Ajenos al destino (+18) ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/09/2011
Fecha Actualización: 14/02/2012
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 164
Visitas: 72685
Capítulos: 20

 

¡FINALIZADO!

Isabella Swan, una exitosa empresaria decide dar un giro a su vida mudándose al pequeño pueblo en el que vivió cuando era niña.

Tras un gran agotamiento físico y mental; decide dejar a cargo de sus negocios a Ángela, su mejor amiga y socia. Y retirarse del ajetreo, las prisas y la adicción al trabajo que le ocasiona su vida en la gran manzana. Deja atrás computadoras, teléfonos celulares de última tecnología y coches modernos; para ahora enfrentarse a biberones y pañales. Entrega solicitud en una importante agencia de niñeras en Port Angeles, en la que es aceptada de inmediato.

Tras el inesperado cambio, toma la decisión de vivir de nuevo con su padre en el pequeño pueblo de Forks y retomar su antigua vida entre las montañas y los bosques.

El destino le tiene preparadas muchas sorpresas, entre ellas una pequeña que deberá cuidar como parte de su trabajo y que la hará retomar el curso de lo que, según ella, estaba en el pasado y jamás volvería a ocurrir.

 

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Los personajes (y todos sus derechos) son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

PROTEGIDO POR REGISTRO DE DERECHOS DE AUTOR  SAFE CREATIVE

 

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Capítulo 6: ¿EL SUEÑO DE MI VIDA? O ¿EL AMOR DE MI VIDA?

 

 

Aquí está el cap!!!! Perdonenmeeee!!!!!

Les dejo las canciones:

1.- Algo más de la Quinta estación.

2.- Si tu te vas de Pepe Aguilar.

3.- Hoy ya me voy de Kany García.


Espero sus comens!!


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Se sentaron en la sala del hospital a esperar noticias, abrazados con fuerza, con sus manos entrelazadas y el alma en un hilo. Después de una eterna hora el pediatra de Allie llegó con ellos, en cuanto lo vieron se pusieron de pie.

-Hola, soy el médico de Allie. Mi nombre es Seth Clearwater- dijo estrechando la mano de cada uno.

-Mucho gusto. ¿Cómo está?- preguntó Edward desesperado, apretando la mano de Bella que estaba agarrada con fuerza a su brazo.

-Ya logramos controlar la fiebre y hasta ahora todo está bien, al parecer no es nada grave. Pero sí me gustaría tenerla ésta noche en observación para hacerle más estudios y, si todo sale bien, mañana mismo estará de regreso en casa.

-¿Estudios? ¿Por qué más estudios? ¿Pasa algo más? ¡Díganos!- dijo Edward desesperado.

-Cálmate- susurró Bella abrazando a Edward con fuerza.

-Es sólo una precaución. Por el momento no hay de que alarmarse. Les aseguro que su hija se pondrá bien- los dos asintieron -¿quieren verla?

-¡Sí! Por favor- dijo Bella con voz rogona.

-Síganme- Caminaron detrás del pediatra por varios pasillos del hospital, cada tres pasos Edward apretaba ligeramente la mano de Bella, que en todo momento había estado entrelazada con la suya.

Entraron a una habitación colorida, en el centro había una cuna con barandales altos. En medio de la enorme cuna estaba un bultito inquieto. Ellos se acercaron y se pusieron a cada lado, flanqueando la camita de Allie.

-En diez minutos vienen por ella- dijo el médico revisando el expediente al pie de la cama –Aprovechen el tiempo- les dijo con una sonrisa. Ellos asintieron y concentraron su atención en la niña.

-Si te viera tu tía Alice te regañaría por andar sólo en pañales- dijo Bella y la niña rápidamente siguió el sonido de su voz hasta que sus ojitos se concentraron en ella –Hola, princesa- saludó acercando su mano a la suya. La pequeña se aferró a su dedo con fuerza.

-Mi princesa- murmuró Edward. Allie giró su cabecita hasta que lo vio y sonrió con dulzura –Aquí estamos, mi amor- le dijo Edward acercando su mano, la cual también tomó.

Siguieron susurrándole palabras de cariño y haciéndole mimos. En un breve momento de silencio Edward y Bella se vieron; en eso Allie comenzó a balbucear, era la primera vez que lo hacía. Giraron la vista hacia abajo, luego se vieron nuevamente, sonrieron y vieron de nuevo a Allie.

-¿Qué dices, princesa?- preguntó Edward amorosamente y la bebé comenzó a balbucear como si les contara su aventura en el hospital.

Bella sonrió y dejó caer una que otra lágrima. Después de un par de minutos de balbuceos Allie hizo pucheros y llegaron por ella. Le dejaron sus mejores deseos y la carita llena de besos. Ellos regresaron a la sala de espera justo cuando llegaban corriendo los Cullen.  

-¿¡Por qué no nos dijiste nada!? ¡Si no es por la secretaria de Carlisle ni nos enteramos!- gritó Rose cuando todavía no estaban lo suficientemente cerca como para entablar una conversación.

-Lo siento- se disculpó Edward.

-Rose, ella está bien ya la vimos- explicó Bella.

-¿En serio? ¿Cómo está?

-Pues…- justo cuando comenzaba a explicar, el celular de Bella los interrumpió –Lo siento- se disculpó y atendió. Era Ángela para informarle el rumbo que seguía la auditoría. Edward bufó cuando la vio alejarse y dio él mismo la explicación.

Esa noche los Cullen se fueron ya entrada la madrugada a descansar, un poco antes de empezar sus jornadas laborales; pero Edward y Bella se quedaron en el hospital. Temprano en la mañana Edward sacudía a Bella por el hombro.

-¿Hum?

-Ya viene el médico de Allie- dijo Edward, Bella abrió los ojos de golpe y se pusieron de pie de un salto.

-¿Qué pasó?- demandó Bella.

-Me temo que la niña tendrá que quedarse más tiempo en el hospital.

-¿¡Por qué!?

-Todo parece indicar que hay un problema con sus pulmones…

-¿¡Qué… cómo que sus pulmones!?- gritó Edward fuera de sí -¡Pero si llora estupendamente! ¡Grita con fuerza!

-Sí, pero…

-¿¡Pero qué…!?

-Edward, cálmate… por favor- rogó Bella envuelta en llanto. Él regularizó su respiración, devolvió su vista hacia Bella y la abrazó con fuerza.

-Nuestra princesita va a estar bien- dijo Edward apretándola más fuerte.

-Esperemos que no sea tan serio, lo solucionamos con medicamento y después de un par de días en observación podrá irse a casa.

-Gracias- susurró Edward.

Edward comenzaba a odiar el celular de Bella, cada vez que Seth les explicaba algo sonaba, siempre en el momento más inoportuno.  Después de varios estudios más descubrieron que el problema de Allie era mínimo, y tal y como lo prometió el pediatra Clearwater, la niña salió casi una semana después del hospital. Ese día Alice se encargó de preparar un gran bufet para su familia y el papá y la madrastra de Bella. Todos estaban felices de que la pequeña Allie no tuviera problemas de salud, que la dieran de alta y que por fin pudiera estar en su casa.

A pesar de todo tenían una relación más cercana, de cierta manera, gracias a Allie. Cada día que pasaba Bella estaba más al pendiente por las noches de su computadora y de su celular que de Edward, mientras que la niña era entendida por su padre. Ella cada vez dormía menos y trabajaba más y al doble: En el día cuidando a la bebé, que no era muy fastidiosa y le daba tiempo de hacer sus cosas; y en las noches con sus papeleos y llamadas de último momento.

Poco tiempo después se enteró de que el pediatra de Allie era sobrino de Sue. Los Cullen tenían más y más trabajo y para ella cada vez era más pesada su carga laboral. Cancelar el viaje de regreso a Nueva York había sido un error.

Edward y Bella tenían una cita para saber sobre un pequeño tratamiento y unos ejercicios para complementar la recuperación de Allie. Mientras estaban con el médico Bella tuvo que interrumpir la junta dos veces porque su secretaria la llamaba por detalles de último minuto. Edward estaba a punto de perder el juicio. Definitivamente ya odiaba al celular de Bella.

-Isabella, ven conmigo. Quiero hablarte- dijo en tono frío y distante.

Ella asintió y caminó tras él en silencio hasta que llegaron a la oficina de Carlisle.

-¿Qué pasa?

-Lo mismo me gustaría saber… ¿Qué demonios pasa, Bella?

-Emm… yo…

-No, no digas nada. Escúchame… ¿qué pasó con todo lo que vivimos? ¿Qué pasó con todos aquellos veranos? ¿Con nuestros recuerdos?

-Edwa…

-No, déjame terminar. Bella, ¿me quieres?- ella parpadeó varias veces y suspiró sorprendida –Porque yo sí- Bella abrió la boca y antes de que pudiera decir nada, Edward siguió hablando precipitadamente –No he dejado de quererte, siempre estás en mi mente. Es como si desde el primer momento en que te vi te hubieras tatuado en mi alma para no salir jamás. Bella, te necesito aquí, conmigo… con Allie- se vieron a los ojos por infinitos segundos.

-Edward…- el celular de Bella comenzó a sonar y ella cerró los ojos. Llevó su mano al bolsillo trasero de sus jeans, sacó el aparato rápidamente y checó la pantalla para corroborar el número.

-Isabella Swan, si contestas ese celular olvídate de todo lo que te he dicho- dijo severo y con coraje.

-Edward, puede ser importante…

-¿¡Más importante que nosotros!?

-Edward…

-No, Isabella… la decisión es tuya.

Ella lo vio por un rato con dolor, debatiéndose internamente y luchando consigo misma. Estaba en una guerra en la que no sabía quién era más fuerte: si la razón, o el corazón.

-¿Diga?- contestó su llamada. Edward se tragó el nudo de su garganta y asintió incrédulo.

-No sé porque no me sorprende- dijo con una sonrisa sarcástica y salió despotricando de la oficina azotando la puerta. Bella atendió a Ángela con pesar.

-¿Qué pasa Ángela?    

-La auditoría… Bella, lo siento yo no…

-¿Qué?- pregunto con monotonía.

-El auditor me solicitó varios documentos y mientras los preparaba hubo varias cosas que llamaron mi atención. Los revisé más a fondo… Bella no sé cómo…

-¡Demonios, Ángela! ¡Ya dime!, ¿qué pasó? ¡Me estás asustando!

-Descubrí que hay varios movimientos sin fundamentos lógicos, una suma considerable de activos está desviada y mal clasificada. Esto podría interpretarse como un ejercicio fraudulento. Bella, obtendremos un dictamen negativo o con abstención.

-¿¡QUÉ!?

-Bella…

-¿Quién firmó los documentos?

-No sé cómo…

-¿¡QUIÉN!?

-Fui yo-susurró débilmente.

Bella comenzó a hiperventilar mientras daba vueltas por toda la oficina. No sabía qué hacer, estaba en un gran dilema. Tenía que elegir entre salvar el sueño de su vida o quedarse con el amor de su vida. Ángela pedía su ayuda en una situación muy seria, sabía que Ang nunca hubiera sido capaz, pero tenía que estar a su lado para solucionarlo. Aunque por otro lado estaba la promesa de amor de Edward, una vida tranquila a su lado y la maravillosa crianza de Allie…

-Voy para allá- dijo dando por terminada la llamada.

Después de un par de llamadas más todo estaba listo. Su vuelo la estaría esperando a primera hora, rogaba al cielo poder detener la catástrofe en su empresa para poder regresar pronto al lado de Edward y suplicarle una oportunidad.

Decidió no complicar más las cosas, debía partir lo más pronto posible y si regresaba con los Cullen vería a Allie y no podría irse. Pero necesitaba hacerlo. El estrés que sentía en ese momento no podía ser mayor. La presión de los problemas con su empresa, la salud de Allie y la relación con Edward. Esa tarde se decidió por la casa de su padre en lugar de la de los Cullen. Se iría la mañana siguiente, estaba segura que un vuelo la esperaría en Seattle. Entró a la casa, llamó a Charlie y a Sue, y después de dejar de insistir un rato se dio cuenta de que estaba sola. Suspiró y optó por ayudar a Sue con las labores domésticas, aunque en realidad no había mucho qué hacer. Después de un rato de dar vueltas, una cajita sobre la mesa llamó su atención.

Luego de debatirse un rato tomó la cajita, sacó un cigarrillo, lo encendió y salió al patio trasero. En cuanto la brisa helada le dio en la cara se abrazó el cuerpo con un brazo. Le dio dos caladas, se puso a pensar y antes de llevarse el cigarro de nuevo a la boca mejor lo tiró y lo pisó. Suspiró frustrada y se adentró de nuevo a la casa.

Cuando terminó de cerrar la puerta el viento comenzaba a ulular anunciando una tormenta, lo primero que vio fue la pantalla de su celular iluminándose mientras vibraba sobre la barra de la cocina. Corrió a contestar, era Alice.

-¿Qué pasa Alice?

-Hola, Bella ¿Me podrías pasar a mi hermano?

-Alice, no está conmigo. Hace horas que no lo veo… ¿qué pasa?

-Pensé que estaba contigo, desde que salieron de la casa en la mañana ya no ha vuelto… ¿crees que le haya pasado algo?- preguntó casi histérica.

-¡No! ¡No digas eso!

-Saldré a buscarlo antes de que Esme se dé cuenta.

-Está bien, yo también saldré. Si sabes de algo me avisas.

-Tú igual, gracias Bella.

Colgó y tomó las llaves de la camioneta. Sabía bien a donde debía ir. Condujo rápidamente ignorando el viento fuerte y la las hojas que revoloteaban en el parabrisas. Justo un par de metros antes de llegar el coche se sacudió hacia enfrente y se apagó. Bella sabía lo que debía hacer, pero no quiso perder el tiempo y decidió bajarse y caminar el resto del camino. En cuanto puso un pie fuera calló la lluvia y la empapó como si le hubieran vaciado un balde de agua encima. Corrió hasta que quedó frente a la puerta de la cabaña y tocó con fuerza. Tras unos minutos nadie respondió, pero sabía que Edward estaba ahí, su coche estaba del otro lado.

-¡Edward, abre! ¡Por favor!- aporreó la puerta con más fuerza.

-¿¡Qué quieres!?- contestó Edward embravecido.

-Abre, por favor, ¡me estoy empapando! ¿Piensas dejarme aquí?

Después de un rato la puerta se abrió, Edward observó como escurría el agua por la ropa y los cabellos de Bella y la dejó entrar.

-Gracias- susurró ella.

-De nada- contestó él con voz pastosa.

-¡Edward! ¿Has estado bebiendo?

-Nooo, me intoxica el agua de lluvia cuando me entra por los poros- ella rodó los ojos –Claro que he estado bebiendo. Pero me vine para no darle mal ejemplo a mi princesita.

-En primera: no me hables así. Y en segunda: tu hermana se muere de preocupación.

-A mí no me vengas a condicionar, no eres nada mío para hacerlo- esas palabras le dolieron en lo más profundo de su alma.

-¿Por qué no le contestas a Alice?

-Porque me quedé sin batería. Llámale, anda, dile que estoy bien y termina con el cuento de las “mujeres preocupadas”.

-Eres un idiota- dijo ella sacando el móvil de su cartera –Eso haré y luego… ¡me largo de aquí!- marcó el número de Alice.

-¿Sí? Bella, ¿qué pasó?, ¿lo encontraste?

-Sí, está conmigo. Estamos en la cabaña.

-Ah- dijo suspirando.

-¡Estoy bien, hermanita!- gritó Edward, desparramado sobre el sillón.

- Dile al tarado que se comporte y que nos vemos mañana. Cuídense, ¿sí? Los quiero.

-Bye, Alice- dijo cortando la llamada -Listo, ahora me voy.

En cuanto puso un pie afuera sus lágrimas cayeron, confundiéndose con la lluvia. A medio patio sintió los brazos de Edward alrededor de su cintura y comenzó a forcejear.

-¡Déjame, déjame! ¡Ya me voy!

-No, no te vayas. Por favor. Me da miedo que conduzcas así.

Tras un rato de luchar inútilmente con Edward se dio por vencida y se dejó conducir de regreso a la cabaña. Al rato comenzó a tiritar, entraron a la habitación y Edward se desvistió hasta quedar en bóxers.

-Deberías quitarte la tuya, está empapada- pasó hacia el baño, salió secándose con una toalla y tendiéndole otra a Bella. Abrió un mueble de cajones y le tendió una camisa.

Para cuando Edward regresó con leña para la chimenea, Bella estaba enfundada en la camisa, se secaba el cabello y su ropa estaba hecha bola a sus pies. Él la vio de soslayo, prendió el fuego, luego se fue directamente a la cama y se arropó.

-Es la única chimenea y la cama es lo suficientemente grande para los dos- murmuró Edward mientras se hacía un ovillo entre las mantas.

Bella asintió. Acomodó su ropa cerca de la chimenea, se acostó al otro extremo de la cama, lejos de Edward. Tenerlo tan terriblemente cerca era una tortura y más bajo aquellas condiciones. Se puso a cavilar sumida en sus pensamientos, luego su corazón se aceleró cuando pasó por su mente la mañana siguiente. Edward había caído profundamente  dormido, pero cuando Bella estaba a punto de soltar el llanto él rodó sobre su espalda, pegó el cuerpo de Bella contra el suyo y suspiró. Ella al principio se tensó, luego entrelazó su mano con la de Edward y se dejó envolver en la inconsciencia (1).

Muy temprano en la mañana la alarma de Bella sonó. Edward se removió pero no despertó, Bella se deslizó debajo de su abrazo y fue a apagar el aparato. Se cambió y observó a Edward mientras dormía. Le acarició el cabello y se inclinó para rozar sus labios levemente con los de él.

-Perdóname- susurró.

Salió rápidamente y sin hacer ruido. Abrió la puerta y lo primero que vio la dejó helada por un momento. Una mujer alta, pelirroja y sumamente hermosa hacía el ademán de meter la llave en la cerradura.

-¿Puedo ayudarte en algo?- preguntó Bella sintiendo cómo comenzaba a sonrojarse. La mujer la miró de pies a cabeza despectivamente.

-Debería de ser yo la que preguntara eso. Pero veo que Edward ya te atendió muy bien- dijo con desdén inspeccionando el aspecto desaliñado de Bella.

-¿Disculpa?

-Victoria Cullen. Mucho gusto- dijo tendiéndole la mano con superioridad. Bella apenas le devolvió el saludo.

-¿Cullen?

-Sí. Soy la esposa de Edward- Bella sonrió burlona y la vio de reojo -¿Crees que no sabía que tú eras la “niñera” de mi hija? Oh, claro, además de la diversión de mi esposo.

Bella negó incrédula.

-Sí, lo sé todo. Está bien, lo acepto, fui una completa tonta al dejarlos. Pero he regresado para recuperarlos y… ¿qué crees? Soy bienvenida de nuevo, no te molestes en llamar a MI familia, todos están ocupados, especialmente mi cuñadita Alice. Y si ya terminaste de calentarle la cama a mi esposo, te agradecería que te largaras a cuidar tu “tiendita” en Nueva York y nos dejaras en paz.

Bella caminó rápidamente hacia la camioneta.

-Una última cosa- dijo haciendo que Bella se detuviera –No quiero que te acerques a MI bebé, yo la voy a cuidar y soy la mejor para hacerlo. Ella es MI hija, no tuya. No te tomes atribuciones que no te corresponden. Edward me quiere a mí yo le di una hija y la felicidad que él necesita. Yo no me largué años dejando tirado su amor por mí.

Sin decir más, sin siquiera voltear atrás echó a andar la camioneta y salió despavorida del lugar. Llegó por Sue para que la llevara al aeropuerto. En el camino apenas y habló de sus sentimientos. Convenció a Sue que su llanto era de estrés. Llamó a los Cullen y ninguno contestó. Ingenua Bella, creyó las palabras de Victoria, sus llamadas sólo confirmaron lo que había escuchado. Además, ¿quién era ella para negarle a su hija?, era mejor para todos… Bella se alejaría de Forks y se concentraría en su empresa.

Por suerte todo lo que necesitaba para viajar lo llevaba en su cartera. Poco le importó su aspecto, se despidió de su madrastra, llamó a su padre antes de subir a su vuelo, que ya la estaba esperando.

Edward despertó cuando el dolor de cabeza se hizo presente y le impidió seguir un momento más de sueño.

-¿Bella?- preguntó desorientado. Él sabía que había estado con ella esa noche -¿Bella?- dijo buscándola por toda la cabaña.

Después de un rato se dio cuenta de que estaba solo. Tomó su teléfono y recordó que se había quedado son batería, ya la buscaría más tarde. Aunque un malestar más incómodo que su resaca le decía que tenía que encontrarla de una vez. (2)

En el camino devoró un rollo de sushi, unos nachos y tomó varios refrescos; desde que había salido del hospital no había comido nada. Cuando tocó tierra llamó a Ángela para avisarle que haría uso de la llave que le había dado antes de irse a Forks y fue directo a su apartamento.

Bella entró a la habitación que Ángela había dispuesto para ella y se encerró.  Al llegar sintió un malestar, no le tomó importancia y se fue a dar una ducha. Cuando salió del baño, no había dado ni dos pasos cuando se derrumbó. Corrió hacia la cama, se dejó caer, se abrazó a la almohada y lloró desconsoladamente (3). Todo se le venía encima. Su empresa estaba en una situación crítica, al siguiente día tenía una importante junta con sus auditores, su amiga aún no había llegado de las diligencias del día y estaba sola. Extrañaba a su papá, a los Cullen, a Alice, a Allie y a… a Edward.

Justo en el momento en el que pensó que todo aquello podría renacer, que tenían una oportunidad… Victoria regresaba y le destruía sus sueños. Lloró, lloró como si fuera el fin del mundo… cómo si no hubiera un mañana. Poco a poco sintió que el peso de sus párpados le ganaba, llevándola hacia la oscuridad de la inconsciencia. Sorbió la nariz, suspiró y se relajó decidida a dejarse caer en un profundo sueño. Entonces sintió un fuerte retortijón que la hizo pararse de golpe y correr al baño. Apenas y cayó hincada frente al retrete cuando comenzó a vomitar casi convulsionándose. “Genial”, pensó “Una infección estomacal, lo que me faltaba”.

 

*********

 

Hay!!! pero cómo me cae de mal esta Bella!!!! es una tonta!!! 

Quién me apoya???

Familia!!! las amo!!!!! los amo!!! Gracias por leerme, por el apoyo y por las trasnochadas!!!! ^^ 

 

Les mando mil besitos de bombón y espero sus comens!!!

^^


 

Capítulo 5: DESEO EL CIELO, EL SOL Y TU AMOR A TRAVÉS DEL TIEMPO Capítulo 7: HOY SIN TI... Y YO GUARDANDO NUESTRO AMOR (PARTE I)

 
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