El linaje (+18)

Autor: a_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 14/05/2011
Fecha Actualización: 28/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 29
Visitas: 91833
Capítulos: 42

FINALIZADO

Las cosas no siempre suceden como uno las planea. La vida te da sorpresas, cosas inesperadas, y encuentras el amor en el momento en el que pensabas que lo que ibas a solucionar era otra cosa.

Bella está prometida con Jasper, pero pronto descubrirá que el destino tiene reservados otros planes para ella.

Bella Swan destinada a ser un vampiro. Edward Cullen destinado a estar con Bella.

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Capítulo 35: Capitulo 34: La semana infernal

Después de todo lo acaecido esa noche. Decidimos que lo más seguro era quedarnos a dormir en la casa de los Cullen, aunque en realidad los únicos que necesitábamos dormir éramos Mike, Alice, Rosalie y yo.
Rosalie durmió en la antigua habitación de Emmet, con él a su lado.
Mi hermano Mike durmió en la habitación de Jasper.
Y Edward y yo nos quedamos en su habitación.
Era la primera noche que pasaríamos juntos, a solas, y eso me tenía algo nerviosa, pero tenía muy claro que esperaba de esa noche.
Yo subí primero para poder darme una ducha y ponerme el pijama. Cuando salía del baño con mi camisón, el abría la puerta.
Al verme se quedó parado en la puerta con la boca abierta, me miraba con ojos de deseo, y yo lo sabía, el camisón que llevaba puesto era toda una declaración de intenciones. Me llegaba a la mitad de los muslos y con unos tirantes finos y un escote en uve, dejaba ver algo del inicio de mis pechos. De un color azul intenso, su favorito.
Nuestras miradas se encontraron. Consiguió entrar y cerrar, reposando su espalda en la puerta que acababa de cerrar.
- Estas hermosa Bella – me dijo con voz sensual, estaba claro que estaba disfrutando con la vista, y yo más, estaba consiguiendo mi propósito.
- Gracias – musité algo colorada.
El carraspeo para aclararse la garganta y miró hacía el suelo.
- Creo que será mejor que duermas algo.
- No te vas a quedar aquí conmigo? – pregunté algo tímida.
- Si así lo deseas…
- Si – contesté rápidamente.
Retiró el cobertor de la cama y las sabanas para que pudiera acostarme. Me tapó y besó la frente y fue a sentarse en el sillón junto al ventanal. Me lo quedé mirando con el ceño fruncido y di unas palmaditas en la cama. Él me miró extrañado pero se acercó hasta la cama y se tumbo sobre el cobertor a mi lado, quitándose los zapatos.
Yo seguía con el ceño fruncido y él me miró confuso:
- Sucede algo? – preguntó algo intrigado.
- Si, en realidad esperaba que durmieras “conmigo” – enfatice la última palabra, y él pareció entender mis intenciones y abrió los ojos como platos.
- Per Bella… - empezó a protestar y yo le tape la boca con mis labios, no estaba dispuesta a recibir una negativa.
Quería entregarme a él por completo, y quería que fuera aquella noche, no estaba dispuesta a esperar a la boda, no sabía que podía pasar hasta que llegara ese momento, y no quería desaprovechar la oportunidad que aquella noche nos estaba regalando.
El beso se hizo cada vez más intenso, más urgente y apremiante. Nos estábamos lamiendo el uno al otro los labios, rozando nuestras lenguas y haciendo que nuestra excitación incrementara a cada minuto que se intensificaba nuestro beso.
Sin despegar mis labios de los suyos conseguí liberarme de entre las sabanas y el cobertor y pegar mi cuerpo al suyo. El gimió ante el contacto de mi piel. Bajó su mano por mi cintura, rozando el raso suave de mi camisón. Siguió la línea de mi cadera hacia mi muslo. Cuando llegó a él lo sujeto firmemente y me atrajo hacía su cuerpo más. Pude notar su erección en mi barriga. Era agradable comprobar que mis besos y mi inexperiencia hacían mella en su voluntad y conseguía mi propósito. Reí internamente por el placer que me provocaba tener su cuerpo tan excitado, pegado al mío.
Empecé a desabrochar su camisa, hasta que él me ayudó con las mangas. Su pecho estaba completamente desnudo ante mí. Era perfecto, suave como el mármol. Ya no sentía el frío de su piel. Todo mi cuerpo irradiaba calor en ese momento o no sentía frío en su cercanía.
Edward giró sobre si mismo quedando sobre mí, pero sin presionarme con el peso de su cuerpo.
- Estas segura? – preguntó tímidamente.
Yo no contesté, sólo asentí y lo besé. A partir de ese momento ya no dijimos nada, desabroché sus pantalones y el terminó de quitárselos. Luego se acercó de nuevo a mí, besando en los labios, bajando por la línea de mi mandíbula, por mis hombros y siguió bajando. Con sus manos en mis caderas empezó a subir el camisón, y yo levanté mis caderas para ayudarlo en su tarea.
Lo oí jadear cuando vio que bajo mi camisón no había nada y que había quedado sobre su cama desnuda, dispuesta a entregarme a él como nunca lo había hecho con otro hombre.
Acarició mis senos, lamió mis pezones y jugó con ellos en su boca. Yo acariciaba su pelo. Subió de nuevo para besarme con urgencia. Volvió a bajar cubriendo mi piel de besos, paró de nuevo en mis senos para besarlos y lamerlos. Siguió bajando hasta mi ombligo. Mientras daba besos en mi vientre con sus manos empezó a abrir mis piernas con delicadeza. Yo no me opuse y le permití el acceso hasta mi intimidad.
Empezó a tocar mi humedad con su mano, cuando notó lo mojada que estaba sonrió.  Llegó hasta mi intimidad con sus besos. Yo estaba mordiendo los almoadones de la cama para no gritar por el placer que me estaban dando sus dedos, y ahora se había unido su lengua a la tarea. Lamia, mordía y succionaba  mi clítoris. Estaba tocando el cielo.
Cuando ya no pude más sentí una explosión en mi interior y mi espalda se arqueó tomándolo del cabello y acercándolo más a mi centro de placer. Edward sonreía, podía verlo en su mirada. Sentí un placer infinito llegando así a mi primer orgasmo.
Cuando pude recuperar el control de mi cuerpo, él había subido a la altura de mis labios y me besaba. Yo no podía más, después de aquello necesitaba sentirlo dentro de mí, necesitaba que se fundiera conmigo, que fuéramos uno solo.
- Edward hazme el amor – dije con la voz aún entrecortada por la excitación.
Le ayude a quitarse el bóxer quedando expuesta su erección ante mi. Casi se me desencaja la mandíbula al ver el tamaño de su miembro. El me vio la cara y con una sonrisa torcida, mi preferida me dijo.
- Estas segura Bella? – preguntó tímidamente.
- Muy segura – contesté sin dejar de mirar su erección.
Me tumbé en la cama de nuevo. El posicionó su miembro en la entrada de mi intimidad, acariciando mis labios con la punta de su miembro y haciéndome excitar más, si cavia.
- Si te hago daño házmelo saber y me detendré – dijo cariñosamente.
Empezó a introducir poco a poco su miembro. Al principio dolía, pero poco a poco las paredes de mi anatomía se adaptaron a él y nos fundimos en uno solo.
La cadencia de sus embestidas subía de ritmo, pero seguían siendo igual de delicadas. Yo necesitaba más, más Edward dentro de mí, y así se lo hice saber.
- Edward más! Quiero más.
Pareció entender que el dolor había pasado y estaba disfrutando. Dejó de ser tan cuidadoso y sus embestidas se tornaron algo más salvajes. Me besó para silenciar mis gemidos, teníamos que recordar que estábamos en una casa llena de vampiros insomnes.
Empecé a sentir de nuevo el calor en mi interior, estaba a punto de tener otro orgasmo, cuando Edward subió el ritmo hasta convertirse en un va y ven frenético. Ambos nos tensamos y llegamos juntos al orgasmo, sin dejar de besarnos no decíamos el uno al otro que nos amábamos. Noté como Edward expulsaba todo el aire de sus pulmones y como el cálido flujo de su orgasmo me inundaba. Notaba los bombeos de su miembro en mi interior.
Me besaba en los labios, y salió de mí. Me dejó un vacio cuando se tumbó en la cama a mi lado, con su cuerpo muy pegado al mío y con una sonrisa en sus labios. La misma sonrisa que debía tener yo en aquel momento.
- Gracias – me susurró al oído.
- Gracias a ti, te amo – contesté devolviéndole el beso.
- No más que yo – me replicó.
El resto de la noche dormí de un tirón, abrazada al cuerpo de Edward. Cuando desperté y busqué en la cama a tientas sin abrir los ojos, no había nadie, estaba sola. En lugar había una nota.
“Te espero en la cocina, cuando estés lista baja, te espera el desayuno.”
Edward

Mi bolsa con mis cosas estaba junto a mi cama con una nota de Edward:
Me aseé y cambié de ropa. Me puse algo cómodo, olvidando totalmente el sentido de la moda, sabía que Alice no aprobaría mi conjunto, pero no me importaba.
Bajé a la cocina a desayunar, y ya estaban todos levantados, yo era la última en llegar.
Edward me sirvió el desayuno, unas tortitas con nata y caramelo, mis favoritas. No pude evitar ruborizarme cuando nuestros ojos se encontraron.
- Buenos días princesa, vuelvo en un rato si? – me besó en la coronilla y salió de la cocina.
Cuando me quise dar cuenta me habían dejado sola con mis padres y mi hermano, eso sólo significaba que mis padres tenían algo importante que decirnos. Mi padre carraspeo, cosa totalmente innecesaria en un vampiro, y empezó a hablar.
- Bella, Mike, después de lo acontecido estas últimas semanas, vuestra madre y yo hemos tomado una decisión. Vamos a volver a instalarnos en Forks.
A mi hermano se le atragantó el desayuno, y yo estaba haciendo un esfuerzo para no reírme de él, y de la felicidad que suponía aquello.
Ya habíamos vivido en Forks hasta que yo cumplí los seis años, momento en el que Charlie aceptó un puesto en una comisaría de Seatle y nos mudamos. Ahora yo me casaría con Edward y me gustaba la idea de poder vivir en Forks con toda mi familia. Mi padre siguió hablando.
- Hoy volveremos a Seatle a empezar a recoger nuestras cosas y a resolver algo de papeleo que me queda para el traslado, ya solicité un puesto en la comisaria de Forks, y como el jefe de policía se jubila, no han tenido inconveniente en que ocupe su lugar.
- Papá dónde vamos a vivir – preguntó mi hermano Mike.
- En la antigua casa de los Smith, ya estamos también arreglando eso – contestó mi padre feliz estrechando a mi madre por los hombros.
Tenía una pregunta que estaba pensando desde hacía rato:
- Tengo una duda, cuanto hace que planeaban esto, porque a juzgar por lo avanzado de “todo” es como si lo hubiesen pensado hace algunos meses? – pregunté con suspicacia.
- Verás Bella – ésta vez habló mi madre – lo decidimos hace aproximadamente seis meses, dado que tú te ibas a casar y toda nuestra familia más cercana está en Forks, creímos que lo mejor era volver.
- Entiendo… - contesté.

Después de éste momento fraternal recogimos la cocina, no sin antes topar con la negación de Esme a hacerlo, pero era lo  menso que podíamos hacer para agradecer la hospitalidad de los Cullen.
- Sueles hacer a menudo esto de escabullirte? – me pregunte desde la puerta de la cocina a Edward que estaba en el salón con Emmet.
Edward sonrío más ampliamente y se acercó para besarme.
- No, sólo cuando lo considero necesario, como en éste caso – respondió divertido.
Estaba de buen humor y se se notaba. Pese a que debíamos separarnos de nuevo él parecía radiante, más si cabe.
Acabamos de recoger nuestras cosas y nos despedimos de todos.
- Te voy a echar de menos ésta semana – le dije a Edward, ya que hasta el fin de semana no nos veríamos.
- No más que yo – contestó él.
Nos abrazamos y nos besamos. Me dolía separarme de él, cada día que pasaba más.
Regresamos a Seatle para arreglar todo lo que quedaba pendiente antes de la mudanza. Yo aquella semana la tendría totalmente ocupada preparando los exámenes finales, quería graduarme e ir a la universidad, pese a que antes me iba a casar, pero era solo un pequeño cambio de orden en mis planes, que no tenía porque afectar a ir a la universidad.
Llegó el martes, el primer examen de la semana…cálculo. No me fue del todo mal, imaginaba que suficiente para aprobar, pero no podía pedir mucho más.  Tenía dos horas libres hasta el siguiente examen, lengua extranjera, que en mi caso era español.
Me dirigí a la cafetería para comer algo mientras le daba un último repaso a mis apuntes antes del último examen del día. Después de comer mi sándwich a aproveché para salir a sentarme en las mesas de fuera, el día era perfecto para absorber el máximo de luz solar.
Fuera había mucho alboroto, todos tenían dos horas libres hasta el siguiente examen, así que decidí sentarme en una de las mesas más alejadas para poder estudiar tranquila sin ser interrumpida.
Cuando me quise dar cuenta la campana había sonado indicando que debíamos ir a nuestras respectivas aulas para el último examen del día.
Al acabar el examen y salir de la clase, para mi sorpresa mi hermano Mike me estaba esperando.
- Que haces aquí? – pregunté sorprendida.
- No pensarías que te iba a dejar ir sola a casa no?  - dijo en tono serio.
Mi hermano se había convertido en mi protector de la semana, eso de haberse enfrentado a Jake para “salvarme”, lo había motivado de tal modo que él estaba convencido de que necesitaba su ayuda y él debía cumplir con la obligación de hermano, pese a que la mayor era yo.
No fuimos a casa dando un paseo y charlando de cómo nos habían ido los exámenes. Al llegar a casa para nuestra sorpresa mamá nos esperaba, había decidido que esa última semana en Seatle al acabar en el jardín de infancia vendría a casa directamente para estar con Mike y conmigo.
- Hola mamá – saludamos Mike y yo al unísono.
- Hola chicos, que tal los exámenes? – preguntó mamá.
- Bien – contesté – espero aprobar.
Mi hermano Mike tenía cara de no tener ganas de contestar la pregunta. Mike no era un buen estudiante, e imaginaba que no tendría ganas de hablar de los exámenes, ya que habitualmente no era la primera vez que le quedaba alguna asignatura para volver a examinarse de nuevo.
Cuando llegó papá cenamos, y yo me retiré a mi habitación a echar un último vistazo a las fases de la mitosis.
Llegó el miércoles, tocaba examen de biología, literatura e historia. Estos no revestían mayor complicación, todo controlado.
Al acabar el instituto nos fuimos a casa Mike y yo juntos, igual que el día anterior. Mamá estaba en casa esperándonos, y la rutina fue la misma, cena, estudiar y….suena el teléfono…
- Hola Isabella – una voz desconocida al otro lado de la línea – sigue mis instrucciones al pie de la letra y no le pasará nada a tu familia.
Me quedé helada, de quien demonio era esa voz? Porqué me amenazaba si ni siquiera lo conocía? O al menos eso creía yo.
- Isabella vas a romper tu compromiso con Edward Cullen, no te casarás con él, de lo contrario la cosa se puede poner fea para tu familia y la de Edward – dijo la voz al otro lado de la línea – Y luego con el billete de avión que tiene en tu mochila cogerás un avión a Italia el próximo vienes por la mañana. Por supuesto deberán esperar a llamar a Edward para romper el compromiso justo antes de embarcar en tu avión. Alguien irá a buscarte al aeropuerto.
Estaba congelada en el sitio, no sabía que decir, no me salían las palabras. Noté como una lágrima empezada a deslizarse por mi mejilla. La voz habló de nuevo.
- Has entendido todo? -  preguntó.
- Quien eres? – logré articular
- Pronto lo sabrás – contestó y colgó.
Pasaron varios minutos, quizás horas, hasta que conseguí salir del estado de trance en el que me había quedado después de la llamada. No tenía sentido que alguien me amenazara, a menos que ese alguien fuese uno de los Voulturi. Pero cómo? Había oído a mi padre y a Carlisle hablar de que teníamos unos meses de margen.
Debía serenarme e intentar pensar con claridad. Por el momento mañana debía ir al instituto como de costumbre y finalizar mis exámenes. El viernes recoger mis cosas, solo tenía clase por la mañana, así que no me resultaría difícil inventar alguna excusa para la tarde.
Los Voulturi sabían lo de la boda con Edward, y se estaban asegurando que eso no iba a suceder.

Capítulo 34: NOTA DE LA AUTORA : Capitulo 1: Sorpresa inesperada. Capítulo 36: Capitulo 35: La huida

 


Capítulos

Capitulo 1: Capitulo 1 : Maldita estirpe. Capitulo 2: Capitulo 2: Planes de viaje Capitulo 3: Capitulo 3: Forks Capitulo 4: Capitulo 4: Decisiones importante Capitulo 5: Capitulo 5: Noche de chicas y de sorpresas. Capitulo 6: Capitulo 6: El primer encuentro Capitulo 7: Capitulo 7: Conversaciones Capitulo 8: Capitulo 8: Bailando Capitulo 9: Capitulo 9: Revelaciones de alcoba. Capitulo 10: Capitulo 10: Soluciones para todo Capitulo 11: Capitulo 11: Preparativos finales Capitulo 12: Capitulo 12: La boda Capitulo 13: Capitulo 13: Recién casados Capitulo 14: Capitulo 14: El banquete de bodas Capitulo 15: Capitulo 15: El jardín de los Cullen Capitulo 16: Capitulo 16: Un paseo interesante Capitulo 17: Capitulo 17: Porque me reclamas si tu y yo no tenemos nada? Capitulo 18: Capitulo 18: Fin de fiesta Capitulo 19: Capitulo 19: After party Capitulo 20: Capitulo 20: Un nuevo día, más líos? Capitulo 21: Capitulo 21: Toda la verdad y nada más que la verdad lo juro. Capitulo 22: Capitulo 22: La reunión Capitulo 23: Capitulo 23: Visitando a los Cullen Capitulo 24: Capitulo 24: La cena Capitulo 25: Capitulo 25: La petición Capitulo 26: Capitulo 26: La Barbacoa Capitulo 27: Capitulo 27: La despedida en el prado Capitulo 28: Capitulo 28: Una semana eterna. Capitulo 29: Capitulo 29: Vuelta a Forks Capitulo 30: Capitulo 30: de compras, el deporte favorito de Alice. Capitulo 31: Capitulo 31: Jacob Capitulo 32: Capitulo 32: Visita a La Push Capitulo 33: Capitulo 33: No más visitas a los licántropos entendido señorita? Capitulo 34: NOTA DE LA AUTORA : Capitulo 1: Sorpresa inesperada. Capitulo 35: Capitulo 34: La semana infernal Capitulo 36: Capitulo 35: La huida Capitulo 37: Capitulo 36: Italia Capitulo 38: La decisión de Aro Capitulo 39: Como osas enfrentarte a una Voulturi? Capitulo 40: Juntos de nuevo Capitulo 41: Por partida doble Capitulo 42: Epilogo

 


 
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