La toalla de lino amarrada a su cintura le resaltaba su cuerpo magnífico. Bella lo observo de la cabeza a los pies. Sobre la piel, se delineaban los músculos de los brazos, los hombros y del pecho. Ella lo recordaba muy bien: liso, duro y cubierto por vello ensortijado que, al tocarlos, le provocaban una sensación curiosa. Y abajo, en la zona que ella se había cuidado tanto cuidado de no rozar durante el baño, su miembro se esbozaba atrevidamente debajo del lino fino. Enrojeciendo, ella desvío la mirada rápidamente .
Esme quebró el silencio provocando por la llegada abrupta de Edward.
– Mi señor! Como se atreve a andar por ahí sin ropa? Ignorándola, el lanzo una feroz mirada a Isabella.
- Volver a mi cuarto, mujer - dijo en voz baja pero amenazadora.
Bella, entretanto, ofendida por su tono alterado, respondió:
- Vos acabas de mandarme salir de allí.
- No me grites! – le advertíos el.
- Mi señor Edward, ¿que está pasando ? – interfirió la criada.
- No traspases sus límites, Esme - rezongo Edward.
- Está todo bien. Iré con el- Bella dijo pasando al lado de la criada, pero ella continuó como si no hubiese sido reprendida:
- Por Dios, nunca imagine ver una escena como esta. El señor es quien debería estar en su cuarto y no andar desnudo por ahí tratando de pescar un resfriado. Lady Isabella puede quedarse aquí conmigo.
- Este cuarto es de Alice – protesto Edward.
- Como Alice tiene su propio castillo ahora, estoy segura de que no le importará la presencia de lady Isabella aquí.
A pesar de querer matarlas las dos, Edward no se inmuto.
- Está bien, Esme. Pero vos te haces responsable de ella. Y por el amor de Dios, arréglale ropa decente– agrego con una mirada desdeñosa para Isabella.
El se dio vuelta y se retiro.
-¿Le tenes miedo? - Bella le preguntó.
- A lord Edward? De ningún modo . Yo lo conozco desde que era un bebe.
Después de Phoenix, nada me puede asustar pero.
- Phoenix?
- Espera. Siéntese aquí cerca del fuego, mi señora
- dijo Esme acomodándola en un lindísimo banco de madera esculpida, con un espaldar alto cómodo.
A pesar de que no había mucho frío, ella cubrió los hombros y los pies de Bella con dos mantas de piel. Era fácil relajarse bajo los cuidados de esta mujer, especialmente después de los tiempos atareados del convento y de los días tensos desde el casamiento. Cerrando los ojos, Bella reclino su cabeza en el espaldar del banco.
- Así está mejor. Por donde debo comenzar? Soy Esme y trabajo en Volterra desde jovencita. Serví a la señora del castillo, que Dios la tenga en la gloria, y, después de su muerte, pase a cuidar a Alice, su hija.
Sorprendida, Edward abrió los ojos.
- Alice es la hermana de Edward? Pensé... Siempre oí decir que los señores de los castillos gustan de tener amantes.
- Edward? No. El es muy viril, pero donde gasta sus energías es un misterio. Tal vez las reprima y, por eso, sea tan violento.
La gracia y la manera simple de hablar de la mujer hicieron sonreír a Bella. Entonces, su marido no había una amante instalada en Volterran? Sintío un poco de placer que justifico con el hecho de saber que había un enemigo menos para enfrentar.
Pero Edward tenía una hermana. Seria tan fría e insensible como el?
– Tal vez yo no debería estar en el cuarto de lady Alice - dijo, revelando su miedo.
- Tranquila, mi niña. Ella es señora de su propio castillo. Además no viene muy seguido por aquí.
Pero Sophie no se sorprendió con ese hecho. No podía imaginar a nadie satisfecho con la compañía de una criatura tan desalmada como su marido.
– Tal vez ella, como yo, tenga miedo de Edward - sugirio.
- No. Alice no tiene miedo de nada. Se ha casado con el Caballero de Rojo, ella puede enfrentar a su hermano con gran facilidad. Edward no es malo. El era un jovencito cuando fue con el príncipe Aro nuestro soberano ahora, a luchar a Tierra Santa. No se lo que paso con el allá. Supimos por nuestro maldito vecino, que Edward había muerto. Naturalmente, el padre quedo arrasado pero no lo demostraba.
Esme hizo una pausa y dirigió una mirada penetrante a Bella.
- Presta atención, mi señora, pues precisa saber desde ya que los de Cullen Masen son muy fríos. Excepto Alice, naturalmente. El no demostraba afecto y se mantenía rígido controlado. Aunque no grite cuando este bravos, ni se emocionaba.
Con un aire triste, Esme sacudió la cabeza antes de continuar.
- Todavía, el se dejaba afectar por el sufrimiento. Depuse de perder todos los hijos en la guerra, el señor acabo muriendo. Fue cuando Alice pasó a tomar las riendas de la propiedad. Ella lo hizo competentemente hasta casarse con el barón de Phoenix. Este probó ser un hombre bueno. Pero yo estaba acostumbrada a vivir en Volterran y, después que nació Charlotte, me volví para acá con un nuevo marido.
Le Sonrío a Bella.
- Estoy adelantando la historia. Solo después que el castillo fuera atacado por nuestro vecino James, a quien el marido de Alice mato, fue que Edward volvió. Todos estaban satisfechos y yo no fui la única en desear que le se casase y tuviese herederos. Desgraciadamente, el había cambiado mucho. Estaba pero duro y, después de la cuestión con James se torno la sombra de lo que era.
Con todo, Esme sonrío. Fue una sorpresa oír que Edward la llamaba “Su esposa”. Pero después de conocerla, se convenció de que la señora seria capaz de cambiarlo.
. Jamás había imaginado verlo corriendo atrás de una mujer, y semidesnudo!
Río como si el recuerdo de la escena le agradase. Bella, entretanto, no la acompaño en la risa. No olvidaba el brillo rabioso en los ojos de su marido. Consternada, percibió que la vieja criada contaba con su influencia sobre Edward. Seria pero fácil conseguirle la luna. Levantó la mirada y se dirigió con una expresión de curiosidad hacia Esme.
- Cuéntame una cosa, mi señora. Como consiguió atraer la atención de Edward?
Después de un largo silencio, Sophie respondió:
- En verdad no hice nada. Soy la sobrina de james.
Malhumorado, Edward no prestaba atención a las palabras de su administrador que le relataba las actividades en el castillo. Sentía el alimento como una piedra caliente en su estómago y, entonces dejo de comer. Pero tarde se arrepentiría, pues el ardor seria insoportable.
Pensó en su mujer cenando sola en su cuarto. No debía perder de vista el objeto de su venganza. A pesar de que hubiese dejado un soldado apostado en la puerta del aposento, el no confiaba en nadie, mucho menos en Esme. La vieja criada ignoraba que la niña seria capaz de volar a través de la ventana a la menor provocación.
Se movía inquieto en la silla. La cena parecía interminable y no había modo de apresurarla. A lo largo de las mesas hechas con caballetes los moradores del castillo continuaban a con uniendo calmadamente.
–Aun axial podría haberse puesto algo mas presentable para vestir...
El sonido de una voz baja tan cercana lo sobresalto a Edward. El se maldijo por la falta de atención y giró hacia el sirio que estaba a su lado.
– De que estabas hablando?
- Oír dice que vos anduviste corriendo por el castillo con apenas una toalla atada a la cintura.
Por primera vez en mucho tiempo, Edward ruborizo al recordar la persecución de su mujer.
- Yo hubiese pasando frío vestido de ese modo - respondió. Jacob sonrío.
- Primero, pensé que estabas usando su ropa de dormir pero después supe que era más diminuta.
Edward permaneció callado. No había intención de discutir el asunto con el sirio.
- Dicen que la perseguías como un oso...
– Deja ya! – Edward lo interrumpió.
Si la intención de su compañero era provocarlo lo había conseguido. Observándolo tuvo la impresión de que el sirio se divertía.
– Encostras algo gracioso en todo esto, Jacob?
Con una expresión impasible, el sirio negó con un gesto de la cabeza. Pero Edward lo continuó confrontando con la mirada. Como le gustaría empezar una pelea a fin de escapar de su frustración.
Finalmente, desvío la mirada.
– Voy a averiguar los que sientes por ellas - aviso el sirio.
Nicholas sentíos alivio al verlo levantarse. Se Estaba haciendo tarde y, además de precisar descansar, quería buscar a su mujer.
Isabella. El corazón de Edward latía pero fuerte con solo pensar en lo que le haría esa noche. Después de lo acontecido en el baño, no deseaba dormir con ella. Monja o novicia, Isabella debía conocer los artilugios femeninos. A pesar de su aparente inocencia, el podría ser fascinante. Y el no había la mínima intención de volverse esclavo de su cuerpo. Era ella quien debería estar a su merced.
En verdad, debería hacerla dormir en el suelo, a los pies de su cama, como una criada humilde. Pero su piel era tan sedosa y delicada. No quedaría marcada en una superficie tan dura? Tal vez fuese mejor dejarla en el cuarto de Alice.
Odiando su indecisión, Edward respiro profundo. Resolvió mantener a su esposa bajo su vigilancia. Isabella era experta y audaz. Si el no tomaba precauciones, acabaría perdiendo la oportunidad de ejercer su venganza.
Se Sintió estimulado. Ya había descubierto el mayor temor de su mujer y seria muy fácil atormentarla. El la dejaría dormir sobre una colcha gruesa para no dañar su piel. Pero estaría a los pies de su cama donde pudiese alcanzarla.
Por primera vez en esa noche, Edward sonrío al imaginar a la sobrina de James arrodillada ante el. Si, seria fácil atormentarla. Con sexo.
Por causa de los hábitos adquiridos en el convento, Bella se sentía un tanto avergonzada con las atenciones de Esme. Pero para no ofenderla se sometió a ellas. Imaginaba cuanto tiempo durarían. Sin duda, Edward no las aprobaría.
- La señora tiene buen apetito. Será que ya está encinta? - la criada sugeríos, observando como se alimentaba.
– De ninguna manera! Comer bien es un viejo hábito. Hubo un tiempo en que pase hambre y desde entonces me alimento bien cuando puedo - respondió Bella
- Pobrecita - murmuro Esme condolida, pero prosiguió en un tono mas animado: - La señora me parece saludable y, con certeza, un bebe pronto estará en camino. Además lord Edward la quiere en su habitación esta noche – agrego guiñando un ojo.
Bella se sintió horrorizada. La cena sabrosa y la compañía agradable de la vieja criada la habían hecho relajar, pero volvía a estar tensa.
- Oiga, lady Bella, el no puede odiarla como usted piensa. Si fuera así, no buscaría placer con su señora.
El comentario irrito a Bella.
– El único placer que el sentirá será el de maltratarme.
- Lady Isabella! - exclamo Esme con sorpresa. - Lord Edward no es un hombre muy gentil, lo admito, pero la señora no quiere decir que el le ha hecho mal, o si?
– Hasta ahora no, pues no hubo oportunidad de consumar el matrimonio.
-Ah, la señora está con miedo! - dijo Esme, aliviada. - Lord Edward es un hombre fuerte, alto, pero muy atractivo
- Sin duda. Atractivo y terrible - resumio Bella.
– Tranquila. Los hombres son muy habilidosos en el arte de amar. No querrá insinuar que Edward es in se le cerca en la cama.
Bella se ruborizo y bajo la cabeza. Desde los tiempos en la casa de Mike Newton, ella no oía palabras tan claras sobre el asunto. El recuerdo la hizo estremecer.
- No tenga miedo, lady Isabella. Existe siempre una solución. Si lord Edward no la agrada como debe, toma la iniciativa - aconsejo la criada.
- Que?!
- Algunos hombres no regalan palabras cariñosas ni sonrisas. Pero debajo de las sabanas, la mayoría se deja seducir por las atenciones de una mujer.
Atónita, Bella la miraba con ojos bien abiertos.
- Así mismo, mi señora. Note como lord Edward la observa. En mi opinión, no será difícil tenerlo a sus pies. Es solo hacer un pequeño esfuerzo.
Bella se sentía aturdida con la idea. No confiaba en los hombres y le temía a la lujuria. Al lavar el cuerpo de Edward, sintíos una mezcla de excitación extraña y fascinación.
Su corazón se disparo al acordarse de su marido, semidesnudo, parado en la puerta. Lo Imagino aproximándose, tocándola y haciéndole las cosas que Mike Newton le explicó al oído. Las imágenes habían un cierto encantamiento prohibido que Bella no era capaz de explicarse. Cerró los ojos para apartar las imágenes.
Al hacerlo, el lindo rostro de Edward le surgió en la mente. Su expresión no era de satisfacción sino de triunfo. Los ojos verdosos brillaban de odio. Se creía de ser incapaz de apartarlo del camino de la venganza, Bella soltó una exclamación ahogada y abrió los ojos.
- Cálmese, mi señora. No fue mi intención asustarla. Si quiere algún consejo puede hablar conmigo. En poco tiempo, la señora tendrá a su marido implorando sus favores como un cachorrito amaestrado.
Bella esbozo una sonrisa triste. Sabía como tal proeza seria imposible. La vieja criada veía la situación a través de un prisma diferente, puesto que nunca se había enfrentado con la mirad rabiosa de Edward.
- Bien, ahora es mejor ir al encuentro de su marido. Pero recuerde lo que hablamos, mi niña - Esme agrego.
Bella se levantó, cuando la criada se dio vuelta para ir hacia la puerta, agarro un cuchillo de la mesa, escondiéndolo entre su ropa. Ahora poseía un arma poderosa y pretendía usarla en caso de peligro. Por derecho, su cuerpo pertenecía a su marido, pero estaba decidida a no dejarlo abusar de el.
Desanimada, acompaño a la criada hasta el otro cuarto. Entro con la cabeza erguida. Hoyo a su marido despidiendo a Esme y cerrar la puerta.
Se hizo un silencio profundo y agorero. Si bien el aposento era espacioso, Bella se sentía enclaustrada.
Una cama inmensa, con cortinados pesados, dominaba la habitación. Estaba rodeada por arcones y bancos llenos de almohadas mullidas. A un lado, había un tejido con diseños exóticos, probablemente traídos del este. Bella se dio cuenta que nunca había soñado con un lugar tan lindo. Debía parecerse al paraíso.
Existía un único problema: el también estaba allí.
Durante el viaje, Edward no entraba en su tienda.
Por lo que solo habían estados a solas una vez, en ese mismo cuarto, durante el baño cuando lo lavo, descubriendo los músculos rígidos debajo del a piel lisa y húmeda. El recuerdo le provoco un escalofrío, ella se esforzó en mirar a Edward.
Estremecida. Con expresión arrogante y cruel, el no parecía ser el mismo hombre que se relajara con el toque de sus manos. Como podría haber sentido otra cosa sino repulsión por ella?, se preguntó.
- Vas a pasar la noche aquí. Dormirás en aquel colchón a los pies del a cama – le informo Edward en tono áspero.
Bella no protesto. Se Sentía aliviada por no tener que dormir en la cama con su marido. Preferible el suelo duro que sentir el cuerpo de el encontrándose con el suyo.
Percibiendo su reacción, Edward dijo:
- He sido muy indulgente con vos, mujer. Pero el viaje termino y espero hacerte pagar por la traición de tu tío.
hola !! se que me quiere mandar al ejercito de victoria pero plis nop lo haga por que si no como asctualizo jejeje no pero de verdad lamento la tardanza pero es que la universidad me tiene estresada y de paso con la lluvias que esta fuerte en mi pais si hay alguna lectora de venezuela espero que este bien ella y toda su familia ya que la lluvias esta haciendo estragos aqui , bueno prometo no tarda tanto en actualiza en verdad lo prometo espero que les guste el capi va con mucho cariño de verdad espero su comentrios y votoso saludos.
hasta la proxima actualisacion bye :p
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