Estábamos todos reunidos en la sala de la casa de cristal. Me pregunto que pensaran los cojines al ser testigos de todos los secretos, y reuniones que han sido ahora, y antes de que naciera. Ya 2 días de mi regreso… Conversando sobre mi estancia en Volterra con lujo de detalle –omitiendo ciertas cosas, por supuesto-. Ahora, si podría contar con el tiempo necesario.

- Sorprendente –susurró un poco aterrada Esme, que se encontraba en el sofá más grande abrazada de Carlisle-. Eso quiere decir que… ¿ya no hay reglas?

- Si, eso parece –coincidí, y apreté mi cabeza al pecho de Jacob, ya que estaba sentada sobre él en el sofá individual. Éste me abrazaba por atrás.

- No lo creo así –habló Edward, que estaba en el piso, con la cabeza recargada en las piernas de Bella-. Siento mucho lo de Jane y Alec, pero por otro lado ellos eran las armas secretas de los Vulturi…y ellos se les enfrentaron… -dejó la frase incompleta y se sumió en el hilo de sus pensamientos.

- Algo se tendría que hacer en todo caso, ¿cierto? –dijo mi mamá-. Sea lo que sea… ellos mantiene un “control” en lo que es guardar el secreto –parecía que esas palabras salían forzadas. Yo sabía perfectamente que los Vulturi no eran su fuerte.

El silencio reino por toda la casa… nadie hablaba, cada quién estaba sumido en sus pensamientos respecto al tema. Jacob, empezó a jugar con uno de mis rizos. ¿Qué tenía de divertido eso? ¡Siempre hacía lo mismo! Y al parecer, eso no iba a cambiar.

- Charlie y Sue, están a pocos minutos de llegar –nos avisó Jake, aún sin dejar de jugar con mi cabello.

- Será mejor que terminé la comida –dijo Esme, y se paró rápidamente hacia la cocina seguida por Rose.

Mi abuelito, y mi abuelita. Por extraño que parezca, Sue podía ser que la criticaran por sobre muchas cosas, pero yo no podía decir lo mismo. Desde que se volvió pareja con Charlie ha sido una de las personas que más me ha cuidado sin importarle lo que sea. Al parecer, para ella no puede haber nada que la sorprenda más que el hecho de que su hija sea la primera –y única- mujer lobo… pero, como al igual que Charlie, no quiere saber mucho sobre por qué mi gran desarrollo físico. Como que aún no lo superan ninguno de los 2. Les cuesta creer que “su pequeña” sea toda una mujer. Bueno, no exactamente eso, pero dejémoslo así.

Fui reconociendo el olor tan sutil de ellos. Sin duda, Charlie tenía puesta una chaqueta de cuero, y Sue con un suéter de lana pura. Me levanté del regazo de mi novio, y abrí la puerta antes de que lograran llamar.

- ¡Mi niña! –dijo Sue antes de que pudiera hablar, y me envolvió en un cálido abrazo-. ¿Cómo has estado? ¡ya mucho tiempo sin verte! –hablaba sin dejarme contestar nada.

- Muy bien, muchas gracias –le dije con una sonrisa-. ¿Y ustedes?

- Hola, Nessie –saludó Charlie, y de igual manera me abrazo una vez que su esposa me soltó-. ¿Creciste más? –preguntó mientras entrabamos los 3 al comedor.

- Supongo que un poco –dije para después soltar una risita.

Como ya nadie tenía que aparentar nada, cada quien hacía sus cosas como le plazca. Se saludaron entre todos, y después Esme nos sirvió de comer. La mesa estaba acomodada, todo en su lugar, el agua en jarra, todo un gran juego de platos ya listo. Ya era de saber que los Cullen –a excepción de mí-, nunca comían con nosotros. En la comida, solo estábamos Jacob, Charlie, Sue y yo. Pero, mi mamá también nos acompañaba sentada del otro extremo de la mesa, platicando. Bueno, prácticamente Sue era la que hablaba sin darnos oportunidad de participar, y…estaba bien. Era divertido hasta eso. Edward, poco después se nos unió a un lado de mi mamá. Alice y Jasper, se encontraban en el piso de arriba –pero, sinceramente no sé que hagan-. Carlisle, había tenido que salir al hospital, mientras que Esme terminaba el postre. Y… ¿Emmett y Rosalie? No los escuchaba por ningún lado, ¿dónde estaban? Me encontré con la mirada de Edward y éste me dedicó una sonrisa juguetona al percibir que buscaba a mis tíos.

“Oh… claro, creo que mejor será no buscarlos”, le dije mentalmente, y los 2 reprimimos una risa.
Así transcurrió la conversación…hasta que algo cambió las cosas.
- Y bueno, ¿Qué vamos a hacer para las pascuas? –preguntó mi abuelito, Charlie. Nos encontrábamos ya cerca de esas fechas, bueno, aún faltaba por lo menos un poco más de 3 semanas.

Miré a mis padres con el miedo en mis ojos. Ellos asintieron… como si uno de mis peores miedos cobrara vida. No habría pascuas las cuales celebrar con ellos…ya era momento de nuestra partida en este sitio.