Edward nunca había tenido ocasión de sentir celos,pero en aquel instante se dio cuenta de que no podía controlarlos.Bella era sin duda la mujer más hermosa de la sala y una de las más solicitadas.Su carné de baile debía de estar lleno,porque aún no había pasado sentada ni una sola pieza.Edward apenas le quitaba los ojos de encima,lo que hacía peligrar sus bailes con otras damas.
—Deja de mirarla.
Edward bajó la vista hacia Leah.Los dos bailaban mejor que aquella vez en el granero de la familia,cuando celebraron el cumpleaños de ella.
—No puedo decir que me guste vuestra costumbre de cambiar de pareja—declaró él.
Ella le dedicó una mirada traviesa.
—De no ser así,no la dejarías bailar con nadie más,¿verdad?
No si él tuviese algo que decir al respecto,cosa que evidentemente no era así.Durante la última semana,en todas sus salidas,Bella se había mostrado educada y reservada mientras lo acribillaba con retahílas de instrucciones,explicaciones y ejemplos de lo que se consideraba decoroso y lo que no.No podía negar que había aprendido mucho,ni que ella no estuviera haciendo exactamente lo que le había pedido que hiciera:enseñarle a dar la imagen de un hombre civilizado.Pero apenas habían tenido un momento a solas,para hablar de verdad,para explorar sus posibilidades.
Le había costado mucho no ir todas las noches a tirarle piedrecitas a la ventana para llamar su atención.
—Vaya,alguien se está poniendo mustio—comentó Leah.
El la miró.
—Discúlpame.Pensaba en todo lo que hemos hecho esta última semana y me da la impresión de que,en realidad,no hemos tenido mucho tiempo para...—Se interrumpió. ¿Para qué?¿Para volver a conocerse?
—La Temporada social suele ser un torbellino de actividades.
—Y a ti te encanta.
—Sí.Y te advierto que la cosa empeora después de este primer baile.
¿Empeorar?Le costaba imaginarlo.Quería acostumbrarse a aquella vida,pero se encontraba anhelando la quietud de una noche estrellada.
—Si te llama la atención alguna otra dama y quieres que te la presente,dímelo y yo me encargaré de todo—le ofreció Leah.
—Agradezco tu amabilidad.
Sonaron los últimos acordes de la pieza.Para su sorpresa,Leah se puso de puntillas y le susurró al oído:
—Tengo entendido que acostumbra a pasear por el jardín entre los bailes duodécimo y decimotercero.
—Eso te lo agradezco mucho más que cualquier presentación—le contestó con una sonrisa.
—Lo suponía—replicó ella sonriéndole también.
La promesa de un encuentro resonaba en su cabeza mientras bailaba con lady Tanya,quizá la segunda mujer más hermosa del salón.Ella coqueteaba y a él le gustaba cómo sonreía cuando la llamaba«querida».Sin embargo,no lograba retener su atención.Por lo visto,sólo Bella lo conseguía.
La misma Bella a la que había prometido comprar un pasaje a Tejas cuando concluyera la Temporada social.Si hubiera pactado con el mismísimo diablo,no habría hecho un trato más insatisfactorio.
Salió fuera durante el undécimo baile y esperó oculto entre las sombras,viendo cómo otros,no todos discretos,recorrían el sendero iluminado por lámparas de gas que conducía a los jardines.Algunos exhibían cierto aire de culpabilidad y Edward se preguntó si tendrían previsto abandonar el sendero,buscar un lugar donde no pudieran verlos y ser un poco atrevidos,algo descarados,cambiar el decoro por un poco de diversión.
Eso era lo que echaba de menos:la diversión.No lograba entender por qué no lo pasaba bien.Disfrutaba de la compañía y no cabía duda de que estaba entretenido con muy diversas actividades,pero no lograba identificar su verdadera finalidad,salvo dejarse ver y al hacerlo,causar una buena impresión a todo Londres.
Se preguntó cuánto tiempo experimentaría aquella necesidad de impresionar favorablemente,cuánto tardaría en sentir que su padre por fin descansaba en paz.
Al oír que cesaba la música,centró su atención en las puertas de la galería,imaginó que la última pareja de Bella la devolvía a su grupo de amistades y se preguntó cuánto tardaría en escaparse.No mucho.
Una sonrisa inundó su cara cuando la vio aparecer por el umbral de la puerta y desaparecer tan de prisa entre las sombras que,si no hubiera estado esperándola,posiblemente ni la habría visto.Se acercó y Bella se sobresaltó.
—¿Qué haces aquí?—le preguntó.
El se rió entre dientes.
—¿Tienes idea de la de veces que me has preguntado eso desde que llegué a Londres?
—Es lógico que lo pregunte si insistes en aparecer tan inesperadamente.
—¿No le has pedido a Leah que me dijera que estarías paseando por el jardín?
—No.Pero por lo visto,a mi prima le gustan los enredos.No tenía ni idea de que conociera tan bien mis costumbres.
Su voz no revelaba censura,quizá una pizca de guasa,como si no le molestara del todo que Leah lo hubiera informado de su pequeño ritual.
—¿Por qué siempre sales a pasear por el jardín entre estos dos bailes?
—Necesito alejarme un rato de la locura y la decisión de no bailar nunca estas piezas me ha funcionado bien.
—¿Te importa que te acompañe?
—No mientras te comportes.
—Le quitas toda la gracia.—Aun así,le tendió el brazo y ella posó su mano encima.
—Parece que disfrutas del baile—dijo ella cuando ya habían avanzado unos pasos e iniciado un paseo tranquilo.
¿Cómo podía explicárselo?Él era partidario de pasárselo bien,no podía negar que lo complacía sostener en sus brazos a una mujer y hacerla girar por una pista de baile,pero...
—Con tantas normas,resulta un poco menos divertido.–Bella le sonrió.
—Hasta ahora no sabía bien qué era lo que me disgustaba.Quizá sea eso.No niego que me gusta bailar y los caballeros siempre son agradables...
—Tal vez demasiado agradables—la interrumpió él.
Antes de que ella se diera cuenta de lo que pretendía,ya la había cogido por la cintura y la había sacado del sendero para llevarla hasta un rincón en penumbra,tras una espaldera de rosas.Bella se encontró de pronto contra la pared,con Edward muy cerca,sin tocarla,pero lo bastante pegado como para que pudiera sentir el calor de su cuerpo penetrando en el suyo.
—Admítelo,Bella.Lo que no te gusta de esta gente es que son demasiado estirados,que no te incitan a hacer lo prohibido.
Le acarició la mejilla con el dedo desnudo,¿Cuándo se había quitado el guante? ¿Tenía que quitárselo siempre antes de tocarla?
—Son muy decentes—añadió.
Atrevido,recorrió el perfil de su cuello hasta la clavícula y la dejó muda.
—Están domesticados—prosiguió,bajando un poco más el dedo hasta rozar la parte superior de sus pechos,endureciéndole los pezones y debilitándole las rodillas.—Y querida,tú siempre has sido demasiado salvaje como para conformarte con lo domesticado—concluyó.
Voraz,le cubrió la boca con la suya al tiempo que subía la mano para acariciarle la mejilla,la parte inferior de la barbilla,el cuello...indecorosamente decoroso.Podía haber sido más descarado y ella estaba tan perdida en la pasión que le provocaba la exploración de su lengua que no se habría opuesto.Podía haberle quitado el corpiño y haberla expuesto a su oscura mirada y a Bella no le habría importado.
Edward tomaba sólo lo que sabía que estaba dispuesta a darle y ella no podía pensar con claridad,con lo que podía haberlo instado a que tomara más,incluso sin darse cuenta.En cambio,se limitó a devolver el beso del hombre con idéntico fervor,hundiendo los dedos en su pelo,sujetándolo bien,para que no se fuese y también por miedo a desplomarse,porque las piernas ya no la sostenían sin un apoyo sólido y Edward sin duda lo era.
Sus brazos la rodeaban como bandas de acero,la apretaban con fuerza mientras cambiaba el ángulo de la boca y volvía el beso más íntimo.El deseo la abrumaba.Durante la última semana,había logrado mantenerlo a raya;pensar en Edward como un proyecto,alguien a quien debía enseñar pero no tocar,alguien a quien debía mostrar la vida de Londres sin preguntarse cómo sería vivirla con él.Se había esforzado por mantenerse distante,por levantar un muro,por no cuestionarse lo distinto que podría ser todo si Edward aún estuviera en Tejas,esperándola.
Le parecía que él había logrado civilizarse notablemente.
En cambio,sus besos le demostraban que se equivocaba.Seguía siendo tan indómito como la tierra que les había permitido conocerse.
Igual que ella.
Que deseaba que la boca de él devorara la suya,que necesitaba que la rodeara con sus brazos.Deseo y necesidad.
De pronto,Edward apartó la boca y Bella se encontró apoyando la mejilla en la curva de su cuello,donde podía oír el latido acelerado de su corazón,su respiración rápida y agitada,la de él y la propia,llenando la noche,ahogando todos los demás sonidos.
¿Cuánto tiempo llevaban allí?¿Cuántos bailes habían pasado?¿Los habrían echado de menos?
Bella notó que algo le hacía cosquillas en el hombro y cuando fue a apartárselo de un manotazo,descubrió que era su propio pelo.Presa del pánico,se apartó de Edward,se tocó el recogido y se dio cuenta de que buena parte del mismo ya no estaba en su sitio.No podía volver al salón con los labios hinchados y despeinada.Y tenía la sensación de que él debía de estar igual de desaliñado.Después de todo,recordaba haber hundido los dedos en su pelo.No sabía por qué no recordaba que él hubiera hecho lo mismo.
—Hay una puerta lateral que conduce a la zona de servicio y por la que podemos volver a la casa,con suerte sin que nos vean,para allí poder recomponernos—le dijo ella.
Notó que Edward le tiraba de un mechón de pelo suelto y pudo ver el destello de su sonrisa a la leve luz de las lámparas de gas.
—Me gusta cómo estás ahora—replicó él.
—No me ves bien en la oscuridad.
—Lo suficiente.
Ojalá su voz grave y ronca no la hiciera desear anclar de nuevo su boca a la de él.Desenfreno,sin duda.Bella iba ya a echar a andar cuando él la cogió por el brazo.
—No te arregles—le dijo.—Vámonos.
—¿Para qué?Creo que esta pequeña incursión tras las rosas ha dejado bien claro que ninguno de los dos somos tan civilizados como deberíamos.
—También ha demostrado que no somos tan salvajes como podríamos.Sigues vestida.
Sí,completa y absolutamente,algo que ella consideraba una especie de milagro,dado que su cuerpo ardía como Tejas en agosto.
—Edward,sería una falta absoluta de decoro que me marchara contigo.
—¿Aunque no nos vean?
—Mis padres me buscarán,como los caballeros a los que he prometido bailes.No,lo siento.No puedo arriesgarme a echar a perder mi reputación.
—Te vas a marchar,Bella.En Texjs tu reputación será la que quieras que sea.
—Pero aún no estoy allí y tengo que pensar en mi familia.No les causaré ninguna vergüenza porque tú y yo no tengamos la fortaleza necesaria para comportarnos civilizadamente.
Se zafó de él,se dio un beso en las yemas de los dedos y luego lo trasladó a los labios calientes de Edward.
—El último baile.Te veré entonces.
Asomó la cabeza desde detrás de la espaldera,no vio a nadie por allí y corrió al lateral de la casa.Se alegró de conocer la vivienda de su prima tan bien como la suya para poder colarse sin ser vista en alguna estancia donde arreglarse el pelo rápidamente,con la esperanza de que nadie notara el cambio.
Esconderse dentro para poder resistir mejor la tentación de Edward Cullen,no sólo la de marcharse con él,sino también la de quedarse.
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