PROMESAS CUMPLIDAS-TERMINADA

Autor: rake
Género: Romance
Fecha Creación: 12/12/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 86
Visitas: 146224
Capítulos: 56

TERMINADA

ES UNA ESPECIE DE 2ª PARTE DE:DESEOS PROHIBIDOS

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 5 VOTOS!!!

Un pecaminosamente futuro caballero ha llegado a Londres?y Bella casi se desmaya cuando se da cuenta de que se trata de Edward Cullen,transformado en un hombre magnífico.Ha regresado para reclamar su título?y para cumplir la promesa que una vez se hicieron dos jóvenes amantes bajo la luna,una escandalosa promesa que ninguna dama decente osaría cumplir.

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Capítulo 31: Comienzo de la temporada

—He indagado.Lo han invitado.

—Entonces se presentará.

—Eso espero.

—Quizá no sea consciente de la importancia de este asunto.

—Es el primer baile de la temporada,claro que es consciente.Lleva aquí el tiempo suficiente como para empezar a valorar algunas de nuestras costumbres.

—Espero que no lo acapares esta noche,como has hecho hasta ahora.

De pie junto a las cuatro jóvenes que estaban con ella la tarde de la llegada de Edward,Bella no pudo evitar sonrojarse cuando lady Tanya le dirigió su última afirmación con evidente desdén.La mirada furiosa,los labios fruncidos,las cejas arqueadas.El baile aún no había empezado y las damas presentes se entretenían con sus habituales chismorreos.Como era el primer baile de la Temporada,organizado nada menos que por la duquesa de Seattle,muchas de las asistentes tenían que ponerse al día y se acercaban a su círculo para saber qué chismes se habían perdido.

—En el tiempo que he pasado con él,se ha preocupado más por aprender vuestros rituales que por mí—explicó Bella,molesta por verse obligada a justificarse.

En la última semana,acompañados de Leah y Jacob,Edward y ella habían asistido a un concierto,visitado la Galería Nacional de Retratos y el Palacio de Cristal y paseado por el zoológico.En todas partes,Leah se apresuraba a presentar al nuevo conde a cualquier persona de importancia,que era la ventaja de recorrer Londres en compañía de unos duques:había pocas personas a las que no pudieran presentarles.

Edward se mostraba siempre encantador y deslumbraba a las damas con su provocativa sonrisa.Su acento no incomodaba a nadie,a diferencia de lo que le había pasado a ella.Era cierto lo que lady Tanya había dicho aquella primera tarde:cuando uno es rico y noble,sus defectos se pasan por alto fácilmente.De hecho,Edward se las ingeniaba tan bien,que Bella empezaba a preguntarse si ella le servía para algo,aparte de ser un elemento decorativo de su brazo y fuente ocasional de conversación.Ninguna de las dos cosas le molestaba,pero Edward precisaba mucha menos instrucción de la que la joven había supuesto.

De vez en cuando,se le escapaban algunos detalles sin importancia,como dar propina a los barrenderos para que limpiaran las calles por delante de ellos pasaban o sentarse en las tiendas para que le mostraran los artículos.Cosas pequeñas.Cosas que habría podido aprender fácilmente con sólo fijarse.Era muy generoso...

—¿Sabéis?Me mandó flores—dijo lady Tanya.—Después de que montáramos juntos a caballo por el parque la semana pasada.Rosas de color rosa.

«Demasiado generoso»,quizá,pensó Bella,de pronto incomprensiblemente irritada por las atenciones que Edward...

—Las que me envió a mí eran blancas—señaló lady Irina.

—Las mías rojas—comentó lady Bree con una risita tonta.

Todos los ojos se volvieron hacia lady Victoria,que se ruborizó.

—Las mías variadas,rojas,rosa y blancas.—Venían con una nota que decía«Gracias por la cálida bienvenida».Me pareció muy amable.

A Bella la complació percatarse de que a ninguna le había enviado rosas amarillas;se las había reservado a ella y sólo a ella.Un poquito de Tejas.

Las demás asintieron con la cabeza,porque Forks les había manifestado su agradecimiento de la misma forma.Muy discreto por su parte dedicarles la misma atención a todas.Muy discreto y muy inteligente.

—¿De qué color eran tus flores?—le preguntó lady Tanya a Bella con un sarcasmo.

—A mí no me envió flores después de que montáramos por el parque—dijo,sin intención alguna de revelar que las suyas habían llegado antes.Ya sabían bastante de sus momentos en público con Edward.Los privados prefería guardarlos para sí.No es que hubieran tenido muchos,pero aun así...

—¿Creéis que vendrá vestido de vaquero esta noche?—aventuró lady Irina.

—Eso sería un escándalo—contestó lady Tanya.—Cuando apareció en casa de Quileaute o la mañana en que montamos juntos por el parque,no llevaba guantes.

Lady Irina,que se abanicaba la cara con frenesí,parecía a punto de desmayarse.—Yo nunca he tocado la mano desnuda de un hombre.Espero que me saque a bailar.

—¿Y si no sabe bailar?—preguntó lady Bree.

—Sí sabe—aseguró Bella.

—¿Le has enseñado tú?—quiso saber la chica.

—No,aprendió en Tejas,él solo...

—Cielo santo,creo que ahí viene—la interrumpió lady Tanya,sin aliento.

—Así es—la secundó lady Irina.—Y ya no sé si lo prefiero vestido de vaquero o de caballero.Aunque no lo recordaba tan increíblemente guapo.

—Pero sigue pareciendo peligroso.Un lobo con piel de cordero.Confieso que me falta el aliento—señaló lady Tanya.

«A lo mejor te has apretado demasiado el corsé»,estuvo a punto de murmurar Bella,pero se contuvo,porque también a ella le faltaba el aire.

Edward estaba guapísimo.Cada gota de su sangre inglesa estaba a la vista.Aún se balanceaba un poco al caminar,pero su porte irradiaba seguridad y confianza en sí mismo.Su frac cruzado,negro,abierto para que se viera el chaleco blanco de seda,no ocultaba la anchura de su pecho y de sus espaldas.Una corbata de seda blanca le adornaba la camisa del mismo color y resaltaba el tono oscuro de su tez intensamente bronceada,que contrastaba con la palidez de los otros hombres.Sin embargo,no sólo por eso se volvían a mirarlo.También por cómo recorría el salón,oscuro y salvaje,impecable,como una bestia feroz capturada pero no domesticada.No un lobo,sino algo más regio:un león,quizá, un tigre,una pantera.Una criatura de las que rondan por la noche.

A pesar de su reciente instrucción,Bella no había logrado domarlo y eso la complacía inmensamente.No había destruido lo que lo hacía tan magnífico.Porque magnífico era verlo abrirse paso entre los otros hombres como si no existieran,con tan sólo un breve reconocimiento aquí y allí,atravesándola con la mirada,como sí no hubiera otra mujer en todo el salón.Con tanta gente reunida en aquella estancia,¿cómo había conseguido localizarla tan pronto?

Antes de que llegara hasta ella,sonó la primera pieza de la noche,un vals.El carné de baile de Bella estaba casi lleno pero se había reservado el primero.Ahora sabía por qué.

Edward se le detuvo delante y sus ojos la recorrieron de un modo que le aceleró el corazón y la hizo sonrojarse.

—Buenas noches,querida—le dijo con aquel murmullo grave y estremecedor.

—Hola,Edward.—Meneó la cabeza,le hizo una pequeña reverencia y rectificó:—Hola,milord.

El sonrió y su bigote se elevó para esbozar una amplia sonrisa.

—No es necesario que seas tan formal,Bella.

Antes de que ella pudiera contestar nada,él ya se había vuelto hacia las otras damas.

—Buenas noches,señoras.No recuerdo haber visto nunca tanta belleza junta.

Bella oyó un gritito y un suspiro melancólico.

—Espero que no sea demasiado tarde para reservar un baile con cada una de ustedes.

Lady Tanya se rió de forma exasperante y le tendió la mano,de cuya muñeca colgaba su carné de baile.

—Creo que el quinto está libre.Es un vals.

Edward cogió el lápiz que le ofrecía y garabateó su nombre en el carné.Luego miró a lady Irina.

—¿Y usted,querida?¿Me ha reservado alguno?

La interpelada empezó a abanicarse con frenesí y Bella temió que fuera a obsequiarlos con uno de sus famosos desmayos.

—El octavo—dijo,casi jadeando,como si el corsé le apretara en exceso.

Bella se sentía muy incómoda;no quería reconocer que podía deberse a que las otras damas estuvieran tan interesadas en Edward o a que él pudiera estar interesado en ellas.No le gustaba verlo coquetear con todas,aun sabiendo que su coqueteo era inocente.

Lo vio firmar el carné de baile de lady Irina,luego el de lady Victoria y después el de lady Bree.Y ante la insistencia de algunas otras damas reunidas alrededor,firmó los suyos también.Luego,con un guiño,conquistó a todo su público.

—Ahora,señoras,si me disculpan,le había prometido el primer baile a la señorita Swan.

Se dispuso a coger a Bella de la mano,pero antes de que lo hiciera,ella la posó en su brazo.

—A las damas se les ofrece el brazo.–lo instruyó en voz baja.

Él hizo una mueca de contrariedad y a ella le pareció que se sonrojaba.Esa vez no llevaba pañuelo al que pudiera deberse el tono rosado de su piel.Era interesante que se ruborizara tan fácilmente;lo era el simple hecho de que se ruborizara.

—Gracias—dijo,mientras la acompañaba a la pista de baile,donde la tomó con suavidad en el círculo formado por sus brazos.

—Debo decir que tienes embelesadas a todas las damas londinenses—comentó ella.

—Lo intento.Jacob me dijo que mi principal cometido era encontrar esposa.

Bellas perdió pie...

—Eh,¿te encuentras bien?—le preguntó Edward.

...pero él la sostenía con la fuerza suficiente como para evitar cualquier contratiempo embarazoso.

—Sí—rió Bella tímidamente.Claro que se casaría.Ella ya lo sabía.Aunque le costara aceptarlo.—No sabía que ya hubieras iniciado la caza.

—Dicho así parece una barbaridad.

—Sí,supongo que sí.En cualquier caso,no sabía que ya hubieras empezado a buscar esposa.

—De momento,no busco en serio,pero no quiero descartar posibilidades.—Sus ojos recorrieron los hombros desnudos de ella.—Me gusta tu vestido.

—El diseñador se echaría a temblar si te oyera llamarlo «vestido».Es un traje de noche.

—Te sienta bien.

—Posee la extraordinaria habilidad de saber qué estilo y qué color favorece más a cada mujer.Sus prendas se consideran obras de arte y a juzgar por lo que cuestan,casi podrían enmarcarse y colgarse de la pared.

—Sigue habiendo algo de rural en ti,¿no,Bella?—afirmó Edward,riéndose.

—A veces temo que sea más que «algo».

—¿Y por qué lo temes?

—Es sólo una forma de hablar.En realidad,espero haber conservado algo de mi yo rural.Me preocupa no encajar cuando vuelva a Tejas.¿No sería irónico que hubiera cambiado tanto que no encontrara mi sitio ni aquí ni allí?

—Creo que,si te lo propones,puedes encajar donde quieras.

—Al menos,puedo fingir que encajo—admitió ella.—Por cierto,tú te has adaptado muy bien.No creo que vayas a necesitarme esta noche.

—Ay,querida,claro que te necesito.No lo dudes ni un segundo.

Había algo oculto en aquellas palabras,no era sólo un comentario intrascendente.

A Bella le dieron ganas de acariciarle la mejilla,de peinarle hacia atrás los mechones de pelo que se le habían descolocado.Mientras él seguía haciéndola girar por todo el salón,la muchacha se perdió en el calor de sus ojos oscuros.No quería que mirara a ninguna otra como la miraba a ella;como si aún fuera suya.

Cesó la música y los murmullos empezaron a ocupar su lugar,mientras los asistentes al baile comenzaban a buscar a su siguiente pareja.Bella nunca había tenido ocasión de bailar con Edward en Tejas.Y se alegró de poder marcharse de Inglaterra habiéndolo hecho al menos una vez.

Él se acercó e inclinando un poco la cabeza,le dijo:

—Ha sido un placer bailar contigo,querida.Espero que me hayas reservado por lo menos otro baile.

El tono áspero y seductor de su voz le hizo palpitar el corazón,al tiempo que el soplo de su aliento le acariciaba el lóbulo de la oreja.Ella asintió con la cabeza,casi incapaz de pronunciar las palabras:

—El último.

—Contaré los minutos.

Mientras la sacaba de la pista,Bella pensó que ella también.

Capítulo 30: El hombre Capítulo 32: Encuentro

 


 


 
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