Llegué a casa a tiempo para cambiarme e ir al instituto. Aún se me hacía raro pensar en aquel como mi hogar pero me sentía realmente a gusto en ese lugar.
Todavía albergaba serias dudas sobre ir al instituto, sé que suena ridículo porque, ¿Cómo es que un vampiro puede temer a algo tan simple como las clases? Pero no era eso, más bien temía al resto de humanos, ¿cómo serían? Y lo más importante, ¿Cómo iba a pasar el primer día rodeada de su sangre?
No quería que el tiempo avanzara, quería quedarme atrapada en aquella noche eterna, me subí a un árbol, apoyé la espalda en el tronco después de hallar una rama lo suficientemente ancha para sentarme con comodidad, abracé una de mis piernas y dejé la otra colgando inmóvil mientras observaba como el sol se asomaba desde las laderas de nuevo.
Otro amanecer más, otro día más, pude ver desde mi escondite como la vida nacía en el pueblo, las alarmas sonaban y la gente se despertaba, eliminando todos los indicios del silencioso paisaje nocturno y dando paso al bullicio del día, parecía que todo despertaba cuando los humanos lo hacían, las calles se llenaban de coches y de gente paseando por ellas, las tiendas abrían como cada mañana, la gente sacaba a pasear a sus mascotas e incluso alguno llevaba su bicicleta, rodando por la acera.
Parecía que los árboles también se habían despertado para darles la bienvenida, ya no eran las sombras oscuras que se deformaban en la oscuridad, ahora eran completamente verdes, de un verde que me cegaba por momentos y los pájaros cantaban felices, celebrando esa nueva mañana, a esas horas todo eran risas y color.
Realmente añoraba eso, sentirme una parte de aquella sociedad, añoraba pasear por sus calles sin preocuparme. Respirar el aire fresco y notar como este entraba en mis pulmones, liberándolos del aire nocturno, pero eso ya nunca sucedería. Los humanos no apreciaban esa clase de nimiedades, por unos momentos me sentí la observadora de lo que nadie mira.
Decidí moverme, ya era hora de cambiarse e ir al instituto, aún seguía extrañándome decir aquello, aquella palabra me causaba escalofríos y ganas de huir pero debía afrontar mis temores y, además, esta vez sería diferente, lo presentía.
Llegué a casa a la vez que escuchaba como Charlie, el padre de Ann, se iba en su coche patrulla y entré rápidamente por la ventana sin provocar el menor ruido, me cambié de ropa en un tiempo record y me coloque ligeramente el pelo, ni siquiera me miré al espejo, no me importaba mi aspecto.
Miré el reloj de la mesita, aún quedaban unos minutos para que Ann se despertara por lo que me asomé de nuevo a la ventana para echar un último vistazo al paisaje.
A pesar de ver el sol claramente, este no trasmitía luz, una gran capa neblinosa se había extendido y absorbía por completo los rayos del sol.
Decidí que ya era hora de ir a ver a Ann. Salté por mi ventana y entré por la suya. La encontré hecha un ovillo en la cama, parecía haber estado dando vueltas durante la noche y solo se apreciaba, trozos de cuerpo camuflados entre las sábanas. No pude más que verle el rostro, el cual, a pesas de la fiesta nocturna mostraba una serenidad absoluta y una felicidad que jamás había visto en nadie.
Sonreí con fuerza, ¿en que estaría pensando? Yo ya no podía dormir pero también lo echaba de menos, tenía ocho horas adicionales más, si, pero los sueños eran algo increíble, aún recuerdo que cuando era humana, trataba de pasar durmiendo el mayor tiempo posible, los sueños me abstraían de la cruel realidad y me transportaban a sitios mágicos e inimaginables, sobre los que yo gobernaba, bastaba con desearlo y lo tenía, realmente echaba de menos aquello, el pasar rápido de las horas, el sonreír pensando que con cada noche, quedaba un día menos, que la cuenta atrás se iba acortando, pero eso ya no sucedería, el reloj se había detenido para siempre.
Escuché un ligero roce de sábanas provocado por el movimiento de Ann y volví a la realidad, me acerqué a ella sin provocar el mínimo sonido y cuando estaba a su lado la saludé.
- Hola
Tuve que apartarme rápidamente para esquivar la mano que se asomó entre las sábanas dispuesta a darme un manotazo. Ann se levantó casi sin abrir los ojos y se dirigió al baño, la saludé de nuevo pero solo recibí un gruñido a modo de respuesta, me reí y fui a mi cuarto a coger la mochila, para darme cuenta de que no tenía ninguna, después de rebuscar en todos los armarios y los cajones y dejarlo todo patas arriba.
En ese momento apareció Alice tras mi espalda y me saludó, lo cual me pilló por sorpresa y me hizo dar un salto, ella se rió con fuerza de mi expresión.
- ¿buscabas algo? – sacó las manos de su espalda mostrándome una mochila azul oscura
- ¿Cómo sabías…? – me quedé en silencio al recordar que Alice tenía visiones, le sonreí con fuerza y la abracé, no lo hice intencionadamente, cuando me di cuenta mis brazos estaban rodeando su cuerpo, el contacto volvió a sorprenderme pero era agradable – gracias – ella se rio de nuevo
- No tienes por qué dármelas – se alejó de mí y se dirigió a la ventana – tengo que irme, adiós, no lleguéis tarde
- Alice, espera
Con esas palabras me vino la sensación de que debía irme con ella, no sabía porque, pero la sensación era muy fuerte. De pronto escuché un coche acercándose a la casa y pude distinguir un volvo gris entre los árboles, no necesité mucho tiempo para enlazar las ideas; coche, Edward, Ann.
Alice seguía mirándome ahora con un gesto extrañado, miré de reojo el espejo y pude ver que sonreía con picardía al pensar en ellos, borré aquella expresión de mi rostro y miré sonriente a Alice.
- ¿nos vamos? – me acerqué a la ventana y salté pasando por su lado, pude notar como me miraba con curiosidad aunque no supe identificar exactamente por qué
Ni siquiera había avanzado dos pasos cuando escuché aterrizar a Alice a mis espaldas, pasó a mi lado y se giró para mirarme con una pregunta escrita en la cara, más no pronunció palabra.
Anduvimos el camino en silencio hasta que llegamos a un cruce en el que estaban esperándonos en un jeep que conducía Emmett, Rosalie iba a su lado cruzada de brazos y ni siquiera giró la cabeza cuando llegamos, la ignoré su mal humor habitual me importaba bien poco, saludé sonriente y Jasper y Emmett me devolvieron el saludo sonrientes, nos montamos y Emmett arrancó.
Estaba al lado de la ventana por lo que me quedé mirando a través de esta en silencio, nadie dijo una palabra en todo el camino. Al llegar y bajarme del coche pude ver a Ann a lo lejos, la cual no tardó en acercarse corriendo al vernos, vino a mi lado y mirando disimuladamente a su alrededor me susurro que la siguiera.
Me llevó a lo largo de varios pasillos hasta que llegamos a secretaría, allí nos atendió una mujer bastante agradable que hizo sencilla la ardua tarea de matricularme, simplemente me dio unos papeles que rellené y seguido un horario de clases, salimos rápidamente. Ella cogió mi horario y suspiró.
- A penas coincidimos en ninguna clase – yo le miré sonriente
- No te preocupes, tenemos los descansos – ella me devolvió la sonrisa
Fuimos a clase, al entrar pude notar como un horrible olor entraba por mi nariz, tan desagradable que me hizo dejar de respirar, miré a Ann extrañada pero ello no dio signos de notarlo por lo que me puse a examinar mi alrededor para tratar de percibir de donde venía aquel horrible olor.
Venía de un grupo de chicos sentados en segunda fila. Los miré con detenimiento, eran muy parecidos entre ellos, casi todos tenían la tez tostada y los ojos oscuros, combinados con el pelo negro, a excepción de un par de chicos, de los cuales uno tenía el pelo corto y castaño claro, con unos ojos pardos que me lanzaban una mirada de desprecio absoluto aunque no alcanzaba a conocer la razón.
El otro chico, tenía la piel ligeramente más clara que el resto del grupo aunque igualmente morena, y la combinaba con unos ojos verdosos que me fascinaron, su pelo, ligeramente más claro que el del resto, era más largo, mediría unas tres pulgadas aproximadamente y estaba cortado de una forma dispareja que le daba un aire de misterio que me encantó, no me miraba con desprecio como el otro chico, sino que parecía curioso.
Ann me tocó el brazo y me saco de mi ensimismamiento, la miré y me señaló con la mirada el fondo de la clase, donde nos esperaba Alice, con Jasper sentado en el asiento contiguo.
Para acercarnos a ellos tuvimos que atravesar toda la clase mientras que los alumnos nos miraban con curiosidad y el grupo de chicos me miraba con desprecio, todos excepto él que se veía como una cara amigable entre tanto odio en el que estaba siendo enterrada por los otros. Sus miradas estaban aumentando mi nerviosismo por momentos lo que no era del todo aconsejable teniendo en cuenta mi situación el lugar en el que me encontraba.
Al instante comencé a sentir una calma absoluta que me tranquilizó por completo por lo que ignorando al grupo, seguí a Ann y nos sentamos con Alice y Jasper.
El resto de las clases pasó sin novedades, Los demás se fueron en la tercera hora, al parecer tampoco coincidía con ellos, por lo que me quedé sola, odiaba aquello. Por suerte el grupo que me miraba antes con odio también se marchó. Sentía miles de ojos puestos en mi persona aunque sabía que no era cierto, pero al parecer sí que lo era el hecho de que por ser nueva, parecía ser la atracción del instituto, me senté en la parte trasera del aula para evitar las miradas curiosas que me dedicaban mis compañeros pero se las apañaron para mirarme a pesar de todo.
Por suerte nadie se acercó a mí, el profesor llegó y todos se miraron al frente olvidándome por completo, pero cuando se disponía a comenzar con la clase, la puerta se abrió dejando entrar al chico que había visto en la primera hora, este se quedó mirándome y por un momento fue como si todo lo demás desapareciera, solo estábamos él y yo. Sacudí la cabeza y salí de mi estupor, a él pareció pasarle lo mismo porque seguía inmóvil en la puerta. El profesor le lanzó una mirada de hastío.
- ¿Vas a entrar hoy Jeremy? – apartó su mirada de mí y parpadeo seguidamente antes que mirar al profesor, este al ver que no respondía hablo de nuevo – siéntate
Jeremy… saboreé la palabra en mi mente, me gustaba como sonaba, ¿Qué se sentiría al pronunciarlo? Aquellas seis letras retumbaron en mi cabeza una y otra vez, tomando un valor inimaginable para mí, que fue tomando fuerza con cada segundo que pasaba.
Él miró al frente dedicándome una mirada furtiva antes de dirigirse hacia los asientos, yo miré a mí alrededor y no vi ningún sitio libre, ¿Dónde se suponía que iba a sentarse? Hasta que vi cómo se acercaba a mí y miré el asiento que estaba a mi derecha, estaba vacío.
Lo vi todo a cámara lenta, lo que provocó mi nerviosismo, pero, ¿Por qué me ponía nerviosa pensar que él se iba a sentar a mí lado? Cuando estaba a dos pasos de mí no pude evitar aspirar profundamente y un fuerte olor me invadió, pero no era como el anterior, a pesar de que tenía un ligero olor desagradable que lo cubría, su esencia me aturdía, no pude evitar respirar profundamente de nuevo para embriagarme con su aroma.
Él se sentó a mi lado y su olor lo invadió todo. No pude evitar mirarle de reojo de vez en cuando durante la clase para verificar que él me miraba con esos ojos que me devolvían la mirada con un toque de curiosidad, aparté la mirada y pude notar como mis mejillas me cosquilleaban, sabía que no podía sonrojarme pero supuse que de haber sido humana estaría completamente ruborizada.
Pasé la clase en silencio, combinando miradas cómplices con aquel chico y dudando de si saludarlo o no, finalmente antes de que terminara la hora me decidí y le pasé una nota con disimulo.
“Hola”
Él me miró con una mezcla de preocupación y extrañeza. No respondía y mi nerviosismo fue aumentando, finalmente la campana sonó anunciando el fin de clases y con ello el chico se levantó rápidamente y se fue. Cuando salió por la puerta suspiré, me disponía a guardar mi cuaderno cuando vi la nota doblada sobre la mesa.
“No deberías hablar conmigo”
Me quedé unos segundos inmóvil hasta que reaccioné, guardé rápidamente el material y metí con suavidad la nota, después de doblarla, en mi bolsillo. Salí a gran velocidad de la clase, quizás a demasiada, necesitaba preguntarle a ese chico que significaba la nota, ¿Por qué no podíamos hablar? No lo entendía.
Cuando salí no le vi, no miraba por donde iba y no pude evitar tropezarme con alguien, me regañé por mi despiste, miré a la chica con la que me había chocado y mi rostro mostró la más grande le las sorpresas al ver que no era otra persona que Ann, la cual me miraba con extrañeza.
- ¿En qué pensabas, no me viste?
Yo me reí para lograr unos segundos más de tiempo y pensar en una excusa, no era que no la apreciara como amiga, sino que me daba vergüenza admitir lo que había pasado con ese chico además de que tenía la sensación de que no debía contárselo a nadie, finalmente decidí librarme con una broma.
- No, es que eres tan pequeña que no me di cuenta - Ella me miró con fingida indignación y yo recordé que tenía algo que preguntarle - ¿Qué tal con Edward? – se sonrojó y se rio pero no dijo nada, la miré sonriente – ¿tan fuerte es que no puedes pronunciar palabra? – ella se sonrojó aún más al adivinar la dirección de mis pensamientos y dijo en un tono casi inaudible.
- Bien – yo sonreí con fuerza
- Me alegro, ya lo imaginaba – ella me miró con fingido enfado
- ¿y si lo sabías para que me preguntas?
- Porque quería que tú me lo corroboraras
Nos quedamos un rato en silencio y al poco comenzamos a reírnos juntas mientras caminábamos. De pronto vi a Edward a lo lejos, nos estaba mirando y se acercaba a nosotras, Ann se dio cuenta y me habló rápidamente susurrando.
- Edward puede leerte la mente asique ocúltale todo lo que te he dicho
Me quedé en silencio, no lo recordaba, según se iba acercando me iba poniendo más nerviosa, no quería que supiese nada de aquel chico ¡nunca había tenido que esconder lo que pensaba! Mis pensamientos siempre habían sido solo míos, jamás imaginé que nadie pudiese entrar dentro de mi cabeza y verlos. Comencé a chillar mentalmente para evitar que supiese lo que pasaba por mi cabeza, pude ver cómo me miraba extrañado, no podría seguir chillando todo el tiempo por lo que cuando él se acercó a saludar yo me fui corriendo y sin darme cuenta empecé a gritar en alto, noté como al pasar a su lado, Edward se giraba para mirarme y pude imaginar su rostro lleno de perplejidad claramente en mi cabeza.
Debía correr lentamente para imitar la velocidad de los humanos por lo que sentí que me alejaba lentamente de Ann y Edward, demasiado lento.
Después de torcer por un par de pasillos me detuve, ya no había nadie en ellos, estaban completamente desiertos, probablemente los alumnos habrían ido a tomar el almuerzo, o tal vez al patio a respirar un poco de aire fresco para continuar con la jornada.
Me disponía a volver en mis pasos cunado una puerta destartalada llamó mi atención, la luz parpadeaba y me incitaba a ir allí, miré a los lados para verificar de nuevo la completa ausencia de posibles miradas curiosas y me adentré en aquel pasillo.
Llegué a la puerta y la encontré abierta para mi sorpresa, entré cerrando la puerta a mi paso para que nadie me localizara, no sabía la razón pero tenía la sensación de que esa zona estaba vedada a los alumnos.
No había luz pero no la necesitaba, rápidamente mis ojos se acostumbraron a la completa oscuridad, únicamente ventilada por una pequeña ventana por la que entraban ligeros rayos de luz que mostraban las partículas de polvo flotantes que había distribuidas por el aire, se notaba que hacía años que nadie limpiaba ese lugar. Me quedé maravillada por unos instantes, viendo como las motas de polvo subían y bajaban haciendo un silencioso baile y produciendo ligeros destellos, que me fascinaron por completo.
Después de un rato reaccioné al oír una campana, me había quedado completamente embelesada observando y ya era tarde para ir a clase por lo que me encogí de hombros y comencé a observar mi alrededor, había miles de cagas apiladas unas sobre otras de una forma caótica y si orden alguno, algunas parecía que se iban a caer, tanto que me sorprendió verlas aún lejos del suelo. Varias de ellas estaban notoriamente envejecidas, por suerte, este parecía ser un lugar en el que no predominaba la humedad por lo que, a pesar de su tiempo, seguían prácticamente intactas.
Me acerqué a una de las cajas y la abrí, me sorprendí gratamente al ver obras de gran literatura guardadas allí, había de todo y los libros estaban en buen estado a pesar de ser antiguas ediciones, adoraba leer, era lo que hacía a menudo que las horas fueran más amenas y llevaderas, había leído infinidad de libros, tantos que había olvidado la cuenta pero tranquilamente podría haber llenado una biblioteca con ellos, pero, ¿Qué hacían aquí todos esos libros?
Busqué entre ellos y encontré mi favorito, “Otelo” de William Shakespeare, sabía que era una clásico pero lo adoraba. Lo guardé en mi mochila y me dirigí a abrir otra caja, al pasar por el rayo de luz, el cual arrojó un rayo de luz que me cegó por unos instantes, haciéndome retroceder rápidamente sorprendida.
Miré de nuevo pero el destello no volvió a aparecer. Alargue el brazo temerosa y mi sorpresa aumentó cuando este, al tocar el rayo de luz comenzó a resplandecer, me acerque más y mi brazo siguió a mi mano, después de quedarme observando asombrada durante unos minutos cerré los ojos y me introduje en el rayo de luz, toda mi piel empezó a brillar como si estuviese llena de piedras preciosas, miré mi cuerpo admirada, como cuando un niño ve el mundo por primera vez.
Comencé a jugar con la luz pasando la mano por ella de vez en cuando e introduciéndome y alejándome de ella, comencé a reírme pero al momento me quedé en silencio, juraría haber oído algo fuera. Cogí mi mochila rápidamente y observando que no había nadie salí de allí, con la intención de regresar de nuevo.
Al torcer un par de pasillos me encontré con Ann, la cual, al saludarla vino corriendo donde yo estaba, parecía preocupada.
- No sabía dónde te habías metido, Alice ha dicho que el sol se está asomando y debemos irnos antes de que se despeje el cielo pro completo.
Yo asentí, acababa de descubrir lo que le pasaba a mi piel al rozar el sol y eso nos descubriría ante los humanos. Seguí a Ann hasta encontrarnos en la puerta principal con los demás, miré a Edward y deje mi mente en blanco para evitar que descubriese nada del lugar que había descubierto, ni de Ann, ni mucho menos de lo que me había pasado con aquel chico en clase.
Miramos el horizonte y vimos entre los árboles como el sol amenazaba con asomarse, salimos atropelladamente del instituto, no podíamos arriesgarnos a que los humanos nos vieran.
Nos acercamos al Jeep de Emmett a la vez que Bella se iba con Edward a su Volvo, lo cual agradecí porque no era agradable estar cerca de Edward ocultando mis pensamientos, era algo que consumía gran parte de mis energías y teniendo en cuenta mi dieta, no era aconsejable que las malgastara.
Nos dirigimos rápidamente a su mansión, aún seguía sin creer que viviesen en un lugar tan amplio, era la mayor morada del eco que jamás había contemplado y eso me desagradaba, prefería no oír una y otra vez lo que alguien me decía, con una vez, me bastaba y me sobraba.
Además de eso, la casa estaba prácticamente formada por paredes blancas y cristales, lo que la hacía parecer moderna y todavía más amplia de lo que ya era.
Me despedí de todos ellos y me dirigí al bosque poniendo de escusa que iba a cazar. Al girarme, pude notar la mirada extrañada de Alice sobre mi espalda, la ignoré y emprendí mi camino.
Decidí ir al río de la primera noche, el lugar en el que vi a aquel lobo, no sabía que tenía de especial ese sitio pero me fascinaba, tenía la sensación de que ese lugar era importante, aunque no alcanzaba a ver la razón. Cuando llegué ni siquiera necesité recordar cual era el camino hacia el saliente por el que había pasado la otra vez, mis pies me llevaron allí automáticamente.
Nada más saltar pude notar como el fuerte hedor que me había invadido en clase volvía a mí, estaba a punto de taparme la nariz cunado noté un olor diferente, uno que me embriagó, Jeremy…
Decidí seguirlo subiéndome a los árboles, a pesar de tener curiosidad de saber quién era aquel chico, no me fiaba del resto del grupo con el que me topé en clase y prefería no tener nada que ver con ellos.
Seguía saltando entre las ramas cuando escuché un sonido y frené en seco, contuve la respiración y me quedé observando la maleza que se extendía muy por debajo del lugar en el que me encontraba.
De pronto vi como una sombra pasaba rápidamente entre los árboles y sentí el fuerte instinto de seguirle, pero lo hice sin emitir el menor ruido, como una sombra entre aquellos parajes, como llevaba haciéndolo desde que tenía memoria.
Le seguía de cerca hasta que de pronto desapareció, me puse a mirar por todas partes pero no halle su rastro por ningún lado, había desaparecido como si la tierra se lo hubiese tragado.
Bajé lentamente del árbol en el que estaba encaramada y posé lentamente los pies en la tierra, lo cual se sintió extraño después de tanto tiempo entre las ramas, para seguidamente apoyar todo mi peso y miré atentamente a mí alrededor, tratando de encontrar algo que me descubriera la presencia de aquel lobo, más no encontré nada. Suspiré.
- ¿Por qué me sigues?
Me paralicé completamente y me puse rígida, ni siquiera le había oído acercarse, me giré lentamente para encararle.
Siento la demora, espero que os guste :)
Por favor hacérmelo saber en los comentarios y dadme algún voto para animarme a seguir
Nos vemos en el siguiente cap ;)
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