El verano casi había acabado, habían pasado dos meses desde que mi vida dio un giro de 360º para enseñarme la parte más oscura de este planeta, para mostrarme que el mundo que había estado viendo durante diecinueve años estaba cubierto por un velo que me impedía ver el mundo en su totalidad, ahora todo era más claro, más nítido, más brillante, era de una realidad abrumadora.
No había vuelto a hablar con Edward. Era como si estuviese enfadado conmigo, me evitaba, cuando nos encontrábamos en los pasillos del instituto, notaba como me miraba, pero al devolverle la mirada me rehuía. Cuando iba a su casa nunca estaba y Alice o Carlisle, incluso Esme en un par de ocasiones me recibían con palabras amables y me miraban apenados cuando preguntaba por Edward. Ese era el momento en el que Rosalie me miraba con superioridad, como si se alegrara de mi situación, no acababa de comprender porque me miraba así, parecía que me odiaba, más incluso, me despreciaba pero no tenía la menor idea de porqué.
Esta mañana he decidido madrugar para acorralar a Edward y preguntarle porque me lleva evitando todo este tiempo. No podía ir hasta su casa en mi viejo coche, asique he decido dejarla en el límite del bosque y seguir a pie por el camino que conduce a su casa. Al llegar me he quedado en silencio, pasaba algo raro, normalmente siempre podía oír algún ruido en el interior de la casa, pero hoy no se oía nada. Me he acercado y he llamado a la puerta.
No he podido evitar sorprenderme al ver a Rosalie abrirme la puerta, está me ha mirado de arriba abajo y como siempre lo ha hecho con todo el desprecio que puede poner en su cara.
-Ah, eres tú... -Me ha dicho y seguido me ha cerrado la puerta y me he quedado en silencio imaginando distintas formas en las que podría torturarla y matarla.
De repente Emmett me ha abierto la puerta mientras hablaba para el interior de la casa.
-Desde luego a veces sabes cómo ser muy borde.- Rosalie le ha contestado con un bufido, mientras Emmett me ha hecho gestos para que pasase. Me he quedado en silencio intentando ordenar mis ideas.
-Yo... - he respirado hondo, ya no me parecía tan buena idea como lo había sido en mi casa, he mirado al rededor- ¿y los demás?
-Se han ido de caza.
-¿Y estáis solos?- Si era así no quería molestar, Rosalie ya me odiaba lo suficiente.
-Bueno nosotros y... -Rosalie ha aparecido y le ha mirado a Emmett con cara de enfado.
He mirado a Emmett interrogándole con la mirada. Rosalie se ha acercado a la entrada de nuevo.
-¿En serio?- He preguntado al ver que Emmett no me contestaba. Rosalie me ha cogido del brazo y me ha arrastrado hasta la puerta mientras me decía:
-Si te ha dicho que estamos solos es que lo estamos y ahora vete que eres una molestia.
Le he mirado preguntándome otra vez que era lo que tenía en mi contra para tratarme así, ella ha entrado en la casa y me ha vuelto a cerrar la puerta en la cara. Me he quedado en silencio, enfadada y sin saber que hacer al ver que mi plan se había desmoronado. De pronto he oído como hablaban, o mejor dicho discutían. Y como Rosalie golpeaba a Emmett:
-Desde luego ya te vale, no podemos decirle que Edward está aquí.
-¿Cuándo va a dejar de esquivarla y hablar con ella? Se nota a la legua que ella le ha cambiado y para eso no hace falta leer la mente de nadie.- Me he quedado en silencio para escuchar mejor.- A ver si lo hacen de una vez y nos dejan tranquilos a los demás.- Otro golpe, he supuesto que a Rosalie no le ha gustado el ultimo comentario de Emmett
- ¡Auch! A veces no tienes sentido del humor. ¿Y si... nos divertimos tú y yo?
En ese momento se han alejado de la puerta. Me he quedado sola, cavilando sobre lo que había escuchado, ¿Edward pensaba en mí? sonreí para mis adentros. Pero ¿porque no quería verme? Si él no venía a hablar conmigo iría yo a hablar con él.
De pronto una música me ha sacado de mis cavilaciones. He mirado en silencio la casa intentando encontrar el origen de la música. No sé porque pero sabía que el que estaba tocando era él, no sé porque pero algo dentro de mí me decía que era él. En ese momento he descubierto que la música provenía de una de las ventanas del piso superior. Sabía que no podía entrar por la puerta ya que Rosalie no lo permitiría. Entonces he decidido que lo mejor es que escale por un árbol que da a esa ventana. Al llegar al alfeizar de la ventana lo he visto, él estaba recostado sobre un sofá de cuero negro con una guitarra entre las manos, tenía los ojos cerrados y por lo tanto no se percató de mi presencia. La ventana estaba abierta así que entre en el interior intentando no hacer ruido. Le he mirado, seguía con los ojos cerrados. Me he acercado y me he quedado observándolo en silencio. Parecía que estaba tranquilo, sonreía como un niño.
De pronto el abrió los ojos y dejo de tocar la guitarra. Su sonrisa ha desaparecido y ha dado paso a una expresión de enfado.
-¿Qué haces aquí?- Me he quedado en silencio sin saber bien que decir.
-¿Porque llevas todo este tiempo esquivándome?- Le he preguntado sin hacer caso a su pregunta. Él a apartado los ojos de mí y ha mirado a su alrededor.
-No te evito- Le he mirado con suspicacia.
-¿Ya y tampoco puedes mirarme a la cara?- He dado unos pasos en su dirección.- ¿Tanto me odias?- Él me ha mirado más enfadado de lo que estaba antes.
-No tienes ni idea de lo que estás hablando.- Me he acercado más, he acercado la mano a su cara para obligarle a mirarme.
-Pues explícamelo.
Me ha mirado con tristeza, con un dedo me a tocado la mejilla y me ha enseñado una gota que descansaba sobre la yema de su dedo. Estaba llorando y ni siquiera me había dado cuenta.
Ha dejado la guitarra en el sofá, y se ha levantado. Me ha cogido suavemente del brazo y me ha acercado a la ventana.
-Acompáñame.
Hemos saltado por la ventana y nos hemos adentrado corriendo en el bosque, corría detrás de él en silencio. El camino me resultaba familiar pero no recordaba porque, de pronto, Edward se detuvo en un prado. Mire a mi alrededor y unas imágenes empezaron a arrollar mi mente, recordé a James, Victoria y Laurent persiguiéndome, como James me mordió, a los enormes lobos, a Kay. Empecé a notar como el miedo invadía todo mi ser.
-¿Estas bien?
Edward estaba agachado a mi lado cuando abrí los ojos, ni siquiera me percate de cuando los había cerrado ni como había acabado en el suelo. Le mire, él parecía preocupado. Me mordí el labio inconscientemente y aparte la mirada.
-Estoy bien- Él movió su mano poniéndola debajo de mi barbilla y me obligo suavemente a mirarle a los ojos.
-Se te da muy mal mentir ¿sabes?, ¿porque no me cuentas lo que te pasa?- Trate de apartar la mirada de nuevo de sus ojos, pero el no me dejo.
-Es solo... - me mordí nuevamente el labio inferior - que fue aquí donde James me mordió.- Él me miro sorprendido.
-¿Fue aquí?- pregunto sin dar crédito a mis palabras. Yo asentí levemente.
-Lo siento, no lo sabía.
-No tenías por qué saberlo - conteste, en realidad a nadie le había dicho donde me había sucedido.
-Pero quiero saberlo, quiero saber todo sobre ti.
-Si lo que dices es cierto, ¿por qué me esquivas?- Le mire a los ojos poniéndome seria.
-Te lo contare en otro lugar más agradable- Me ayudo a levantarme del suelo y repentinamente salió corriendo mientras yo le seguía.
Nos detuvimos al de unos minutos, en una pequeña campa en la que la única sombra para los días soleados era un gran roble en la mitad de esta.
Mire a Edward a los ojos, mientras un millón de preguntas golpeaban mi cabeza y mi garganta queriendo salir. Edward se decidió a hablar:
-Yo tengo un poder - le mire perpleja - puedo leer la mente de los que están a mi alrededor.
Note como me sonrojaba al pensar que podía saber lo que yo pensaba, me quede mirando al suelo nuevamente avergonzada, él sonrió.
-¿Tanto te avergüenzas de tus propios pensamientos? ¿Qué has estado pensando? - note como me sonrojaba aún más.
-¿Para qué me lo preguntas si ya lo sabes?
De pronto comenzó a reírse a carcajadas, y eso me enfureció, no me gustaba que la gente se riera de mí y menos que fuera él el que se reía de mí.
- Te equivocas.
-¿Qué?- no entendía nada.
-No puedo leer tu mente.
-¿Y por qué no me lo has dicho antes?
-Quería ver tu reacción, te ves bien cuando te sonrojas - note como me ruborizaba más, y me mordí el labio, el sonrió.
Le mire fijamente en silencio y me fije en lo distancia que nos separaba, parecía haberse alejado algunos metros desde que llegamos, me entristeció pensar que no soportaba estar cerca de mí, esos metros se sentían como cuchillas que atenazaban mi pecho y no me dejaban respirar, trate de acercarme y él se quedó mirándome en silencio.
Recorte la distancia tanto que estaba a solo unos centímetros de él, parpadee, y de pronto el había desaparecido. Lo busque con la mirada, pero fue en vano. De pronto una voz retumbo rompiendo el silencio del bosque.
-¡¿Porque tú?! ¡¿Que tienes tú de especial?! - Era la voz de Edward, de pronto note su aliento gélido en mi nuca y no pude evitar estremecerme.
-¿Qué?- pregunte confundida.
Se puso delante de mí con tanta rapidez que no pude evitar asustarme y retroceder un par de pasos.
-¿Porque me llama tanto tu sangre? No eres como los demás, no soy capaz de leer tu mente, ni siquiera una idea, pareces existir para aumentar mi frustración y luego está tu sangre, con ese embriagador aroma…
-¿Por eso no puedes estar cerca de mí?
-Si fueras lista te alejarías.
-Pues entonces no quiero serlo.
-Ya no tengo fuerzas para alejarte de mí- ahora estábamos a escasos centímetros de nuevo, el apartó el pelo de mi rostro y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
-No quiero que lo hagas.
Vi cómo se acercaba y cerré los ojos esperando su roce, pero este no se produjo, al abrirlos vi que nuestros labios estaban realmente cerca, que con un simple movimiento se tocarían, pero ese momento no llegaba.
Edward de pronto se apartó y yo me quedé en silencio decepcionada.
-Deberíamos volver -yo hice un mohín y él me miró sonriente- tendrás que ser más paciente.
Cogí la mano que él había extendido hacia mí y volvimos corriendo a su casa. Al llegar nos quedamos en el salón
-Rosalie y Emmett vendrán en un segundo.
Tal y como él había dicho ambos aparecieron al instante por las escaleras, Rosalie nos miró extrañada.
-¿Qué haces todavía aquí?
-Rosalie - Emmett nos miró con picardía- vaya, gané la apuesta - ella le miró con enfado.
-No es cierto - miré a Edward extrañada y el contesto a la pregunta que rondaba mi mente -apostaron cuanto tardaría en... -me miró de arriba abajo, al adivinar sus pensamientos me sonrojé. -¿En qué piensas?
Aparté rápidamente la mirada.
-En nada -él se rio.
-Empieza a ser divertido adivinar tus pensamientos -me ruboricé aún más y él se rio con más fuerza.
Me quedé mirándole fijamente.
-¿Por qué tienes los ojos tan oscuros? -Me acababa de dar cuenta que ya no eran del color dorado que fueron la última vez que le vi.
-Por nada.
-Que Edward, ¿Has vuelto a saltarte las comidas? -miré a Emmett y volví a mirar a Edward para decirle:
-¿Hace cuánto que no te alimentas? -el aparto la mirada enfadada de los ojos de Emmett y me miro a mi.
-¿Tú me acusas de no comer? No soy yo el que los tiene completamente negros -aparté la mirada avergonzada y miré mi reflejo en el cristal de la mesa del salón.
Él estaba en lo cierto, estaban del color del carbón, no se distinguía el iris de la pupila.
-¿Desde cuándo no te alimentas?
Me mordí el labio inferior y él me miró sorprendido.
-¿No te has alimentado desde que te transformaron? -miré al suelo y Edward me cogió del brazo llevándome hasta la puerta -nos vamos de caza ahora mismo.
Edward me llevó a lo más profundo del bosque, yo iba corriendo a sus espaldas cuando de pronto se paró e hizo que me chocara contra él.
-Shh, mira - me señalo unos arbustos- ahí hay un ciervo.
-Pero... -me miró y yo me mordí el labio nuevamente - yo no quiero matar animales, no quiero hacerles daño.
Me cogió de la mano y me miró a los ojos.
-Confía en mí -yo me mordí el labio nerviosa -deja de hacer eso.
-¿Cuál? -me mordí el labio otra vez.
-Deja de morderte el labio.
-¿Porque?
-Porque me provocas.
De pronto se acercó a mí, estábamos de nuevo a escasos centímetros el uno del otro, podía notar su respiración, cerré los ojos, como ya había hecho anteriormente, note como él acortaba la distancia que nos separaba y rozaba suavemente sus labios con los míos. Iba a apartarse cuando yo le agarré de la nuca y le atraje más a mí intensificando el beso, pero de pronto él se apartó de mi bruscamente. Se alejó de un salto de mí y dijo seriamente tras recobrar el aliento:
-No vuelvas a hacer eso - le mire extrañada.
-¿Porque? ¿Es que no te gusto?
-No digas tonterías, pero es peligroso y aún no me he alimentado.
Nos quedamos en silencio, el ciervo seguía comiendo tranquilamente al otro lado de los setos, ajeno a todo lo que acababa de pasar.
Cuando los dos nos calmamos un poco, Edward comenzó a darme instrucciones de lo que debía hacer para que el animal sufriera lo menos posible.
Me acerque sigilosamente al ciervo y cuando estuve lo suficientemente cerca salté sobre el rompiéndole el cuello, lo cual provocó un horrible sonido que retumbo en mi cabeza. En ese momento estuve a punto de salir corriendo pero Edward me tranquilizó y acabé mordiendo al animal.
Cuando la sangre comenzó a bajar por mi garganta, sentí como el nudo se había formado cuando me transformaron desaparecía y la sed que llevaba instalada en mi cuerpo desde ese mismo día se desvanecía.
Bebí hasta que sentí que estaba completamente llena, que no cabía ni una sola gota más en mi cuerpo.
Cuando acabé, volví al otro lado del arbusto, pero al no ver a Edward comencé a mirar a mi alrededor.
Dos segundos después le vi aparecer entre unos árboles, impecable pero con los ojos tan claros que me recordaban a la miel.
-¿Cómo puedes no haberte manchado siquiera? -Él sonrió ampliamente.
-Tú también lo harás con un poco de práctica, ¿volvemos?
Me ofreció su mano y yo se la tome, al llegar a su casa miré a mi alrededor y observe que la noche se nos había echado encima sin siquiera darme cuenta.
-Quizá deberías volver a casa -Dijo Edward al verme mirar el cielo preocupada.
-Sí, se está haciendo tarde y no quiero que Charlie se preocupe -miré mi ropa, ahora manchada con la sangre del ciervo, que por alguna extraña razón ya no me hacía sentir tan culpable, al fin y al cabo Edward tenía razón, era el ciclo de la vida y era similar a comer carne, porque para ello también se mataban animales y nosotros nos preocupábamos de producirles el menor dolor posible -no puedo ir así a casa si no quiero que mi padre se preocupe.
-Tranquila, Alice te dejara ropa.
Cuando entramos en su casa Alice estaba al lado de la escalera esperándonos con unos vaqueros y una camiseta en la mano.
-Me ha costado encontrar algo que pudiera valerte dado que eres más alta que yo y tenía que ser algo parecido a tu ropa... - ella siguió hablando pero yo me quede en silencio me costaba recordar que Alice tenía visiones. En ese momento se me ocurrió una pregunta.
-Alice ¿yo tengo algún don especial?
-No lo sé, pero todo demuestra que tienes algún tipo de barrera mental que impide que Edward lea tu mente, pero al parecer no funciona demasiado bien con lo que a mi don respecta ya que puedo ver tu futuro. No sabremos muy bien de que se trata hasta que seas una vampira completa me temo.
Al decir eso Edward bufo a mi lado y miró con tal odio a Alice que ella me entregó la ropa y se fue sin decir nada más.
-Debería cambiarme de ropa, se hace tarde.
Edward me llevó hasta su cuarto y me dejo sola para que pudiera cambiarme de ropa. Cuando termine Edward volvió a aparecer por la puerta y me acompaño escaleras abajo. Al salir de la casa le dije:
-Luego dale las gracias a Alice de mi parte por la ropa, se ha ido y no he podido dárselas en persona.
-Le hare llegar tu mensaje.
Al llegar a mi vieja camioneta él se ofreció a acercarme a casa. No me hacía ilusión que el condujera mi coche pero quería pasar el máximo de tiempo a su lado asique acepte.
Nos subimos los dos y le entregue las llaves para que pudiera arrancar el auto. Edward puso la camioneta a su maxima velocidad y yo no pude evitar agarrarme con fuerza al asiento.
-Esta vieja reliquia no puede darte miedo, esta no es velocidad suficiente para que alguien pueda temer
-Conduces como un loco - le dije enfadada.
Llegamos mucho antes de lo que esperaba.
-¿Cómo puedes conducir tan rápido? ¿Es que nunca te han puesto una multa?- él se rio con fuerza.
-¿A esto llamas rápido? Un día te llevare a dar una vuelta en mi coche y sabrás lo que es la velocidad. En cuanto a las multas - se señaló la cabeza - te recuerdo que tengo un detector de radares personal e infalible incorporado.
Bufe y sacudí la cabeza con suspicacia.
-¿Quieres que mañana venga a buscarte para ir al instituto? -Me pregunto de pronto, no me esperaba esa pregunta.
-Depende - dije para ganar tiempo y recomponerme del shock que la pregunta me había causado.
- ¿De qué depende?
-De que superes o no los 120 kilómetros por hora - Se rio a carcajadas.
-Entonces vendré mañana a recogerte.
Dicho esto, bajo de la camioneta que ya estaba aparcada y me abrió la puerta para que bajase.
-Hasta mañana entonces.
-Adiós - fue lo último que pude decir antes de que saliera corriendo.
Salude a Charlie al entrar en casa, él estaba viendo la televisión en la sala, y me encaminé hacia mi cuarto. Cogí la camiseta vieja y los pantalones cortos que utilizaba a modo de pijama y me fui al bañopara darme una ducha relajante.
Cuando me sentí lo suficientemente tranquila me puse la ropa y fui a mi cuarto y me metí en la cama.
Esa noche soñé con Edward por primera vez.
“Estaba en un bosque con Kay y él. De pronto Kay me decía que me alejara de Edward, que habría alguna forma de arreglar lo que me había pasado y empezaba a correr hacia Edward dispuesto a atacarle pero en ese momento yo me ponía entre los dos y Kay se detenía:
-Aparta.
-¡No!
-¡Quítate! - me agarró de los hombros y me empujó hacia un lado, yo me quede quita sorprendida por su fuerza y vi cómo se transformaba en un enorme lobo ante mis ojos, tenía el pelaje marrón y no pude evitar recordar al lobo del prado.
El lobo saltó sobre Edward pero yo no llegué a ver lo que sucedía porque noté como la imagen se alejaba y me desperté."
-¡Edward! - miré a mi alrededor, estaba en mi cuarto.
Mire a mi alrededor, sentía como si alguien estuviese vigilándome pero estaba demasiado oscuro y no lograba ver nada.
Juraría que había alguien al lado de la ventana y me alegre al pensar que pudiese ser Edward, acerque el brazo a la mesilla y encendí la luz, pero no había nadie, me levanté y me acerque a la ventana, al abrirla me percaté de que no hacía el sonido que hizo la primera vez que la abrí al llegar aquí.
Al asomarme no vi a nadie por lo que volví a mi cuarto esta vez dejando la ventana abierta con la esperanza de poder facilitarle el trabajo a Edward si volvía a aparecer. Me metí en la cama y me dormí nuevamente.
La noche paso sin más sueños.
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