PROMESAS CUMPLIDAS-TERMINADA

Autor: rake
Género: Romance
Fecha Creación: 12/12/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 86
Visitas: 146240
Capítulos: 56

TERMINADA

ES UNA ESPECIE DE 2ª PARTE DE:DESEOS PROHIBIDOS

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 5 VOTOS!!!

Un pecaminosamente futuro caballero ha llegado a Londres?y Bella casi se desmaya cuando se da cuenta de que se trata de Edward Cullen,transformado en un hombre magnífico.Ha regresado para reclamar su título?y para cumplir la promesa que una vez se hicieron dos jóvenes amantes bajo la luna,una escandalosa promesa que ninguna dama decente osaría cumplir.

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Capítulo 41: Llegada

Hasta que el coche se detuvo,no se percató de que Bella lo miraba a él,que ya no miraba por la ventanilla.Se había quitado de encima su chaqueta y ahora se la devolvía.

—Estás nervioso—le dijo en voz baja.

—No seas ridícula.—Cogió la chaqueta y se retiró lo justo para ponérsela sin darle un golpe en la cara.

—Me asombra que te preocupe algo que no has conseguido con tu esfuerzo.

—A mí también me asombra—replicó él con sinceridad.—Pero cuando contemplo lo que he heredado,me gusta pensar que todo esto tiene una historia de seis generaciones.Lo que tengo en TeJas empezó conmigo y no voy a negar que me enorgullece muchísimo el logro,pero también me satisface la idea de que,dentro de unas generaciones,los hombres que hereden lo que yo empecé puedan admirar y valorar su historia.No me conocerán,ni sabrán lo que me costó proporcionarles el comienzo de un legado,del mismo modo que yo tampoco conocía a los hombres que me han dejado esto hasta que vine aquí,pero eso no significa que no respete lo que consiguieron.

Los ojos de ella,de pronto oscurecidos,revelaban una especie de aprecio y él era lo único que estaban contemplando atentamente...

Se abrió la puerta del carruaje y se deshizo el hechizo;Bella dio un brinco,acompañado de un gritito y Edward pensó que,por unos instantes,ella había estado tan perdida en él como él lo había estado en ella.El lacayo la ayudó a bajar del coche y Edward la siguió,deseando que no se les hubiera escapado aquel momento,preguntándose qué estaría pensando,qué le habría dicho de no haberlos interrumpido.

—Es impresionante—comentó Bella.

Edward tuvo que darle la razón.Tres plantas por encima del nivel del suelo,una parcialmente por debajo,todas casi el doble de altas que los pisos de la casa que él se había construido en Tejas.Se le ocurrió que sus antepasados debieron de creerse gigantes entre los hombres y habían querido que el lugar en el que vivían fuera un reflejo de esa actitud.

Jacob y Leah se acercaron,mientras los sirvientes y las doncellas que viajaban en el tercer coche se dirigían a la mansión,donde Edward supuso que empezarían a atender de inmediato las necesidades de sus señores.

—La anterior lady Forks dio una fiesta aquí el año pasado—los informó Leah.—Siempre encontraba el modo de conseguir que sus huéspedes se relajaran y se sintieran a gusto.

Edward dio una palmada y se frotó las manos.El cielo plomizo había empezado a oscurecerse con el anochecer.

—Vamos a instalarnos.

Sabía que no les supondría un gran esfuerzo,puesto que varios lacayos habían metido ya los baúles y las bolsas en la casa.

—Nunca he tenido huéspedes aquí y soy algo novato en esto—comentó,sin contar como huésped a la anterior lady Forks,que en realidad había vivido allí—,así que haced como si estuvierais en vuestra casa.

—Estaremos estupendamente,Edward—le aseguró Leah.—No te molestes en impresionarnos con formalidades.

—No me hagas adquirir malos hábitos de los que después tenga que deshacerme—le pidió él.—Prefiero aprender a hacerlo bien.

—Lo mejor es que te cases con alguien que se encargue de todo por ti—le soltó Jacob,con el consiguiente manotazo de Leah en el brazo.—¿Qué?Sólo he dicho la verdad—se defendió él.—Los asuntos domésticos son dominio de la esposa.

—Pero no son la razón del matrimonio.Uno se casa por amor.

—Olvida,lo que he dicho—rectificó Jacob mirando a Edward.

Subieron los escalones de piedra.Un lacayo abrió la puerta.Entraron las damas y Edward y Jacob las siguieron.

El mayordomo,estirado y serio,esperaba instrucciones.

—Bienvenido a casa,milord.

—Gracias, Alec.—Edward había avisado de que traía compañía.

—He ordenado que les preparen habitaciones a los duques y a la señorita Swan en el ala que ocupó en su día la antigua condesa.Creo que encontrarán el alojamiento muy satisfactorio.

—Gracias.En cuanto a la cena...

—Se servirá a las siete,como de costumbre.Les sugiero que se reúnan en la biblioteca,donde me he tomado la libertad de surtir las vitrinas de su mejor oporto,coñac y whisky.

Edward se volvió hacia sus huéspedes.

—Parece que alguien se ha ocupado de todo.

—No hay nada más valioso que un servicio competente—señaló Leah.—Estoy deseando refrescarme.Os vemos en la biblioteca dentro de una hora,¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Leah cogió a su prima del brazo.

—Vamos,Bella.No sé tú,pero yo estoy deseando quitarme la ropa de viaje.

—Las acompañaré a sus habitaciones,señora —dijo Alec.

Mientras las damas subían la escalera,Jacob se rezagó con Edward.

—¿No quieres cambiarte de ropa?—le preguntó este último al duque.

—Sí,pero primero quería advertirte que Leah se está tomando muy en serio su responsabilidad de carabina,pero como alguien que en su momento supo eludir a las carabinas,me compadezco de ti y haré todo lo posible por distraerla cuando empiece a anochecer.

—Te lo agradezco.—Edward sonrió.

—Es lo mínimo que puedo hacer Reconozco a un hombre enamorado en cuanto lo veo.Yo estuve a punto de perder a la mujer de mi vida y sé cómo te sientes.—Le sostuvo la mirada.—Además,no hemos tenido ocasión de hablar en privado desde el desafortunado incidente con Aro...

—Siento mucho lo ocurrido—lo interrumpió Edward.

—Aro es un imbécil pretencioso y arrogante.—Ese comentario desconcertó a Edward.—Disfruté viéndote sacudirle como él me sacudió a mí.

—¿Te pegó?

—Me dio una buena paliza.Sólo quería que supieras que,aunque el momento y el lugar no fueron de lo más acertado,entiendo que el puñetazo probablemente fue merecido.

Edward negó con la cabeza.

—No,yo creo que las tres cosas fueron desafortunadas.

—Como quieras.—Jacob echó un vistazo al vestíbulo.—Interesante colección de arte.

—He pensado en vestir a algunas de esas estatuas—confesó Edward.

—Yo en tu lugar las dejaría como están.Hay algo muy provocativo en esos desnudos.

—No estoy acostumbrado a tanta desnudez.

—Es arte,amigo mío.Y las damas suelen apreciarlo.

Capítulo 40: Viaje Capítulo 42: Cambio de imagen

 


 


 
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