Una vez que atravesamos las grandes puertas –escoltada entre toda la guardia-, mi mirada no pudo desviarse de 2 siluetas sentadas en unas sillas en un nivel de piso más alto. Aro, en el asiento de en medio luciendo una gran sonrisa en su rostro. Cayo, que a comparación de él, tenía el ceño fruncido y sus ojos estaban clavados en mí, con un aire de superioridad. Y Marco… como lo recordaba de la última vez, sin expresión alguna en su rostro, sin embargo algo sorprendente –a lo que todos me habían dicho sobre su forma de ser- sucedió en su rostro. Sus cejas se levantaron un tanto, y miró al gemelo de Jane, para después verme a mí… Era sumamente extraño, ¿Acababa él de tener por lo menos una chispa de alguna emoción? ¿Eso era posible? ¿Qué es lo que habrá descubierto? ¿Por qué me miraba? Estoy confundida, es obvio que todos los ojos presentes están sobre mí. Sería estúpido pensar que no fuese así.
- ¡Renesmee, querida mía! –saludó Aro, mientras se paraba de un saltó de su gran “trono”, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos-. Cuanto se ve que has crecido durante estos 8 años, me hace sentir… -hizo una pausa, y de momento su rostro se vio envuelto por una máscara de falsa tristeza- más viejo –concluyó, en el intentó de una broma que no me dio risa en lo absoluto como a los presentes-. No pongas esa cara, Renesmee –seguía sin poder hablar, lo cierto era que no me atrevía. Me contemplaba demasiado, notaba que quería ver cada detalle de mí, así fuera el menor cabello fuera de su lugar, lo estaría analizando en estos momentos-. Veo que sigues conservando los ojos que tú madre portaba cuando era…humana –una chispa de intuición hizo que algo se activara en mi cerebro, algo que después (si es que eso existiera para mí) pensaría-. Y por supuesto, el pelo rizado cobrizo de Edward. Sin duda una estupenda mescla -¿a qué se debía todos estos comentarios? Dudo mucho que solo me haya traído hasta Volterra para decirme alagos-. Jane, querida, como siempre me sorprendes. Regresaste antes que los demás.
- Gracias, Aro –y sonrió complaciente.
- Por eso te quiero –contestó Aro con una sonrisa, y Cayo hizo un ruido con su garganta, como un intento de aclararse la voz, pero era más que obvio que solo era por la impaciencia hacia Aro-. Ya voy, Cayo. No desesperes –se volvió de nuevo hacia Jane, y estiró su mano.
Era más que obvio lo que pedía él.
- ¿No preferiría verlo de un punto más cercano a todo lo que se desenlazo ante nuestra visita? –preguntó ella, y me miró de reojo.
Por supuesto. Lo que ellos estaban hablando sobre que Aro no tenía por qué enterarse del error de ella, yo ni siquiera recordaba la causa del desmayo, pero si tenía registrado la plática que lo explicaba, de igual manera, él se enteraría, no me importaba. Sin embargo…sabría todo. Y cuando digo; todo…es todo.
- Nada me encantaría más –dijo Aro en respuesta-, pero también quisiera ver los tuyos –entonces la sonrisa de Jane se desvaneció de su rostro-. ¿Puedo? –ahora se dirigía a mí, y su mano estaba a pocos centímetros.
Me quede una fracción de segundo pensando en que debería hacer. Por supuesto, eso no era pregunta. Solo conformaba así su orden para demostrara su “cortesía”. Rápidamente, estiré mi mano –al principio temblorosa-, pero rápidamente me repuse para aparentar estar segura. La tomó, y cerró los ojos. Creí que yo sentiría algo, pero…nada. Veía como empezaba a fruncir el ceño ligeramente, y después una sonrisa se iba apoderando de su rostro. Estiró su otra mano, para encerrar la mía entre ambas.
Hubo un momento en que hizo una mueca de desagrado. Era sorprendente el gran silencio que se había prolongado. Seguía estando nerviosa, y temerosa de estar tan cerca de la muerte, pero por extraño que suene, había disminuido un poco, solo un poco esos sentimientos. Ahora me ponía a pensar en que se refería Aro con eso de que Jane se adelanto a los “otros”. ¿Había más guardia, acaso? ¿La que fue por mí no era toda? Eran aproximadamente 12… Bueno, de igual manera no dejaba de sorprenderme. ¿A quiénes más esperaban? Si no sólo era yo… ¿A quién más necesitarían?
- Interesante –dijo Aro, y me soltó-. Muy interesantes recuerdos. La intensidad de tus sentimientos sin duda es grande –ahora se volvió a la gemela Vulturi-. Luego hablaremos, Jane. Cuando pido una orden, esa orden…se cumple.
Noté como el ceño de Jane se fruncía, pero a la vez, observaba el miedo que había en ellos ante la amenaza disimulada de Aro.
|