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Al salir de aquel túnel obscuro… lo que alumbraba, no era la luz solar, simplemente un foco que provenía de un farol. No había más luz. El día ya se había hecho de noche. Todo estaba en completo silencio… lo poco que se podía llegar a escuchar –puede que también un vampiro lo logré- era el suave soplo del viento.
Caminé sin prisa alguna, no me tambaleaba a los lados, pero sentía como si de verdad lo estuviera haciendo. Ahora sería regresar, me las tendría que ingeniar de alguna manera. El cielo empezó a tronar, haciendo el aviso de una pequeña tormenta en Volterra. Eso era extraño, aquí no me hubiera imaginado que lloviera, ó tal vez sí pero, no lo esperaba en estos momentos. Las gotas comenzaron a caer, y mis rizos fueron perdiendo su volumen para pagarse algunos a mi cara, y otros tantos chorreaban. La ropa ya me había quedado tan pegadita, que podría ser un trapo el cual exprimiría. Vi que poco a poco, los faroles iban aumentando, cada vez había más. Me detuve debajo de un pequeño techo que provenía de una tienda cerrada. Me deje caer para atrás, y pegar mi espalda a la pared. Continuaría cuando el agua disminuyera. No me molestaba para nada el mojarme –ya estaba empapada, no importaba-, pero así como estaba el clima no sería posible encontrar a algun animal en las zonas de caza, de verdad tenía hambre.
Una persona salió de la tienda cerrada, estaba muy pequeña. Era una niña que tenía a su muñeca de trapo abrazada, con un pedazo de tela para usarlo como “impermeable”. Y mientras ella si tenía un impermeable de verdad.
- Rimani lì, Paola –se escuchaba decir a una mujer del interior del lugar.
- Chiaro –contestaba la pequeña, mientras le acomodaba el trapito que disimulaba ser un impermeable a su muñeca.
Al parecer la señora que hablaba podía ser su madre, ya que se notaba preocupada porque la niña no se alejará del lugar. Paola, sin preocupación asentía. Bueno, no por nada aprendía italiano.
Fue uno de los idiomas que me había llamado la atención, y al final lo aprendí. La pequeña -de aproximadamente 8 años-, se percató de mi silueta en el piso. Se quedó contemplándome durante largos segundos. Sus ojos eran de un verde muy luminoso, casi parecidos al azul. Su piel era de un blanco extremo, pero no se acercaba al de un vampiro. Unos pequeños rizos se dejaban ver, a causa del impermeable que la cubría. Parecía como si de alguna forma, ella también estuviera contemplando cada rasgo en mí. Su corazón palpitaba muy rápido, es normal en alguien de su edad, pero éste era un poco más de lo común. Sentí un poco como mi hambre se iba haciendo algo presente, pero… yo no haría nada que pudiera perjudicar a nadie. No era un monstruo, y tenía que recordarme eso. Le traté de dedicar una sonrisa, que ella me devolvió.
- Bonjour –saludó ella.
- Bonjour –saludé de igual manera, se quedó nuevamente observándome fijamente-. C'è qualcosa che non va? -le pregunté con la voz por lo bajo. No entendía por qué me miraba tanto, ¿Tenía algo mal? ¿Qué mostraría mi rostro?
- Niente –contestó ella moviendo la cabeza a ambos lados, confirmando que “nada” era lo que de verdad quería darse a entender-. Sei molto bella –me confesó con la mirada en el piso, y acariciando su muñeca exageradamente.
- ¡Oh! Grazie, Paola –le contesté con una sonrisa-. Anche voi –le aseguré. Así, que eso era. La pequeña de verdad tampoco se quedaba atrás en belleza. Ella también era preciosa, y sentí como me sonrojaba un poco ante lo dicho.
- ¿Come ti chiami?
- Renesmee –le contesté, creo que se sintió extraña cuando la llamé por su nombre, ella no me conocía. Y yo solo lo sabía por como la había llamado aquella señora-. Sei Paola? –le pregunté, no fuera que no se llamara así y yo ya lo llevara por hecho.
- Chiaro –me afirmó ella y nuevamente sonrió.
- ¿Paola? –llamó la voz anterior. Una señora un poco robusta salió de la tienda que ya estaba cerrada. Al parecer era la dueña y ya se iban ¿qué hora sería?- ¿Chi parla? –le decía a la pequeña Paola al escucharla hablar.
Rápidamente desaparecí para no causarle más problemas a la pequeña por hablar con extraños. Me moví ágilmente a la esquina de la calle, y así el muro me cubría por completo. Era entendible, no creo que a su madre le agrade la idea de que su hija hable con alguien en mis condiciones, un vago seguramente tendría mejor presentación -con esta capa aún más, no era fea, pero ya la traía algo sucia-. Cuando la pequeña señaló a mi posición anterior se abrieron sus ojos al comprobar que ya nadie se encontraba ahí.
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por la lluvia. Paola, se volvía de vez en cuando por no verme ahí. Poco a poco, fui saliendo de
detrás del muro, y fue una de esas veces en que ella volteo –ya estaban a una distancia para que
su madre no volteara-, me miró y en sus ojos se vio un brillo extraño… como si le alegrara
verme. Saber que de alguna forma yo fuera real. Moví mi mano hacia los lados en seña de adiós.
Ella hizo lo mismo, cuando lo hizo, la capucha de su impermeable se jaló para atrás, y su cabeza
quedó al descubierto. Me quede sin poder moverme… Su cabello cobrizo, sus rizos largos que se
sacudían a los lados por el gran viento, sus labios rositas, y su piel extremadamente blanca…
todo excepto por sus ojos… todo excepto por sus ojos… era yo cuando acababa de cumplir 2 años.
Por extraña razón la pequeña Paola, me había hecho recordar mi infancia. Cuando mi vida no
contenía problemas, simplemente era yo…feliz. Ella no se fue sin antes dedicarme una última
sonrisa.
Metí mis manos a los bolsillos traseros de mis mezclillas, y fue cuando la sentí ahí…intacta,
después de tanto tiempo. La tarjeta de crédito que me había llevado conmigo para “escaparme”