Bella POV
Las cosas no han ido tan mal como pensé que podrían ir. Edward ya no está molesto por la "buena idea" de las divinas, aunque aun lo noto algo receloso. Creo que es normal. No debe ser fácil para alguien, que la persona que ensuciara tu reputación, si es que eso es posible, se encuentre tan cerca de ti y pretenda ser tu amiga. Pero, ¿acaso soy su amiga? No, lo dudo mucho; soy su "alumna", necesitaba un tutor, y él no tiene nada que hacer, así que...asunto arreglado.
Alguien toca molestamente a la puerta, y por raro que parezca, estoy sola. Edward se fue con el equipo a practicar, o mejor dicho, fue a ordenarles que practicaran, ya que él es el capitán.
Con toda la flojera de la que me veo dotada este día tan molesto y cansado, bajo los pies de la cama y saliendo de mi cuarto, ando con pesadez hasta la puerta del dormitorio. La abro sin preguntar quién llama porque, para ser sincera, no me importa.
Una chica bajita, de piel clara y ojos verdes, me recibe del otro lado con una radiante sonrisa. Besa mis mejillas y suelta una de sus características risitas. -¡Bella!-su grito me parece mucho mas encantador que el de Jess, y aunque lo duden, esta chica me cae realmente bien.
-Hola, Alice.- la hermana menor de Edward es una chica adorable, un poco entusiasta, algo que nos ha favorecido en el equipo de animadoras; su carácter es explosivo, pero le he agarrado un gran cariño en estas dos semanas que llevamos de conocernos. -¿Se te ofrece algo?.pregunto con curiosidad al notar que la sonrisa sigue en sus labios, lo que no es un buen presagio.
-En realidad, no. Solo vine a visitarte.-me dedica una mirada reprobatoria al observar mi rostro preocupado. –Relájate, niña. Todo esta en orden.-su risa musical se deja escuchar y soltando un suspiro, me aparto de la puerta para dejarla pasar.
-¿Y Rosalie?-pregunto instintivamente. La prima de Alice, es una chica muy guapa y encantadora, ha sabido engatusar a mas de un chico ¡y eso que tiene un novio muy lindo! A pesar de haberla tratado un poco menos, la considero una persona muy agradable, y me resulta muy natural verla siempre con su prima. -¿No vino contigo hoy?-
-Fue por unos refrescos, ya sabes. No debe tardar en llegar.-como si la misma Rose la hubiese escuchado, apenas de sus labios escaparon tales palabras, la puerta fue tocada por la mano femenina de la rubia. Le abrí y sin dejar de sonreír, ambas tomamos asiento en el sillón de mi pequeña sala, al lado de Alice.
-Hola, capitana.-dijo de modo bromista, pues sabe que detesto que me llame de ese modo.
-Hola, Rose. ¿A qué debo el honor de su visita?-pregunté poniendo los ojos en blanco, mientras me hacía la ofendida. -¡Déjenme adivinar!-dije en cuanto Alice separó los labios. -¡Sus novios están entrenando!-ellas asintieron. Y yo bufé molesta, o fingiendo estarlo.
-Eso no es todo, tonta.-dijo Alice y yo fruncí el ceño, la última vez que me dijo "tonta" terminé cargando diez bolsas en el centro comercial. Lo que originó que mi madre llamara desde Madrid, ya que andaba con un asunto de negocios, para preguntar que tipo de "emergencia" había tenido. En otras palabras, quería asegurarse si iba a una fiesta, o si solo tendría una cita con un chico guapo. A veces pienso que mi madre se cree una adolescente y que yo soy la adulta, porque sinceramente...-¡Hey, Bella! ¿Me escuchas?-la voz de Alice, y el movimiento de su mano frente a mi rostro me liberó de todo pensamiento.
-Perdón, solo recordaba lo que ocurrió la vez pasada, cuando me dijiste tonta.-dije entre risas, ganándome una mirada asesina de la compradora compulsiva y una sonrisa cómplice de la exuberante mujer que nos acompañaba.
-Y de seguro, recordabas a tu madre.-un pequeño sonrojo cubrió mis mejillas al volver a recordar aquel instante.
Flash Back
Emmett, Jasper y Edward estaban acostados por el suelo y el sillón de nuestro dormitorio, nótese que los hermanos y primos de Edward nos visitan con gran frecuencia. Estaban viendo un partido de baloncesto en el canal deportivo.
Alice, Rosalie y yo, habíamos ido al centro comercial el fin de semana, nuestro segundo sábado dentro del internado. Con diez bolsas en las manos, pasos cansados y una tarde inolvidable, abrí la puerta del dormitorio, encontrándome con los chicos como antes los describí. Alice y Rosalie venían detrás de mí, sonrientes y sin muestra de fatiga.
Deje caer las bolsas en el suelo y me senté en el sofá, junto a Edward; quien al notar mi expresión, y después de reírse, me hizo un lugar a su lado. Las chicas se acomodaron en el suelo, al lado de sus parejas. Pusieron una película, dejando el partido para la repetición de más tarde.
Estábamos viendo una película de terror, y aunque no lo crean, estaba asustada. Con desapercibidos movimientos, me acomodé más cerca de Edward, terminando casi recostada en su pecho, aunque no pareció molestarle. Al contrario, pasó lentamente su brazo sobre el sofá, rodeándome sin tocarme. Como lo que pasa en las películas, cuando una pareja va al cine, y es su primera cita.
La escena era típica. La niñera se encontraba recorriendo el oscuro pasillo de la enorme casa, mientras a gritos no muy altos, llamaba a los pequeños niños que cuidaba. Las luces parpadeaban y la fuerte lluvia golpeaba la ventana de cristal, por la que se veía el oscuro bosque que rodeaba la casa.
Con pasos inseguros, subía los escalones y al llegar a la estancia en el segundo piso, el teléfono comenzaba a sonar. Sus manos temblaban, al igual que su cuerpo. Cuando iba a contestar, ambos niños se cuelgan de sus piernas, llorando y temblando, provocándole un susto de muerte y que un grito escape de sus labios.
Todos dimos un respingo en nuestro lugares al escucharla. La habitación estaba oscura y ya nadie comía palomitas. Eran eso de las siete de la tarde.
El maldito aparato seguía sonando, y la pobre muchacha no sabía que hacer. Con la voz temblorosa, tranquiliza a los niños y toma el teléfono en sus manos. -¿B-bu..bueno?-logra preguntar al fin, después de perder el aliento y comenzar a jalar aire desesperadamente.
-Estoy dentro de la casa.-dice una voz masculina de forma aterradora. La chica mira desesperadamente en todas direcciones y cuelga el aparato con violencia. Se escucha un jarrón romperse a los pies de la escalera, y sin dudarlo, corre hacia el cuarto de los dueños de la casa y se encierra con los niños. El teléfono en la habitación comienza a sonar, y suena, y suena...aumentando los nervios de la adolescente y la desesperación de los infantes.
Se escucha como alguien toca la puerta, y gira la perilla, la cual no cede. El ruido de una cierra eléctrica, comienza a llenar el aterrador silencio. La puerta comienza a ser atravesada por la maquina del demonio, y el sujeto muestra una sonrisa perversa ante sus presas. Las tres figuras pegan un chillido asustadas.
Sin ser conciente, me encontraba abrazada a mi compañero, quien parecía tan asustado como yo. Los demás estaban igual, salvo Emmett, que se notaba mas tranquilo. Aunque en realidad, mantenía los ojos cerrados y las manos sobre los oídos. Rosalie estaba aferrada a su "valiente" novio. Jasper se mantenía quieto, observando las reacciones de su novia, a la cual abrazaba firmemente por la cintura. Alice se tapaba el rostro con las manos, aunque veía a través de la separación entre sus dedos.
El molesto hombre estaba por entrar a la habitación, todos temblábamos. Comencé a hiperventilar.
Y de repente. Riiiiiiiiing
Todos pegamos un salto en nuestros asientos, nos aferramos con fuerza a la persona a nuestro lado y pegamos un espeluznante grito.
Edward tomó temeroso el teléfono y respondió lentamente, bajo la atenta y asustada mirada de todos. -¿Bu-bu..bueno?-su voz temblaba impresionantemente, tal como la de la chica de la película. –Si, ella está aquí.-dijo más relajado, y con una sonrisa en sus labios. Me tendió el teléfono, y lo miré con los ojos abiertos y la respiración entrecortada.
-¿Bu-bueno?-pregunté dubitativa. -¿Renée?-dije con los ojos abiertos como platos por la sorpresa, todos se echaron a reír.
La película llegó a su fin en un segundo y apagaron la tele. Dejándome charlar con la persona del otro lado de la línea, pero sin perder detalle de cada palabra.
-¡Bella, querida!-la voz, demasiado entusiasta, me saludó como si no me hubiera hablado en años.
-¿Ha pasado algo malo?-pregunté asustada, esperando no recibir una mala noticia.
-No, cielo. Claro que no.-dijo riendo. –Es que me llegó una factura con tus gastos de hoy, ¿fuiste de compras?-podía notar la curiosidad impregnada en cada palabra, y casi podía notar el brillo de sus ojos.
Me golpeé la frente bajo la interrogativa mirada de mis acompañantes. –Si. Lamento...-
-No, amor. No pidas disculpas.-dijo con tono de reproche. –Estoy segura, que a tu chico le va a encantar lo que has comprado.-dijo como solo ella podría.
Me quedé con la boca abierta y escuché a Alice reírse de mi expresión. -¿De..de qué hablas?-pregunté con voz temblorosa, mientras sentía la sangre subir a mis mejillas. Todos me miraban con atención, por lo que me sonrojé violentamente.
-El chico que ha respondido. ¿No sales con él?- ¿se refería a Edward? Estaba por negarlo, cuando habló de nuevo. –Solo recuerda ser prudente, Bella. Usa protección.-dijo encantada.
-¡Madre!-chillé completamente avergonzada, con la respiración agitada y con un grupo de chicos observándome divertidos. -¡No seas...imprudente!-dije molesta.
-¡Oh, querida! No hay nada de que avergonzarse, cuando yo tenia tu edad...-
-Lo sé, madre.-dije quitándole importancia. No había comparación entre ella y yo.
-Cielo, tengo una pregunta. Acaso, ¿eres virgen?-antes de que disparara la pregunta, había comenzado a caminar alrededor de la mesa del teléfono, terminando enredada con el cable. Pero cuando preguntó, me resbalé con una palomita de maíz y caí al suelo, llevándome el teléfono conmigo.
Todos se rieron fuertemente. Edward y Alice sostenían sus estómagos con fuerza, Emmett golpeaba el suelo, Rosalie se tapaba la boca con una mano y Jasper escondía el rostro en un cojín del sofá.
-¡Mamá!-chillé avergonzada y furiosa. -¡Eso no te incumbe! Doy por finalizada toda conversación.-
-¡No te atrevas a colgarle a tu madre!-dijo una autoritaria voz del otro lado. Abrí los ojos como platos.
-¡¿Charlie?-grité aterrada. Llevándome una mano a la boca mientras sentía algunas lágrimas mojar mis pestañas. –Padre, ¿estabas escuchando?-escuché una respuesta afirmativa de su parte. -¿Quién...quien mas está allí?-pregunté horrorizada.
-Oh, no te preocupes por eso, Isabella. Solo estamos: tu papá, Billy, Jacob, Sue, Harry, Sam, Emily, y yo.-dijo quitándole importancia.
-Dime que no lo tienes en altavoz, Renée.-dije al borde del llanto.
-¡Hola, Bella!-me saludaron todos del otro lado. Me quedé en blanco. -¿Sigues ahí, Bella? Debemos discutir lo de tu cumpleaños, es el próximo sábado.- colgué.
-Lo siento.-dije a todos, quienes me observaban con caras sorprendidas. Llevé una mano a mi rostro y lo noté mojado. Estaba llorando. –Discúlpenme.-y sin tomar mis bolsas, entré a mi habitación. Y no volví a salir.
Fin del Flash Back
-Oh, cállate, Alice.-dije enfurruñada.
-Lo sabía.-dijo encantada. Y Rosalie se rió con ella, mientras yo maldecía en murmullos poco entendibles.
Como ya dije, las cosas no han ido tan mal. Y como divina, soy una completa farsa. Creo que ellos ya lo han notado.
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