4. 1 Paris
-Paris… -mis ojos se abrieron de par en par, al borde de aquel bosque. Estaba deslumbrada.
-Es increíble ¿No es cierto? – se giro y me miro- La magia de sus luces a esta hora –alzo su mano y con las yemas de sus dedos bordeo el contorno de mi cara, mientras sus ojos se clavaban en los míos- Pero lo que aun es mas increíble es la belleza que desprende tu rostro con ellas.
No podía creerme lo que estaba pasando. Y otra vez eran esos ojos vacíos y esas palabras sin sentimientos las que chocaban con el debilitado escudo de mi corazón. Doy gracias por haber heredado algo del sentido común de mi padre y reaccionar a tiempo a lo que parecía que se me venia encima. Su mano se deslizo hasta mis hombros y la dejo descansar allí, era ahora su cara la que se acercaba a mí irremediablemente. Podía contar los centímetros que poco a poco disminuían entre los dos. Pero fue ahí donde me di cuenta de todo. Mientras sus labios casi podían rozar los míos, de que… yo no sentía absolutamente nada. ¡Ni siquiera se me había acelerado el corazón! ¡Ni un ligero hormigueo en el estomago! Nada…
-Espera… - susurre. Y pude posar mi dedo en sus labios- Yo no quiero esto.- Me separe unos pasos de el bastante incomoda.
-Quizás deberíamos… comer algo antes de adentrarnos en la cuidad… ¿no crees? –dijo algo alterado, parecía que estaba esperando algo.
Estaba claro, solo intentaba cambiar de tema. Y lo agradecí con un leve movimiento de cabeza, en señal de aprobación.
-Seria mejor si nos separamos, acabaremos antes –se dio la vuelta – nos veremos aquí en una hora.
Y desapareció en las sombras. Allí me quede. Quieta en el límite del bosque. Sola. Y sumida en mis pensamientos. Intente una y otra vez analizar lo que había pasado allí, pero me resulto completamente imposible. Yo solo tenía en mi mente las sensaciones que habían desaparecido junto con Jake. Fue entonces, cuando desee que todo aquello no hubiese pasado. Solo quería correr de vuelta aquel bosque… devuelta a sus brazos. Una lagrima se me escapo. Y se me encogió el corazón al recordar todas las palabras de odio que le había dicho. Un chasquido detrás mía me saco de aquella angustia. Pensé que seria Nahuel que vendría a reclamar aquello que no pudo obtener de mis labios minutos antes. Me gire algo confusa. Pero aquel no era Nahuel. Su sombra me tapaba por completo. Su pelo negro y largo ondulaba con la brisa.
-Nessie… yo… -apenas pudo decir esas palabras y cayo al suelo de rodillas- ¡Perdóname! ¡Por favor! ¡Déjame que te explique lo que paso entre Bella y yo! –suplico.
¡Era el! ¡Jake! ¡Había vuelto! ¿Cómo había llegado hasta allí? No lo se, ni me importaba. Solo se que estaba allí. De rodillas, a mis pies, suplicándome perdón. Caí por el propio peso de mi cuerpo sobre mis rodillas, delante de el. Eso debió de sorprenderle, ya que me miraba algo confuso.
-¿Nessie?- pregunto algo confuso.
-Idiota- le dije entre lagrimas y sonrisas. Me lance a su cuello.
Apoyo su nariz en el hueco entre mi cuello y mi hombro. Y sus brazos me rodearon y se cerraron en un dulce abrazo.
-No digas nada- logre decir entre sollozos- solo… quiéreme.
No tuve que decir nada más. Separo su nariz de mi piel lentamente. Su respiración me hacia vibrar cada una de las células de mi cuerpo. Sus labios se deslizaron por mi cuello como una hoja que vuela mecida por el suave aliento del viento, y acabo depositando sus labios en el final de mi garganta. Pero aunque sus labios cesaron, sus manos no. Que con tímidos movimientos iban privándome del calor de mi ropa, para reemplazarlo por el suyo. Mi corazón danzaba al tono de aquella melodía, que un día toco mi padre para mi, en su hermoso piano caoba. Y cada latido ruborizaba aun más mis mejillas, consumiéndome en nuevas oleadas de placer.
No se como… pero acabe en sus brazos. Apoyados contra el tronco de un árbol cercano. Notaba la corteza contra la piel de mi espalda, mientras los últimos pedazos de mi agonía eran arrancados sin pudor alguno por sus manos. El calor nos consumía. Nos fundimos en un solo ser, entre jadeos y dulces susurros al oído, nos dejamos llevar hasta el infinito. Un profundo hormigueo atravesó todo mi cuerpo, el corazón me dio un vuelco y mi estomago libero cientos de mariposas que revoloteaban asustadas de un lado a otro. Exhaustos caímos a los pies de un árbol, uno encima del otro.
-Perdóname… por dejarte sola- me susurro al oído, mientras acariciaba mi cabello lentamente.
-Te quiero –fueron las únicas palabras que conseguí decir antes de fundirme en sus brazos y secar mis lagrimas de felicidad en su piel.
Pero lo que no nos pudimos ni imaginar durante todo ese mágico momento, es que no éramos los únicos que… estábamos allí.
O_o_kristy_o_O