La Amante (+18)

Autor: lien
Género: Romance
Fecha Creación: 09/12/2011
Fecha Actualización: 21/02/2012
Finalizado: NO
Votos: 5
Comentarios: 6
Visitas: 17565
Capítulos: 11

Cuando Bella Swan descubre que su querida tía es víctima de un chantaje, traza un plan temerario: hacerse pasar por la amante del Conde de Cullen, un famoso noble supuestamente muerto. Pero Edward Masen, el célebre Conde, no solamente está vivo, sino que además es un caballero terriblemente seductor. Un tipo que, en su afán por conquistar el mayor número de mujeres, puede llegar a comportarse de forma imprudente y sin respetar las mínimas reglas del decoro. Precisamente, una circunstancia fortuita hará que la recién transformada Bella Swan y el sensual Conde se encuentren frente a frente en una elegante fiesta. La intrépida simuladora tendrá que enfrentarse a la inesperada amenaza de su corazón... porque el Conde, fiel a sus principios, intentará poseerla en cuerpo y alma.

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Capítulo 6:

aqui les dejo mi regalo de fin de aó espero que les guste y me dejen sus comentarios y sus votos

 

Capítulo 6

 

 

-Pensé que te estaba forzando -susurró Alice.

-Sé que fue así. Comprendo tu preocupación. Pero, a decir verdad, simplemente me estaba besando, Alice.

 

Bella era la única persona con quien Alice alguna vez había confiado los detalles de la terrible experiencia que había tenido que soportar hacía ocho años, cuando era una institutriz de dieciocho. La madre de Alice había muerto al dar a luz a su hija y el padre de Alice, profesor, pero de pobre condición económica, la había criado. Fue la persona que le dio lo único que podía brindarle en abundancia, una educación. Cuando su padre murió, el pequeño fondo del cual habían vivido Alice y él, se vio de pronto interrumpido.  Enfrentada a la tarea de abrirse camino en el mundo, Alice había hecho lo que incontables jovencitas que poseían una buena educación pero no dinero: se presentó para un puesto de institutriz.  Alice fue violada por el amo de la casa, un hombre apellidado Nomad.

 

Su esposa apareció en escena sólo momentos después de que Nomad hubiera terminado con su asalto y la mujer, escandalizada, despidió a Alice.  La violación no sólo le costó a la empobrecida Alice el puesto de trabajo que tanto necesitaba, sino que hizo imposible que lograra otro. La agencia que la había enviado a la casa de los Nomad, donde fue tan brutalmente atacada, rehusó encontrarle otro puesto.  En la agencia le informaron de que ella ya no era considerada suficientemente respetable para trabajar en una firma que se enorgullecía no sólo de tener una clientela exclusiva y del carácter intachable de sus institutrices y damas de compañía que abastecían a las mejores familias. Bella sabía que en el fondo de Alice había quedado la profunda herida de aquella terrible noche y que jamás había cicatrizado.

-¿Permitiste que te besara? -Alice meneó la cabeza con gesto sorprendido-. Pero es un extraño. En realidad, se suponía que era un extraño que debería estar muerto.

-Lo sé. -Bella se dejó caer en una silla de estilo romano. Miró distraídamente la pluma que tenía en la mano-. Pero no siento que él sea un extraño. ¿Sabes cuál fue mi primer pensamiento cuando lo vi entrar en el salón de baile de los Stanley?

-¿Cuál? -preguntó Alice con tono de cansancio. Bella sonrió.

-Pensé que tenía el mismo aspecto que yo había imaginado.

-Tonterías. Has pasado demasiado tiempo concentrada en lo que tú suponías que era su naturaleza.

-Muy probable. -Alice preguntó con enojo.

 

-¿Apareció así por las buenas en el salón de los Stanley?

-Sí. A todo esto no sabe nada del chantaje. Afirma que él no ha sido una de las víctimas.

-Buen Dios. ¿Y no te delató delante de los demás?

-No, obviamente había escuchado los rumores que nosotros contribuimos a dispersar por el ambiente. Podría decirse que los dos reconciliamos nuestras diferencias delante de toda la gente allí reunida.

-Me pregunto para qué sigue él adelante con todo esto -musitó Alice.

-Cullen es un hombre muy inteligente, con un agudo sentido de curiosidad y una mente maravillosamente abierta. Obviamente tomó una decisión muy razonable al no delatarme hasta descubrir de qué se trataba todo.

Alice sonrió irónicamente.

-Un hombre con tal intelecto naturalmente posee una naturaleza racional y práctica. No es del tipo que llega a conclusiones apresuradas.

-No tiene sentido -espetó Alice-. No me gusta todo esto. Apuesto a que él tiene otra razón entre manos para mostrarse tan cooperativo.

-¿Qué razón podría tener?

-No me sorprendería si hubiera decidido que sería divertido convertirte en su verdadera amante.

Bella contuvo la respiración.

-Oh, en verdad no creo...

-Precisamente. -Alice la miró con tristeza-. Tú no has pensado con cordura desde que todo esto comenzó. ¡Bah! ¿Por qué demonios no está muerto como se suponía que debía estar?

-Estaba en una de sus propiedades del campo y sólo regresó a la ciudad cuando se enteró de lo mío.

-Entonces la nota que tu tía Esme recibió, en la que le decían que Cullen había sido asesinado porque se había negado a pagar la extorsión fue un complot para asustarla.

-Aparentemente es así. Esto es muy extraño, Alice.

-Todo el plan, desde el mismísimo comienzo, me ha parecido muy extraño.

-Sé que no lo apruebas -dijo Bella-. Pero creí que estaba funcionando bastante bien.

-Hasta que Cullen regresó de la muerte. Algunas personas no tienen consideración. ¿Qué es lo que harás ahora?

-No tengo otro camino que continuar simulando ser la amante de Cullen. -Bella se tocó los labios con el dedo enguantado-. Mi plan original es aún el único que tenemos y creo que aún sigue siendo bueno. Si se revela mi verdadera identidad, perderé el derecho a ingresar en el círculo social de Cullen.

-Si me pides una opinión, no creo que sea una gran pérdida -protestó Alice.

-No estoy de acuerdo. Como la misteriosa señora Swan, amante del conde de Cullen, puedo ir a cualquier lugar y hablar con cualquiera.

-Pero como la señorita Swan, solterona, literata y ex propietaria de la Academia Swan para jóvenes, te verías confinada a un círculo mucho más reducido de amistades. ¿Estoy equivocada?

Bella hizo un mohín de disgusto.

-Me temo que no. Es verdad que ahora poseo mucho dinero, gracias a nuestra buena fortuna con las inversiones en propiedades...

-Querrás decir gracias a tu muy agudo conocimiento de la arquitectura y los talentos del señor Whitlock como hombre de finanzas -corrigió Alice.

-Y a tus habilidades en materia financiera -agregó Bella-. No olvides tu contribución al proyecto.

-Sí, bueno, pero ése no es el tema.

Bella sonrió melancólica.

-Como antes dije, independientemente del estado de mis finanzas, como la señorita Bella Swan, carezco de los contactos sociales y del estilo que necesito para moverme en los círculos de Cullen.

-¿Y aún estás convencida de que quien quiera que sea el que se mueve detrás de la amenaza extorsiva, se mueve también en el mundo de Cullen, así como en el de la tía Esme?

Bella acarició la larga pluma blanca.

-Estoy segura de ello. Está claro que quien quiera que sea, sabía mucho sobre los planes del conde para esta temporada. Pudo sincronizar el envío de la amenaza a tía Esme de forma muy precisa.

-Sí, lo sé, pero...

-Y él sabe el secreto del pasado de la tía Esme. La única conexión entre Cullen y tía Esme es ese grupito de hombres que jugaba a las cartas con Platt y que ahora de vez en cuando lo hace con Cullen.

-Pero Platt jamás conoció el secreto de Esme.

-Platt estaba tan borracho la mayor parte del tiempo que ni siquiera podía ganar a las cartas, menos aún percibir lo que sucedía delante de sus narices. Pero alguien cercano a él bien podría haber adivinado lo que sucedía entre Esme y lord Carlisle, y decir que dos y dos son cuatro, cuando Elizabeth nació.

-¿Y tratar de extorsionarla con esos hechos dieciocho años más tarde?

-Sí. No olvides que la noticia de que Elizabeth es en realidad la hija de lord Carlisle y no la de Platt no valía mucho hasta que el conde de Crowley pidió su mano en matrimonio hace unos pocos meses.

 

Bella no tuvo necesidad de entrar en detalles. Ambas sabían que si existía un escándalo relacionado con el nombre de Elizabeth, Crowley no dudaría en retirar su oferta de matrimonio.  La familia Crowley estaba en un escalón social muy alto. Era muy probable que ellos ya sintieran dudas respecto del beneficio de que su heredero se casara con alguien como Elizabeth.

 Era cierto que ella tenía una respetable fortuna, a pesar de que no era demasiado grande. Aunque era adorable, no se podía negar que no pertenecía a una familia distinguida.  Crowley podría haber apuntado más alto y todos lo sabían. Su alianza con Elizabeth era por amor y el amor estaba considerado una razón frívola para formar un matrimonio entre gente rica.

 

-No sé, Bella -dijo Alice después de un instante-. Este plan era lo suficientemente peligroso cuando pensamos que el conde estaba muerto. Pero ahora que él está vivo, siento que todo es mucho más complicado.

-Sí. -Bella miró al centurión desnudo-. Pero debo decirte que estoy contenta de saber que está vivo, Alice.

-Ya puedo verlo. -La boca de Alice se cerró tensa cuando se puso de pie-. No me causa sorpresa que te hayas enamorado de él en las últimas semanas.

Bella sintió que tenía el rostro muy caliente.

-Exageras.

-Te conozco mejor que nadie. Incluso más, creo, que tu hermana o la tía Esme. Jamás te he visto reaccionar con un hombre como con él. Ni siquiera con Ben Cheney.

 

Bella hizo una mueca cuando se mencionó el nombre del marido de su hermana.

 

-Te lo aseguro, jamás encontré a Ben tan... -luchó por encontrar la palabra adecuada- ...interesante como a lord Cullen.

-¿Ni siquiera cuando él te hacía la corte? -le preguntó Alice con suavidad.

-Ben en realidad jamás me cortejó -dijo Bella despreocupada-. Yo no comprendí bien sus intenciones durante un tiempo. Fue un terrible malentendido, pero el error pronto fue corregido.

 

Para profundo disgusto de Bella había sido a su hermana Angela y no a ella a quien en realidad quería Ben.

 

-Tú no fuiste la única que interpretó mal sus frecuentes visitas -dijo Alice-. Todos lo hicimos. Si deseas saber la verdad, aún estoy convencida de que él se fijó en ti al principio, y después cambió de parecer al ver que Angela se transformaba en una gran belleza.

-Eso es injusto, Alice. Ben no es una persona superficial.

-No estés tan segura. Y te diré algo más: jamás le habría propuesto matrimonio a Angela, si tú no hubieras destinado una gran parte de la herencia para ella.

 

Sus padres jamás habrían dado su consentimiento si no hubieran creído que ella aportaría algo de dinero a la familia.

-Tienes razón en ese punto. -Bella frunció la nariz en un gesto de disgusto. A ella jamás le habían gustado los padres de Ben.

 

Bella conocía a Ben de casi toda la vida, tenían la misma edad. Los Cheney y los Swan habían sido vecinos del pequeño pueblo Deepford en el condado de Devon.  El hacendado Cheney y su esposa jamás habían aceptado plenamente a los padres de Bella. Las personas de naturaleza artística y desinhibida siempre levantaban sospechas en los pueblos pequeños dominados por reglas no escritas respecto al decoro y a la conducta.  Sin embargo, a Bella siempre le había gustado Ben y él siempre había sido amable con ella, en especial, durante el difícil tiempo que pasó cuando sus padres fallecieron en el mar.

 

Cuando se recuperó del impacto del primer desastre de su vida, Bella se encontró sola con una hermana de nueve años a la que mantener.  Desafortunadamente, los Swan les habían dejado muy poco en herencia. La madre de Bella jamás había ganado mucho dinero con sus pinturas. Su padre, un arquitecto dotado, careció de agudeza para los negocios, y no pudo convertir en realidad sus diseños clásicos y elegantes. Los inesperados costes de la construcción, el deficiente talento de su padre para conseguir buenos socios para sus negocios y la cantidad infinita de problemas inherentes a la construcción de casas, se combinaron para hacer que las ganancias de los Swan se evaporaran.

 

En aquella situación, los padres de Bella se habían sentido más interesados en renovar su espíritu artístico haciendo frecuentes viajes para visitar las ruinas de Egipto, Italia y Grecia que en hacer dinero. Los Swan habían viajado muchísimo, sintiendo poca preocupación por la guerra que devastó distintos puntos del continente durante años. Bella y su hermana a menudo los acompañaban en aquellos viajes. Sin embargo, se quedaron en su casa cuando los incansables Swan partieron en el que sería su último viaje. La noticia de la muerte de sus padres en alta mar había causado un golpe devastador en sus dos adoradas hijas. Enfrentada a la responsabilidad de mantenerse a sí misma y a Angela, Bella había dado un arriesgado paso en la vida. Reunió todo el dinero que le fue posible con la venta de las pinturas de su madre y el libro de diseños de su padre y utilizó aquella pequeña suma para abrir una academia para señoritas. Ésta fue todo un éxito desde el comienzo. Ben la había ayudado al convencer a su familia de que le alquilara una casa para abrir aquella academia. El muchacho se había asegurado de que el alquiler fuera el apropiado.

 

También había ido más allá realizando otras acciones solidarias. Incluso convenció a su madre para que recomendara la academia de Bella a sus amigas.

Bella siempre sintió gratitud hacia Ben y se sentía especialmente atraída hacia él, que era apuesto, amigable y de buenas maneras. Sin embargo, sabía que no habría sido el mejor marido para ella. Él parecía que había llegado a la misma conclusión antes que ella.  La verdad fue que habría sido demasiado triste para Bella el tener que pasar el resto de sus días en Deepford. No se había dado cuenta de cuánto la habían obligado a reprimir su naturaleza exuberante, independiente, aventurera e intelectual, hasta que había abandonado el pueblo hacía un año. Era como si hubiera vivido encerrada en un capullo y después se hubiera transformado en una criatura alada. El último año en Deepford Bella descubrió que había heredado en gran medida la sensibilidad artística no convencional que había caracterizado a sus padres. Hubiera pasado momentos difíciles haciendo las veces de una aplicada esposa de un hacendado terrateniente. Su hermana, por el contrario, estaba enteramente cómoda con la estructura rígida de Deepford. A Angela incluso parecían gustarle sus nuevos padres políticos.

 

-¿Bella? -Bella salió de repente de sus recuerdos.

-¿Sí?

-Estoy muy preocupada por el nuevo desarrollo de los acontecimientos.

-¿Qué quieres decir?

-La situación es peligrosa.

-Tonterías. Encontraremos al chantajista y todo saldrá bien.

-Yo no estoy hablando del chantajista. -Alice la miró pensativa-. Hablo de tu situación personal. Este asunto de la farsa de mostrarte como una viuda aventurera conlleva muchos riesgos. Mira lo que ha sucedido aquí esta noche.

Las mejillas de Bella se encendieron.

-Alice, en realidad, sólo se trató de un beso.

Alice la observó con ojos horrorizados.

-Por tu propio bien, te ruego que tengas mucho cuidado en no permitir nunca más esos abrazos imprudentes. Cullen no es ningún hacendado inofensivo a quien puedas controlar con una palabra o con un gesto. Es un hombre poderoso, acostumbrado a obtener lo que desea.

-Es un caballero -observó Bella.

-Los hombres de su posición toman lo que desean y no se cuidan de quién sale lastimado en el proceso.

 

Bella no sabía qué contestar. Tenía plena conciencia de que Alice hablaba por su dolorosa experiencia.

 

En los peligrosos días que tenía por delante, debía tener bien presente que ella en realidad no era la señora Swan, la emocionante y exótica viuda, la misteriosa amante del conde más notorio de la alta sociedad.  Ella era la señorita Swan, soltera, estudiosa del arte clásico. Y tenía como misión atrapar a un chantajista.

 

Es fascinante, pensó Edward mientras subía la escalinata de su residencia en la ciudad. Inteligente, apasionada y tan deliciosamente diferente del común de las mujeres. Sería la amante más interesante que hubiera podido hallar para el resto de la temporada. Tal vez, por más tiempo, si tenía suerte.  Edward experimentó una sensación que sólo podía ser descrita como esperanza. Sería un enorme alivio para él establecer una relación cómoda, estable y duradera con una mujer inteligente; una mujer que aceptara sus normas y no lo molestara con el matrimonio o lo sometiera a rabietas infantiles y a escenas irritantes; una mujer que comprendiera las exigencias de sus intereses intelectuales; una mujer que no buscara constantemente distraer su atención del libro que él estuviera estudiando o de cualquier proyecto sobre el que estuviera trabajando; una mujer con quien pudiera conversar de verdad después de que las demandas de la pasión hubieran sido satisfechas temporalmente. Aro abrió la puerta justo cuando Edward llegaba al escalón superior.

 

-Buenas noches, señor. Una noche agradable, creo.

-Una noche interesante, Aro. -Edward se quitó la chaqueta y se la dio junto con el sombrero a su mayordomo.

La expresión de Aro, generalmente impasible como si se tratara de una máscara egipcia, registró un instante de sorpresa.

-Me siento feliz de oír eso, señor. No suele regresar de una reunión social con tanto, digamos, entusiasmo.

-Tengo plena conciencia de eso, Aro. Los asuntos de esta noche fueron de una naturaleza fuera de lo común -dijo Edward cruzando la biblioteca. Sus botas resonaron contra el piso de mármol negro-. Puede irse a dormir, ya me ocuparé yo de las luces.

-Gracias, señor. -Aro con delicadeza hizo una pausa-. Tengo una noticia que darle.

-¿De qué se trata?

-Su hermano llegó esta noche temprano. Se fue hace una hora. Creo que ha ido al club.

-¿Emmett está en Londres? -Edward frunció el ceño-. Se suponía que estaba con unos amigos de visita en Escocia.

-Sí, mi lord, lo sé.

-Bueno, ya hablaré con él por la mañana. -Edward entró en la biblioteca-. Buenas noches, Aro.

-Buenas noches, señor. -Aro cerró silenciosamente la puerta.

Edward cruzó la habitación hasta una pequeña mesa que estaba en un rincón de la estancia. El delicioso coñac francés brillaba a través del cristal del botellón, proyectando una sombra color ámbar en la pared.  Edward se sirvió una copa y se acomodó en un gran sillón. Distraído inhaló los embriagantes vapores que emanaban de la copa, mientras consideraba el hecho de que estaba a punto de involucrarse en otra relación amorosa.  Lo asombroso de aquella situación era que se sentía embargado de un profundo sentimiento de expectativa. Todo resultaba de lo más extraño.  Siempre le habían disgustado los aspectos desagradables que acompañaban el inevitable fin de la relación. Últimamente, sin embargo, se había encontrado a sí mismo desdeñando la inversión de tiempo y esfuerzo que suponía formar una nueva pareja. Era difícil tener entusiasmo por el proyecto cuando se sabía cómo iba a terminar. Incluso había adquirido la buena costumbre de predecir exactamente cuándo todo llegaría a su fin.

 

Se había permitido que los períodos entre relación y relación se dilataran cada vez más, hasta que la presión de sus necesidades físicas se hacía demasiado fuerte como para igTanyarla. La dificultad radicaba en que él se encontraba presionado por los comunes deseos masculinos. Cuando estaba pasando por un período particularmente melancólico, se preguntaba a veces cómo se sentiría si se viera libre de sus pasiones. Entonces, podría abandonar el sombrío mundo de las relaciones románticas y dedicarse por completo a satisfacer sus ansias intelectuales.  La idea le hizo esbozar una sonrisa. Si esa noche había descubierto algo, era que no existía probabilidad inmediata de que su cuerpo le permitiera igTanyar la pasión. Aún sentía en su masculinidad las garras de un deseo insatisfecho.  Sin embargo, el aspecto más interesante de la situación era que no temía el trabajo de seducción que se le presentaba.

 

A decir verdad, por primera vez desde hacía mucho tiempo, lo deseaba con fervor.  Todos sus instintos le decían que con Bella las cosas serían nuevas y diferentes. Para empezar, no podía vislumbrar el inevitable fin de aquella relación, en la que por una vez entraría en una relación sin saber cómo ni cuándo terminaría. Sólo eso ya era suficiente como para acrecentar su apetito. Edward dio un sorbo e imaginó los placeres de una relación apasionada que prometía sorpresa e imprevisión.   Se preguntaba cuánto tiempo se mantendría fiel ella a aquella descabellada historia del plan para atrapar al chantajista.  Le otorgaba a la dama en cuestión una nota alta por su creatividad. Había logrado una manera inteligente de ingresar en los niveles más altos de la sociedad.  Ella no había dudado que él permanecería lejos de Londres durante todo un mes, lo cual le habría dado tiempo suficiente para encontrar un amante adinerado. O tal vez había hecho aquello para capturar su atención.

 

 

Eso último era una idea que además de intrigarle le adulaba. Edward hizo girar su copa. Le permitiría continuar con su farsa de perseguir al chantajista, tanto tiempo como quisiera. No le hacía daño a nadie y sería divertido ver cuánto tiempo podría ella sostener esa parodia.  Pero, mientras tanto, él tenía otros juegos, más interesantes, en los que participar junto con Bella Swan.  Una sensación desagradable de humedad hizo que Edward bajara la mirada hacia su chaleco. Profirió un insulto cuando vio la mancha oscura que se extendía sobre la tela. Se puso de pie, se lo quitó y tomó algo de su bolsillo. Sacó un objeto metálico de allí y lo miró desilusionado.  Estaba claro que su último diseño de pluma portátil con depósito hidráulico que contenía la tinta, necesitaba algún ajuste; aquél era el tercer chaleco que estropeaba en las últimas dos semanas.

 


Capítulo 5: Capítulo 7:

 


 


 
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