Una vez que baje del último avión al cual tenía que subir… ya me encontraba en Port Angels. Había podido comprar un cepillo para cabello gracias a mi tarjeta de crédito –con la que además compre los boletos de avión-. La verdad no creo ni que me hubieran admitido al ver la apariencia que había tenido, pero no me había podido detener a cazar nada, y como agarraba los vuelos de la madrugada no servían más que líquidos. Así que ahora con las pocas energías que me quedaban logré tomar un taxi que me llevará a Forks. Me estaba quedando dormida en el asiento del automóvil… No tenía mucha coherencia, pero en ningún vuelo logre conciliar el sueño. Solo tenía un pensamiento negativo en mi cabeza… Vulturi. Quisiera saber que fue de ellos, si llegarían a estar bien… Arenha, mi nueva y gran amiga. Jamás lograría encontrar a alguien como a ella. Alec… -di un suspiró-, creo que hubo algo en lo que me pude confundir. Pero, eso no quita el gran cariño que siento por él.
- Señorita, ¿es aquí? –me preguntó el taxista, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. Me incorporé y vi que ya me encontraba en el pequeño pueblecito de Washington, yo podría caminar por mi cuenta.
- Si, muchas gracias –le pague del dinero que había sacado en el cajero y salí del taxi.
Aquí parecía que nadie dormía. Todas las miradas se concentraron en mi silueta. La Sra. Newtoon, y su hija parecía que se secreteaba algo.
- ¿Quién es esa, mamá? –decía la chica Newtoon masticando su chicle rosa, refiriéndose despectivamente a mí.
Claro, ella era como la que mandaba en la escuela de aquí, yo le parecía competencia.
- Creo que es pariente de los Cullen, pero nadie sabe realmente nada de ella, ni de la otra pequeña Cullen. La hija de Bella Swan y Edward Cullen, ya ha de tener la pequeña como unos 7 años, pero nunca la sacan.
Di una risita para mis adentros.
“Si supieran que esa pequeña soy yo”, me dije a mi misma.
Una vez perdiendo a mi público de vista, salí disparada hacia los árboles. Corrí lo más rápido que me fue posible, agotando las pocas energías que ya me quedaban en este cuerpo. Seguí avanzando, y ya podía reconocer el olor a licántropo. Poco a poco, fui reconociendo el ruido del gran lago que tenía que saltar para llegar a la casa de cristal. Aumente aún más la velocidad para agarrar un poco de ventaja, y…me detuve. Ya sentía que me tambaleaba a los lados. Solo uno…un solo pensamiento llenó mi cabeza en esos momentos, juntando todo lo que me quedaba para poder seguir en pie antes de caer. Mis parpados estaban a punto de cerrarse, ahora ya tendría que hacerlo. Lo que quedaba consiente aún de mí, concentró mi mente en un solo punto, ni uno más ni uno menos. Ahora un solo rostro ocupo toda mi cabeza, y un solo objetivo.
“Ya estoy en casa…” logré transmitirle a mi tío Jasper, antes de que el negro me nublara para no saber en que caí.
|