Al atravesar otras grandes puertas, nos vimos rodeados de extraños ojos psicópatas con…sed de sangre. Se encontraban varias criaturas como la que me había atacado por medio de telepatía mal usada…sin tener ese ligero tacto, entrando bruscamente en mentes ajenas. ¿Eran también experimentos? …No podía ser algo más, todos tenían diferentes características, sin embargo se parecían entre ellas. A la mayoría ya no le quedaba pelo por su cuerpo, su piel se veía débil, y sus ojos parecían poder salir de orbita. Se golpeaban contra los grandes barrotes de las rejas al vernos entrar, ¿Para qué quería Aro que estuviéramos aquí?
- ¿Jane, querida? –llamó Aro.
- No hay ni siquiera que preguntarlo –respondió la aludida con otra nueva sonrisa en su rostro. Volvió su mirada hacia las pobres criaturas a las que tanto daño les habían hecho, y se escucharon el grito de varios al sentir el dolor por todo su cuerpo. Como la vez anterior, solo que ahora era a todos.
- Bien, era necesario –dijo con una máscara de “pena”-. Queridos espectadores, lo que observan son más de nuestros pobres amigos híbridos bajo el caos de un sucio experimento atroz –de verdad le salía la voz de tristeza, increíble-. ¿No es así, Nahuel?
Él tenía la mirada sobre mí, disculpándose a través de su mirada. Pero, a la mención de su nombre, su mirada pasó al piso. Antes de mirar a Aro a los ojos, le dedicó otra mirada que no supe interpretar a sus hermanas.
- Ni Renesmee ni mis hermanas ó yo, tenemos que ver en eso. Claramente, especifiqué que él único culpable por esta tragedia de usarnos como una especie de “nuevas armas”, era al sujeto que me dio la vida –decía con resentimiento, como si le doliera decir esas palabras.
- Si, Nahuel… comprendo tus sentimientos de odio. Pero, sabes que él ya afrontó las consecuencias, ya pago por lo hecho. Ahora supongo que ha de estar con tu…madre –contestó Aro con voz comprensible.
Nahuel lo vio con el rostro crispado, sea lo que sea, era su padre… y me acuerdo desde pequeña que el tema de su madre era sumamente delicado. Puede que el asesinato de su padre por parte de los Vulturi no haya sido lo que más le doliera, ya había dejado varias ocasiones en claro que lo odiaba. Pero… fue un golpe bajo hablar de su madre. De cierta forma –y nadie me lo dijo, ni lo he dicho-, sé que Nahuel tiene un cierto odio hacia mí… por la diferencia de vida que logré tener a comparación de lo que a él le tocó. Lo sabía, lo sentía. Son de esas veces en que no es necesario en que la persona te lo haga saber diciéndotelo, uno mismo se da cuenta cuando es odiado…o no exactamente serlo, pero si guarda algo de resentimiento. No lo culpo…supongo que…no, mejor no. Ideas inútiles.
- No me mires así, Nahuel –le decía nuevamente Aro-. De verdad, no sabemos el peligro que nos pueda a acechar con ustedes. ¿Qué saldría de la criatura a la que ustedes dieran a luz? O en todo caso, en que aportaran algo de su genética…mesclada con la de lo que sea con quién decidan reproducirse. Nadie lo sabe, se los aseguró. Y como nuestro deber es mantener el secreto a salvo…no hay opción.
Todo fue en un parpadeo del cual hubiera querido nunca hacer… Al momento en que el vampiro viejo terminó de hablar, Demetri agarró a Nahuel por atrás azotando su cabeza contra el suelo. Los gritos de sus hermanas no se hicieron esperar, y se lanzaron corriendo hacia las puertas… maniobra inútil, ya las tenían agarradas Felix y Luca por los brazos. A mí una Vulturi de cabellos rubios –la que había luchado con Alice- me hizo caer al piso de rodillas, mientras me agarraba el cabello de una forma brusca.
- Está sedoso… -dijo con voz burlonamente amarga. Traté de levantarme para quitarla de encima, pero una extraña fuerza me hizo bajar la mano, luchaba contra eso, pero mi cuerpo no me respondía-. ¿Ya conociste mi “don”? –dijo ella irónicamente.
Vi como Demetri levantaba al híbrido del cabello y levantaba su rostro hacia Aro… eso sólo significaría una cosa. Los ojos de sus hermanas estaban bañados en lágrimas, gritaban el nombre de su hermano, y una y mil veces suplicando que no le hicieran daño. Se jalaban hacia él, estiraban sus brazos lo más que pudieran como si pudieran agarrarlo… Felix se impaciento y a la que tenía entre brazos, le jaló más los de ella creando un grito de agonía por parte de ella.
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