La tensión se notaba en el ambiente. Jane tenía un rostro el cual podía describirlo en una palabra… confusión. Muchos de la demás guardia estaban a la vanguardia de cualquier movimiento que se provocara. Notaba como se tomaban a los lados los ojos de Alec al ir leyendo… Su mirada se encontró con la mía, y me contemplo durante varios segundos con un signo de interrogación en su frente.
- Si lo deseas… -comencé a explicarle con un tono de voz poco audible- yo puedo “mostrarte” lo qué pasó...esa noche –ahora se notaba que no comprendía nada-. Conozco a…alguien que vio lo que sucedió esa vez –le aclare su pregunta o dicha en voz alta-. Y…me lo mostró.
Levanté una mano para que comprendiera a lo que me refería. Se quedó largos momentos observando mi mano. Como si dudara en aceptarlo, ó no supiera la respuesta. En una fracción de segundo miró a su hermana quién… sinceramente, no sé que se hayan podido decir con eso para que él pudiera asentir. En un parpadeo, ya estaba frente a él… y fue un movimiento brusco, ya que todos los presentes se sacudieron.
- Está bien –rompió el silencio que se había prolongado, Aro-. Puede que, Renesmee y Arenha estén en lo cierto –hizo una pausa-… pero no en todo. Bien, todo lo que sucedió entre Citlali y Cayo fue un “mal entendido”… nosotros al contrario, todo fue únicamente por su bien. Porque no íbamos a permitir que unas criaturas con excelentes potenciales fueran desperdiciados –concluyó su defensa, ó eso creía.
- ¿Así que era eso? –preguntó con un sarcasmo amargo, Jane- ¿Grandes potenciales? ¡¿Por eso destruyeron nuestras vidas?! –realmente esas preguntas irían acompañadas de bilis, si fuera posible-. ¡Ustedes nos necesitan a nosotros! –afirmó ella.
- Por supuesto, querida –contestó Aro-. Los necesitamos como ustedes a nosotros.
Dudosa, toqué la mejilla del gemelo, y le “mostré” los pensamientos que me había transmitido Jasper. Todo, sin un detalle menos…sin un detalle más. Llegó a estremecerse por la parte…donde es el fin de todo, donde un alma abandona el lugar.
- No puede ser cierto… -susurró con el rostro ausente.
No sabía si decirle algo o mejor dejarlo así. Jane en un veloz movimiento ya se encontraba a un lado de su hermano. Por otra fracción de segundo hablaron por los ojos…o por una extraña telepatía que solo ellos comprendían. Asintieron una vez con la cabeza, y los ojos de la gemela se posaron en los míos. Por un momento creí sumergirme en ellos hasta que ella la desvió y se posó en los 3 vampiros viejos.
- Corre, Renesmee –me susurró Alec-. No mires hacia atrás, fuera del castillo hay un túnel subterráneo, lo tendrás que a travesar hasta el final, cuidado. Es muy angosto, pero cuando veas el punto de luz, estará la salida. Salúdame a tu familia, y dales nuestras disculpas –me suponía que de parte de él y su hermana.
- No…no, Alec –moví mi cabeza hacia los lados en forma de negación ante lo que me decía. ¿Cómo dejarlo aquí con todos estos vampiros? No podía dejarlo, no ahora, y menos que nunca-. “No me iré sin ti” –le dije a través de mi “don” ya que aún sostenía su mejilla.
No podía hablar, no iba a ser tan fuerte como para que sonido alguno que no fueran sollozos salieran de mí. No podía dejarlo, de verdad había tomado un cariño por él…no sabría describir cuál había sido, pero lo cierto era que había uno. Esto era totalmente irrelevante, cómo se le ocurría que sería capaz de no hacer nada e irme sabiendo que algo grande estaba a punto de desembocarse. Él me miró al escucharme responder. Cómo si de cierta forma no entendiera lo que había acabado de escuchar.
- “No sin ti” –le reafirme aún sin ser posible que pudiera hablar.
- Renesmee… por favor, no hay nada que discutir. Gracias por todo.
Nuestras miradas rápidamente se volvieron hacia la vampira rubia que me había tenido tiempo
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el menor intento de voltear, ella simplemente no pudo atacarla…y no porque la gemela la haya
lastimado, el escudo de Arenha también estaba haciendo función en los gemelos. En ellos, en mí y
en ella.
Entonces otros se volvieron para defender a sus amos, pero otros de la guardia no supieron que
hacer… era defender a sus señores, o arriesgarse a morir por los gemelos.
Alec me puso atrás de él con ademan protector ante aquel movimiento. Extrañamente algo sucedió
que hizo salirle a Jane una sonrisa de verdadera malicia… Se giró a la vampira que trató de
atacarla, y cuando su sonrisa se ensancho más -dejando al descubierto sus blancos dientes-, aquella
rubia se retorcía de dolor por todo el piso, gritando.
- Vete, Renesmee –ordenó Alec entre dientes al ver los rostros de los 3 señores que él conocía
mejor que yo-. Llévate a Nahuel –Aro ya lo había azotado al ver que todo se salía de control,
Nahuel era lo que menos le interesaba-, y a sus hermanas.
- “No, Alec…no lo haré, por favor, no” –le intentaba rogar, pero era imposible verle el
rostro estando él en frente mío…únicamente podía ver su espalda.
Se volvió hacia mí, y acercó su rostro ligeramente al mío.
- No hay opción –susurró.