EPILOGO:

Tres meses después.

Decir que estaba nerviosa era quedarse muy corto, mientras cruzaba el pasillo de la casa familiar de los Cullen con un hermano a cada lado se sentía como si estuviera siendo conducida a la piqueta.

Rosalie y Edward bromeaban a su costa sobre su temor a encontrarse con su madre.

Entonces su cuñada la miró y cambió de actitud al notar lo alterada que estaba ante la presentación. Se paró en seco y la paró a ella al tomarla del brazo.

—Vamos a ver, Bella. Le vas a encantar a mi madre, seguro. Eres lo opuesto a mí, no hay ninguna posibilidad de que no le gustes. —Bromeó.

—Eso es cierto. —Corroboró Edward.

—Gracias hermano.

—Bichito, solo quería tranquilizarla, en el fondo mamá te quiere. —No pudo acabar la frase sin estallar en carcajadas.

—Vosotros dos siempre estáis igual. —Se quejó una voz por delante de ellos.

Los dos hermanos se pusieron firmes inmediatamente.

Esme esbozó una media sonrisa, al tiempo que se acercaba hasta ellos calzada sobre sus tacones de quince centímetros y enfundada en un Valentino. Saludó a sus hijos entre divertida y resignada, y se acercó hasta Bella que no hacía otra cosa que observarla admirada.

—Hola, Bella.

—Señora Cullen.

—Nada de señora, no seas tan formal. Ahora eres la novia de mi hijo, llámame Esme. —Pidió enlazando su brazo al de ella— ¿sabes? La primera vez que te vi ya pensé que serías una pareja maravillosa para Edward. Tienes tan buen gusto que es imposible que seas una mala persona.

Bella sonrió como respuesta, la deducción era demasiado surrealista como para saber qué debía responder, optó por dar las gracias.

—Es la verdad. Querida, por casualidad, ¿no tendrás un amigo con buen gusto para Rosalie? A este paso se va a quedar solterona.

—En realidad tengo un hermano.

—¡Eso es perfecto! —Exclamó encantada.

Bella llevaba varios días intentando sacar el tema de la cita a ciegas, no obstante, no quería resultar obvia y lo había ido dejando. Pero tras conocer mejor a Rosalie, había llegado a la conclusión de que era su deber como hermana y amiga propiciar un encuentro entre dos personas tan afines.

—¿Sabes Emmet? —dijo intentando mostrarse natural— Edward tiene una hermana encantadora, ¿por qué no te paso su teléfono y la invitas a cenar? Necesitas salir un poco.

—Si es esta tu manera de vengarte de mí porque no quise darte clases de cocina he de admitir que eres más retorcida de lo que creía.

—No seas bobo. Estoy hablando en serio, es una chica encantadora con un gran sentido del humor, y lo que es más importante, tengo la certeza de que si os conocierais os caerías muy bien.

—Eso no lo dudo. Es simplemente que preferiría escoger yo mismo mis citas.

No te ofendas, Bella, pero tú y yo tenemos gustos muy diferentes.

—Tú te lo pierdes. —Le dijo como si se estuviera dando por vencida. Nada más lejos de la realidad, Rosalie y Emmet tenían que conocerse, Bella estaba segura de que serían una pareja tan perfecta como lo eran Edward y ella.