Lo que no sabía era cómo era posible que unos ojos tan oscuros como los de Edward se oscurecieran aún más,que el tacto de su mano en su nuca le llegara hasta las puntas de los pies,que el timbre grave de su voz la estremeciera de emoción,que de pronto sintiera un deseo intenso de mordisquearle los labios,como acababa de mordisquear el pastel.Estaba tan distraída por la confusión que aquella proximidad generaba en su cuerpo que apenas pudo retener las palabras que él había dicho.¿Que si sabía qué estaba pensando?No tenía ni idea,pero como si se hubiera quedado muda,no supo hacer otra cosa que negar con la cabeza.
—Que comportarse es aburrido—dijo Edward.
—Estoy completamente de acuerdo—logró susurrar con voz áspera.—¿Por qué crees que le he pedido a Leah que deje de vigilarme tan de cerca?
De forma incomprensible,los ojos de él se oscurecieron aún más,su sonrisa se hizo más sensual y provocativa y ambas cosas la tentaron incluso antes de que Edward hablara.—Si lo quieres,querida,vas a tener que venir a buscarlo.
«¿Querer el qué?»,estuvo a punto de susurrar Bella.Pero sabía perfectamente a qué se refería,con qué la tentaba,de qué la privaba para demostrar su argumento de que las mujeres pueden también perder el control con la misma facilidad que los hombres.Siempre la había corrompido.Podía no sucumbir a los puros,las palabras malsonantes,el whisky...pero ¿sabría resistirse al encanto de sus besos?
¿Y por qué demonios iba a querer hacerlo?
Pudo oír el gemido de satisfacción de Edward antes incluso de que terminara de fundir su boca con la de él.Al parecer,la voluntad de resistirse de él no era tan fuerte como había asegurado.La agarró con fuerza por el cuello,mientras paseaba la lengua por su boca antes de retirarla bruscamente para permitirle introducir a su vez la suya.A pesar de su esfuerzo,de sus palabras,no podía ser más pasivo que un tigre en la jungla tras avistar a su presa.La vibración de sus músculos tensos le indicaba a Bella cuánto la deseaba.Que no tomara más que el beso que se le ofrecía constituía un testimonio de la solidez de su educación,a pesar de lo mucho que Edward cuestionaba cada aspecto de ésta.Una prueba de su bondad innata,de la que él tanto dudaba.
Besaba del mismo modo que vivía la vida,con resolución,sin titubeos,con franqueza.Y su contención la hacía a ella más osada.Hundió una mano en su pelo y se preguntó por qué habría decidido no ponerse sombrero.Se sintió embargada por el ardor de la pasión,que como un remolino,despertaba en ella el deseo,el anhelo,el frenesí.Creyó que podría fundirse con el muro y ser absorbida por la tierra,que tendría que meterse desnuda en el arroyo para no estallar en llamas a causa del fuego que la consumía.
Apartando su boca,Edward trazó un rastro ardiente por el cuello de Bella,debajo de la barbilla y hasta el lóbulo de la oreja;un rastro que la quemaba mientras podía oír su propia respiración entrecortada.
—Sabes que apenas puedo mirarte sin desearte.
Ella abrió los ojos y vio las hojas de los árboles que bailaban sobre sus cabezas.
—Podrían descubrirnos en cualquier momento.
—Dime que pare y pararé.
Y si no le daba esa orden,¿hasta dónde llegaría?¿La desnudaría y se desnudaría él?¿La tomaría allí,a pleno sol?Al volver un poco la cabeza,pudo ver en sus ojos la decepción al intuir que Bella pondría fin a aquello.La emocionaba tener tanto poder,saber que su opinión,sus necesidades,sus deseos le importaban,que le daría lo que ella estuviera dispuesta a recibir y reprimiría lo que aún no quisiera.
Le sujetó con una mano la barbilla y con el pulgar le acarició el bigote.
—Siento no ser tan apasionada como te gustaría.Pero no puedo...al aire libre—añadió,señalando a su alrededor con un gesto de la mano.
—Eres todo lo apasionada que necesito que seas,Bella.
En los días que siguieron,pudo conocerlo en su papel de aristócrata,encargándose de los problemas de sus arrendatarios.Una de las casas había sufrido daños durante la tormenta,el techo se había derrumbado.Edward y Jacob fueron a ayudarlos a poner un tejado nuevo,mientras Bella y Leah colaboraron preparando la comida para los trabajadores.Edward conocía el ganado tan bien como la palma de sus manos y el trabajo duro como los callos que tenía en ellas.
Las noches eran una delicia;Edward,un amante atento,generoso y desinteresado.De hecho,Bella empezaba a temer el paso de los días,porque significaba que pronto se agotaría el tiempo que podía pasar a su lado.Él le había hecho promesas,claro.Que volvería a Tejas,que la buscaría cuando lo hiciera,pero ella sabía que las únicas promesas que podría mantener eran las que le era posible cumplir de inmediato.Había creído echarlo de menos cuando se habían mudado a Inglaterra,pero lo que sentía por él entonces no era nada comparado con lo que sentía ahora.
Habría sido más fácil si ella no hubiera ido a su casa aquella primera noche;mucho más fácil aún si jamás hubiera viajado con él a su finca,si no hubieran reforzado su relación como lo habían hecho.Ya no podía imaginar un día o una noche sin Edward.No sabía cómo sobreviviría cuando ya no estuvieran juntos.
Por eso atesoraba todos los momentos,todos los pequeños detalles del tiempo de que disponían.
La forma en que el pelo revuelto le caía por la frente.En algún momento de su vida debió de resignarse a no poderlo controlar,porque nunca se lo echaba para atrás.Así que había empezado a hacerlo ella,simplemente porque le gustaba tocarlo y además,porque en público,aquella caricia resultaba muy inocente y sin embargo íntima;a él se le oscurecía la mirada y Bella sabía que se acordaba de cuando le retiraba el pelo de la cara después de hacer el amor.
El modo en que se abrochaba la camisa,de abajo arriba.Cómo se la desabrochaba,soltando sólo los botones necesarios para poder quitársela por la cabeza,como si así se desvistiera más rápido y pudiera meterse antes en la cama con ella.
Su impaciencia al desnudarla.Su impaciencia cuando ya la había desnudado.El modo en que la abrazaba mientras dormía,sin dejar de acariciarla hasta que llegaba el momento de llevarla a su habitación.
Despertarse a medianoche y verlo de pie,junto a la ventana contemplando el cielo nocturno.La forma en que él solía sonreír y volver a la cama en cuanto se daba cuenta de que estaba despierta.
Sus susurros en la oscuridad,sus murmullos a la luz de la luna.Las muchas sonrisas,las abundantes risas,el gozo absoluto que había estado ausente de su vida sin él durante tanto tiempo que ya pensaba que jamás lo recuperaría...Y lo había recuperado antes de volver a Tejas.Se preguntaba cómo sobreviviría cuando él ya no compartiera con ella los días y las noches.
Su estancia en Forks Hall estaba a punto de terminar y mientras se encontraban todos sentados a una mesa redonda en el mirador,disfrutando del té de la tarde y comiendo unos sándwiches de pepino,Bella no pudo evitar desear que pudieran pasar un día más,una noche más,lejos de Londres.Pero seguramente al día siguiente volvería a ocurrirle lo mismo.Y al otro.
Era curioso que en los últimos días no hubiese pensado ni una sola vez en Tejas,ni lo hubiese echado de menos.Se contentaba con estar con Edward.Verlo trabajar y jugar.Saborear las mañanas,las tardes y las noches.
—De modo que mañana abandonamos este idílico santuario y regresamos a la dura realidad —comentó Jacob.
—Vas a conseguir que me sienta culpable por someterte a los rigores de la Temporada social—señaló Leah.
Él le cogió la mano,le besó los nudillos y sonrió.
—Mientras esté contigo,puedo soportar lo que sea.
A juzgar por el modo en que la miraba,a Bella no le pareció que nada le resultara de verdad insoportable.¿Tendría razón Leah en lo que le había dicho?¿Se debía la infelicidad de Bella a que su corazón jamás había estado en Inglaterra?¿Era posible que ahora sí estuviera allí?
—Supongo que tendremos que salir por la mañana temprano para tener tiempo de prepararnos para el baile de la tía Esme—dijo Leah.
—Mamá siempre se pone tan nerviosa...—añadió Bella.
—Pues externamente no se le nota nada.
—Pero ¿se puede saber externamente lo que alguien piensa de verdad?
—Sospecho que a Quileaute sí se le notará—soltó Leah.
—De Quileaute ya me encargo yo—la tranquilizó Edward.
—Lo tienes todo previsto,¿verdad?—preguntó Jacob.
—Hasta el último detalle.
—¿Qué vas a hacer?—quiso saber Bella.
—Confía en mí—dijo él guiñándole un ojo.—No será nada que mi padre hubiese hecho.
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