Hola Chicas, siento tanto la tardanza pero la uni me tiene, bueno me tenia full, sachiko065 y yo su querida Keit esperamos actualizar con un poco mas de frecuencia ya que yo por lo menos estoy libre de la uni, aunque tengo previsto empezar a escribir dentro de unos dias mi primer libro oficial, no las dejare tan abandonadas si tengo a alguien que me reclame por no escribir como sachiko065 :D, las dejo leer, gracias por los comentarios y por los votitos, se les aprecia. :*
Att: Keit
Capítulo 6: Bienvenidas a la Academia San Vladimir
POV Bella:
Estaba sentada en mi mesa con mis amigos, aunque más que como amigos los consideraba mis compañeros, les comente que me iría a un internado y empezaron a llenarme de preguntas que yo deje sin respuesta me quede viendo a Rose, que al parecer estaba triste por despedirse, sus amigos también se veían sumamente triste por su partida, ella al parecer les juro que volvería por su cara de decisión y la pequeña evaporación de la tristeza en sus amigas, la vi desaparecer tras la puerta del comedor, dirigirse a sus clases, cuando la vi en el pasillo la seguí hasta el baño, sin que se diera cuenta la vi llorando, y salí antes de que se diera cuenta de mi presencia, me sentí tan mal por obligarla, pero no quería irme sin ella y tampoco pretendía quedarme.
Solo esperaba no estar lastimando de gravedad a Rose, ella era mi hermanita, y yo como su hermana mayor la tenía que proteger, no quería separarme de ella, éramos como una sola, una complementaba a la otra, rezaba para que esto no nos separara, eso no lo podría soportar.
Los días fueron pasando cada vez más rápido, y Rose se le notaba triste, trataba de no hablarle sobre el tema y de no molestarla, pero estaba muriendo de la preocupación, ella no solo estaba cayendo en depresión, tampoco comía, ya no era esa chica sonrojada y risueña, se veía decaída y sombría, con grandes bultos y ojeras bajo sus ojos, yo sabía que ella no deseaba irse, pero aun así no me decía nada.
-¡Rose, ya detén esto que estás haciendo!- le grite ya harta de ver a mi hermana convirtiéndose en un fantasma, yo quería a mi bella hermanita, no a aquella chica que se encontraba frente a mi-. Sé qué haces esto porque no quieres ir a la Academia- le dije por fin, en su cara apareció un sentimiento de culpa y me entristeció tratarla así.
-Lo siento, Bella…- me dijo con cierta tristeza aun plasmada en su rosto demacrado, suspire y me digne a hacer lo que fuera para alegrarla.
-Mira, si no quieres ir…- empecé a decir hasta que ella me interrumpió.
-Siempre juntas, ¿Lo recuerdas? Bella, déjame vivir mi dolor en paz… No te metas en este asunto, mi depresión es solo mía.- sus palabras me hirieron pero no lo demostré, porque era por mi culpa que ella estaba así, si tan solo no la obligara a estar siempre junto a mi ella no estaría así de triste.
-No, también es mía… Me haces sentir culpable por arrastrarte a esto.- dije sin más.
-Ya se me quitará, por favor déjeme.- dijo caminando a la salida.
-Pero…- las palabras quedaron en mi boca.
-¡Qué me dejes!- grito corriendo fuera de la casa.
Me quede en casa desolada, camine arrastrando los pies hasta nuestra habitación y me senté en la cama a pensar en Rose y lo que estaba pasando, acomodo un poco mi equipaje y me meto al baño dispuesta a darme una ducha, y arreglarme para presentarme frente a mis padres y discutir un poco con ellos el tema de la academia, dure un buen rato restregando mi cuerpo con la esponja llena de jabón con olor a fresas mi favorito, Rose prefería el melocotón, al terminar me vestí con suma paciencia, esperaba que Rose regresara, quería acomodar todo con ella, cuando estuve lista tome con algo de miedo el pomo de la puerta del cuarto para salir, al bajar a la cocina me encontré con la Nana Lizzy.
-Hola Nana, me gustaría que les comunicara a los señores que deseo hablar con ellos en este momento.- le solté sin pensarlo mucho, ella sin decir nada salió de la cocina, después de un pequeño momento volvió a entrar.
-Bella cariño, sígueme, aceptaron hablar contigo solo unos minutos. Me dijo sosteniéndome del brazo guiándome a lo que sería el despacho de Joseph, mi padre-. Pasa, te están esperando.- me empujo a dentro del mediano despacho a oscura, a lo lejos se encendió lo que eran dos lámparas con apariencia antigua.
-Para que quería vernos Isabella.- escuche decir a mi padre con voz severa, odiaba que me llamaran por mi nombre completo.
-Es acerca de Rose, ella al parecer no quiere ir a la fulana Academia, pero tampoco quiero separarse de mí, yo en cambio quiero ir, pero al igual que ella no quiero separarme de su lado, para que alguna cambie de opinión tendríamos que saber más sobre ese tal academia santo romano…- antes de terminar fui interrumpida por Charlotte, mi madre.
-Academia San Vladimir, no santo romano.- decreto con el tono de voz duro.
-Con lo que respecta a ustedes, no es decisión de ustedes el querer ir o no, las dos irán y punto, quieran o no tienen que ir a la Academia para ser entrenadas.- dijo con voz molesta mi padre, sus palabras me dejaron en tal silencio, que no logre discutir ni refutar nada-. Si eso era todo lo que tenias que discutir con notros, te rogamos que te retires, que esta conversación ya tuvo su punto y final.- frente a estas palabras me mordí la lengua y me después a salir.
-Espero que algún día sientan lo que hemos llevado sintiendo Rose y yo todos estos años, pero multiplicado por un millón.- dije mientras sostenía la puerta dispuesta a salir de allí.
Estaba muy furiosa, no solo por las palabras que casi ni compartí con mis padres sino que Rose se había ido hace tanto y no había vuelto, me tenia sumamente preocupada, el miedo y la rabia de estaba carcomiendo por dentro, en ese momento escuche el auto estacionarse frente a la casa y fui en busca de Rose.
-¡¿Por qué te fuiste así?!- le dije mientras la sacudía por los hombros, viendo detenidamente que estaba un poco repuesta, pero yo aun seguía angustiada, no pensaba decirle la nula charla con los señores de la casa-. Estás muy rara, dime de una vez si irás o no.- si decía que no quería ir yo no me opondría y la defendería de esos dos seres que se hacen llamar nuestros padres, los señores de la casa.
-Iré, Bella, Tranquila.- me dijo con un tono calmado y convincente, pero aun no lograba creerle del todo.
-Mira, si no quieres…-empecé diciendo, pensando en que haríamos si ella no se desidia en ir.
-Iré, por favor ya no insistas más…- hizo una diminuta pausa y tomo una bocanada de aire para continuar-. Te prometo que ya no estaré más deprimida.- sus últimas palabras me llenaron de gozo, me sentí tan aliviada que suspire profundo.
-Está bien, te dejaré tranquila…- la mire detenidamente, lo más seguro es que no quisiera ir y que solo fuera porque yo quería ir-. Pero dime si cambias de opinión.- dije por si acaso cambiaba de idea.
-Iré, tenlo por seguro, ahora déjame, necesito terminar de empacar.- dijo mientras se disponía a ir a nuestro cuarto.
-Está bien.- dije mientras aun me escuchaba.
Fui un rato al patio a que me pegaran los últimos rayos del sol, sabía que Rose tramaba algo pero no pretendía meterme, ya era hora de que mi pequeña hermana escogiera su camino sin que yo esté en el medio, al cabo de un rato me levante del pasto húmedo, subí a mi habitación y me puse mi pijama, vi que Rose estaba plácidamente dormida y me dispuse a hacer lo mismo, tuve sueños muy raro y muy vividos, donde Rose me dejaba sola, y yo me sentía totalmente vacío, en el soñé vi que ella no iba a la Academia y lograba tener un hogar envidiable mientras yo no tenía nada, lo que al despertar me puso sumamente triste, no quería perder a mi hermana, a mi otra mitad.
Los días lograron pasar desapercibido por nuestros ojos, con Rose y Mason estábamos en el aeropuerto, nos despedíamos de la Nana Lizzy, quien se hallaba pidiéndole con mucho hinco a su hijo que olvidara la idea de ir a la Academia, a la cual Mason no complació como las otras veces, nos montamos tranquilamente en el avión de camino a la Academia, a Rose se le veía algo molesta, mientras a Mason y a mí se nos veía normales y tranquilos.
Intente dormí, pero cada vez que lo hacía veía a Rose, feliz con su familia sin mí, y yo sola, sin nadie a quien querer sin nadie a quien proteger, aunque yo solo quería proteger a mi hermana, ella ya no se encontraba allí, Rose se hallaba junto a mi durmiendo plácidamente y la envidie en ese momento, deseaba no ser yo, sino otra persona ajena a mi vida, ajena a todo, para descansar, cuando casi llegábamos a nuestro destino me dio lastimas despertar a Rose, pero no me quedaba de otra.
-Rose, despiértate, ya no falta mucho para que aterricemos.- le dije mientras colocaba mi mano en su hombro más cercano a mí.
-¿Ya llegamos a Montana?- pregunto con la duda en su mirada y en su voz aun ronca y dormitada.
-Sí, lo acaban de anunciar.- dije muy segura.
-Ah.- dijo ahora frotándose un poco los ojos para despertarse.
-No será tan malo, Rose.- dije con intenciones de animarla mientras Mason sostenía una sonrisa en sus lindos labios, por más que lo negara el me gustaba un poco.
-Quiero comer algo.- mascullo Rose después de un rato de bajar del avión.
-No podemos ahora, lo haremos ya que nos instalemos en la academia.- dije evitando que Rose ganara tiempo para nada, de una forma u otra nos llevarían a la academia.
-Vamos a pasar horas en coche.- dijo en queja haciéndome un puchero y ojitos de perro abandonado-. Debemos ir a comer algo.- dijo aun con puchero y ojitos tristes.
-Bien, pasemos a comprar algo y lo comes en el camino.- dije firme.
-No, quiero comer tranquila.- dijo como niña berrinchuda.
-Rose, te conozco y sé que no tienes hambre.- le lance una mirada asesina-. Tú no quieres encontrarte con el chofer…- deje después de un rato de mirarla fijamente.
-No, de verdad tengo hambre, demonios.- medio grito mi hermana en queja.
-En ese caso te pediré una hamburguesa con doble carne, dos órdenes de papas fritas, dos helados, un refresco, un postre y unas galletas, ¿Qué te parece?- le dije retándola a comerse todo eso, ya que sus palabras me eran claras, si tenía tanta hambre como decía tendría que comerse la mayoría de las cosas que le nombre, pero ella se quedo pensándolo detenidamente por un segundo y en su mirada vi la derrota.
-Mejor vámonos.- dijo en murmullo, mientras se me instalaba una sonrisa triunfante.
Nos dirigimos a la salida del aeropuerto, mientras caminábamos Rose iba con sus audífonos con música a todo volumen, mientras que yo iba charlando con Mason de anime.
-Solo espero poder ver mis animes en sana paz en esa academia, y que me den tiempo para ello también claro.- le dije a Mason que se echo a reír de mis palabras.
-Pareciera que eso es lo que más te importa Bella, acaso no piensas en otras cosas, como los estudios, los novios, en una familia.- sus palabras me sonaron más a pregunta y me hicieron recordar mis sueños tristes.
Nos encontramos con el chofer, un chico joven, que al vernos se unió a nosotros poniéndose firme, era mucha más alto que yo y fornido de cabellera negra hasta los hombros, con facciones perfectas a mi parecer, sus ojos eran marrones como los míos pero de un tono más oscuro se veían profundos como el océano, Rose se encontraba totalmente perpleja y embobada, a mi parecer ese chico le gusto a mi querida hermana.
-Mucho gusto, me llamo Dimitri Beikov, yo seré su chofer en este viaje y me verán mucho por la academia, ahora suban al auto.- dijo el chico viendo detenidamente a mi hermana con un acento al parecer Ruso, nos ayudo a montar el equipaje y nos acomodamos para partir, rumbo a la academia Santo Vladimir, solo esperaba que el viaje fuera rápido.
En todo el viaje nadie dijo nada, vislumbre como Dimitri echaba vistazo a mi hermana por el espejo retrovisor, ya que ella estaba en el medio justo en su campo de visión y mi hermana se sonrojaba cada vez que se percataba de las miradas de Dimitri, por otro lado Mason se encontraba inmerso en su mundo, yo casi en la misma situación que este último no podía dejar de pensar en el futuro y en lo incierto que podría llegar a ser para mi, al cabo de unas horas ya estábamos llegando a la famosa academia, se encontraba como bienvenida una reja dorada de aspecto antiguo pero sumamente resistente con las iniciales VA en el centro, después de ella había una sendero con césped verde y frondoso, al llegar pude apreciar un edificio monumental, de aspecto antiguo pero muy bien conservado, su fachada se veía nueva, pero a su vez antigua, la puerta principal hecha de roble macizo, sus ventanas a simple vista eran de cristal, las paredes pintadas de un color parecido al dorado, todo el edificio parecía de oro, las ventanas y puertas estaban con un borde color vino tinto que le daba no solo un aspecto vistoso sino que también algo tenebroso, cuando la doble puerta principal se abrieron ante nosotros, sentí como mi pulso se elevaba, estaba nerviosa por lo que pasaría de hoy en adelante.
Por ella pude apreciar a un hombre mayor, pero no viejo, con un aspecto muy parecido a Joseph, mi padre, pero este hombre tenía unas pocas arrugas al rededor de los ojos que eran de un color miel con destellos dorados y verdes, su cabello negro como el ébano, más oscuro que la noche nueva y largo hasta el final de su espalda, su tez un poco mas broceada que la de mis padres y la mía, pero menos que la de Rose, que era más morena, vestía una túnica negra, hasta los tobillos y manga larga, medio abierta, por donde se veía que su reverso era de color vino tinto y sus ropas de vestir totalmente negros al igual que sus zapatos.
-Bienvenidos a la Academia San Vladimir.- dijo él, su voz era sedosa y a la vez poderosa-. Mi nombre es Vladimir Vulturi, y soy el director de la academia, les daré un recorrido por las instalaciones, sus horarios y les mostrare sus dormitorios, acompáñenme.- dijo con una pequeña sonrisa en sus labios-. Nos honra tener a las hermanas Hathaway, las he estado esperando.- termino de decir y con estas palabras comenzaba nuestras nuevas vidas.
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