Me llevaron corriendo a lo largo de una fila de árboles, corrimos mucho, no tenía idea de adonde me llevaban y eso me preocupaba sobremanera. Parecía que mi subconsciente se había desmayado de nuevo así que no tenía a nadie quien me diera consejos ahora. Era extraño y… ¡una locura! Mi hermana, su “esposo”, su clan, sus ojos, su aparente confianza hacia mi. Todo eso me perturbaba mucho.
Observé a Alice en el trayecto hacia no se donde. Tenía el mismo aspecto el cual recordaba. Sus facciones delgadas y finas, que desbordaban inocencia por todos lados. Ver su rostro me hizo tratar de compararlo con algún recuerdo, el único problema era que mis recuerdos, al igual que mi capacidad de pensar con coherencia, se habían esfumado en cuanto la vi. Lo único que fui capaz de recordar fue la manera tan violenta en como habíamos sido separadas, por supuesto olvidé el suceso al instante. En fin. Me quedé embobada con su rostro mientras me llevaban hacia… bueno a donde fuera.
Después de correr durante unos 15 minutos algo me distrajo. El hecho de que nos detuviéramos tan repentinamente, o quizá la enorme y monumental estructura ante mí.
Una enorme casa blanca se apareció. Como un fantasma enorme y me hallé en peligro de correr lejos. ¿Vivían aquí? ¿Cómo? ¿No sentían a cada segundo el deseo de aire libre, correr lejos de ahí? Demonios. Vampiros humanizados. Esto cada vez me gustaba menos.
Después de un largo minuto de llenar mi cabeza de pensamientos incoherentes me dí cuenta de que todos los vampiros me observaban.
Alice habló:
– ¿Y bien? ¿No vas a entrar Cynthia?
–Ah… yo… –me quedé sin habla. No sabía si dentro de esa casa me sentiría cómoda. Hacía mucho tiempo no entraba en una casa, o permanecía en una por más de un minuto.
–Vamos… –dijo jalando mi brazo – ¡necesitas cambiar esa ropa!
–…
No dije nada y dejé que me arrastrara dentro del fantasma blanco.
En cuanto entramos mi nerviosismo se agrandó. De repente el clan se había multiplicado al doble. Se hallaban ahí dos vampiresas y un vampiro, sin contar un extraño olor, en realidad dos. Arrugué la nariz. El segundo olor predominaba más. Era totalmente asqueroso. Era olor a… perro mojado o algo así. Eso me daba mala espina.
Pero por el momento importaban más todos esos vampiros de ojos amarillos que me miraban atónitos.
Las dos vampiresas eran extraña y completamente diferentes, incluso para permanecer a la misma especie. La más próxima a mí era rubia y totalmente hermosa, incluso para ser vampiro. La otra mujer era de cabellos castaños, con mirada maternal y con rostro en forma de corazón, me observaba curiosa. Por último, el único vampiro era rubio y me inspiraba muy extrañamente… confianza, demasiada para mi gusto. Se veía bondadoso, tenía mirada paciente y comprensiva, invadida por la curiosidad e incluso, un poco de exaltación.
–Ah… no se ofendan pero… ¡Qué es ese asqueroso olor! –dije molesta.
Todos soltaron una carcajada, hasta los desconocidos frente a mí.
–Edward… me dirías quién es su… amiga –dijo el hombre rubio, con una voz marcadamente seductora hacia el tipo delgado… Edward, lo había llamado.
–Carlisle, creo que Alice es la persona más indicada para explicarte eso –le puso los ojos en blanco, me miró y frunció el ceño.
Alice se enfrascó en una explicación larga y concreta acerca de nuestro reencuentro, mientras yo pensaba en el porqué de ese maldito olor y además me devanaba los sesos pensando de donde provenía el otro… era muy parecido al de… la sangre humana, pero no era completamente idéntico. No era tan apetitoso como el de un humano pero… la garganta me ardía. Llevaba tres días sin cazar, eso no era para nada bueno con la sangre de un solo humano. El sólo hecho de pensar en ese apetitoso aroma me hacía sentir el deseo incontrolable de cazar... acabar con la sed.
Vi con el rabillo del ojo como el vampiro delgado –Edward –se tensaba y luego me miraba con desconfianza, para finalmente, relajarse nuevamente.
–Y esa es la razón de que Cynthia se encuentre aquí Carlisle… lamento no habérselos dicho antes, pero no creí que fuera necesario hasta que ella llegara… ¿Podrías permitirle cambiar su ropa?
–Alice… no necesitas pedirme permiso… anda ve con Cynthia…
Yo lo miré como idiota sin comprender nada en absoluto. Demonios. ¿Qué clase de clan era éste? Dispuestos a ofrecerle asilo, comprensión, ropa y una cantidad enorme de confianza a una… desconocida.
Me quedé estática como una fotografía mirando a todos aquellos vampiros.
–Mm… creo que deberíamos ayudarla a despertar… –dijo el grandulón, Emmett –yo puedo hacerlo…
–Emmett… –lo reprimió una vampiresa nueva que se aferraba a la mano del llamado Carlisle, mientras me miraba con ternura y franca simpatía.
–Ah… –dije sin aliento. ¿Qué demonios diré ahora? ¿De verdad no me harán daño o algo por el estilo? Pensé de verdad preocupada.
Edward sonrió y se acercó a mí. Yo dí un paso involuntario hacia atrás ante su cercanía.
–Tranquila Cynthia… nosotros no te haremos daño… te lo puedo asegurar –comenzó a sermonear, me recordaba a los discursos de los catedráticos, o a los debates políticos, él entornó los ojos y continuó – tranquila, el olor se irá pronto… se que no es agradable, pero te acostumbrarás.
Ahora que lo recordaba el olor me estaba quemando la nariz con vehemencia. ¿Qué es eso, por el amor de Dios? –pensé nuevamente.
–Ya te explicaremos de donde viene el olor… pero primero acompaña a Alice… parece bastante irritada por tu atuendo… Después habrá tiempo de explicar –concluyó.
Asentí y les dediqué una corta mirada a cada uno mientras seguía a Alice escaleras arriba a una gran sala, con tonos crema en las paredes, comenzando a sentir claustrofobia por los enormes muros a mí alrededor.
De vez en cuando, Alice me sonreía para darme valor.
Llegamos a una enorme habitación, toda de color rosa pálido en su interior, llena de cosas extrañas por todos lados. ¿O debería decir cosas demasiado humanas? Había dos largas paredes llenas de compartimentos, cajones y más cajones. Llenos de ropa, zapatos, joyas, bolsas con más ropa, vestidos, zapatos y más zapatos… Demonios, esto era cada vez peor.
Alice me sonrió con picardía mientras me decía:
–Adelante… cámbiate ahora mismo, puedes elegir lo que quieras Cynthia… todo es de mi talla pero creo que te quedará…
–Estoy segura de que tienes la certeza de que me quedará… –dije mientras me quedaba boquiabierta ante la cantidad de ropa dentro.
–Entiendes rápidamente –sonrió – ¡adelante!
Me dio un pequeño empujoncito y yo traté de imaginar que buscar. Opté por lo primero a la vista, un par de pantalones de gamuza, color caqui, y una blusa con holanes demasiado femenina para mi gusto, ahora me costaría trabajo correr y saltar por ahí. No quise tomar zapatos, me acomodé dentro de la ropa y me miré en un enorme espejo con desgana, quedaba mucho mejor colgado en un gancho. Dí media vuelta y me enfrenté con una reprimenda de parte de Alice.
– ¿No tomarás zapatos? –no era una pregunta, sino una valiente invitación a hacerlo en ese instante.
Suspiré y giré de nuevo, tomé unos zapatos bajos color negro, los que creí que me darían menos problemas al correr.
Me sonrió con aprobación y dijo:
–Mucho mejor, te ves adorable, no cabe duda que tienes buen ojos para vestirte bien. Quizá Bella podría aprender de ti –susurró para sí misma.
Dí media vuelta nuevamente en su dirección, dispuesta a enfrentar las explicaciones y todo lo relativo a su clan. Comencé a caminar mientras me sentía de lo más incómoda con esas charolas en los pies. Suspiré incrédula, odiaba los zapatos.
Me tomó del brazo y regresamos sobre nuestros pasos para ir a la gran sala de los vampiros. Parecía una especie de juicio, todos me observaban, vigilaban mi llegada. Puaj. Demasiada atención para mí.
El llamado Carlisle me sonrió cálidamente. Estaba segura que si hubiera sido posible, me habría ruborizado, me habría puesto colorada como un tomate.
–Mucho mejor –dijo Carlisle.
Terminamos de bajar las escaleras y comenzaron a mirarse unos a otros, como preguntándose que decir.
–Ah… yo –comencé –me gustaría agradecerles por la ropa… y por Ah… aceptar que entrara en su… casa…
–No tienes por qué agradecer –dijo Alice.
–Creo que hemos sido algo descorteses con Cynthia –comenzó la vampira al lado de Carlisle – ¿por qué no nos presentamos? Oficialmente, quiero decir –sonrió –mi nombre es Esme cariño.
Le dediqué una sonrisa rápida y tímida, mientras decía:
–Gusto en conocerte, Esme.
Entonces el llamado Edward comenzó a presentar a todos.
–Ella es Rosalie –comenzó, y en cada nombre señalaba al propietario del mismo –Jasper, Carlisle, mi esposa Bella, yo me llamo Edward, pero creo que ya lo sabías, –sonrió –ah… y el tipo grande de allá, el vampi-Hulk se llama Emmett… –soltó una carcajada al utilizar el sobrenombre que yo había pensado. Todos parecían encontrar una gracia invisible para mí en sus palabras, comenzaron a reír mirando al llamado Emmett.
–Como demo… ¿Cómo lo… lo supiste?... yo ¿lo dije en voz alta?... –estaba totalmente segura que no, aunque necesitaba preguntar.
Frunció el ceño, como si hubiera metido la pata mientras comenzaba a explicar, como un profesor que le enseña una lección por décima vez a un estudiante.
–Bueno… yo… me entero de cosas que la mayoría de las personas ignora –alcé mi ceja, demandando una explicación no tan complicada –yo… puedo leer la mente Cynthia.
Que demonios. Estos tipos no eran vampiros, eran fenómenos. Estaba completamente en blanco. De repente fui consiente de cada uno de mis pensamientos, vigilándolos uno por uno tratando de entender su habilidad. Quise probar su veracidad.
¿Ah… de verdad puedes oír esto? Que demonios estoy haciendo, creo que… ah… ¿Hola? Bien ahora me siento como una total idiota… Mm… no debiste decirlo… ahora me sentiré obligada a observar cada uno de mis pensamientos… esto es extraño… Estoy segura de que parezco…
Edward rió divertido luego de asentir con la cabeza.
–Te soy sincero… de verdad lo pareces.
Rió mientras todos lo miraban con incredulidad, el único que se mostraba serio era el tipo llamado Jasper, quien me habló secamente:
–Bueno… creo que comprenderás que necesitamos saber algo más de ti… Cynthia, parece que tienes idea de como somos nosotros, enserio… necesitamos…
Cortó la oración. Claro, no confiaba en mí, ni yo en él. Me seguían pareciendo algo totalmente ajeno a un vampiro, lo cual me recordaba ¿y esos ojos?
–Oigan no se ofendan –ignoré al rubio –pero esta es la razón por la que estoy aquí… ¿pp-porqué sus ojos son… color… amarillo?
Adoptaron una postura erguida, orgullosa y llena de… humanidad.
–Es una larga historia Cynthia… ––dijo Rosalie, por primera vez.
–Insisto en que primero deberías decirnos que haces aquí –soltó Jasper de repente, haciéndome enojar de sobremanera
–Si de verdad quieres saberlo… no tiene un final de cuento de hadas, a decir verdad, mi historia es… deprimente…
–Adelante –me instó él –cuéntanosla.
–Si no quieres hacerlo querida… no estás obligada –intervino Esme.
–Creo que Jasper de verdad quiere saberlo… se los diré…
Bien. Mi historia. Qué fácil de contar. Demonios. Mm… por donde empezar…
–Bueno… quizá quieran saber que Alice, cuando era humana, sufría de problemas… bueno mi madre quería internarla en un psiquiátrico. –Jasper me miró aburrido, como si esa parte de la historia ya estuviera más que dicha –Ella no hablaba con nadie, mi madre la mantenía en el sótano y sólo gritaba de vez en cuando. Me partía el alma verla así. Yo me encargaba de cuidar a Evelyn, mi hermana menor –miré a Alice, tratando de que lo supiera de la manera menos repentina posible –Mi madre fue a Mm… despedir a Alice, que ya había sido llevada al psiquiátrico el primer día de admisión. Yo me quedé con Evelyn en casa, no tenía las fuerzas suficientes para ver a Alice en ese horrible lugar –en ese momento hasta yo me dí cuenta de la expresión de dolor que me embargaba –preparaba a Evelyn para el típico <<Alice está bien, está mejor en aquel lugar>>, que le soltaría mi madre cuando llegara, pero me asustó lo que vi.
Entonces todo pareció desaparecer, aquellos vampiros no existían más y yo simplemente vivía los fatídicos recuerdos de mi humanidad.
“Mi madre corría sofocada, parecía asustada y lo único que dijo fue:
–Corran… –y echó a correr.
“A continuación apareció una criatura, era el más hermoso ser que había visto, incluyendo a mis hermanas que lo eran todo para mí. Se paró frente a mí y me sonrió.
–Ya vuelvo… –dijo con voz de ángel.
Me quedé idiotizada en mi lugar, parada, clavada al piso, escuché el primer grito de mi madre. Desperté y tomé a Evelyn de la mano y corrimos hasta salir de la cuidad, ahora creo que ese vampiro estaba demasiado ocupado matando a mi madre para poder ir por nosotras al instante –apreté los puños.
Escondí a Evelyn en un basurero desolado, la acomodé entre dos botes y le dije:
–Cariño, quédate aquí ¿Está bien? No dejes que nadie te toque, te amo.
Recuerdo que me miró muy desconcertada, sin embargo sólo dijo:
–Te quiero Cynthia, regresa pronto.
“Corrí y corrí alejándome de ella. Yo era joven y fuerte, tenía apenas 20 años, pero ni el campeón en velocidad y fuerza de todo el mundo competiría con las de aquel sádico vampiro.
Me alcanzó pronto y me habló de nuevo, deslumbrándome con su belleza abrumadora:
–Ya que no pude deshacerme de tu hermanita… me conformaré contigo cariño…
“Sólo grité una vez. Cortó mi garganta con sus dientes. El dolor que surgió a continuación era desconcertante. Me convertí en una presa para él, creí que moriría y probablemente hubiera ocurrido si algo no lo hubiera distraído.
Ese “algo” –dibujé unas comillas en el aire –lo desconcentró y corrió de ahí, dejándome con la ponzoña ya regándose por mi cuerpo y gritando desesperadamente para que alguien me matara. Nadie lo hizo. Eso habría sido una bendición en esos momentos.
Desperté extrañamente, en un lugar distinto, lejos de cualquier humano que fuera lo suficientemente listo para no vagar sólo por esos alrededores, con renovadas fuerzas y un don especial a mi disposición, aunque también con un ansia de sangre inigualable. Mi primera víctima fue un hombre ebrio, que hablaba dormido. Lo maté y en esos instantes tuve la primera visión. Me asusté por supuesto, pero poco a poco me adapté a eso. La visión mostraba a un sujeto, que atacaba a un pequeño niño con la mano de su madre agarrada. Corrí hacia ellos y sin que supieran que había pasado, los salvé. Simplemente hice desaparecer al tipo de su vista, ahí supe que clase de presas debía elegir.
Y así he vivido a lo largo de cien años. Les juro que había buscado sin descanso a mis hermanas, me había decepcionado claramente cuando… –fui consiente nuevamente de todos los rostros mirándome, como si contara la más entretenida de las novelas –encontré la tumba de Alice… tenía la misma fecha de su muerte que la de su admisión al psiquiátrico.
Se miraron el uno al otro y luego a Alice.
–Evelyn había desaparecido. Se la había tragado la tierra, aunque yo no era nada buena buscando cosas lo había hecho a la perfección con su búsqueda.
De nuevo fui consiente de la realidad y volvía a mirar a los vampiros de ojos amarillos, a quienes les acababa de contar mi deprimente historia, sin saber más que sólo el nombre de cada uno. A estas alturas, no me importaba contar mi vida, pero necesitaba saber más de ellos… Aunque algunas otras prioridades tales como… la sed. Ignoré el ardor en mi garganta, aunque Edward pareció inquietarse.
–Y bueno… eso es básicamente lo que ocurrió –dije tratando de ignorar nuevamente el ya incrementado dolor.
Me aclaré la garganta, como si con esa simple acción pusiera controlar la sed.
–Eh… creo que Cynthia se siente un poco incómoda, está sedienta Carlisle –adrede o no, todos dieron un pequeño e involuntario paso hacia atrás –tranquilos estará bien, pero creo debe cazar… ahora.
Ogg… no… más humanos muertos. Pero la sed es demasiada… debo hacerlo…
|