Acababa de hablar con mis amos que gran recompensa me habían dado pensé con sarcasmo. Ahora me tocaba decidir, tenía que pensar muy bien como deshacerme de la híbrida, aunque fuera biológicamente imposible al estar a su lado sentía como si mi sangre congelada pudiera estar hirviendo a una gran intensidad, lo que hacía todavía que la quisiera lo más lejos de mi posible.
Me dirigí hasta mi habitación para estar a solas con mis pensamientos, necesitaba pensar sin distracción alguna, cuando me encontré a Demetri coqueteando con Heidi, le estaba besando el cuello al mismo tiempo que le decía lo hermosa que estaba ahora que era vampira.
-Querida Heidi te he dicho ya lo hermosa que eres ahora que perteneces a nuestro mundo.-Le dijo en un susurro apenas audible, ella le sonrió.
-Alec, ¿piensas lo mismo que yo?-Me preguntó Demetri.
Yo no me detuve a contestarle no quería formar parte de sus asquerosos juego sexuales.
Ahora que había llegado por fin a mi habitación me tumbé en la cama junto con la híbrida pero esta, estaba situada a una pequeña distancia mía.
Por fin creí dar con el plan perfecto tampoco es que me hubiera detenido a pensar en lo pros y en los contras, simplemente me pareció una buena idea. Salí rápidamente de mi habitación no sin antes asegurarme de que no había nadie cerca, se podían oír ruidos que procedían de la habitación de Demetri, al final se había salido con la suya.
Como pude salí de palacio, sin que nadie me viera. Probablemente todos estuvieran entrenando o quizás aprendiendo alguna nueva habilidad, salvo Demetri que estaba metido en la cama con Heidi.
Esta misma noche llevaría a la híbrida hasta su destino.
-Tu destino será España.-La susurre al oído, era un susurro apena audible para los humanos.
Llegué hasta Madrid fui en coche por la híbrida, porque aunque la odiara, al fin y al cabo ella era mi nueva responsabilidad y no debía dejar que enfermara, así me evitaría tener que pasar más tiempo con ella y la evitaría un mal a ella. Tarde una noche en llegar, respetando los límites de velocidad.
Cuando encontré aparcamiento, subí hasta el piso en el que vivía una de mis supuestas viejas amigas, la cual me debía un favor así que cuidaría de la híbrida por mí. Llamé al timbre seguramente estaría despierta aquí en Madrid eran las nueve de la mañana.
El edificio era lujoso se notaba que en este tiempo, a ella le había ido bien en los negocios, desde que se dedicaba a ellos. Sonó una voz aguda que me dijo:
Me abrió la puerta y me miró con asombro y después con miedo, intentó cerrar la puerta pero yo empujé y terminé por abrirla.
-¿No me invitas pasar?.-La dije poniendo mi sonrisa pícara y con tono de sarcasmo por lo que acababa de pasar hacía a penas unos minutos.
-Claro pasa.-Me contestó, se notaba que no quería que pasara.
Me condujo por un enorme pasillo decorado con lujosos cuadros y con todo tipo de decoración apropiada para el lugar. Después llegamos hasta el gran salón del piso.
-Se nota que te ha ido bien en estos ocho años.-La dije, ella me miró sonriéndome al ver que me había dado cuenta de su nuevo estatus social.
-Sí, he hecho unos cuantos negocios beneficiosos, y ahora mi sobrino Nahuel dirige nuestra empresa familiar.-Me contestó.
Lo que nunca me hubiera imaginado sería ver a Nahuel vestido con un traje y detrás de un escritorio como un jefe, y pensar que hace ocho años cuando fuimos a enfrentarnos con los Cullen estaba vestido como un nómada al igual que su tía y ahora eran unos completos Americanos ricos que vivían en España.
-¿A que se debe tu visita Alec? Contesta sin rodeos como ves no estoy para perder el tiempo.-Me preguntó. Fue directa y eso me gustó a mí tampoco es que se diga que me guste perder el tiempo.
-Yo tampoco puedo perderlo.-La dije sonriéndole.-He venido porque necesito que me hagas un favor.
-Eso nunca, jamás haría nada por un miembro de la guardia Vulturi.-Me respondió.
-Escúchame me debes un favor, acuérdate que yo sabía de la existencia de tu sobrino y no se lo comuniqué nunca a mis amos, te salve la vida a ti y a tu sobrino.-Contesté con cierto tono de reclamo.
-Es cierto, ¿haber qué quieres que haga?-Me preguntó, se notaba que no quería tener que deberme nada.
-Necesito que cuides de una híbrida recién nacida por mí, tendrás que cuidarla hasta sus ochos años y no debe faltarle nada, ya que tienes todos los medios para dárselo todo.
-Si cumplo con esto ya no te deberé nada.-Me exigió.
-Está bien, con esto quedaremos en paz.-La contesté e inmediatamente me sonrió.
-¿Dónde está ella?¿Cómo se llama?-Me preguntó.
-Está en la puerta de tu casa en un carrito de bebés que pude conseguir. Se llama Laura Campos y no debes cambiarle ni su nombre ni su apellido.-Le exigí.
-¿Vendrás a verla de vez en cuando?-Me preguntó.
-Sí, pero no la veré a ella sino a ti para saber como va todo con ella.-Respondí.
-Bueno por mi parte, ya está todo dicho me encargaré de ella.-Me dijo.
-Eso espero, ahora si me permites.-Salí hasta el rellano y cogí el carrito con la híbrida dentro, y se lo lleve hasta el salón.-Me voy.
Salí de su casa y posteriormente de su edificio rápidamente y volví a Italia ese mismo día, ya que como no viajaba con la híbrida no respeté los límites de velocidad y conduje a una velocidad que a mí me parecía apropiada.
Cuando llegué al palacio me encontré con Heidi que me dijo que todos debíamos reunirnos en la sala central para hablar con los amos.
-Alec, debemos ir a la sala central porque los amos quieren decirnos algo.-Me dijo sonriéndome.
Fui acompañado de Heidi hasta la sala. Allí se encontraban todos Demetri, Félix, Jane, mis amos, Heidi, una chica rubia alta y delgada, un chico rubio oscuro alto y delgado y yo. Cuando el chico y la chica desconocidos se dieron la vuelta me quedé asombrado al ver que eran Leila y su hermano Iván.
-Hijos míos os quiero presentar a los nuevos miembros de nuestra guardia, ellos son Iván y su hermana Leila.-Dijo mi amo Aro dirigiéndose a todos nosotros.
Después de que mis amos nos presentarán a los nuevos miembros de la guardia, todos se dirigí hacia Leila, quería saber porque estaba aquí, y como había llegado a ser vampira al igual que su hermano. Así que antes de que se fuera la llamé.
-Leila, ¿qué haces tú aquí?-Pregunté.
-Bueno mi hermano y yo sufrimos un accidente aquí, en Volterra un vampiro nos convirtió, según me ha dicho mi amo Aro era un vampiro nómada.-Me contestó.
-¿Cómo llegaste hasta la guardia?-Le pregunté.
-Bueno Félix nos encontró, y nosotros dos estábamos desquiciados por la sed, nos dijo que los Vulturis nos podían ayudar que ellos eran igual que nosotros, y cuando llegamos los amos nos ofrecieron formar parte de su guardia, y nosotros aceptamos.-Me contestó mostrándome de nuevo la misma sonrisa que me mostró en el avión.
-Puedes irte a tu habitación si quieres.-Le dije.
Ella se fue por el pasillo a su habitación y yo me fui con mi hermana a entrenar, y a reflexionar mi decisión sobre la híbrida aún no estaba del todo seguro sobre si había hecho lo correcto o no.
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