-¿A dónde quieres que vayamos? –me dijo Jake, sonriendo con ésa amplia sonrisa que tanto amaba en él.
-Bueno... ¿te gustan los deportes de riesgo? –le dije, guiñándole el ojo-. ¡Vamos al acantilado!
Jake me miró, alzando la ceja.
-¿De veras crees que vas a superar a Jacob-el-campeón-de-salto-de-acantilado? –los dos nos reímos, y subimos a mi coche, Jake al volante. Enseguida llegamos al acantilado en el que la manada se dejaba caer al agua del mar, metros más abajo... sin sufrir ningún daño.
-¿Quién va primero? –dije, bajando del coche y corriendo hacia la orilla del acantilado.
-¡Eh, eh, no tan rápido! Yo que tú me quitaba ésos zapatos tan monos que tienes si no quieres tener que tirarlos antes de tiempo... A tu tía Alice no le haría mucha gracia.
-¡Ah, claro, los zapatos! Se me había olvidado –me apoyé en Jake para quitarme los botines, y los dejé en el suelo al lado de el solitario árbol que crecía cerca del acantilado.
Después, me acerqué al borde del acantilado y me dispuse para saltar.
-Espera, Ness.
Jake se había situado detrás de mí y me rodeaba la cintura con los brazos, impidiéndome saltar.
-¿Qué haces, Jake? –susurré, consciente de que me temblaban las piernas por el contacto, y de que en ése estado, si me soltaba me caería al mar de cabeza.
No respondió, pero tiró de mí hacia atrás para alejarme del borde del precipicio.
-¿Jake, va todo bien? –dije, volviéndome para mirarle a los ojos.
Parecía tenso, asustado y esquivo.
-Es sólo que... por un momento... –dijo en voz muy baja. Entonces comprendí lo que pasaba; Jake había revivido el momento en el que Bella, mi madre, se tiró por aquél acantilado en plena tormenta y casi murió.
-Oh, Jake, no pasa nada. Sabes que no me va a pasar nada, soy semi vampira y no me pueden hacer daño las olas –dije, sonriendo tiernamente al ver su preocupación por mí.
-Es que no puedo dejarte en peligro así, Ness. No puedo verte al borde de un acantilado y no hacer nada –susurró Jake en mi oído. En éste momento, estábamos tan cerca el uno del otro que nuestros cuerpos casi se rozaban. Mi respiración se volvió agitada y Jake se dio cuenta. Nos miramos largamente a los ojos, y por un momento sentí ganas de ponerme de puntillas y besarle en aquellos labios tan tentadores.
‹‹Ness, ¿qué coño estás haciendo?››, dijo la voz de mi conciencia. Sabía que si hoy pasaba algo, mi padre lo sabría cuando volviera a casa y no me dejaría volver a ver a Jake.
‹‹No puedes estar toda la vida huyendo de tu padre. Amas a Jake, qué mas da lo demás››, dijo la parte más rebelde de mí.
‹‹Callaros de una vez. No me dejáis disfrutar de mi momento›› les dije a las dos.
Le sonreí a Jake y me retiré un poco. No, aún no había llegado el momento de pasar a ser algo más que amigos.
-Vale, no salto –le dije, intentando recuperar la calma-. Mejor volvemos a casa, ¿vale?
-Sí, será mejor –Jake no me quitaba el ojo de encima, y algo incómoda, me puse los zapatos y entré en el coche, en el asiento de copiloto.
Jake entró y comenzó a conducir hacia su casa, y después de un rato se rió y dijo:
-No te pareces mucho a tu madre. Ella siempre quería conducir.
-Es que si conduzco seguro que atropello a alguien. Y no me apetece tener un lío con mi abuelo el doctor... ni con el policía.
-Oh, vamos, Charlie es un tío legal. Y Carlisle me ayudó cuando... bueno, muchas veces –Jake fijó los ojos en la carretera.
Le observé largamente, y después solté:
-Jacob Black, ¿qué me ocultas? –le dije, justo cuando llegamos a su casa. Aparcó enfrente del garaje y puso el freno, suspirando.
Se volvió hacia mí y me sonrió con picardía.
-Nada. Sabes que no te ocultaría nada.
Me giré para estar frente a él y pestañeé con dulzura, acercándome lo suficiente a su rostro como para que pudiera notar mi respiración.
-Jake, vamos, dímelo. Te conozco, sé que me escondes algo.
-Es sólo una cosa del pasado sin importancia.
-Si no tuviera importancia no me lo intentarías ocultar. Vamos, Jake, ¿qué pasó?
Suspiró y salió del coche.
-Te lo cuento mientras comemos, ¿vale?
Yo tambien me baje del coche y le seguí hacia su casa.
Nos sentamos en un sofá y Jake me trajo un plato de espaguettis con tomate. Para él, tenía cinco hamburguesas y un par de donuts para el postre. Le miré, aguantándome la risa.
-Bien, vamos. Cuéntame la historia tan importante.
-Pues... hace unos años, antes de que tu madre se convirtiera... un ejército de neófitos atacó el pueblo en busca de Bella. Y los Cullen y los hombres lobo nos aliamos para luchar contra ellos... fue una batalla bastante sangrienta, pero no murió nadie de nuestro equipo.
-¿Qué? ¿Por qué nadie me había contado nada de esto? –dije, incrédula.
-Porque yo estuve a punto de morir en aquella batalla.
Me quedé paralizada. El plato de espaguettis se escurrió entre mis manos y cayó sobre mis rodillas, mientras Jake se incorporaba, lo cogía y lo dejaba en la mesa.
-¿Qué.. q-que?, pero..., ¿por qué me lo habiais ocultado?... yo... Oh, Jake- me lancé a sus brazos y me derrumbé al imaginarlo al borde de la murte.
-Ness..., no pasa nada, todo acabó bien y como ves, me encuentro genial –Jake me abrazó con fuerza y hundí la cara en su pecho, mientras él apoyaba la cabeza en la mía. No pude evitar sollozar al pensar que por poco no le habría ni conocido... si no fuera por mi abuelo –Eh, eh, todo va bien, traquila. Por esto precisamente no te lo dijimos...
-Ya. Tienes razón, pero no puedo evitarlo. Es algo parecido a lo tuyo con el acantilado... –dije. Sabía que era un golpe bajo, pero era la verdad.
Jake me miró un momento y dijo:
-Vamos, Ness, come un poco. ¿No tienes sed?
-Jake –dije, mirándole rara-. Jake, no me lo recuerdes, ¿quieres?
-No me refería a eso –susurró, sorprendido-. Sólo quería ofrecerte una Coca Cola...
-Entonces, bien. Tengo la garganta seca –y ardiente, porque ahora que Jake me lo recordaba, no me había alimentado de sangre en al menos una semana. Tendríamos que hacer una parada antes de la reunión, a riesgo de matar a todos los presentes.
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