—No le harás ningún favor si enfermas tú.Tienes un aspecto terrible y suenas igual de mal.
Edward se frotó la cara sin afeitar y miró a Leah.Ella,las hermanas de Bella,su madre y su padrastro se habían turnado para pasar un par de horas en la habitación.Pero él no había salido aún de allí,salvo unos instantes para comer algo o refrescarse la cara con agua fría.Estaba afónico,pero temía que si el silencio inundaba aquella estancia,Bella se dejaría llevar por el sueño.
Se levantó y se acercó a la ventana.Ya era de noche otra vez.Ni siquiera se había dado cuenta de que anochecía.¿Aquélla era la segunda o la tercera?
—Quizá deberías irte a casa un rato—le propuso Leah.
—No.
—Entonces,al menos acuéstate un poco.Quileaute tiene dormitorios para visitas...
—No.
—Vaya,eres aún más tozudo que Jacob—replicó ella.
—Esta noche no hay niebla—dijo mirando la calle.
—¿Eso es importante?
—Se verán mejor las estrellas.
—¿Y?
Se volvió sobre sus talones.
—Necesito llevármela al río.
—Tía Esme no permitirá que...
—No se lo diremos.—Cruzó la estancia,se arrodilló delante de Leah y le cogió las manos.Notaba que estaba a punto de derrumbarse,que estaba tan cansado que apenas podía contener las lágrimas.—Es importante para Bella.
—Edward,Bella no es consciente...
—Eso no lo sabes.Ayúdame a taparla bien y a meterla en el coche.Puedes venir con nosotros si quieres.Ser nuestra carabina una vez más.
—Como si alguna vez hubiera servido de algo mi vigilancia.No creas que no sé lo que ocurrió en tu finca...
—La amo,Leah.Siempre la he querido.Moriré de pena cuando se vaya a Tejas.Pero la ayudaré a marcharse.Aunque primero tiene que despertar.Confía en mí,la conozco bien.
—Tía Esme me va a matar.
—Primero me matará a mí.
—Si esto no funciona,Edward Cullen,tienes que prometerme que te irás a casa y descansarás antes de que te dé un síncope.
El miró a Bella,tan tranquila,tan quieta y luego negó con la cabeza.
—No puedo prometerte eso.
—Eres un hombre de lo más testarudo.—Pero a la vez que lo reprendía,se puso de pie y lo ayudó a envolver a Bella en una manta.
Cuando ya la tuvo arropada en sus brazos,Leah bajó la escalera delante de él,buscó al mayordomo y pidió que trajeran el coche a la puerta.
Edward se sabía un hombre desesperado,pero no se le ocurría otra cosa que hacer.
Leah había decidido quedarse en el coche mientras él sacaba a Bella del mismo.Apretándola contra su cuerpo,se dirigió al río,se detuvo junto a un árbol cercano y con tanto cuidado como pudo,se sentó en el suelo,apoyándose en el tronco.
Estrechó a Bella entre sus brazos.Parecía tan frágil...Habían pasado ya tres o cuatro días.No llevaba la cuenta.
—Esto no es Tejas,querida,pero tenemos el río y hay estrellas en el cielo.Sabes que me preocupaba ser como mi padre,pero tú me has hecho darme cuenta de que no lo soy,porque él no sería capaz de amar a alguien tanto como yo te amo a ti.—Levantó la vista al cielo,inmenso y oscuro....—Mira,Bella,una estrella.Una estrella fugaz.Le pido con toda mi alma que despiertes.
—Tú no crees en los deseos.
Le dio un vuelco el corazón y miró a la mujer que tenía entre sus brazos,en la penumbra.
—¿Bella?
—Hola,Edward.
—Hola,querida—contestó él,riendo y notando que los ojos se le llenaban de lágrimas.
Había muchas cosas que Bella no recordaba.No recordaba haberse caído,ni haberse golpeado la cabeza.No recordaba ningún dolor.
Lo que sí recordaba era aquella voz ronca,constante,sus palabras y el amor que emanaba de ellas.Sobre todo,recordaba el amor.
Por eso,una semana después de su despertar,la sorprendió encontrarse con un pasaje en la mano para un vapor que la llevaría hasta Nueva York,desde donde embarcaría en otro que la trasladaría a Tejas.
—Ya me has enseñado todo lo que necesito saber—dijo Edward,sentado frente a ella,con un aspecto extraordinariamente formal,la chistera posada en el muslo.—No veo razón para que te quedes aquí hasta el final de la Temporada.El médico dice que estás lo bastante fuerte para viajar.
—Le dijiste a Leah que te morirías de pena cuando me fuera.
Se la quedó mirando.
—¿Lo oíste?
—Oí muchas cosas.Le dijiste que me amabas.Dímelo a mí.
Para su sorpresa,él se levantó,se arrodilló delante de ella y le cogió la mano.
—Te amo,querida.Siempre te he amado y siempre te amaré.Sólo puedo ofrecerte un poquito de Tejas,pero puedo darte mi corazón entero.Te pediría que te casaras conmigo si creyera que eso es lo que quieres...
—Es lo que quiero.
—¿Estás segura?
—Ya estaba segura antes de rodar por la escalera,sólo que no tuve ocasión de decírtelo.Te quiero,Edward Cullen—le dijo,sujetando aquel rostro tan amado.—Te he querido siempre.
De pronto,ella estaba en sus brazos,que la apretaban con fuerza y los labios de Edward la besaban apasionadamente.Entonces supo que él era lo único de Tejas que necesitaría jamás.
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