Mi tía Victoria estaba sentada a los pies de la cama. Tenía en su cara una sonrisa malévola. No era nada buena esa visita matutina que había decidido hacerme, estaba segura de ello. - Veo que te has levantado de muy buen humor – dijo ácidamente. No respondí, estaba paralizada en la puerta del baño y muerta de miedo. - Mi marido se ha vuelto blando con los años, pero creo que en tu caso se ha excedido. Tú no tienes derecho a salirte indemne de esto, y mucho menos tu bastardo. Habia llamado bastardo a mi hijo? Ella no sabía que no era uno si no dos, pero igualmente, Quien se creía que era? - Mi hijo no es un bastardo, es fruto del amor con el hombre que hasta hace dos días iba a ser mi marido – se lo escupí a la cara. Victoria empezó a carcajearse. Su risa me daba escalofríos. - Creo que no lo entiendes verdad? Te lo explicaré con claridad para que puedas entenderlo. Tú y tu hijo no vais a salir con vida de éste castillo. - Eso lo veremos – le dije desafiante. Yo contra un vampiro. Era una batalla perdida, pero no iba a achicarme, no le iba a dar ese gusto. Victoria se levantó con la ira reflejada en su rostro y en un abrir y cerrar de ojos estaba plantada delante de mí. Me cogió por el cuello y me levantó del suelo medio metro. No podía respirar. - Como osas enfrentarte a una Voulturi? Acaso tu padre no te enseñó modales? Renata abrió la puerta en ese momento con una bandeja con mi desayuno. La bandeja fue a parar al suelo y en medio segundo Renata estaba con su mano sujetando la mano que Victoria tenía en su cuello. - Victoria suéltala, conoces la decisión de Aro – le dijo a Victoria con los dientes apretados. - TU QUIEN TE CREES QUE ERES PARA DARME ORDENES!! - bufó Victoria. Y con la otra manó libré mandó a Renata volando al otro extremo de la habitación. Renata se levantó y salió al pasillo. - FELIX, DIMITRI – gritó. En un segundo entraron dos hombres con Renata. Ellos se quedaron parados al contemplar la escena. Yo ya casi estaba por desmayarme, no podía respirar. Renata siseó y los dos hombres cogieron a Victoria sacándola de la habitación entre forcejeos. Renata me sujeto y me llevó hasta la cama, y todo se volvió negro. Sentía mi nombre, alguien me llamaba desde algún sitio, pero esa voz…. - Bella amor, estoy aquí a tu lado, despierta – decía la voz de un angel angustiado. Noté una luz que me cegaba, no podía ver bien. De pronto lo ví. Estaba claro que había muerto y estaba en el cielo porque él estaba a mi lado. - Bella amor, ya pasó todo, nos vamos a casa - me decía mi amor con cara de amargura. - Porque estas triste? – le pregunté - Porque casi te pierdo amor – me respondió Conseguí ver más allá de la figura de mi ángel y empecé a recordar donde me encontraba. Cuando conseguí situarme me enderece en la cama y me pegué al cabecero protegiendo mi vientre con mis manos. Él se quedó ahí sentado observando mi reacción y con dolor en su mirada. - Bella soy yo Edward - me decía con su voz musical. Tenía la misma voz que Edward, pero no podía ser, yo estaba en el castillo de los Voulturi, Victoria había intentado matarme y….lo había conseguido? Renata se acercó hasta mí, se puso junto a Edward. - Bella, recuerdas que te dije que todo saldría bien? – dijo cariñosamente – Edward y tu familia han venido a buscarte, el resto está ahora con Aro, Cayo y Marco en el despacho de Aro. En cuanto estés lista podrás marcharte. Después de pronunciar esas palabras Renata estiró su mano hacía mi. Ella era la única amiga que tenía allí, y no sabía si mi ángel era real o no. Tomé su mano y me acerqué hasta el borde de la cama para ponerme en pie. Edward se veía angustiado, y si en verdad era él? Estaba junto a Renata mirando a Edward, el levanto la vista del suelo y con una de sus manos se agarró su cabello. Sólo él podía hacer ese gesto de ese modo. Corrí a sus brazos y enterré mi cara en su pecho. No pude contener las lágrimas que corrían a mares por mis mejillas. - Eres tu! Eres tu de verdad! – dije pegada al cuello de su camisa. Absorbiendo su olor. - Si soy yo mi amor – contesto él besando el cabello. - Edward – le dije mirándolo a los ojos. El me miraba con su mirada tierna y protectora, y asomo una leve sonrisa a sus labios – Te amo. - Yo también te amo, eres mi vida Bella No podía creerlo, Edward estaba allí y había venido a buscarme. - Bella debes vestirte y debemos ir al despacho de Aro – Renata hablo mirando a Edward con apuro, y éste asintió. - Bella amor vamos a vestirte y nos vamos. Me puse la ropa con la que había llegado, pues no quería llevarme nada de aquel lugar. Salimos de la habitación escoltados por Renata, Felix y Dimitri. Llegamos al despacho de Aro y Renata tocó y abrió la puerta. Al entrar no pude contener las lágrimas al ver a mi padre. Solté a Edward y corrí a abrazarlo y él me recibió en sus brazos. - FANTASTICO!! Un reencuentro familiar – dijo Aro con voz chillona y dando palmaditas. Me aparté de mi padre y abracé al resto de mi familia: Carlisle y tío Stefan. - Charlie ves que no te he mentido y Isabella está sana y salva, no le hemos tocado un pelo – dijo Aro alegremente. Mi padré fijó su mirada en mi cuello, allí estaba la marca de la mano de Victoria. Aro desvió su mirada a mi cuello inmediatamente y se acercó para observar de cerca. Me estremecí cuando pasó uno de sus dedos por la marca con los ojos como platos. Levantó su mirada a la puerta, donde aún estaban Felix, Dimitri y Renata. - Renata, puedes explicarme esto – dijo Aro con los dientes apretados. Estaba claro que no estaba al tanto del incidente con su esposa y había dado su palabra de que yo estaba sana y salva. Renata se adelantó dos pasos e hizo una reverencia y habló. - Cuando fui a buscarle el desayuno ésta mañana a Isabella, al volver a su habitación Victoria la tenía tomada por el cuello. Solicite la ayuda de Felix y Dimitri para poder ayudar a Isabella y alejar a Victoria de ella. Un gruñido audible salió del pecho de mi padre y del de Edward, ambos estabas con los dientes y los puños apretados. - Felix, Dimitri – ambos dieron un paso al frente y repitieron la reverencia que había hecho Renata – señor, Renata nos avisío y tuvimos que separa a su esposa de ella, de lo contrario la habría matado. - Dimitri, ve a buscar a Victoria AHORA! – gritó ahoa endado. Su mirada se centró en mi rostro. - Joven Bella, como te dije los Voulturi no somos monstruos, y tu podras regresar a tu vida y casarte con tu amor – dijo haciendo un gesto de cabeza señalando a Edward, que ya se acercaba a mi padre y a mí que estábamos frente a Aro. Dimitri entró en la estancia con Victoria delante. Venia vestida de rojo y con su melena leonada suelta. Al entrar se quedó viendo la escena y sonrío. - Hola Charlie, veo que has decido hacerme una visita, ya era hora – dijo altivamente y avanzó en dirección a mi padre. - No he venido a verte a ti, he venido a buscar a mi hija – contestó mi padre secamente. El semblante de Victoria pasó de la altivez a la ira, y su mirada se concentró en mi persona. - NI TE ATREVAS A ACERCARTE A ELLA! – siseó Edward interponiendo su cuerpo entre el avance de Victoria y yo. Mi padre y Carlisle también reaccionaron colocándose en los flancos de Edward. - Paz hermanos – pidió Aro. - Tu esposa a desobedecido las ordenes, y debe ser castigada – el que habló fue Cayo, que hasta ese momento no había abierto la boca. A continuación lo hizo Marco. - No podemos permitir desobediencia entre nuestras filas por parte de ninguno de los integrantes de nuestro clan, ni siquiera por una de nuestras esposas – sentenció Marco. A Victoria le había cambiado la cara, ya no tenía la altivez que había demostrado al llegar, ni la ira cuando me miró. Su cara reflejaba miedo. - Felix, Dimitri, llevad a Victoria al torreón – sentenció Aro. - NO POR FAVOOOORRRR!!! Mi amoooorrr – suplicaba Victoria – NO PUEDES HACERME ESTO SOY LA MADRE DE TUS HIJOS – ahora su tono ya no era de suplica, si no de rabia e ira, todo una mezcla de ambos. - Victoria – habló Aro pausadamente – has desobedecido una de mis órdenes y has atacado a alguien que no debía ser atacado. Te quedarás en el torreón hasta que te consumas y mueras de inanición. Lleváosla. Mi padre dio un paso hacia delante cuando se llevaban a su hermana. Le dolía perder a la única persona que le quedaba de su familia, aunque estábamos mi madre, Mike y yo, pero hacía tiempo que había perdido a sus padres, y su hermana era como si tampoco existiese, pero sabía que seguía viva. Felix y Dimitri sacaron a Victoria del despacho a rastras. Sus gritos se escuchaban incluso con la puerta cerrada. Estuvimos escuchándolos durante un rato, hasta que se perdieron en los corredores del castillo y de nuevo reinó el silencio. Carlisle puso una mano sobre el hombro de Charlie para intentar mostrarle su apoyo, y éste lo miró y asintió en señal de agradecimiento. - Bien amigos, ahora debo pediros que esperéis a que anochezca para abandonar el castillo, no quiero que llaméis la atención por la ciudad, tenemos que mantener nuestro secreto a salvo. Aro estaba alegre, parecía como si a ese hombre no le afectara nada, ni siquiera haber condenado a muerte a su esposa hacía apenas diez minutos. Era la madre de sus hijos y se había deshecho de ella sin remordimientos. - Charlie me alegro de haberte visto – le tendió la mano a mi padre y esté se la estrecho sin mostrar expresión alguna en su rostro - Carlisle viejo amigo, espero verte pronto a ti también. Ambos le dieron la mano. - Stefan, dale recuerdos de mi parte a Katheryn, seguro que sigue tan hermosa como siempre – mi tío asintió con los dientes apretados, estaba claro que la mención de su esposa no le hacía ninguna gracia. - De tu parte Aro – contestó mi tio Stefan. - Isabella, Isabella, como me hubiese gustado verte casada con Alec – Edward gruño a mi espalda, y yo estiré mi mano hacia atrás para tocarlo y calmarlo – Creo que eres la mujer ideal para él, pero llegamos tarde – su mirada iba de mi rostro hacía el de Edward, que seguía con los dientes apretados. - Siento la molestia que te haya podido causar Aro, pero ya tengo claro cuál es mi destino y la persona con la que voy a compartirlo – Edward se posicionó a mi lado sujetándome por la cintura. - Bien joven Isabella, espero verte pronto a ti y a tu pequeño. Joven Edward, cuida bien de ésta señorita - Descuida Aro – contestó Edward secamente. El ambiente estaba muy tenso, se podía cortar con un cuchillo, yo no veía la hora de salir de ese horrible lugar. Renata entró de nuevo al despacho. - Renata, lleva a nuestros amigos hasta el hall para que puedan esperar al crepúsculo para partir. Renata hizo una reverencia y asintió. Nos encaminamos hacia la puerta escuchando de fondo la despedida de Aro. - Adiós queridos amigos! Sólo yo y Renata sabíamos que no era uno si no dos los hijos que esperaba de Edward. Me hubiese gustado darle la noticia de mi embarazo, pero estaba segura que ya lo había leído en la mente de Aro, de hecho ese era el motivo por el cual nos permitían marcharnos, mi embarazo.
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