Narra Alma
Pasaron varios días, y porfin llegó la Navidad, de costumbre nos reuníamos la familia en este día, así que comimos parte de la manada y el resto de mi familia en casa de mis abuelos.
Cuando terminó la comida, Jake y yo nos fuimos a dar una vuelta por el bosque.
Juntamos nuestras manos, y caminamos a ritmo humano.
- Me alegro de seguir siendo tu imprimación. – le dije con una sonrisa.
- Yo nunca podría enamorarme de otra persona que no fueras tú.
- Claro.
Continuamos nuestro paseo y nos sentamos en la húmeda y fría hierba. Contemplándonos fijamente, y entre beso y beso, transmitíamos lo mucho que nos queríamos. Pero ese silencio terminó. El móvil empezó a sonarme y de un salto casi me estampo contra la copa de un árbol.
- Aix, que susto.
- Puedes sentarte ya, tan solo es…- miró en mi móvil.- Andrew.
- OH.
Seguidamente ya había descolgado y manteníamos una corta conversación.
- Andrew, ¿Cómo estás?
- Bien, ¿y tu? Por cierto Feliz Navidad.
- Igualmente. Que como vas con María.
- Bien, ahora nos vamos a mi casa, que tenemos la comida. Por cierto la nana de mi hermana dice que recuerdos para vosotros.
- Jajá, dile lo mismo. Oye tenemos que quedar.
- Claro, ¿Esta semana te viene bien? Oye pero tráete al novio, que envuelta de mujeres, que miedo.
- ¡Oye! Por dios. No nos tengas tanto miedo, yo no hago nada ¡eh!
- Claro…- susurró Jacob.
Le dediqué una sonrisa. Cuya me respondió.
- ¿Esta semana?- me preguntó Andrew.
- ¿Esta semana te viene bien?- le pregunté a Jacob.
- Claro.- me contestó.
- Vale pues esta semana ¿día?
- No sé, ¿veinte ocho?
- Vale, acudiremos al parque cerca de tu casa.
- Bien. Adiós.
Colgué y Jacob se rió, y puse cara de ¿Qué?
- De que te ríes haber chico lobo.
- Nada… que si que das miedo.
- ¿¡Qué!?
- Sí, que das un poco de miedo, ¡cuando te enfadas!- dijo entre risas.
- Jacob Black a mi no me hace ninguna gracia.
- Lo siento. Pero era broma. Esto… ten, no es mucho, pero…- me dijo mientras me tendía una cajita en la mano.
- Jacob, no tenías por qué, además no…
- Ábrelo.
Lo abrí y vi una gargantilla preciosa, la medalla que tenía era de un lobo bajo la luz de la luna y una niña contemplándolo. Por mi mejilla derramó una lágrima, llena de alegría. Esa niña era yo de pequeña, y el lobo el símbolo de él.
- Jake… es precioso. Gracias.
- Supongo que si te hubiera regalado otra cosa como videojuegos no te hubiera gustado, pensé en algo simbólicamente de nosotros.
- Es estupendo, en serio. Pero yo…- me quedé pensando, ¿yo le compré algo? Si, el día del centro comercial, le compré algo, pero no me acordaba.
- Tranquila, me ha dicho tus tías, que lo tienen ellas, que cuando vayamos te lo darán para que lo reciba.
- Lo malo es que… no me acuerdo de que te compré. Lo siento mucho.
- Tranquila ¿si? No pasa nada.
- Te quiero.
Nos dimos un frío y cálido beso. Con una carrera la cual le gané llegamos a casa de mis abuelos.
Mi tía Alice me entregó una bolsa de compra de una tienda, y me dio un flash, y me acordé de que era. Que extraño.
- Ten Jacob, espero que te guste. Lo que me dio tiempo a comprar.
- Seguro que sí.
Lo abrió y me dio un beso, le gustó y yo me alegré un montón.
Toda la gente se iba yendo ya, llegaba la tarde y debían de regresar a sus hogares.
- Nosotros nos vamos. Ya vendremos otro día.- anunció mi padre.
- Papá, puedo ir con Jacob a la Push, ¿un rato?
- Por supuesto.- dijo mi made, tan solo mi padre asintió.
- Gracias.
- Jacob luego si quieres venirte a casa a cenar, ven.- dijo mi padre.
- Gracias.- dijo mi novio.
Fuimos con el coche de Jacob hasta la Push, y delante del atardecer nos quedamos en la playa contemplando como iba escondiéndose el sol y en vez salía nuestra queridísima luna.
Después de ahí fuimos a mi casa, donde cenamos nosotros dos y mis padres solo hablaban con nosotros.
A la hora después Jacob debía de regresar a su casa. Esa noche no tenía mucho sueño y me quedé en vela junto a mis padres.
Otro don, el no dormir, solo dormía cuando estaba cansada. ¡Que vida!
Narra Andrew
- Buenas.- dije al entrar.
María estaba sonrojada, así que le di la mano para que se tranquilizara.
Mi madre vino a la entrada a recibirnos.
- Hola, debes de ser María ¿verdad?
- Si, un gusto.- dijo mi novia un poco más tranquila.
- Igualmente, no os quedéis ahí, venga pasad.
Entramos al comedor donde estaba la mesa lista y mi hermana jugando a la play, vino enseguida y le pegó dos besos a María.
- OH, cuñada, que bien.
- Jajá.- soltó unas risas las dos.- que bien tener a una cuñada, nos tendremos que ir de compras.
- OH, ¡tete te has encontrado a la chica perfecta! Me caes muy bien, y de solo oír tú nombre.
- La verdad es que nos conocíamos.
- ¡Chica! Lo sé, pero que quieres estamos delante de mis padres, hay que actuar.
- Ay ñaja… calladita estás más guapa.
Ayudé a mi madre igual que todos a preparar la comida, y a los pocos minutos estábamos comiendo. Cuando terminamos estuvimos todos hablando, y María ya se había acoplado, eso me gustaba, y encima a mis padres les caía bien.
Fui con mi madre a la cocina a dejar unos platos.
- Es muy buena chica, me alegro un montón.
- Gracias mamá.
- Oye que me ha dicho tu hermana si se puede quedar.
- Yo no sabía nada.
- Dile que se puede quedar.
- ¿Si? Gracias.
Salimos de la cocina y me encontré a mi hermana y a mi novia jugando y hablando sobre chicas.
Fuimos a dar un paseo por el pueblo y vino mi hermana.
- ¿Quieres quedarte a dormir?- le preguntó mi hermana a María.
- ¿A dormir?- me miró sorprendida, alcé los hombros.
- Si, claro si quieres.
- Vale.
- ¡Si! Dormirás conmigo, no te importa ¿no?
- Que va, mejor noche de chicas.
- ¡Si!
- Madre mía, mientras que me dejéis dormir…
- OH, no… tú serás nuestro nenuco.
- ¡¿Qué?! Estate bonita.
- Bueno… pos cogeremos a otro nenuco a que ¿si?- le dijo a María.
- Claro, hay muchos.- se echaron a reír.
- Ja, ja que graciosas que sois ¡eh!
- Lo sabemos.- dijeron a la vez.
Luego de ahí casi al atardecer fuimos a casa de María para que cogiera sus cosas.
Luego fuimos a mi casa y pasamos ahí el rato, jugando a la play, con el sing star que le había regalo a mi hermana.
A la hora de acostarnos pusimos otro colchón en la habitación de mi hermana para que pudiera acostarse allí.
Me tiraron de la habitación para cambiarse y yo fui a la mía para cambiarme.
A los pocos minutos me llamaron a la puerta y la abrí.
- Te vienes nenuco mío.- me dijo María dándome un beso.
- ¿Nenuco? Por dios. Vale, pero nada de ponerme mariconadas ¡eh!
- Tranquilo.
- ¡Tete! ¿Ya vienes o te as quedado atrapado en los brazos de María?
- Puede…- dije susurrando, y le di un beso a María, otra vez.
- Como lo sabía.
Nos pilló en pleno beso. María se puso sonrojada y mi hermana empezó a reírse.
- Cuando tengas tú novio, verás, le enseñaré fotos de cuando eras peque. – le amenacé riéndome.
- No me provoques que yo tengo más que eso. Videos.
- Procura.
- ¿Oh mi nenuco de peque? Puedo…
- Otro momento. Ahora no.
- Bueno…
Jugamos a un juego de mesa, pero en la cama y pasamos ahí la mayor parte de la noche hasta que empezaba a entrarme sueño.
- Me voy a dormir, buenas noches. – dije.
- Ahora si que disfrutaremos.- dijo Celia.
- Pero no hagáis mucho ruido que estoy al lado.
- Tranquilo, buenas noches.- me dio un corto beso y me fui a mi cama.
Pasó la noche tranquila, pero oí varias risas y shh…
|