Anarquía en New York

Autor: MarCeCullenHale
Género: Acción
Fecha Creación: 25/04/2013
Fecha Actualización: 30/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 1
Visitas: 2605
Capítulos: 4

"La Bestia" y "Cherry" son de esas personas que nadie conoce, y sin embargo todos saben de su existencia. Ellos llegarán a NY para ponerlo de cabeza y traer el caos. Adiós, Corrupción, hola, Anarquía.

 

Los personajes no me pertenecen, al igual que esta historia no es de mi pertenecia la autora (ninfaffadd - FF.Net) me ha dado la autorización de publicar.

 

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Capítulo 4: Llegaron

"Introduce algo de anarquía, altera el orden establecido y todo se volverá un caos". —The Joker.

Recomendación musical:

Megadeth — Symphony of Destruction.


Capítulo 3: Llegaron...

Primero fue África.

Luego Rusia...

Londres...

Francia...

Y ahora New York.

Los golpes de Estado que La Bestia y Cherry llevaban a cabo eran bien conocidos por todo el mundo.

Entraban de manera sigilosa.

"No sabemos cómo entran al país".

Ajá, puras mentiras eran lo que el gobierno decía. ¡Pero por supuesto que sabían!, pero nunca dirían que les daba miedo enfrentarse a ellos.

Saber que La Bestia a los 15 años había matado a un contrincante y que Cherry a los 17 cometió su primer asesinato a sangre fría, era suficiente para erizar los vellos. Ahora, si sumaban que ya no eran adolescentes enojados e inexpertos, sino adultos con mentes perversas y armas de todo tipo a su disposición, pues... El miedo de que atacaran a sus familias o —peor aún— su dinero o negocios, era terrible.

Los hacían temblar con su sola mención.

Y ellos reían.

Y ellos suplicaban, rogaban.

Y ellos se carcajeaban.

Y, no.

No había forma de negociar con ellos.

Porque, claramente, ellos no eran criminales "normales". De esos que ya habían pasado de moda, que querían dinero y ya.

Intentaron sobornarlos.

Unírseles.

Ingresarlos al negocio.

Asociarse.

Eliminarlos.

¡Qué tontos!

¿Ambiciosos? Demasiado superficial.

¿Conspiradores? Y una mierda.

¿Tontos? ¡Ni muertos!

No encontraban un hueco en su escudo; creían que seguirían con una rutina, y cuando pensaban que los tenían... ¡Bam! Cambio de estrategia.

Una vez comenzaron a reclutar rebeldes, voluntarios. A la siguiente, tomaron el Palacio de Buckingham. La otra, robaron sus arsenales de armas. Y después... nada.

Tontamente fantasearon con que ellos se habían marchado, y que podrían seguir tranquilamente con sus mafias, pero, ¡oh, sorpresa!

Los anarquistas tomaron las avenidas, puentes y plazas más importantes de N.Y., eso no era todo...

¿Sus arsenales? ¡Vacíos! Ni una bala dentro de ellos, ni siquiera un solo, minúsculo gramo de pólvora.

El caos se respira en New York.

La anarquía se siente en el aire.

Los rebeldes están desatados.

Y los sumisos asustados.

La Bestia y Cherry llegaron con sus compinches para acabar con el sometimiento injusto y la corrupción descarada que había en aquel lugar. Ya han esperado por mucho tiempo, es hora de desatar al mundo.

Los gobernantes roban, le quitan todo a todos los que estaban más jodidos que ellos y nadie hace nada.

El miedo.

El miedo es lo que no permite que la gente actúe y derribe al gobierno de mierda que tienen. Ya es tiempo de que alguien libere al pueblo y dejen que hicieran lo que tenían que hacer.

El símbolo de la anarquía está por doquier; paredes, autos, carteles, cristales, hasta en la misma gente. Coches aplastados, chocados, robados. Cristales rotos, humo, fuego, ¡fuego por todas partes!

Y.

Volaron los puentes, todos.

Habían tanques y jets ubicados estratégicamente por toda la ciudad. Aire y tierra, cubiertos por Las Sombras.

Los revolucionarios reunidos en Times Square, ya estaban instalados y preparados para una guerra. Un escenario improvisado —hecho de tarimas y una enorme manta negra— con bocinas gigantes, amplificadores y varios micrófonos. Música dura y de rebelión suena fuerte.

El ambiente es caótico.

Algunos bailan, fuman, beben o cantan.

Otros follan...

Y otros simplemente esperan.

El Equipo espera ansioso a la llegada de sus amigos.

A lo lejos se oye un estruendo de motocicletas y algunos disparos.

Ya vienen...

Garret —un hombre joven, apuesto, lleno de tatuajes tribales y de cabellos castaños— sube al escenario, toma el micrófono y se aclara la garganta.

—Señoras y señores —se giran a verle—, les presento a quienes orgullosamente comenzaron esta revolución contra el gobierno y sus traiciones... —todos esperaban ansiosos. Por fin los verían.

El estruendo se escucha cada vez más cerca.

—Contra los robos injustificados, contra la corrupción —suspira—, en fin... Contra el mundo.

Una docena de motocicletas —todas ellas rojas, excepto dos, que son negras— doblan en la esquina de la 46th.

—Aquí están... —se acercan a una velocidad peligrosa— ¡Las Sombras! —y el público estalla.

Las motos se detienen a un lado del escenario y diez conductores bajan, cinco mujeres y cinco hombres. Visten de forma rebelde, gótica y perversa. Los otros dos —una mujer de pequeña y delgada figura, con armas en todos lados y otro hombre, con una enorme estatura y con navajas guardadas en su ropa— bajan, nadie los ve —puesto que traían cascos puestos— pero saben bien quiénes son.

Él la toma posesivamente por la cintura y toquetea un poco sus ropas, que son una blusa roja tipo corsé, un diminuto short de cuero del que salen medias rojas de red y unas preciosas, brillantes y altas botas negras. Lleva ocultas varias pistolas y revólver's.

Una mirada cómplice y suben a la tarima. Se acercan al Equipo y Garrett les da dos micrófonos. Se colocan al centro, quitan sus cascos y Cherry se aclara la garganta.

—Señoras y señores —habla, con su mano enfundada en unos guantes negros sin dedos, que toman delicadamente el micrófono frente a su boca. Los hombres sueltan unos piropos y chiflidos hacia ella.

—Chicos y... —su voz, la de la Bestia, envía ondas a todas las presencias femeninas— chicas —una mirada sensual a todas y gemidos desmedidos suenan.

—Ustedes saben quiénes somos, y saben también que no somos dioses, así que no nos traten como eso.

—No venimos como gobernantes, estamos en contra de ello —aclaró—, véanos como liberadores —dijo él—. Nosotros, Las Sombras, hemos estado ocultos desde hace años. Esperando el momento perfecto para salir...

—Nos hemos deleitado con la desesperación del gobierno, las mafias y la policía por eliminarnos... —Cherry se carcajea y el público con ella.

Pero Edward se da cuenta de que no todos lo hacen, hay algunos tipos —con aspecto de soldados— que se mantienen serios y con posición firme. Isabella también se da cuenta.

Cherry y La Bestia conectan sus miradas por unos segundos y se lo dicen todo.

—Hemos tomado plazas, palacios, edificios y estadios en todo el mundo, como muestra de anarquía.

—Llevamos en este... oficio, por así decirlo, mucho años. Pero esto... —señala al público— esto, chicos, es precioso.

— ¡Ustedes se presentaron aquí sin necesidad de reclutamiento! —hace una pausa— ¿Sabían que vendríamos, verdad? —y unos gritos desaforados gritan que sí.

¡Sí!

—Saben para qué estamos aquí, ya nos han visto hacerlo... —murmura la Bestia— ¿Están listos para unirse a la causa?

¡Sí!

— ¡No los escucho, Nueva York! —grita ella, con voz fuerte.

¡Sí!

El público está frenético, furibundo e incontrolable.

—Pues bien —dice ella—, los que quieran unirse, acérquense.

—Los que no, pueden hacer lo que les plazca... Haremos una gran fiesta aquí, les aconsejo que se queden. Esta es su ciudad, Nueva York —dice con voz dura y abre los brazos, señalando los enormes edificios y calles— Les pertenece. ¡Tómenla! ¡Demuestren que es suya! —grita, desatando a todos.

Cherry va junto a la Bestia, él la toma por la cintura y se besan de manera impúdica y completamente sexual. Da una palmada en su trasero y restriega su erección contra ella.

—Necesito follarte, bonita... —le susurra al oído.

—Y yo necesito que me folles, cariño —le guiña un ojo— ¿Qué estás esperando? —él gime y comienzan a arrancarse la ropa frente a todos.

El espectáculo que les están brindando es total y completamente alucinante.

Se besan, se muerden, se lamen.

La penetra lenta, duramente.

Jadean.

Gimen.

Gritan...

El aura que emiten es tremendamente peligrosa y oscura.

Su forma de copular —tan salvaje y sensual— los insita a rebelarse.

A gritar: ¡Mírenme! ¡Soy libre y hago lo que me da la gana!

Capítulo 3: Ya vienen...

 


 


 
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