no se encontraba muy bien de salud su resfriado seguía en aumento lo cual Bella les hizo saber a ella y al Señor Hale.
-Bella: Buenas noches a todos, es de mi sentir extenderles que Alice aun no se encuentra bien de salud.
-Rosalie: Es una lástima escuchar eso a mi nunca me ha gustado estar enferma es desagradable.
-Sr. Hale: Para mi es un honor tenerlas bajo mi techo por mi tendrán las mejores atenciones.
-Bella: Gracias Sr. Hale no tiene nada que agradecer señorita Swan. -Rosalie: Bueno ya basta de tantos agradecimientos – interrumpió bruscamente Rosalie como era de costumbre cuando esta perdia la atención de los demás. Mientras tanto el Sr. Cullen permanecia absorto en sus pensamientos acerca del comportamiento de la Señorita Isabella Swan.
Así transcurrió la noche y ya no se ocuparon más del asunto. Y su indiferencia hacia Alice, en cuanto no la tenían delante, volvió a despertar en Bella la antipatía que en principio había sentido por Rosalie.
En realidad, era Hale al único del grupo que ella veía con agrado. Su preocupación por Alice era evidente, y las atenciones que tenía con Bella eran lo que evitaba que se sintiese como una intrusa, que era como Rosalie la consideraba. Sólo él parecía darse cuenta de su presencia. La señorita Hale estaba absorta con el señor Cullen. Cuando acabó la cena, Bella volvió inmediatamente junto Alice. Nada más salir del comedor, la señorita Rosalie empezó a criticarla. Sus modales eran, en efecto, pésimos, una mezcla de orgullo e impertinencia; no tenía conversación, ni estilo, ni gusto, ni belleza. Lo único que se puede decir de ella es que es una excelente caminante. Jamás olvidaré cómo apareció esta mañana. Realmente parecía medio salvaje.Cuando la vi, casi no pude contenerme. ¡Qué insensatez venir hasta aquí! ¿Qué necesidad había de que corriese por los campos sólo porque su hermana tiene un resfriado? ¡Cómo traía los cabellos, tan despeinados, tan desaliñados!
¡Y su vestido! Con más de una cuarta de barro.
––Tu retrato puede que sea muy exacto, Rosalie ––dijo Hale––, pero todo eso a mí me pasó inadvertido. Creo que la señorita Isabella Swan tenía un aspecto inmejorable al entrar en el salón esta mañana. Casi no me di cuenta de que llevaba su vestido sucio.
––Estoy segura de que usted sí que se fijó, señor Cullen ––dijo la señorita Hale––; y estoy segura que no le gustaría que su hermana diese semejante espectáculo.
––Claro que no.
––¡Caminar tres millas, o cuatro, o cinco, o las que sean, con el barro hasta los tobillos y sola, completamente sola! ¿Qué querría dar a entender? Para mí, eso demuestra una abominable independencia y presunción, y una indiferencia por el decoro propio de la gente del campo.
––Lo que demuestra es un apreciable cariño por su hermana ––dijo Hale.
––Le tengo gran estima a Alice Swan, es en verdad una muchacha encantadora, y desearía con todo mi corazón que tuviese mucha suerte. Pero con semejantes padres y con parientes de tan poca clase, me temo que no va a tener muchas oportunidades. Creo que te he oído decir que su tío es abogado en Meryton y tiene otro que vive en algún sitio cerca de Cheapside.
––Aunque todo Cheapside estuviese lleno de tíos suyos ––exclamó Hale––, no por ello serían las Swan menos agradables.
––Pero les disminuirá las posibilidades de casarse con hombres que figuren algo en el mundo ––respondió Cullen.
El Sr. Hale no hizo ningún comentario a esta observación de Cullen. Pero su hermana asintio encantada, y estuvieron un rato divirtiéndose a costa de los vulgares parientes de su querida amiga….
|