No podía creer el recuerdo tan atroz que había acabado de ver. Eso quería decir que… la madre biológica de los gemelos, había tenido algo cercano a lo que mis padres, pero con Cayo. A diferencia de Bella y Edward, ella no quiso renunciar a su mortalidad. Y después de eso, fue que Cayo sabía los grandes dones que les darían a los Vulturi para sus beneficios. Los dio como última petición de Citlali a una familia para que los cuidaran mientras tenían una edad lo suficientemente madura para usarlos, y encontrarlos “accidentalmente”.
“Exacto, Nessie”. –me respondió mi tío.
“Pero… eso ¿Qué tiene que ver con lo que yo esté aquí?”
“Aún no lo descubro, supongo que tiene que tener conexión alguna”.
“Trataré de descubrir algo más acá, tengo alguien en mente que seguramente me podría resolver algunas dudas”.
“No. No te arriesgues, nunca desafíes a un Vulturi…”
“Descuida, tío –le interrumpí el pensamiento-. Estoy segura que no me hará daño… Exacto…no pueden hacerme daño…aún”.
“Sea lo que sea que se te haya ocurrido, será mejor que lo expreses”.
Tenía un plan perfecto que estaba ingeniado en mi cabeza, si por lo que veía en los pensamientos de Jasper mi familia iba a intervenir peligrosamente… ¡Eso es!
“Por favor, hazles entender que no se van a tener que arriesgar a venir por mí. No hará falta…”
Fui sintiendo como alguien se aproximaba hacia mí, se encontraba cerca de donde yo lo estaba. Perdí totalmente la concentración que en un momento había logrado tener de nuevo con Jasper. Esto se me estaba haciendo mala costumbre, tendría que practicar más. Solo espero que haya podido escuchar el plan completo.
Lentamente, fui saliendo del pequeño pasillo, mirando atentamente del lado donde provenían las pisadas. Sentí como del otro lado también se movía algo rápido, pero apenas haría el intento de voltear, ya tenía el rostro de Alec a pocos centímetros del mío. Y ahogue un grito.
- ¿Qué haces? –me preguntó con brusquedad, mirándome con esos ojos duros de color carmín. Creo que ya era de él hacer esa pregunta. Me hablaba como si la noche de ayer no hubiera ocurrido, y así sería entonces.
- Yo…no hacía nada que te incumba –le contesté con la misma brusquedad, y él levantó una ceja.
- ¿A qué quieres jugar, Renesmee?
- Aquí supongo que esa pregunta se aplica en ti, ¿no? –tenía que verme igual que la vez anterior, no podía cambiar de un día para otro, aunque ahora ya sabía historia que él probablemente no.
- No sé de qué estás hablando –repuso.
- ¿No sabes? –bufé, y me aleje un poco de su rostro-. ¿De verdad me crees una mimada, cierto? Una cosa es ser mimada, y otra muy diferente es ser tonta.
Nos quedamos en una lucha de miradas. Yo no perdería, podía sostener la suya cuanto tiempo fuese necesario. Era difícil desviar la mirada una vez que sus ojos del color de la sangre te atrapaban, y te sumergen para no poder salir. Nuevamente notaba esa lucha interna que tenía, como si alguien en él estuviera gritando auxilio. Algo había en él…algo que no quería dejarlo pasar por alto, esa mirada dura que mantenía todo el tiempo, parecía verdadera, sin embargo era una máscara a su alma –porque al igual que Bella, yo también creo que los vampiros tienen una-. Cada vez que me iban observando con más determinación, se iban relajando, increíblemente lo hacían.
Levantó su mano lentamente, -un tanto dudosa- hacia mi rostro. Acarició mi mejilla de arriba hasta abajo y volvió a subir donde empezó. Después paso hacia mis labios para delinearlos. Cerré los ojos una fracción de segundo, y al abrirlos de nuevo sus ojos no se habían apartado de mí ni un minuto. Ya por fin, su expresión dura se había ido para dejarle paso a la relajada, a la que no necesitaba tener el ceño fruncido.
- ¿Cómo lo haces? –me preguntó, al momento que bajaba su mano de mi cara.
- ¿Hacer qué? –pregunté algo desconcertada, y fruncí un poco el ceño.
- Olvídalo –puso los ojos en blanco, para apartarse de mí, y dar una sonrisa irónica.
- ¿Qué? ¿Crees que no soy lo suficientemente lista para entender? –me crucé de brazos algo molesta.
- No es nada, Renesmee. Simplemente es que… -se quedó unos leves momentos observándome-. Tú…
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Heidi acercarse hasta nosotros-. Buen trabajo, Alec, supongo que me ganaste en encontrarla.
- Ya sabes, ¿Cuándo no gano? –dijo con una voz incrédula el gemelo.
- Si, como sea –contestó ella-. Renesmee, ven, Aro te espera. Supongo que ahora ya está todo
completo –se encogió de hombros, y se nos adelanto al paso a Alec, y a mí.
Empecé a seguirla, cuando en eso, Alec me jaló hacía él, y me susurró.
- Tenemos una plática pendiente. Nos vemos cuando esto terminé.
¿Cómo estaba tan seguro de que esto acabaría, y yo con ello? ¿De verdad alcanzaría a seguir con
mi vida aún cuando esto terminara? No lo creía posible… pero, de cierta forma, algo en sus
palabras hicieron darme la confianza que me faltaba para enfrentar lo que se me aproximara.