La despertó el sonido de un irritante tic,tic,tic.Aún era de noche cuando Edward la había devuelto a su dormitorio y ella se había sumido en un sueño profundo.
Al mirar a la ventana desde debajo de la almohada,pudo ver una pizca de luz de sol que se colaba por entre las cortinas abiertas.El tic-tic parecía proceder de allí.Se destapó,salió arrastrándose de la cama y se acercó con sigilo a la ventana.Luego se asomó...
Y allí estaba Edward,esperando,con dos caballos ensillados.Estaba guapísimo con su atuendo de montar.Lo saludó con la mano,después se acercó a toda prisa a la cama y tiró de la campanilla.No pensó que fuese necesario estar vestida y fuera de casa antes de que Leah se levantara y se pusiera en movimiento.Creía que había dejado bien clara su postura la noche anterior,pero ¿por qué arriesgarse a que su prima no hubiera entendido lo en serio que lo decía?
Llegó Jessica y la ayudó a ponerse su traje de montar favorito.
—¿Sabes si los duques se han despertado ya?—le preguntó Bella mientras le colocaba el sombrero.
—Aún no han llamado a su doncella ni a su asistente,de modo que sospecho que siguen en la cama.
Bella no pudo contener la sonrisa.
—Bien.
Por el pasillo,sólo vio a una doncella que ya estaba colocando con cuidado ramos de flores frescas en las distintas mesas que lo adornaban.La muchacha le hizo una reverencia y ella le respondió con un gesto de la cabeza antes de seguir avanzando de puntillas por la gruesa alfombra que cubría buena parte del suelo.Al llegar a la escalera,hizo una mueca ante el primer clic audible de sus botas de montar sobre el mármol.¿Para qué alfombrar el pasillo si no se tenía intenciones de alfombrar la escalera?
Con el mayor sigilo de que fue capaz,bajó y salió fuera,al parecer,sin perturbar a Leah en absoluto.Edward había acercado los caballos a la puerta principal.Sonrió y aquella mañana apenas se notaba que se había masacrado el bigote la noche anterior.
—Buenos días,querida.¿Qué tal has dormido?
—Muy bien,muchas gracias.—Se quitó los guantes de un tirón y se dirigió briosa hacia el más pequeño de los caballos.—Edward ayúdame a subir antes de que nos pille mi carabina.
El sonrió aún más,como si previera que el día iba a ser muy agradable.
—¿Y qué si nos pilla?—replicó y le dio un beso como muestra de que no le importaba.
Ella lo apartó.
—Si nos pilla,dormirá en mi cama y yo no podré volver a escaparme a la tuya.
—¿Tienes previsto volver a escaparte a la mía?
—Por supuesto.
Bella pensaba que le ofrecería las manos unidas para que apoyara el pie en ellas y se impulsara,pero lo que hizo fue colocar aquellas manos extraordinariamente fuertes en su cintura y subirla directamente a la silla.Se acomodó mientras Edward le recolocaba la falda del vestido.
—¿Adónde vamos?
—A inspeccionar mí reino.
—¿No pensarás en serio que esto es un reino?—Observó la naturalidad con que montaba su caballo,valorando sus movimientos fluidos,la sutil ondulación de sus músculos mientras pasaba una pierna por encima de la silla,controlando el caballo entre los muslos tan fácilmente como ella lo hacía con las riendas.
—¿Cómo se llama cuando todo el mundo se vuelve hacia ti en busca de respuestas?
Bella golpeó suavemente la grupa del caballo con la fusta y éste inició la marcha.
—¿Hay alguien que necesite respuestas hoy?
La carcajada de Edward resultó estridente en medio del silencio de la mañana.
—Siempre hay alguien que necesita una respuesta.Hoy sólo vamos a recorrer las tierras para que los arrendatarios sepan que vuelvo a estar en la finca—dijo esto último con un leve acento inglés—,por si alguien quiere hablar conmigo o plantearme algún problema.
—¿Tienes muchos arrendatarios?—preguntó Bella,mientras él los guiaba por el camino de tierra flanqueado de olmos que conducía a la carretera.
—No tantos como los lores anteriores,a juzgar por los libros que llevaban.Tenían aquí un negocio próspero,pero la agricultura ya no es lo que era.Sólo quedan diez familias.
—¿Te has presentado a todos?
Edward la miró y como no llevaba sombrero,no hubo sombras que pudieran ocultarle su gesto azorado.
—Sí,me he presentado a todos.
A medida que fueron visitándolos uno por uno,Bella descubrió en seguida que había hecho más que presentarse.Se acordaba de sus nombres,de los pormenores de sus cosechas,de los problemas que habían tenido en el pasado.No hablaba con ellos como el señor de la finca,como el hombre que controlaba su destino,sino como si fueran socios que intentan sacar el máximo partido a su destino.Siempre se bajaba del caballo,se ponía a su altura para hablar con ellos,caminaba a su lado,los escuchaba con atención cuando se quejaban del tiempo,como si él pudiera hacer algo al respecto,les comunicaba que correría con los gastos de la reparación de los carros rotos,de los tejados con goteras y de la recuperación del ganado enfermo.
Y como quería estar con Edward,Bella caminó tan cerca de él como su sombra y así pudo ser testigo no sólo de las conversaciones que mantenía con los granjeros,sino también del respeto que éstos tenían por su nuevo señor y el que él demostraba por ellos,por su experiencia,sus opiniones,su conocimiento.
—Si me necesitáis,ya sabéis dónde estoy,aunque no creo que os haga falta—les decía y a Bella le pareció ver que los granjeros se erguían un poco al comprobar que Edward les otorgaba la confianza de cargar con sus propias responsabilidades.
Siempre había pensado que sabía el camino que él había tenido que recorrer para llegar a ser el hombre que era pero empezaba a darse cuenta de que no tenía ni idea.
En una de las granjas,una mujer de pelo cano y mejillas sonrosadas salió en seguida a recibirlos con una enorme sonrisa.
—Ha llegado carta de nuestros chicos,milord—dijo,antes de que a Edward le diera tiempo siquiera a desmontar.—Les está gustando el trabajo que les ha encargado.
—Me alegra oírlo,señora—contestó él,mientras el larguirucho marido de la señora salía despacio del granero.—Supuse que les gustaría.
—Quizá tengan oportunidad de comprar algunas tierras.—dijo meneando la cabeza y limpiándose las lágrimas con una punta del delantal.—Jamás pensé que vería el día en que mis chicos se convirtieran en terratenientes.
—Aún no son terratenientes y no le lloriquees a lord Forks o como montes semejante escándalo,se arrepentirá de haberles ayudado.-Le recriminó el marido.
—Seguro que lo prefiere a oírte quitarle importancia a lo que ha hecho.
—No se la quito y se lo agradezco atendiendo sus tierras como es debido.
—No hay nada de malo en ser agradecido—remató la mujer,sorbiéndose los mocos enojada.—Milord,¿le apetecen unos bollitos? Acabo de sacarlos del horno.
Edward sonrió.
—¿Podríamos llevárnoslos? Tengo que hacer otras visitas.
—Por supuesto.—Se volvió hacia Bella.—¿Y usted,milady?
—No soy lady—aclaró ella con una sonrisa.—Sólo soy una dama,la señorita Swan.Y sí,me encantaría probar esos bollitos.
—Si quiere entrar en la casa un momento mientras se los envuelvo...
Bella la siguió dentro y edward se quedó fuera con el malhumorado marido.La casa era sencilla,estaba ordenada y limpia y había en ella un aire de calidez y alegría.La mujer extendió una servilleta de tela sobre la mesa de la cocina y empezó a colocar los bollitos en ella.
—Antes ha mencionado algo que el conde ha hecho por sus hijos.—La curiosidad le podía y tenía la sensación de que le resultaría mucho más fácil enterarse por la anciana que por Edward.
La mujer cabeceó a modo de reverencia
—Envió a mis dos hijos a sus tierras de Tejas.Lo pagó todo de su bolsillo.Dijo que necesitaba hombres fuertes que pudieran trabajar en su rancho.Mis chicos son muy fuertes,desde luego.—Levantó las cuatro esquinas de la servilleta y las ató,luego le entregó el bulto a Bella.—El día en que llegó el señor fue una bendición para nosotros.El otro,el que se encargaba de todo antes de que llegara éste,era un buen hombre.No tenemos quejas.Pero éste nació para esto—añadió,asintiendo con la cabeza,convencida de lo que decía.
Aquellas palabras aún seguían con Bella cuando ella,sentada en un muro de piedra derruido,parte de los restos de una fortificación antigua,junto a un arroyo donde el agua saltaba por encima de las piedras,cerca de la orilla y producía un ruido frenético aunque relajante,pensaba que Edward obviamente había previsto algo más que visitar a sus arrendatarios aquella mañana,porque había llevado pastel relleno de mermelada de fresa y una cantimplora de café.Además,tenían los bollitos.
Sentado a su lado,parecía un hombre sin preocupación alguna en el mundo.
—La señora Hale me ha contado que mandaste a sus hijos a Tejas—dijo Bella mientras le daba un mordisco al pastel frío y lo masticaba despacio.
Edward dejó de mirar al arroyo y se volvió hacia ella.
—Casi todos los hombres jóvenes se marchan a trabajar a las fábricas de las ciudades.No creo que eso sea vida.
Bella se lamió la mermelada de los labios y sonrió.
—¿Porque el trabajo se hace en un sitio cerrado?
—Sin sol,sin el refresco de la brisa,sin la tierra bajo los pies...
—Como si tú supieras algo de la tierra.Siempre que puedes vas a caballo.
—Muy bien.Sin sol,sin el refresco de la brisa,sin el olor a ganado...
—Nunca he considerado agradable el olor de las vacas.
—Es preferible al olor de las máquinas.
—¿Alguna vez piensas en lo distinta que sería tu vida si te hubieras criado aquí?.
—Todos los días.
—Valorarías otro tipo de cosas.
—Dormir hasta tarde en lugar de levantarme con el sol,sentarme delante de un escritorio en lugar de cabalgar por las tierras.—Negó con la cabeza.—No puedo ni imaginarlo,Bella.
—Aun así,no negarás que le otorgas al cargo algo que los demás no pueden ofrecer:un verdadero conocimiento del trabajador.
Ella se había quitado los guantes para comer y ahora él le acariciaba la mano con la que se apoyaba en el murete.
—¿Crees que eso es una ventaja?
Él le dedicó una de sus sonrisas lentas y sensuales.—Lo sería de todas formas.¿No irás a decirme que has conocido a alguien más como yo?
—No,nunca he conocido a nadie como tú.-La cogió por la nuca y se la acercó hasta que el olor a fresa que perfumaba su aliento se fundió con el de ella.
—No llevamos carabina,Bella y me comporto,pero ¿sabes qué estoy pensando?
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