CAPITULO 5:
Llevaban dos semanas viéndose cada día y la relación funcionaba como si en lugar de días llevaran años juntos. Habían hablado de casi todo, se habían contado sus vidas al detalle, después siguieron con sus inquietudes y terminaron con sus sueños. Se habían centrado tanto en conocerse que se olvidaron de los detalles más obvios, como cuál era su segundo nombre o su apellido. No fue hasta el sábado de la segunda semana que salían, cuando el maître del restaurante en el que iban a cenar, nombró el apellido de Edward y Bella finalmente supo cuál era.
La morena tardó varios segundos en asimilar lo que acababa de escuchar. Edward le había contado que trabajaba como arquitecto en el despacho que compartía con su padre, incluso la había llevado una tarde a allí para que lo viera, pero al final habían aprovechado la visita para otros menesteres. Razón por la que no había visto las fotografías que adornaban su escritorio. No obstante, ahora que lo pensaba detenidamente…
—¿Te llamas Cullen? ¿Cuándo pensabas decírmelo?
—¿Qué pasa, Bella?
—Dime que tu madre no se llama Esme.
—No puedo hacerlo.
—Oh, Dios mío.
—¿Conoces a mi madre? ¿Qué te ha hecho? —preguntó muy serio.
—No seas tonto, no me ha hecho nada. Tu madre es una de las clientas que he intentado impresionar desde que abrí mi taller, que Esme Cullen lleve tu ropa abre muchas puertas. —Explicó nerviosa— ahora pensará que estoy contigo para pescarla a ella.
—No me importa lo que ella piense.
Se inclinó sobre ella y la besó con dulzura.
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