POV Celia
Después de haberme arreglado. Me puse mi camiseta de la suerte. La blanca i mis pantalones pitillo con los zapatos de cuña. Y cogí un pañuelo a conjunto del bolso rosa.
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Cuando llamaron a la puerta fui abrir y María me guiñó un ojo.
Era Taylor.
Salí de la casa y me lancé a darle un beso.
- ¿Preparada para tu sorpresa?
- ¿Ya? –me extrañé.
- Claro que sí.
Caminamos hasta su moto y nos pusimos el casco y me llevó hasta un sitio muy bonito. Me sonaba mucho. Estaba lleno de flores y de hierba.
- Lo siento, no se me da bien. Pero. ¿Picnic?
- Dios… siempre he soñado con algo así.
La verdad. Me sorprendió mucho. Lo tenía todo preparado.
Sacó una cesta con el mantel y la comida y linternas por si se nos hacía de noche.
- Yo he venido aquí antes. –dije sin pensar.
- ¿Si?
- Creo que con mi hermano cuando éramos pequeños.
- Es muy bonito. Yo lo descubrí hace tiempo. Pero entre lo de tu hermano y todo. Que mejor hoy.
- Me alegro de que me sacaras de casa. Se me hacía pequeña.
- Te echaba de menos. –se acercó a mi para darme un beso.
Mientras cenábamos era aun pronto y nos acostamos en el mantel y él se levantó un momento.
- Ahora vengo.
- No te vayas muy lejos.
Al volver me dio una flor violeta, una de tantas que había en el precioso prado.
Estábamos tumbados abrazados. Nunca habíamos podido estar así antes. Estaba… relajada.
Empezaba a oscurecer y me daba mal rollo.
- ¿Podemos irnos? Es que empieza anochecer…
- ¿Dónde quieres que vayamos? –me preguntó con una sonrisa que me gusta.
- Sigue en pie la película, ¿verdad?
- ¿No tienes hora para ir a casa?
- Tengo… pero prefiero pasármelo hoy bien contigo y una semana de castigo.
- Eres traviesa.
- No. Solo quiero estar con un chico que me vuelve absolutamente loca perdida… -le besé apasionadamente.
- Celia…
- ¿Dime?
- Vamos.
Estaba perdiendo los estribores en medio del bosque. ¿Yo? Madre mía. Que vergüenza.
- ¿Qué película quieres ver? –dijo cuando entramos en su casa.
- ¿No están tus padres?
- Viaje de negocios. Los dos. Fin de semana para mi solo.
- ¿Seguro? Estoy aquí.
Empezamos a besarnos y ni película vimos.
Perdí la cabeza totalmente.
Él empezó a quitarme la ropa y yo a él entre besos y caricias empezamos a ir a la habitación. Me cogió en brazos y cuando llegamos a su habitación me dejó en su cama y sin parar de besarnos él empezó a caer encima de mi cuerpo besándome sin parar.
No podía parar de pensar en Taylor y lo que estaba pasando.
Nos intercambiamos los sitios el abajo y yo arriba y me quité el sujetador y las bragas y el los calzoncillos y nos metimos dentro de las sábanas.
Estábamos completamente desnudos los dos y mientras él se ponía el preservativo yo le hacía carantoñas y le besaba. Una vez listo todo se puso encima de mí y ahí sabía que el límite estaba apunte de pasarse.
Lo noté dentro de mí. Y solté un gemido de placer y como dos maquinas empezamos a funcionar los dos a la vez y ahora estaba yo encima de él y le veía la cara y susurraba mi nombre. Yo tan solo podía decir su nombre y un simple te quiero.
Cuando llegamos al punto, él se levantó después de darme un beso y yo de quedarme envuelta con las sábanas, él se lavó y volvió conmigo y miré la hora y aun me faltaba hasta una hora.
- Te quiero. – me susurró a la oreja.
- Yo más. Me has hecho la mujer más feliz.
- Que tonta… Si ha sido mi primera vez… Tenía miedo.
- La mía… también.
- Me alegro de que sea contigo. –me besó.
Me puse encima de él y empecé a besarle otra vez. Nunca me cansaría.
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