Noche sin tregua

Autor: neni_bella
Género: + 18
Fecha Creación: 21/07/2011
Fecha Actualización: 21/07/2011
Finalizado: SI
Votos: 4
Comentarios: 5
Visitas: 28874
Capítulos: 14

-si, soy una puta. -cada uno trabaja en lo que el gusta. -no me gusta mi trabajo. esa noche pretendía ser como otra cualquiera pero un incidente hará que su vida cambie para siempre.

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Capítulo 5: Reencuentro Agridulce

Noche sin tregua

Tres semanas habían pasado desde lo ocurrido y tres semanas llevaba Bella sin ver a Edward. Por desgracia, no había podido sacárselo de la cabeza. Cada noche, su mente no podía dejar de vagar sobre aquella que pasó con él. Cuando tenía sexo con algún cliente, siempre pensaba en él y se tragaba las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos; por lo menos así no era tan difícil fingir que le gustaba.

Pero durante el día, cuando era simplemente Bella y no Delice, lloraba amargamente en su casa hasta que ya no le quedaban más lágrimas y entonces se quedaba abrazada a si misma. Dormía poco y utilizaba grandes cantidades de maquillaje para disimularlo.

Por suerte, tenía a James de protector oficial, ya que Sam no podía, y le obligaba a comer cuando ella no quería. Entre él y Ángela, que también estaba muy pendiente de su amiga, Bella llevaba su vida comiendo saludablemente aunque no durmiese apenas.

Tampoco había visto a Jake desde entonces. Este le había llamado repetidas veces al móvil que solo usaba en su vida de Bella y también escrito varios mensajes pero ella no había contestado a ninguno. Solía dejar sonar el teléfono a espera de que se cansase y después de varias llamadas al día desistía.

Ese día, después de muchas broncas con Ángela y James, se había decidido a dar una vuelta aprovechando que hacía un día radiante. Así que, contagiada un poco de la alegría del sol y el buen día, se vistió y salió de su apartamento. Fue directamente al centro de la ciudad como había prometido a Sam. No andaba por el barrio de su bar desde que aquellos hombres la habían atacado y casi siempre iba acompañada.

Tampoco había vuelto a pisar la quinta avenida, que Edward visitaba cada noche por si volvía sin que ella supiera, por precaución a su agresor y también a Edward. Cada noche cambiaba su sitio de trabajo y aunque así su clientela había disminuido, se sentía más segura dentro de lo que cabía.

Iba caminando por una luminosa calle con no mucha gente que la transitada cuando sintió que alguien la seguía. Se giró levemente y ahí los vio; los dos hombres que llevaban tres semanas persiguiéndola. Hasta ese día había conseguido darles esquinazo. En otras tres ocasiones, aparte de la primera en frente del bar de Sam, la habían encontrado pero ella conseguía escabullirse. Aún no habían dado con su casa.

Una de las veces había escapado porque una chica iba parecida vestida a ella y la habían cogido delante de ella cuando trató de esconderse. La calle esa vez había estado llena y ellos habían conseguido llevársela sin problema alguno así que Bella ya no se sentía segura solo por estar rodeada de gente; esos hombres eran especialistas.

Apresuró el paso con intención de alejarse de ellos aunque se sorprendió y se asustó de que estuviesen tan cerca.

Edward cada día estaba más abatido. Esas tres semanas se había dedicado a buscar a Bella de todas las formas posibles. Podía haber mandado a un espía en su busca pero no se sabía más que su nombre y eso no le valía para nada; tampoco tenía fotos.

Mandó uno para que siguiera a Jacob pero para su sorpresa, Bella le había hecho caso y no habían vuelto a verse. Se decepcionó horriblemente y se maldijo por haberla propuesto ese trato que encima solo él había salido ganando ya que ella no había aceptado el dinero.

Aquel día había salido antes de su oficina e iba de camino a casa. Llevaba tres semanas ausente y todos lo habían notado así que ese día, uno de sus socios, le había propuesto amablemente que se fuese a casa a descansar. Nadie sabía que le pasaba al gran Edward Cullen. El mejor empresario de la historia de esa empresa no estaba en sus mejores días y por primera vez desde que había entrado en a trabajar ahí estaba haciéndoles perder dinero y en vez de ganarlo.

Caminaba lentamente, sin ánimos, por la calle. La próxima parada sería su casa y ahí estaría hasta que llegase la hora en la que, como cada día, se vestiría e iría en busca de Bella. Por muchas decepciones que hubiese recogido, no había perdido la esperanza. Sabía que algún día de esos su trabajo daría sus frutos y podría volver a verla. O eso creía.

Estaba ensimismado cuando la vio. Al principio no se lo creyó y tuvo que restregarse los ojos varias veces antes de mirar y aceptar que ella estaba ahí. En la acera de enfrente estaba Bella.

Estaba preciosa, más de lo que sus escasos recuerdos de ella le decían. Llevaba su larga melena caoba un poco más larga y ondulada. Vestía una falda de vuelo larga hasta los pies de color blanco con unas sandalias marrones bajas de atar con tiras tipo griegas que se veían cuando caminaba y su falda volaba ligeramente. Por encima tenía puesto un blusón azul clarito de manga larga que era abombado y de tela muy ligera que dejaba ver todos sus hombros. Un collar plateado adornaba su cuello y un cinturón marrón en forma de cuerdas con pequeñas piedras su cintura. Parecía un ángel.

Se quedó paralizado por unos segundos pero reaccionó rápidamente. Tenía que hablar con ella; llevaba casi un mes esperando tener una ocasión como esa y aunque se la había imaginado de otra manera no podía dejar pasar esa oportunidad. Así que ni corto ni perezoso se empezó a acercar a ella sin ser brusco para que no se asustase y huyera.

Vio como ella andaba despreocupada y de repente aceleraba el paso abruptamente. Edward frunció el ceño, ¿lo había visto y trataba de escaparse? Negó mentalmente en el momento que vio esa opción; ella ni siquiera había mirado hacia donde él estaba así que escapaba de otra cosa. Anotó mentalmente el preguntarle las razones más tarde ya que si se detenía a pensar ahora perdería de vista a Bella y así la oportunidad de hablar con ella.

Apretó el paso cuando la vio entrar a un Starbucks y entró detrás de ella medio corriendo. La estancia estaba casi vacía a excepción de un par de clientes y pudo distinguir como Bella se adentraba rápidamente en el área de los baños. La siguió y llegó a un pasillo largo con dos puertas. En una de ellas rezaba privado y en la otra lavabos. Abrió esa última sin pensarlo siquiera.

Bella había escapado desesperada de sus perseguidores y se había metido en el primer establecimiento que estaba abierto a esas horas y no se veía demasiado ostentoso en esa parte de la ciudad. Resultó ser un Starbucks en el que el baño estaba al final de un estrecho pasillo y era unisex. Entró en él decidida sin siquiera mirar hacia atrás con miedo de lo que vería. La estancia era de tamaño mediano, con cuatro lavabos blancos, tres cubículos pequeños para hacer sus necesidades y uno más grande para paralíticos. No le dio tiempo a contemplarlo mucho más ya que la puerta se abrió pocos segundos después de que ella entrase y se giró rápidamente aterrada con la imagen de los dos hombres en su mente. Más no fue eso lo que encontró.

-Edward-musitó cuando lo vio ahí parado en frente de ella, impecable como siempre con una camisa azul medianoche.

Llevaba la chaqueta de su traje negro en la mano y su rebelde pelo completamente alborotado. Se sostenía en el marco de la puerta y respiraba entrecortadamente como si hubiese corrido una maratón. Sus mejillas estaban levemente sonrosadas por la fatiga. Aún así, estaba tan guapo como siempre y Bella se quedó sin aire mirándolo.

-Bella-Edward pronunció su nombre con esa voz de terciopelo que hacía que se le erizase el vello.

No podía creer que lo tuviese ahí delante. Llevaba tres semanas rehuyendo cualquier posible ocasión de verle y en cinco segundos todo su esfuerzo se había ido por el retrete. No estaba preparada para verle; no en ese momento y en esas circunstancias.

Él por su parte, no podía apartar la mirada de sus hermosos ojos chocolate. En realidad tenía unas ganas horribles de besarla pero estaba seguro de que eso solo la asustaría. Decidió que empezar por hablar sería lo más sensato.

-Bella-repitió-¿podemos…podemos hablar?

-no tengo tiempo ahora mismo-se apresuró a negar ella.

-pero…-balbuceó él.

-nada de peros, señor Cullen, no es el mejor momento-volvió a decir.

-creo que no hace falta tratarme de usted, Bella-comentó algo molesto él por la indiferencia de ella.-llámame Edward.

-vale. Edward-pronunció claramente su nombre recalcando cada sílaba-no tengo tiempo ahora para hablar contigo. Otra vez será.

Pasó por su lado y fue directa hacia la puerta que daba a la salida. La abrió mientras él se giraba, dispuesto a pararla; con lo que le había costado encontrarla no iba a dejarla ir tan fácilmente. Pero no le dio tiempo a decirle nada ya que Bella cerró la puerta de golpe apoyándose en ella.

-¡mierda!-musitó-me han encontrado…

-¿Qué pasa, Bella?-preguntó preocupado al verla tan asustada.

-¡todo esto es culpa tuya!-rugió mirándole directamente a los ojos.

-¿Qué? ¿El que es mi culpa?-cuestionó confuso-¿Qué he hecho yo? ¿Qué pasa ahora?

-los matones de Newton me persiguen porque no me fui con él la noche que estuve contigo-explicó nerviosa Bella-¡todo es culpa tuya!

Se apartó de la puerta y recorrió el pequeño baño en busca de alguna posible salida, sin éxito.

-¡mierda, mierda!-repetía-tengo que salir de aquí. ¡Joder!

-Bella-llamó él pero ella le ignoró-Bella.

-tiene que haber una forma de escapar-seguía cavilando Bella-alguna salida de emergencia. ¡Algo!

Edward se cansó de llamarla sin obtener respuesta así que la cogió del brazo y tiró de ella hacia el baño de paralíticos que era el más grande y estaba el que más lejos de la puerta. Bella no se enteró de que pasó hasta que estuvo pegada a la pared de en frente del baño con Edward delante.

-¿Qué…?-iba a preguntar pero él puso un dedo en sus labios callándola.

En ese mismo momento se oyó el estruendo de la puerta de fuera abrirse y unas voces hablar dentro de la estancia.

-¿seguro que ha entrado aquí?-preguntó una voz que Bella reconoció como uno de sus perseguidores e hizo que se tensara.

-segurísimo-contestó el otro-la he visto cerrar la puerta hace nada. Debe de estar escondida en alguno de los cubículos.

-abrámoslos-ordenó el otro.

Bella tenía ganas de llorar. ¡La habían atrapado! Después de tres semanas de huir de ellos habían logrado acorralarla. Tenía miedo, los brazos de Edward que sostenían uno de ellos su cadera y otro su brazo no le hacían sentir protegida. ¿Qué harían ellos con ella? o mejor dicho… ¿Qué haría Newton? ¿La mataría? ¿Y que pasaría con Edward? Un escalofrío recorrió su espina dorsal; tenía más miedo por Edward que por ella misma. No quería que le pasara nada.

Edward vio el miedo dibujado en las facciones de Bella y fue asimilando toda la información que tenía hasta ese momento. Esos dos tipos eran enviados por Newton, hijo se imaginó, para atrapar a Bella y llevarla hasta él. No sabía que harían con ella. ¡Maldito Newton! Como lo odiaba…pero él no dejaría que nadie tocase a Bella mientras él pudiera evitarlo.

Su cerebro trabajó rápidamente una vez que escuchó una de las puertas de uno de los cubículos abrirse con un golpe sordo y los matones decir que irían a por la siguiente. Puede que fuese una idea un tanto extraña, incluso pervertida, pero teniendo a Bella en frente fue la única que se le ocurrió ya que, aunque no lo pareciera, él también había llegado a leer y ver películas sobre romances secretos adolescentes. Sin perder más tiempo, soltó a Bella y reapartó un poco de ella para conseguir el sitio justo para poder maniobrar y quitarse la camisa que llevaba puerta dejándola caer al suelo junto con su chaqueta. Bella abrió los ojos sorprendida.

-¿pero que…?-intentó hablar peor él volvió a cortarle.

-voy a ayudarte-respondió a su pregunta no formulada.

Y antes de darle tiempo a decir nada más, la alzó en brazos y ella tuvo que sujetarse con piernas y brazos para no caer quedando muy cerca de él y montada encima. La falda se le subió hasta las rodillas por la posición y ella lo miró confusa pero antes de darle tiempo a pensar siquiera en una sola razón por lo que Edward estuviera haciendo eso, él se apoderó de sus labios. Los ojos se le abrieron como platos mientras él la pegaba contra la pared ejerciendo el peso suficiente sobre ella para mantenerla ahí. Claro que no pasó mucho tiempo, apenas unos segundos, hasta que se rindió a los besos de Edward.

Y es que no podía remediarlo; ese hombre le hacía olvidar todo. Ya no recordaba que estaba en el baño de un Starbucks, ni que tenían dos hombres a pocos metros de distancia con solo una frágil puerta de madera que los separase de ellos, ni que la querían a ella, ni que estaba en peligro. Lo único en lo que podía pensar en ese momento era en los labios de Edward sobre los de ella y en las manos del hombre que quemaban en su cintura.

Sin poder controlar sus manos, empezó a recorrer con avidez todo su torso desnudo deleitándose con ese duro pecho que Edward tenía. Acarició toda su tersa piel disfrutando intensamente de poder volver a sentirlo. Era mejor de lo que recordaba o por lo menos eso creía ella en ese momento. Bajó sus caricias hasta el ombligo, que delineó con un dedo, y luego las subió hasta su cuello para enredarlas en su cabello y tirar de él hacia ella para acercarlo más. Ya le daba igual el haber estado evitándole; ahora quería tenerlo lo más cerca posible de ella.

En cuanto tocó sus labios, de la mente de Edward se esfumó la buena obra que quería hacer ayudándola y se dedicó a disfrutar de Bella pegada a él; sobretodo cuando vio que lo correspondía. Se le olvidaron sus buenas acciones y pegó a la chica contra la pared posicionándose contra ella, sintiendo cada curva de su cuerpo contra cada músculo del suyo. Adentró su lengua, deseoso de volver a probar a Bella, en su boca y saboreó toda su cavidad ansioso de no dejar de degustarla nunca. Ambos gimieron al unísono cuando sus lenguas hicieron contacto.

Estaban tan ensimismados disfrutando de su reencuentro que no escucharon como los matones habían echado abajo las otras dos puertas de los baños normales y se disponían a hacer lo mismo con el que estaban ellos. Edward estaba concentrado en su tarea cuando la puerta se abrió de golpe sacándole de tu estupor. Separó su boca de la de Bella, que gimió en bajo disconforme, y se colocó de forma que la tapase de la vista de ambos hombres con su ancha espalda. Miró a la chica en sus brazos que respiraba entrecortadamente con la boca entre abierta y recordó que había hecho eso con la escusa de que era para ayudarla. Sin soltarla ni moverse ni un ápice, giró la cabeza para encarar a los matones.

-¡fuera!-gruñó; en parte actuando en parte deseándolo.

Seguido, volvió a mirar a Bella y agachó la cabeza para volver a atrapar los labios de la chica quien gimió en su boca haciendo que Edward la pegase contra la pared más aún sintiendo su cuerpo reaccionar. Los hombres musitaron un bajo perdón cuando se fijaron en la camisa y la chaqueta de Edward en el suelo y cuando vieron que este no se cortaba nada al colar su mano por el blusón de Bella. Cerraron la puerta detrás de ellos mientras la pareja seguía a lo suyo.

-vamos a volver a mirar en los otros baños-ordenó uno de ellos.

El otro gruñó como asentimiento.

Edward podía haber parado en ese momento ya que su cometido había terminado pero desde luego eso era algo que ni se le pasaba por la cabeza en ese momento. Estaba en el paraíso y se dijo a si mismo que si eso era ir al cielo, ya que Bella era un ángel, estaba feliz de haber muerto así.

Bella por su parte estaba medio extasiada por los fogosos besos del hombre y mareada por su sabor. Estaba aferrada con todas sus fuerzas a su cuello con una de sus manos mientras que con la otra iba sobando todo su torso bajando cada vez más. Llegó al cinturón y soltó el cuello, sin dejar nunca de besarle, para desabrochárselo. Cuando lo consiguió, metió la mano entre el pantalón y el boxer palpando por encima de la tela la excitada erección del hombre. Edward soltó un medio gruñido medio gemido.

Los matones habían vuelto a mirar todas las puertas disponibles y habían vuelto a llegar hasta la de la pareja. Confundidos y con uno de ellos jurando y perjurando que Bella había entrado a esos baños, tocaron la puerta suavemente.

-esto…señor-llamó uno a Edward-siento molestarle pero me preguntaba si había visto usted a una mujer entrar aquí antes…

Edward intentó separarse de la boca de la chica lo justo para contestar, una barbaridad, estaba seguro dada la situación, pero Bella se lo impidió atrayéndole otra vez hacia ella y besándolo con más ímpetu que antes mordiéndole el labio inferior. Él gimió y se pegó más restregándose contra ella olvidándose de contestar al hombre de fuera. Claro que este no desistió en su idea de que le respondiera.

-señor-llamó otra vez-señor. ¿Me está escuchando? Le preguntaba si…

Edward gruñó sonoramente y Bella soltó un poco la correa para que contestase a los matones de fuera. El rugido del hombre podía haberse escuchado fuera, en la cafetería, e incluso en la calle y todo.

-¿acaso cree que al entrar me he fijado en alguien que no sea mi compañera?-rugió-lárguese de aquí o lo juro que si sigue molestando yo mismo me encargaré de que sea la última persona a la que buscan.

-lo…lo siento, señor-se disculparon al mismo tiempo los matones.

-¡largo!-Edward destilaba iba en cada una de sus palabras.

Antes de darle tiempo a decir nada más, se encontraba nuevamente en su paraíso besando a Bella a lo que ella respondió volviendo a pegar su cuerpo al de él y restregándose contra su notable erección. Él gimió al sentirla con él y ella por volver a sentirse amada. Edward no perdió el tiempo y dejó la boca de Bella para bajar sus besos por su quijada moviéndose a lo largo de su cara hasta atrapar el lóbulo de su oreja. Ella soltó un jadeo ahogado y su agarre alrededor de cuello y cintura se cerró más aún si cabía.

El sonido de unos pasos acelerados y la puerta cerrarse apresuradamente les avisó de que los matones se habían ido pero Edward siguió besando su cuello bajando poco a poco con húmedos besos hasta llegar a su hombro descubierto y quedarse ahí besando, lamiendo y mordiendo todo lo largo que era. Fue Bella la que volvió a la realidad con el portazo y abrió los ojos a duras penas.

-Edward-jadeó haciendo que el hombre incrementase sus caricias con la boca excitado.-Edward, ya se han ido.

Pero él siguió a lo suyo disfrutando más que nunca de su poder hipnótico con las mujeres y es que tenía a Bella totalmente derretida en sus brazos. Su lengua se movió a lo largo de toda la piel descubierta de la chica mientras ella se dejaba acariciar enredando sus dedos en el pelo cobrizo de él. Ella mantenía la boca entreabierta cogiendo aire una y otra vez pero cada vez le costaba más conseguirlo. Los jadeos ahogados de Bella solo hacían crecer las ganas de Edward por hacerla suya.

Estuvo perdida en las sensaciones, completamente dejada a los que quería en ese momento. Edward acariciaba delicadamente la suave piel de la espalda de Bella por debajo de su blusón, pero ávido de más, lo fue subiendo poco a poco, tocando todo a su paso con las palmas de sus manos. Fue entonces cuando Bella reaccionó y volvió en si.

-Edward, para-le dijo-ya se han ido.

-déjate llevar-le rogó él deseando hacerla suya.

-no, para-negó respirando profundamente para no hacerle caso a su hipnotizante y aterciopelada voz.-para, Edward.

Lo empujó con la poca fuerza que le quedaba apartándolo de ella al mismo tiempo que soltaba sus piernas de la cintura de él para así dejarse caer de pies en el suelo respirando entrecortadamente. Edward estaba en el mismo estado que ella cogiendo aire con dificultad. La miraba confuso; él creía que ella estaba reaccionando a sus caricias positivamente, lo habría jurado, de hecho, pero de repente todo había parado. ¿Qué estaba pasando?

-Bella, ¿Qué pasa?-le preguntó intentando comprender.

-ya se han ido-respondió ella colocándose bien la ropa que tenía desordenada y peinándose con los dedos el pelo-ya me has ayudado. Has arreglado más o menos el asunto que tú liaste. No hacía falta que siguiésemos.

Dicho eso, pasó por su lado y abrió la puerta del baño para salir fuera. Edward estuvo en shock dos segundos contados y después cogió su camisa y chaqueta del suelo y salió detrás de ella; la paró agarrándola del brazo justo antes de que llegase a la puerta de fuera. Tiró de ella y la hizo girarse para encararla. Bella lo miró con una expresión indescifrable.

-Bella, espera-pidió.

-no espero, Edward, tengo que irme-se giró pero él volvió a ponerla en el mismo sitio-déjame irme, por favor.

-¿Por qué te vas?-le preguntó dolido.- ¿he hecho algo mal?

-no, no has hecho nada mal ahora-negó ella intentando soltarse.

-fue el otro día entonces-llegó a la conclusión-dime, ¿Qué hice mal?

-nada, Edward, déjame.-pidió.

-no te dejo-dijo serio-dime que hice mal.

-nada-contestó terca Bella.

-¡joder, Bella!-su voz sonó más alta porque empezaba a mosquearse.-dime que coño dije que te jodiese tanto.

-suéltame-rogó ella reacia a no decirle lo que le sentó mal.

-¡contesta!-gruñó.

-¡me trataste como a una puta!-soltó sin pensar en las como reaccionaría él.

-eres una puta-dijo él intentando justificarse.

No tardó ni un segundo en darse cuenta de que no había sido la respuesta adecuada y la mano de Bella en su cara lo corroboró. Bella le había pegado un tortazo con la mano abierta que sonó alto y limpio. Al mismo tiempo, luchaba por retener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Edward soltó el brazo de Bella y se llevó la mano a la zona afectada en estado de shock.

-no vuelvas a acercarte a mí-advirtió ella con voz fría y cortante.-no quiero volver a verte.

Se dio la vuelta y desapareció por la puerta del baño la cual quedó abierta por la fuerza con la que había dado el portazo. Edward la vio correr hacia la salida del bar sin conseguir salir de su estado catatónico; su cuerpo no reaccionaba aunque él quisiera. Bella se giró para mirar por última vez a Edward en el umbral de la puerta del baño, todavía con la mano en la mejilla y con el torso descubierto.

Y ahí se perdieron de vista por segunda vez en menos de un mes, ambos con el otro en sus pensamientos y los dos escuchando la canción maybe I'm amazed sonaba de fondo en la radio.

Capítulo 4: Obsecion, decepcion y desicion Capítulo 6: Descubierta

 
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