EL CUERPO DEL DELITO (+18)

Autor: Indi
Género: Misterio
Fecha Creación: 20/08/2013
Fecha Actualización: 09/11/2013
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 1
Visitas: 7041
Capítulos: 10

Riley Biers, un joven atleta, es acuswado del asesinato de su antigua novia, la hermosa Tanya Denalí. Las pruebas son abrumadoras, pero falta lo más importante: el cuerpo de la víctima. Para el defensor Edward Cullen, un caso de asesinato sin "cuerpo del delito" es una golosina que no puede dejar escapar aunque le cueste su puesto en el bufete donde trabaja.La búsqueda de la hermosa joven desaparecida lleva a Edward y a su ayudante de viaje a un viaje mortalmente peligroso por el sur de california y las Vegas. Ademas Edward se ve envuelto en una relacion tortuosa con Bella Swan, abogado también y una de las mejores amigas de Tanya. Edward acaba descubriendo "algo" que amenaza con hundir su caso y su vida.... Esta historia es una adaptacion del libro de Michael C. Eberhardt del mismo nombre, como asi los personajes pertenecen a Stefani Meyer y al autor de la historia,  yo solo la adapte ........ espero les guste.      Indi

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Capítulo 6: CAPITULO 5

CAPITULO 5

 

EDWARD PASO JUNTO AL GRUPO DE FUMADORES FUERA DE LA PUERTA DEL PLACIO DE JUSTICIA DEL CONDADO. EL INTERRIOR ERA MUY PARECIDO AL DE LA MAYORIA DE LOS EDIFICIOS GUBERNAMENTALES: UN PERRO DEL QUE NADIE SE PREOCUPA. POLVO Y PELUSA EN LOS RINCONES; EN UNA ESAUINA HABIA UN DESVENSIJADO SILLON CON EL RESPALDO, DE PALASTICO NEGRO, DESCOSIDO. NI PLANTAS, NI FLORE, NI COLOR ALGUNO CON EXCEPCIONDEL BEIGE DESLUSTRADO Y UN NOGAL SINTETICO. ERA COMO UNA ESTACION DE AUTOBUSES: ESPACIO DE TRANSITO.

SE ABRIO CAMINO POR UN PASILLO LLENO D3E GENTE, TAMBIEN ABANDONADA A SU DESTINO. MUJERES JOVENES TEÑIDAS DE RUBIO CON CARAS BONITAS Y MORADURAS EN LOS BRAZOS, DERRENGADAS EN LAS SILLAS MIENTRAS SUS HIJOS EN EDAD ESCOLAR Y VARIOPINTAS ROPAS CORRIAN ENTRANDO Y SALIENDO POR LAS PUERTAS. DOS ESCOLARES DE SECUNDARIA DESALIÑADOS INCLINADOS SOBRE UN FORMULARIO, INTENTNADO LEERLO. HOMRES DE PELO GRASIENTO CON BOTAS FUERTES Y GORRAS DE BEISBOL LIMPIANDOSE LA NARIZ DESTROZADAS POR LA DROGA.

EDWARD TOMO ESCALERAS ARRIBA HASTA EL Tribunal Supremo, en el segundo piso. Bella Swan lo aguardaba en el descanso. Era casi tan alta como él y llevaba su pelo color chocolate largo hasta los hombros. Vestía un traje sastre azul marino con un pañuelo rojo, flojo, al cuello. A Edward se le había olvidado lo atractiva que era.

- ¿has hablado con Aro?- inquirió ella sin preámbulos.

- Sí- comento el frunciendo el ceño. - Bien. Quiero daros las gracias por haber tenido en cuenta mis sentimientos. No quería que ni tu ni Aro hicieran nada por ayudar a ese asesino.

- Voy a aceptar la defensa de oficio- dijo Edward lacónico.

- Pero si Aro me dijo que no te consentiría…- replico ella con evidente gesto de sorpresa.

- Ya no trabajo en Vultuti & asociados- la interrumpió el.

- ¿te ha despedido?

- Pues si lo ha hecho habrá sido después de que me marchara- respondió Edward-. Bien excúsame.

Iba a seguir su camino, pero ella lo agarro del brazo y el se volvió con gesto de disgusto.

- Te habría encantado Tanya- añadió Bella.

- Desde luego que sí.

- Dime una cosa, señor Cullen, ¿Sabe Riley lo que sufrimos la familia y amigos de Tanya por no poderla enterrar decentemente?

- Riley estaba equivocado contigo- dijo tras mirarla un instante desde los zapatos de lujo hasta el corte de pelo de doscientos dólares.

- ¿a qué viene eso?

- El está convencido de que le ayudarías y me dijo que tu sabias bien cuanto quería a la señorita Denali.

- No era amor. Era obsesión- replico ella-. Desde que volvió a Newport la seguía a todas partes como un perro. No se lo podía quitar de encima. –aun lo sujetaba por la manga y lo obligo a aproximarse más-. Mira, ella acaba a de pasar una mala época y tenía un brillante porvenir,. Era la mejor ayudante que he tenido, y pensaba volver a estudiar… - añadió, soltándole; Edward le volvió la espalda para seguir andando, pero ella volvió a tirarle del brazo-. ¿Cómo puedes defender a una persona que acabo con la vida de una joven hermosa y buena?- inquirió.

- Mire, señorita Swan, he oído lo que tenía que decirme- replico Edward con frialdad-. Soy el abogado de Riley- añadió dando un tirón y alejándose.

Vio el grupo de periodistas ante la sala E nada más dar la vuelta al pasillo. Un grupo de corresponsales de los principales periódicos de la costa oeste hablando en jerga carcelaria.

- claro que se la cargo. De eso no hay duda. La cuestión es si la descuartizo.

Era su primera intervención como abogado defensor de Biers y a los periodistas les paso desapercibida su entrada en la sala. Al día siguiente, aquella turba se le echaría encima nada más verle, dando gritos y empujones y disparando sus cámaras fotográficas y de video.

Detrás del grupo de informadores vio a Jacob Black.

- Buenos días, abogado- dijo.

La palabra abogado, en boca del agente, sonaba como un insulto.

- ¿ a qué tanta expectación? – replicó Edward, imperturbable.

Vestía su mejor traje- uno azul oscuro con chaleco-, y se había pasado un trapo por los mocasines antes de salir. Lucia, además, un impresionante reloj de oro, uno de esos rolex de Singapur que venden por veinticinco dólares en las esquinas de Little Saigón junto al estadio Dodger.

- Esperan ver a quien se saca Crowly del sombrero para salvar a Biers- contesto Black señalando con el pulgar por encima del hombro hacia el grupo-. Ya verá cuando se enteren de que es usted.

- Será muy divertido- dijo Edward-. Y más siendo usted el oficial de pesquisas.

Black señalo hacia el fondo del pasillo con la cabeza.

- Cullen, ¿ le importa que charlemos un momento?- añadió agarrándolo por la manga antes de que contestase y llevándolo hacia un rincón, lejos de los oídos de los periodistas.

-  ¿ qué quiere, sargento?- inquirió Edward, aunque estaba bastante seguro de lo que Black se proponía. El fiscal quería hacerle una oferta y Black era su mediador.

- Los dos sabemos que su cliente es culpable y lo puedo demostrar con o sin cadáver. Pero es que ahora tenemos el cadáver- dijo Black, casi con regocijo, como hacia veces cuando acorralaba a un criminal o a un abogado criminalista, que para el eran una misma cosa.

- ¿de verdad?- dijo Edward procurando ocultar su preocupación-. ¿han encontrado el cadáver? No sabía yo nada de eso.

- Bueno, no lo tenemos todavía- se apresuro a decir Black. Sabía que con Edward había que andarse con cuidado-. Pero sabemos dónde hallarlo.

Edward le sonrió y dio un paso hacia el.

- Sargento, antes de que puedan presentarlo como prueba, tendrá que hallarlo y que alguien lo identifique.

Jacob le devolvió la sonrisa.

- Mire, diga a su cliente que sabemos que está enterrada en una colina cerca de Victorville. Y yo en su cado, abogado, se lo diría ahora mismo. El fiscal del distrito- añadió para cumplir su cometido- está de acuerdo en aceptar segundo grado en este momento. Una vez que hallemos el cadáver será primer grado o nada.

- Claro- comento Edward mientras asentía con la cabeza-. Se lo diré.

- Es una oferta única, Cullen- añadió Black escupiendo en el cenicero lleno de tierra a los pues de Edward-. Valida hoy solamente.

Edward estaba harto de oír es ultimátum de “valida por solamente” a que tan acostumbrados estaban los fiscales; era como si estuviesen vendiendo coches de segunda mano. Claro que mucha de la gente a la que representa el abogado defensor merece el trato más duro de la ley, pero ¿ es que el sistema judicial y sus miembros habían de rebajarse al nivel de los criminales?

- Si el sistema judicial se condujera del modo que usted quiere, Black, no necesitaríamos tribunales; nos bastaría con hacer confesar a la gente por miedo y luego colgarla.

- No me parece mala idea.

- Con la salvedad de que se obtendrían confesiones de gente inocente por coacción. - Las personas inocentes no van de paseo en el coche de la víctima al día siguiente, Cullen- replico Jacob alzando arrogante la barbilla y con voz amenazadora-. Así que no me venga con bobadas. Los cabrones como Biers merecen la cámara de gas, lo que sucede es que las ancianas del tribunal supremo ya no lo permiten sin un circo previo.

Edward agito la cabeza y sorteo a Jacob para dirigirse de nuevo a la sala. El alguacil lo vio y le hizo un gesto apresurado de que entrara. Edward se imagino que el juez crowly desearía sostener una entrevista previa con los abogados.

Al llegar a la puerta de la sala, uno de los periodistas del grupo grito:

- ¡Señor Cullen!, ¿ es cierto que defiende usted a Riley Biers?

Debería haberse corrido la voz, y , de pronto, el grupo de periodistas comenzó a rodearle con sus cámaras y tuvo que salvar apresuradamente los últimos escalones.

- Luego hablaremos- grito por encima del hombro mientras el alguacil cerraba la puerta a sus espaldas.

El fiscal, Jason Jenks, aguardaba ya en la mesa de consulta. Jenks era un cincuentón algo más grueso de lo que Edward recordaba, pero conservaba la radiante sonrisa de su arreglada dentadura, sus impresionantes trajes y sus abigarradas corbatas. La que llevaba aquel día era roja, muy ancha y llena de vocablos eróticos en francés.

- ¿señor Cullen?- inquirió extendiendo la mano.

- Si, - contesto Edward entechándosela- ¿como esta, señor jenks? Voy a representar al señor Biers.

- Sí, eso me han dicho. Sera un caso interesante.

- Sí, que dudada cabe- dijo Edward dejando su cartera en la mesa de consultas-. ¿así que han enviado uno de los pesos pesados, no?- añadió en elogio a la fama de jenks. Era el acusador ideal. Listo como una comadreja hambrienta y con gran habilidad para las triquiñuelas profesionales. “ el paladín de la guerra contra el crimen” , como gustaba decir el alcalde en todos lo banquetes, ceremonias de recaudación y reuniones políticas, donde jenks salía siempre fotografiado.

- Bueno, como seguramente sabrá, es un gran engorro no saber hacer bien las cosas- dijo jenks dirigiéndole una mirada prolongada y simpática, como si el fuese el campeón de los pesos pesados y Edward un boxeador aficionado-. Pero, para serle sincera- añadió-, es que necesitaba cambiar de escenario.

La primera de las numerosas mentiras, medias verdades, exageraciones, engaños, trucos y tergiversaciones que irían surgiendo, pensó Edward. Jenks gozaba de una larga carrera, celebrada por los medios de comunicación, como fiscal del distrito. Había intervenido en el caso del estrangulador de medianoche, así como en el de los niños de perdición, una secta satánica dedicada al asesinato de famosos por orden alfabético; iban por la c cuando un cuerpo especial de la policía los cerco en el coche junto a la casa de la playa de Johnny Carson en Malibu. Jenks era la clase de fiscal de distrito que media su éxito por la cantidad de vuelos que hacía.

Se acerco el alguacil y dijo:

- Caballeros, el juez crowly desea verles en su despacho. El juez Tyler Crowly estaba en su poltrona con los pies en la mesa y un cigarrillo pegado al labio inferior, hablando por teléfono. Conforme al reglamento, no podía fumar en la sala, pero en su despacho se cernía una nube perpetua de carcinógenos. Edward aspiro hondo antes de entrar; tal vez fuera el último aire puro que respirase en un buen rato, pensó, temiendo tanto al humo como a la consabida tendencia de jenks a tergiversarlo todo.

Crowly les señalo los asientos con el cigarrillo, del que cayó una buena cantidad de ceniza sobre sus pantalones. Crowly se avenía perfectamente con el aire descuidado del palacio de justicia. Por sus trajes, daba siempre la impresión de haber dormido en un banco del parque, y rara vez llevaba una chaqueta a juego con los pantalones; daba la impresión de que se cortaba el mismo el pelo, pues sus cabellos parecían pajas secas de pesebre en ziz-zag, como un borracho que va haciendo eses.

Crowly colgó el teléfono, se puso en pie y se llego al servicio del despacho, donde, con la puerta entreabierta, se bajo la cremallera del pantalón y se puso a orinar.

- Cullen, sabía que no rechazaría este caso- dijo por encima del hombro.

Edward conocía a crowly y le replico en el mismo tono.

- No sabía que se me notara hasta ese punto lo tonto que soy- dijo riendo.

- ¡que diablos dice! Este caso le va a hacer tan famoso como jenks- protesto Tyler.

Edward miro sonriendo a jenks. El fiscal tenia la boca abierta, perplejo. Edward conocía aquel gesto. Aquella misma noche, durante la cena, jenks comentaría a su esposa: “ese juez loco se puso a mear delante de nosotros mientras hablábamos del caso.”

¿Qué tal se lo ha tomado Vulturi?- inquirió el juez.

- Ah, imagínese- dijo Edward-. Gracias a usted, ahora soy un ex miembro de Vulturi & asociados.

- Tyler hizo una especia de pasos de danza, se subió la cremallera y volvió al despacho sin molestarse en detenerse un instante en el lavabo; se dirigió directamente hacia jenks y le tendió la mano.

- ¡Cuánto tiempo! ¿ qué tal esta?

Edward advirtió que jenks dudaba si estrecharle la mano, pero finalmente lo hizo. Un buen abogado criminalista hace lo que sea por ganar un caso.

- Muy bien. Gracias, señor juez- dijo y señalo a Jacob, que había entrado tan sigilosamente que Edward no lo había advertido-. Supongo que conoce al sargento.

- Claro- respondió crowly sin mirar al policía-. ¿Por qué esta aquí? Yo quería hablar con los abogados.

Tyler se acercó una lata de coca-cola baja en calorías y la agito. En el despacho había latas de soda por doquier en las estantería, en las macetas, y dos otras en su escritorio. Fue sacudiendo todas hasta encontrar una que contenía líquido y le dio un prolongado trago.

Mientras crowly buscaba algo para beber, jenks estaba diciendo:

- Señoría, este es un caso muy complicado al que acabo de incorporarme hace poco. Tenemos mucha información y, a pesar de ello, es como si estuviéramos al principio. El señor Black es uno de los investigadores y conoce todos los pormenores del caso. Por eso quisiera, en la medida de lo posible, que estuviera presente durante la consulta en su despacho o junto a mi mesa en la sala.

El juez volvió a su escritorio y encendí otro cigarrillo.

- Eso no es lo habitual. ¿Qué dice usted, Cullen?

Edward se imagino que aquello era el preludio de alguna maniobra de jenks. Ceder para descubrirla no iba a costarle nada.

- En eso no tengo ninguna objeción, de momento- contesto, dejando cubierta la retirada para un posible objeción.

- De acuerdo- dijo el juez sacudiendo otra lata y dando un trago-. Pero las intervenciones solo las hará usted, señor jenks.

- Muy bien; gracias, señoría. Ahora tengo otra cosa que sugerir- dijo-. Sé que el señor Cullen y yo tenemos mucha investigación por delante, por lo que sugeriría que pospongamos el juicio unos tres o cuatro meses para poder prepararlo.

Edward miro a jenks con recelo. No había conocido un solo fiscal que se preocupase por la preparación de la defensa, de manera que jenks trataba sin duda de ganar tiempo por dos importantes razones. Primero, cuanto más retrasara, más tiempo tendría la acusación para hallar el cadáver; segundo, si no lo encontraban, cuanto más tiempo estuviera desaparecida, mas se inclinaría el jurado a considerar que había muerto-.

- Señoría-dijo-, agradezco mucha la actitud de generosidad del señor jenks hacia la defensa, pero, como bien saben el tribunal y la acusación, mi cliente tiene derecho a que el juicio inicie en un plazo de seis días y no va a renunciar a ese derecho. Yo sugeriría la fecha del tres de enero.

Jenks miro a Edward un buen rato antes de volverse hacia el juez, a quien se dirigió ya sin la sonrisa televisiva.

- De acuerdo, el día tres – dijo, lacónico.

- ¿algo mas antes del proceso’- inquirió el juez.

- Si, señoría- dijo Edward-. Tengo un sumario de cinco centímetros de espesor y necesitaría dos cosas para cumplir mis responsabilidades en el caso.

- Bien, ¿Cuáles?- dijo el juez, un poco fastidiado. Como todos los jueces de ciudades grandes tenía un apretado calendario de casos y su primer impulso en la vista previa era siempre activar el proceso.

- En primer lugar, querría un a orden para el fiscal del distrito en el sentido de que me vaya entregando en un plazo de veinticuatro horas las pesquisas diaria.

Crowly miro a jenks.

- Lo encuentro razonable. ¿fiscal?

Aunque a jenks le habría gustado retener la información el mayor tiempo posible, sabía que era inútil negarse. Tyler le consultaba por pura cortesía, pero si la acusación no entregaba voluntariamente la información el juez lo obligaría a hacerlo.

- De acuerdo- dijo abriendo los brazos, como si hubiese dado algo de mil amores-. Entregaremos los informes todos los días a las tres.

- ¿le parece bien? Dijo el juez a Edward.

- Y necesito un investigador, señoría- añadió este-. El fiscal del distrito dispone de dos detectives par este caso y utiliza los servicios del departamento de sheriff. Para preparar la defensa debidamente necesito un investigador a peno empleo asignado por el tribunal- dijo Edward haciendo énfasis en lo de asignado por el tribunal, lo cual significaba que esperaba que el tribunal lo pagase. Como el juez le había elegido a dedo para el caso se figuraba que estaría predispuesto a ser más generoso de lo habitual.

- Cloro que puede disponer de un investigador- replico el juez, amable. Aquel caso podía atascar su agenda durante meses y causarle un retraso de órdago; no podía permitir que se prolongase y se empantanase legalmente porque el defensor no estuviera al corriente. Eso significaría un aplazamiento y otros seis meses. Por eso, precisamente, había designado a Cullen. ¿Qué quería un investigador’… muy bien , asumiría encantado los gastos.

- ¿tiene alguien pensado?- inquirió

- James witherdale.

Antes de que el juez dijera nada, Black trono:

- No irá a consentir que ese crápula trabaje en el caso, ¿verdad?

- ¡eso no es asunto suyo Black!- tercio Edward para dejar claras desde un principio las competencias de cada uno. No le importaba que el policía estuviera presente, pero no estaba dispuesto a que interviniese.

- ¡basta!- exclamo el juez-. Sargento Black, está usted aquí por pura cortesía. ¡compórtese como es debido o hago que el alguacil lo eche!

- Fiscal- añadió el juez -, realmente no es un asunto que afecte a la acusación. Así que, si aguarda en la sala,, el señor Cullen y yo zanjaremos la cuestión.

Cuando jenks hubo cerrado la puerta al salir. El juez se volvió hacia Edward.

- ¡por dios bendito! ¿witherdale?¿no le echaron del cuerpo por quedarse con dinero de droga?

- Sí, pero no sustanciaron cargo alguno- respondió Edward- james dimitió y se echo tierra al asunto. En aquel momento tenía una tonelada de problemas personales, señoría, y el departamento de policía acepto su renuncia sin sanciones.

- No me cuente historias, Cullen- replico el juez rascando un fosforo de madera que produjo una llama de tres centímetros-. Si no hubiese renunciado, estaría en la cárcel- encendió otro cigarrillo y arrojo el fosforo encendido en una bandeja de plata del escritorio.

- Yo lo único que sé es que ha trabajado otras veces para mí y con toda sinceridad, es el mejor investigador local dispuesto a trabajar por lo que paga el condado. Si quiere usted que defienda bien a Biers necesito un buen investigador.

El juez aspiro a fondo el cigarrillo.

- De acuerdo- dijo-. Pero si nos plantea algún problema, se larga sin más. ¿convenido?

- Convenido.

- Bueno, vamos con esa comparecencia. Dígale al alguacil que haga pasar a Biers.

Capítulo 5: CAPITULO 4 Capítulo 7: N/A

 


 


 
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