
4.9 Cautiva
El incesante parpadeo de aquella polvorienta bombilla me despertó. No habían transcurrido muchas horas desde la última vez que conseguí despejarme un poco, antes de que Robert me drogase, de nuevo. Las dosis que me inyectaba cada vez eran más fuertes. Mi cuerpo se debilitaba. Y lo peor de todo… necesitaba sangre. Intente incorporarme. Me dolían todos los músculos. Apoye la espalda contra la pared y eche un vistazo a mí alrededor.
No era una habitación muy grande. Ni decorada, eso estaba claro. Tan solo había una cama, en la que me encontraba, una mesilla y una vieja lamparilla. Ni siquiera una ventana o un pequeño respiradero. Aquel detalle me inquieto bastante. Parecía la habitación de un viejo “hotelucho” de carretera… pero mas lúgubre y mal oliente.
Me examine el cuerpo. Me vi sorprendida por las ataduras de mis muñecas. Varios precintos negros las rodeaban, sin embargo en mis pies, unos cables rodeaban con varias vueltas mis tobillos. Aquello no me impidió echar una ojeada a mis brazos. Varias marcas violáceas manchaban mi blanca piel. Alguno de ellos habían sido por culpa de la droga que me había inyectado Robert.
No podía estar quieta. ¡Era una oportunidad única! ¡Estaba sola! Era el momento de hacer algo. Todos estarían preocupados por mi… y lo odiaba. Empecé a mordisquear aquellas tiras de plástico que envolvían mis muñecas. No quería ser comida para neofito. Jake me había explicado, durante el viaje a la casa de los abuelos, el significado de aquella palabra. Me pareció aterrador que todos hubiesen pasado por una etapa así antes de convertirse en vampiros… “racionales”. Alguien se acercaba. Oí claramente sus pasos. Deje lo que hacia y me tumbe, haciéndome la dormida.
-Esas tonterías no sirven conmigo, señorita –rió Robert.
Abrí los ojos furiosa por lo mala actriz que era y me incorpore lo mas rápido que pude. Me quede paralizada. En sus brazos el cadáver aun fresco de una mujer… goteaba la poca sangre que le quedaba… ante mí. El horror se dibujo en mi rostro. Robert aun tenía restos de sangre en sus labios. La soltó. Su cuerpo se precipito contra el suelo.
-Come… no tienes buena cara.
-¡No pienso hacerlo! ¿Qué hago yo aquí? ¡Que vas hacerme! ¡Dime! –grite. Se sentó a los pies de la cama, me encogí todo lo que pude. No quería que me tocase.
-Tranquilízate, no voy hacerte nada –sus dientes asomaron y en su boca se perfilo la mentira.
-¡Suéltame maldito vampirucho! –grite furiosa.
-Interesante… “maldito vampirucho”, no creo que a tu familia le guste mucho esa expresión –se carcajeo.
-¿Pero que clase de neofito eres tu? –pregunte fuera de si- ¡A caso no sois irracionales! ¡No os dejáis llevar por vuestro instinto mas primario! ¡Deberías haberme…! –detuve mis palabras antes de darle mas ideas.
-¡Ah! ¿Eso es lo que te intriga? –paro de mofarse de mi durante unos segundos y sin darle mas importancia, respondió a mi pregunta- mi amo fue muy generoso conmigo –su mirada me helo la sangre- solo tuve que participar en uno de sus experimentos.
¡No podía creer lo que acababa de escuchar! ¿Experimentos? ¿Qué clase de experimentos? Y eso significaba que… ¿Joham era su creador? ¡Tenia que saber más! Pero no quería que Robert notase mi conocimiento acerca de los experimentos de Joham… o de la existencia del mismo.
-¿Experimento? …¿Qué clase de experimento? –pregunte anonadada.
-Uno muy sencillo –desvió la mirada, parecía incomodarle aquel tema- no quiero darte detalles… pero solo te diré, que conseguí controlar bastante mis ansias de sangre –me sonrió-, ese es el principal motivo por el que sigues con vida. Pronto llegara. Solo debemos esperar.
-¿Quién? ¿Esperar?... ¿A que?
-Ya basta de preguntas -su rostro cambio de expresión. El rojo de sus ojos se volvió mas fuerte y profundo- La verdad es que eres un bocadito… excelente… y el dulce sonido de tu corazón bombeando esa deliciosa sangre… no es que me ayude demasiado a controlarme –se acerco peligrosamente hacia mi, con la mirada fija en mi cuello.
-¡Apártate! –grite.
-Solo voy a probar un poquito… no creo que el amo se enfade por eso –rió.
-Podrías dejar de hacer tonterías Robert –una voz salio desde la puerta.
Robert detuvo su mano a unos pocos centímetros de mi cuello. Los dos dirigimos nuestras miradas hacia el oscuro umbral de la puerta.
-¡Amo! –exclamo Robert, levantándose rápidamente de la cama.
-No la toques… la necesitamos viva… por ahora –respondió aquella silueta.
Sin más, dio un paso hacia delante y la tenue luz de la lamparilla de noche pudo dibujarme al fin los rasgos de su cara.
-Na… hu… el
O_o_kristy_o_O
|