El bebé que crecía en mi vientre era la prueba del amor entre Edward y yo. No era un sueño, y ese bebé haría que un pedacito de él estuviera siempre a mi lado. Mis lagrimas resalaban por mis mejillas sin control, debía proteger a mi bebé, pero como? Como una simple semi vampiro podría proteger a su bebé? Renata entró de nuevo en la habitación. Se veía animada y yo no entendía el motivo. Instintivamente mis manos viajaron de nuevo a mi vientre para proteger lo más preciado que tenía en mi vida, mi hijo y el de Edward, la prueba de nuestro amor. - Bella, vamos, necesito que te vistas, Aro necesita hablarte – me dijo Renata cariñosamente. No entendía nada, pero sólo sabía que Aro no me arrebataría a mi hijo, no sabía cómo lo iba a conseguir pero no lo haría. Renata me ayudó a vestirme con ropa limpia. Un vestido de color violeta sin mangas y con un escote drapeado, que se adhería perfectamente a mi figura, que aún no se había visto afectada por el embarazo, pues apenas había pasado una semana…y como Renata podía saberlo? - Renata, como has sabido que yo… - no terminé la frase pero Renata comprendió a que me refería. - Ese es mi don, percibir a las personas, sus sentimientos y todo lo que les afecta, incluso puedo notar un embarazo aunque sólo sea de muy pocas semanas como es tu caso. Los dones vampiricos nunca dejarían de sorprenderme. - Renata ahora que va a pasar? – por alguna extraña razón Renata me inspiraba confianza y sentía que ella me ayudaría a saber cuál iba a ser mi destino desde éste momento. - No te preocupes, los Voulturi no somos monstruos – me dijo cariñosamente. Me puso unos tacones y salí de la habitación con Renata. Nos encaminamos hacía la misma sala de la que había salido hacía apenas unas horas. Renata llamó antes de entrar y la puerta se abrió para nosotras. Entramos en el despacho de Aro. Él nos esperaba sentado en uno de los sofás junto a su esposa, Victoria, la hermana de mi padre. Nos sentamos en el sofá que había frente a donde ellos estaban sentados. - Bella, Bella, Bella – empezó diciendo Aro – tenía grandes planes para ti. Tenía? Eso no era buena señal. - Pero veo que tus padres no supieron hacer que te cuidaras lo suficiente hasta el matrimonio, y está claro que ahora en tu estado no te puedes casar con Alec. Algo positivo! No me tenía que casar con mi primo, el hijo de Aro y Victoria. - Querido – habló Victoria – podemos desacernos del bebé y asunto arreglado. - NO VOY A PERMITIR QUE SE ACERQUEN A MI BEBÉ. Mi tia me miraba desafiante con una sonrisa malévola en su rostro. No podía creerlo, aquella mujer era la hermana de mi padre y proponía deshacerse de mi bebé. Ella que más que nadie había sufrido lo que era la pérdida cuando vio morir a su padre y se tuvo que casar con Aro. Aro la fulminó con la mirada. - Querida, sabes bien que los Voulturi no actuamos así. Escogemos, y si hay algún inconveniente solucionable, lo solucionamos. Pero éste no lo és. No podemos deshacernos del bebé de Isabella sin más, ya que de todos modos ella ya está desflorada y tampoco serviría de nada sacrificar a su hijo. Llegamos tarde y no podemos hacer nada al respecto. Tocaron a la puerta. - Adelante – dijo Aro con voz firme. Renata se acercó hasta Aro y éste tomó sus manos. - Oh! bien parece que tendremos visita mañana – dijo Aro alegremente. Renata se retiró guiñándome un ojo. Yo no entendía nada. - Bien joven Isabella, tendrás que pasar aquí la noche, y mañana dispondremos todo para tu partida – dijo Aro. - Para mi partida? - pregunté algo confusa A dónde pensaban llevarme? No entendía nada! Que iba a pasar conmigo y con mi bebé. Renata entró de nuevo en la estancia. - Bien Bella, mañana por la mañana solucionaremos éste tema - dijo Aro – espero que disfrutes de nuestra hospitalidad y descanses. Buenas noches. Renata me sacaba fuera de la habitación y sólo alcancé a decir buenas noches en un susurro. - Vamos Isabella, antes de que Aro cambie de opinión, que espero que no lo haga. Renata me arrastró literalmente hasta mi habitación y una vez allí empecé a sollozar. No podía creer que el momento más feliz de mi vida a la vez fuera el más amargo. Estaba embarazada del único amor de mi vida y no sabía que iba a pasar conmigo misma y con mi bebé, que ahora se había convertido en mi prioridad absoluta. Renata se acercó a mi lentamente para no asustarme. - Isabella, tranquila, eso no te hace bien en tu estado. Me permites – me dijo Renata mirando mis manos en mi barriga. Aentí y aparté las manos de mi vientre y ella puso su mano sobre mi piel delicadamente. El contraste de su temperatura me hizo dar un respingo. - Lo siento – dijo disculpándose – Colocó la otra mano en mi vientre y cerró los ojos. Estaba concentrada en algo. No hablaba y estaba con los ojos cerrados. De pronto sacó mis manos de mi vientre y abrió los ojos sonriendo. Ambos están bien. - Ambos? – pregunté confusa - Si Isabella, son gemelos. - Gemelos? Dos? – que pregunta más absurda, si son gemelos era evidente que eran dos. - Si – contestó Renata con una sonrisa en sus labios. No pude reprimir mis lágrimas ni lanzarme a los brazos de Renata. Ella era la única amiga que tenía en aquel castillo en el que no sabía por cuánto tiempo iba a permanecer. - Isabella cálmate – me dijo ella apartándome de su abrazo para poder verme de frente – todo se va a arreglar, te reunirás de nuevo con los tuyos, es lo que Aro ha decidido. - Bella – Renata me miraba con cara de interrogación – me gusta que me digan Bella, no Isabella. Ambas nos miramos con una sonrisa en los labios, no sé que habría sido de mi de no ser por Renata. - Pero Victoria dijo que… - Renata no me dejó terminar. - Victoria no decide, quien decide es Aro, en según qué temas no se deja asesorar por su esposa, ella es demasiado impulsiva y malévola, no tiene en cuenta que los Voulturi tienen una reputación que mantener y no pueden hacer según qué cosas. Aro si lo tiene presente y calibra sus decisiones, y más si afectan a una madre y a sus hijos. - Eso significa que… voy a poder irme? – pregunté incrédula. Renata solo asintió y nos abrazamos de nuevo. No entendía como una persona, bueno un vampiro como ella, podía permanecer al lado de los Voulturi, no era como ellos. Renata era cariñosa y amigable, y era la persona que me había dado la mejor noticia de mi vida, la más feliz. Y gracias a su don, Aro se había enterado de esa noticia y había tenido que cambiar sus planes. - Ahora intenta dormir un rato. En la mañana temprano vendré para ayudarte a recoger tus cosas. Asentí y Renata salió de la habitación. Me fui al baño y me cambié. Me puso mi pijama que había traído en mi pequeña bolsa y me metí en la cama. No sabía si conseguiría conciliar el sueño, pero tenía que intentarlo, por mis bebés debía empezar a cuidarme.
Sueño de Bella Corría por el bosque con una gran barriga, casi no podía más, estaba al límite de mis fuerzas. Ella me seguía, la tenia pegada a mis talones… - Bella no vas a poder huir. Te voy a destruir a ti y a tus hijos, ellos no van a llegar a nacer jamás! Por más que corría no conseguía que mis pies avanzaran y poder escapar de mi tía. Con su cabello rojo como una leona y su labio superior curvado hacía arriba mostrando sus caninos, me seguía por el bosque. Me estaba dando caza, a mi i a mis hijos, que aun no habían nacido. Alguien me agarró y empezó a zarandearme. - Bella, Bella Fin del sueño de Bella Me desperté con una voz que me llamaba desde mi inconsciencia… - Bella despierta, debes levantarte. Renata estaba a mi lado intentado despertarme. Cuando fui consciente de dónde me encontraba unos sollozos llegaron a mi garganta y no pude contener el llanto. Me llevé las manos a mi vientre para proteger a mis hijos. Me sorprendía que estuviera más abultado que ayer. Me levanté el pijama y observé mi barriga. Se había empezado a abultar en tan solo una semana de embarazo. Para cualquier otra persona era imperceptible, pero yo conocía mi cuerpo y ya notaba los efectos del embarazo en él. - Vamos Bella es la hora – dijo Renata seria. Me tensé al pensar a que se refería con “es la hora” y ella lo noto. Me dedicó una sonrisa y se acercó a mi lado. Colocó sus manos en mis hombros y me dijo. - Todo va a estar bien, tú y tus hijos van a estar bien. Date una ducha mientras voy a por tu desayuno. Me dí una ducha rápida, y ésta vez me llevé ropa al baño. Cuando estaba a punto de salir del baño oí la puerta de mi habitación. - Ahora salgo Renata, casi he terminado Acabé de peinar mi pelo y salí del baño, pero no era Renata la que me esperaba en mi habitación.
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