ORGULLO Y PREJUICIO (18)

Autor: johacullen
Género: Romance
Fecha Creación: 24/09/2012
Fecha Actualización: 31/05/2013
Finalizado: NO
Votos: 10
Comentarios: 21
Visitas: 10492
Capítulos: 7

 

 

A finales del siglo XVIII, la Sra. Swan se entera de una gran noticia: Un joven rico y soltero acaba de mudarse a Netherfield Park, una mansión vecina. Madre de cinco hijas sin dote, SU GRAN OBJETIVO: Que una de ellas se case con él.

Asi veremos como este drama se desenvuelve cuando las Señoritas Swan se ven envueltas en esta clasica historia de amor y malentendidos en donde las cinco hermanas Swan, Isabella o Bella, Alice, Jessica, Lauren y Angela, que han sido criadas por una madre cuyo fin es encontrarles marido.

Pero Bella, una joven inteligente y con carácter desea una vida con perspectivas mas abiertas, un anhelo respaldado por su padre....

 

Basado en la novela de Jane Austen es una adaptacion de la novela no es mia

Los personajes son de nustra aclamada S.Meyer, la adaptacion es mia.

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Capítulo 6: La Invitación

Habían pasado unos dias cuando.....

--Alice-- llamo la señora Swan a su hija-- Mira te han mandado una carta....!!!!!!!!!!!-- gritaba llena de espectacion Rene Swan. Todas las chicas se encontraban reunidas en el pequeño saloncito de su casa, unas bordando otras leyendo y bueno las mas pequeñas, aburridas pues no tenían que mas hacer.

--Para mí?-- exclamo sorprendida Alice-- Pero de quién?

--Pero de quien mas podria ser sino de los Hale, Alice--Dijo Bella irónicamente, pues no aceptaba que su hermana fuese tan ingenua.

--leela de una vez Alice-- apremiaba la señora Swan

Asi alice se dió a la tarea de leerla

 

«Mi querida amiga:

Si tienes compasión de mí, ven a cenar hoy conmigo, si no, estare en peligro de morir de aburrimiento, porque una mujer sola en una mansión amerita suicidio. Ven tan pronto como te sea posi­ble, después de recibir esta nota. Mi hermano y los otros señores cenarán con los oficiales. Saludos,

 

Rosalie Hale

 

––¡Con los oficiales! ––exclamó Jessica––. ¡Qué raro que mamá no estuviera enterada!

––¡Cenar fuera! ––dijo la señora Swan––. ¡Qué mala suerte!

––¿Puedo llevar el carruaje? ––preguntó Alice.

––No, querida; es mejor que vayas a caballo, porque parece que va a llover y así tendrás que quedarte a pasar la noche.-- dijo la señora Swan usando su "ingenio", que no era del todo ortodoxo cuando se trataba de su aplicación y de conseguir lo que se proponia.

––Sería un buen plan ––dijo Bella––, si estuvie­ras segura de que no se van a ofrecer para traerla a casa.-- contrataco Bella con una sonrisa triunfante, pues disfrutaba haciendo enfadar a su madre

––Oh, los señores llevarán el carruaje del señor Hale a Meryton,por si lo haz olvidado mi querida hija pues cenaran fuera y ademas no tienen caballos propios.

––Preferiría ir en el carruaje.--Volvio a decir Alice suplicante

––Pero querida, tu padre no puede prestarte los caba­llos. Me consta. Se necesitan en la granja. ¿No es así, señor Swan?--le respondió la señora Swan con seguridad

––Se necesitan más en la granja de lo que yo puedo ofrecerlos.-- afirmo Charlie Swan siendo complice de su esposa

––Si puedes ofrecerlos hoy ––dijo Bella––, los deseos de mi madre se verán cumplidos.-- trataba de mediar bella por su hermana.

Al final animó al padre para que admitiese que los caballos estaban ocupados. Y, por fin, Alice se vio obligada a ir a caballo. Su madre la acompañó hasta la puerta pronosticando muy contenta un día pésimo.

Sus deseos se cumplieron; no hacía mucho que se había ido Alice, cuando empezó a llover a cántaros. Las hermanas se quedaron intranquilas por ella, pero su madre estaba encantada. No paró de llover en toda la tarde; era obvio que Jane no podría volver así...

––Verdaderamente, tuve una idea muy acertada ––repetía la señora Swan-- con una sonrisa llena de malicia...

Sin embargo, hasta la mañana siguiente no supo nada del resultado de su oportuna estrategia. Ape­nas había acabado de desayunar cuando un criado de Netherfield trajo la siguiente nota para Bella:

«Mi querida Bella:

No me encuentro muy bien esta mañana, lo que, supongo, se debe a que ayer llegue empapada hasta los huesos. Mi amable amiga no quiere ni oírme hablar de volver a casa hasta que no esté mejor. Insiste en que me vea el señor Jones,el médico vecino; por lo tanto, no se alarmen si se enteran de que ha venido a visitarme. No tengo nada más que dolor de garganta y dolor de cabeza. Te quiero siempre,

Alice.»

––Bien, querida ––dijo el señor Swan una vez Bella hubo leído la nota en alto––, si Alice contrajera una enfermedad peligrosa o se muriese sería un con­suelo saber que todo fue por conseguir al señor Hale y bajo tus órdenes.-- dijo lleno de sarcasmo a su esposa

––¡Oh! No tengo miedo de que se muera. La gente no se muere por pequeños resfriados sin importancia. Tendrá buenos cuidados. Mientras esté allí todo irá de maravilla. Iría a verla, si pudiese disponer del coche.-- decia una despreocupada René, pues lo que mas deseaba era apresurar las cosas con el señor Hale y casarlo con Alice.

Bella, que estaba verdaderamente preocupada, tomó la determinación de ir a verla. Como no podía disponer del carruaje y no era buena amazona cabalgando,decidió caminar era su única alternativa y le gustaba el campo, le daba oportunidad de pensar. Y declaró su decisión.

––¿Cómo puedes ser tan tonta? exclamó su ma­dre––. ¿Cómo se te puede ocurrir tal cosa? ¡Con el barro que hay! ¡Llegarías hecha una facha, no estarías presentable!--le grito Rene

––Estaría presentable para ver a Alice que es todo lo que yo deseo.-- le respondio con la poca paciencia que le producia su madre

––¿Es una indirecta para que mande a buscar los caballos, Bella? ––dijo su padre.

––No, en absoluto. No me importa caminar. No hay distancias cuando se tiene un motivo. Son sólo tres millas. Estaré de vuelta a la hora de cenar.-- dijo Bella Sin dar oportunidad a replica

––Admiro tu bondad ––declaró Angela––; pero todo impulso del sentimiento debe estar dirigido por la razón, y a mi juicio, el esfuerzo debe ser proporcional a lo que se pretende.-- profundizo como siempre

––Iremos contigo hasta Meryton ––dijeron Jessica y Lauren. Bella aceptó su compañía y las tres jóvenes salieron juntas.

––Si nos damos prisa ––dijo Jessica mientras caminaba––, tal vez podamos ver al capitán Carter antes de que se vaya.-- decia picaramente imaginandose con el tomado de su varonil brazo.

En Meryton se separaron; las dos menores se diri­gieron a casa de la esposa de uno de los oficiales y Bella continuó su camino sola. Cruzó campo tras campo a paso ligero, saltó cercas y sorteó charcos con impaciencia hasta que por fin se encontró ante la casa, con los tobillos empapados, las medias sucias y el rostro tornado de un rojo intenso por el ejercicio.

La pasaron al comedor donde estaban todos reuni­dos menos Alicee, y donde su presencia causó gran sorpresa. A la señorita Haley le parecía increíble que hubiese caminado tres millas sola, tan temprano y con un tiempo tan espantoso. Bella quedó convencida de que la hizo  menos por ello. No obstante, la recibieron con mucha corte­sía, pero en la actitud del hermano había algo más que cortesía: había buen humor y amabilidad. El señor Cullen habló poco.

Las preguntas que Bella hizo acerca de su hermana no fueron contestadas favorablemente. La señorita Swan había dormido mal, y, aunque se había levantado, tenía mucha fiebre y no estaba en condicio­nes de salir de su habitación. Bella se alegró de que la llevasen a verla inmediatamente; y Alice, que se había contenido de expresar en su nota cómo deseaba esa visita, por miedo a ser inconveniente o a alarmar­los, se alegró muchísimo al verla entrar. A pesar de todo no tenía ánimo para mucha conversación. Cuan­do la señorita Hale las dejó solas, no pudo formular más que gratitud por la extraordinaria amabilidad con que la trataban en aquella casa. Bella  mientras la atendió en silencio.

Cuando acabó el desayuno, la señorita Hale se reunió con ellas; y a Bella le empezó a pare­cerle simpática al ver el afecto y el interés que mostra­ba por Alice. Vino el médico y examinó a la paciente, declarando, como era de suponer, que había cogido un fuerte resfriado y que debían hacer todo lo posible por cuidarla. Le recomendó que se metiese otra vez en la cama y le recetó algunas medicinas. Siguieron las instrucciones del médico al pie de la letra, ya que la fiebre había aumentado y el dolor de cabeza era más agudo. Bella no abandonó la habitación ni un solo instante y Rosalie tampoco.

Cuando dieron las tres, Bella comprendió que debía marcharse, y, aunque muy en contra de su voluntad, así lo expresó.

La señorita Hale le ofreció el carruaje; Bella sólo estaba esperando que insistiese un poco más para aceptarlo, cuando Alice comunicó su deseo de marchar­se con ella; por lo que la señorita Hale se vio obligada a convertir el ofrecimiento del Carruaje en una invitación para que se quedase en Netherfield. Bella aceptó muy agradecida, y mandaron un criado a Longbourn para hacer saber a la familia que se queda­ba y para que le enviasen ropa.....

continuará................

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hola chicas espero sus votitos y comentarios nos seguimos leyendo besitos...

su amiga johacullen

 

Capítulo 5: Comienzo a sentir Capítulo 7: Las Criticas

 


 


 
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