Un Verano En Paris.

Autor: Nataliarendon2121
Género: Romance
Fecha Creación: 21/01/2013
Fecha Actualización: 07/03/2014
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 53
Visitas: 38715
Capítulos: 24

Tras la muerte de su madre, Isabella no encuentra otra solución que pedir ayuda al único familiar que tiene. Su tía, Rene -como le dicen de cariño- es un duquesa viuda. Su tía reside en París desde su juventud.

 

Entre el glamour y las fiesta de principios del siglo XX; Isabella, es cortejada por El ilustre Jasper Whitlock... pero no con buenas intenciones....

 

Isabella se ve envuelta en un drama de amor y espionaje, intrigas y malas decisiones.

 

Los personaje pertenecen a Stephenie Meyer.   = )

 


Estos son mis otros fics:

 


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Capítulo 4: Durante toda la mañana ...

Durante toda la mañana, Isabella espero con creciente recelo la primera entrevista con su tía.

Durmió hasta tarde, mas de lo que se había propuesto y cuando despertó, el sol luchaba por filtrarse a través de las pesadas cortinas de la ventana. Salto de la cama y descorrió, obteniendo la primera visión de los abigarrados techos franceses que se extendían interminables en la distancia. Las palomas que surcaban el cielo conferían un aspecto de magia al ambiente e Isabella abrió la ventana de par en par, inclinándose para respirar extasiada la fragante frescura de la primavera parisiense.

Sus temores de la noche anterior desaparecieron. Era de mañana , brillaba el sol, y empezaba a enamorarse de Paris! Se alejo de la ventana sin saber que hacer. Llamaría para ordenar el desayuno? O debería ir a buscarlo ella misma? Dudaba, cuando escucho un leve golpe en la puerta.

 

Rápidamente se envolvió en su vieja bata de franela y dio vuelta a la llave para ver de quien se trataba.

-Su desayuno señorita -Dijo una voz joven e Isabella miro cautelosa hacia el corredor, flanqueándole el paso a una doncella francesa de aspecto atrevido que, ataviada con una toquilla ladeada, la miraba con oscuros ojos maliciosos.

La doncella coloco la bandeja en una mesa junto a la cama.

-El ama de llaves me pidió que desempacara sus cosas, señorita -anuncio-, pero como me informo que esta mañana la cambiarían de habitación, creo que no vale la pena, verdad?

-No, desde luego -contesto Isabella con su lento y cuidadoso francés. Le costo un poco de trabajo entender a la doncella. Una cosa era hablar en francés casi perfecto en Inglaterra y otra muy distinta seguir el dialecto de una muchacha francesa que hablaba con el doble de rapidez de cualquier otra persona.

-No -repitió al cabo de un momento-. Tiene usted razón. Me vestiré y quizás entonces lleven el baúl a la otra habitación. Le estaré muy agradecida si desempaca mis cosas.

-Muy bien, mademoiselle.

La doncella salio echando una mirada de soslayo, lo que desconcertó a Isabella. Por que los sirvientes de aquella casa se portaban de una manera tan extraña? Pero entonces el aroma del café recién hecho y los crujientes croissants la hicieron comprender que a pesar de la cena de la noche anterior, se encontraba muy hambrienta.

Los croissants estaban deliciosos, pero le encontró un sabor raro a la mantequilla. No se parecía en nada a la de Jersey que conocía en el pueblo donde vivo desde pequeña. Pero el café era el mejor que había probado hasta ahora. Se sirvió una segunda tasa y muy animada comenzó a lavarse y a vestirse.
   
Por encima de todo, debía causarle una buena impresión a su tía. "Las primeras impresiones son siempre muy importante". Le parecía escuchar las palabras de su madre. Se seco impaciente las lagrimas que inundaban los ojos.

El vestido que uso la noche anterior estaba colgado en el guardarropa. Al mirarlo ante aquella clara luz primaveral, se percato de lo gastado que lucia. Perteneció a su madre y era el único vestido negro que había en la casa. El resto de las prendas  en el baúl estaban en mejor estado, pero eran de color. 

Encontró un cepillo de ropa y cepillo la falda. El lodo que se adhirió al dobladillo cuando se alejaba e tren se había secado y pudo limpiarlo con facilidad. Pero nada podía disimular lo maltratado de la prenda, cuyo tejido estaba gastado, ni los puños deshilachados, a pesar de que los remendó antes del viaje. Fue inútil cuanto hizo por mejorar el aspecto del saco o la falda y al fin, desesperada se vistió, tratando de conseguir que su cabello luciera lo mas pulcro posible.

Se veía muy joven y a pesar de todo, encantadora, pero se aparto abatida del espejo y se encamino hacia la puerta. No era muy alta y quizás demasiado delgada, de acuerdo con la moda imperante, pero erguía la cabeza con orgullo. A pesar de que se lo cepillo, el cabello se le enroscaba en rizos castaños en torno a la frente avalada, enmarcándole el rostro de oscuros ojos cafés y sensitiva boca.


Le dio un vuelco el corazón al abandonar la habitación que le sirvió de refugio la noche anterior, y luego cruzo el pasillo alfombrado que encontró a su llegada. El aire se impregnaba de un olor que pudo reconocer, se acrecentó al acercarse a la escalera: olor a las flores que empezaban a marchitarsen, a algún perfume exótico y le costo trabajo admitirlo, a alcohol.


El piso inmediato permanecía oscuro; Las luces

del pasillo estaban apagadas y las cortinas no se descorrían aun. Adivino que era la habitación de su tía y continuo bajando las escaleras.

Al llegar al primer piso, después de dar unos pasos por el amplio rellano, se detuvo a mirar por dos puertas doble que daban  a lo que parecía ser el salón principal. Se quedo asombrada!

Era una habitación enorme que se extendía a todo lo largo de la casa, decorada en forma extravagante. Las cortinas de brocado color rosa matizadas con hilos de oro, aromatizaban con los entrepaños de será en los muros blancos y dorados. Había delicados espejos labrados y muebles con cubierta de mármol. Pero lo que realmente llamo su atención, después del primer vistazo, fueron las mesas forradas de verde, esparcidas alrededor del salón y, aunque jamas había visto ninguna supo de que se trataba. La noche anterior hubo una partida de juego! Pero, entonces, por que tanto escándalo?

En el piso había copas destrozadas de champaña, un gran florero volteado y un adorno de porcelana  de Dresen cuyas figuras de Ángeles estaban deshechas. Al extremo del salón, mas botellas vacías y copas sucias sobre una mesa cubierta con un mantel de lino manchado.

Isabela no había asistido amas a ese tipo de fiestas o siquiera imaginado que existieran. En una plataforma en la antecámara los músicos habían tocado exquisitamente. Pero por que hubo música si la gente solo deseaba sentarse a perder dinero en las mesas? A continuación Isabella recordó que estaba en Francia. Había oído hablar sobre el juego de apuestas en Montecarlo y Ostende, donde la gente cruzaba el canal solo para divertirse.

Nunca se imagino que encontraría lo mismo en Paris, y menos en la casa de su tía!


Que pensaría su madre? Se pregunto, sabiendo que desaprobaría el juego en cualquier forma y protestaba con vehemencia cuando su padre quería apostar a los caballos.

A pesar del hermoso mobiliario y del techo decorado con pinturas, obra sin duda de una mano maestra, la habitación tenia una atmósfera desagradable. No era solo el olor a los desechos, era algo mas profundo. Turbada por aquella impresión, Isabella bajo presurosa la escalera hacia el vestíbulo y entro a la habitación donde Lord Cullen la había llevado la noche anterior. Todo estaba como ella lo dejo, a excepción de las cortinas corridas. Aquella habitación, lo notaba ahora, estaba costosa y artísticamente amueblada, aunque carecía de calor de hogar, de intimo confort. Se estremeció y no supo por que. Supo sin embargo ese no seria el tipo de casa que llamaría hogar. Y eso bino ha averiguar!


Miro el reloj en la repisa de la chimenea; estaba parado. Se pregunto por que alguien no se ocupaba de esos detalles en una casa tan lujosa. Tinta en los tinteros, plumas disponibles para escribir, relojes con cuerda, agua para beber junto a las camas; Todos esos pequeños detalles en los que la instruyo su madre. " Es la tarea de una mujer, querida, ocuparse de esas pequeñas cosas. Son las que hacen mas grata la vida y es lo que todo hombre desea, ya sea rico o pobre, viejo o joven".


"Quisa podré ayudar a tía Rene con todos esos detalles", se dijo y trato de justificar a su tía por que era viuda.


-Bonjour mademoiselle! -la sobresalto una voz a sus espaldas. Volviéndose, vio a un elegante joven de finas facciones, vestida de negro con un pequeño y ridículo delantal sobre el vestido,

-Oh, buenos días! -respondió un poco aturdida por la mirada penetrante de la mujer, que parecía analizar cada detalle de su apariencia.

-Soy la doncella personal de miledy. Acaba de despertar y ya le informe de su llegada. Desea verla.

El tono incisivo de la doncella la atemorizó. Quizá fuera demasiado suspicaz, pero tenia la impresión de que a su tía no le había complacido mucho la noticia de su llegada. Pero no había tiempo para cavilaciones.

-Estoy ansiosa de ver a mi tía! -dijo.

La mujer no altero su expresión de desdén.

-Tenga la bondad de seguirme mademoiselle -cruzo el pasillo, se dirigió a la escalera.

Sobresaltada, Isabella la siguió. Quizá esta no fuera el agradable encuentro que espero. Y tal vez Lord Cullen, tenia razón; No hubiera sido mucho peor si, la noche anterior, hubiera subido la escalera para encontrarse con su tía en medio del torbellino de mesas verdes en el decorado salón.

La doncella la guió al segundo piso y toco indiferente la puerta de caoba de la habitación. después, abrió e hizo pasar a Isabella. Era difícil ver nada de momento, pues las persianas estaban cerradas y a pesar de que las cortinas se encontraban descorridas a medias, la escasa luz apenas permitía distinguir el amplio lecho que, acomodado en el nicho se coronaba por una gran concha esculpida en forma de madreperla.

Se escucho entonces una vos ronca que preguntaba:

-Quien es? será posible que seas tu, Isabella?

La turbación de Isabella desapareció al escucharla.

-Oh, tía Rene! querida tía Rene! Si soy yo, Isabella, llegue anoche; Espero que no estés disgustada. No pude hacer nada, absolutamente nada, salvo recurrir a ti.

Hubo un movimiento entre los cojines y una mano que se extendió hacia Isabella y ella estrecho agradecida.

-Isabella, mi querida niña, jamas en mi vida recibí una sorpresa como esta. Pensé que Jessica se había equivocado cuando me dijo que mi sobrina estaba aquí. Pero por que no me escribiste?

-No pude hacerlo, tía Rene, tuve que venir de inmediato. Es que... mama ha muerto.

-Ha muerto? - La duquesa se sentó y aun en la oscuridad de la misteriosa habitación, Isabella pudo ver la expresión de su tía.

-No puede ser! Tu madre muerta! Mi pobre, mi querida Esme la ultima ves que me escribió, después del accidente de tu padre, se mostraba valiente, llena de fortaleza, decidida a cuidarte y a continuar con su hogar.

-Y trato de hacerlo. -Agrego Isabella- pero fue demasiado para ella!

-Espera un minuto! Espera un minuto criatura! Tengo que oír todo eso! Oh, mí pobre  cabeza! siento como si fuera a partírseme. Jessica, tráeme mis píldoras y corre un poco las cortinas. Quiero ver a mi sobrina. Hace años, si años que no la veo.

-Cuando menos siete años tía Rene, pero nunca olvide lo hermosa que te veías cuando fuiste a visitarnos don aquellas enormes canastas de regalos: Las cajas de bombones, el pate de foie gras para papa y el lindo camisón de encajes para mi madre. Me pareciste el hada madrina de un cuento!

-Mi querida niña! Que curioso que lo recuerdes tan bien! -La duquesa extendió una mano para tocar el hombro de Isabella. Y gimió de nuevo-. Mi cabeza! Es una agonía moverla. apresúrate Jessica.

Le hablaba a su doncella en francés y a su sobrina en Ingles, y a Isabella le impresiono la facilidad con que pasaba de una lengua a la otra. Pero cuando Jessica levanto un poco la persiana para que la luz entrara un poco en la habitación.

Isabella apenas pudo controlar su asombro al mirar el rostro de su tía.

La recordaba como una belleza deslumbrante una rubia con al belleza de Juno, un delicioso cutis rosado, cabello rubio claro, ojos azules una perfecta rosa inglesa, en fin como todas la describían.

"Se equivocaron al bautizarte " Isabela recordaba las palabras de su padre. "Tu eres cálida y radiante" "-Carlisle, eres un poeta-" -respondía la tía con ojos fulgurantes, frunciendo los labios en una forma que, a pesar de su juventud, Isabella encontraba irresistible.

La mujer que veía ahora recostada en el cojín era una pálida sombra de la rosa inglesa que alguna vez irrumpió en su pequeño pueblo, causando sensación entre los habitantes por la forma como llego, pues la mayoría nunca había visto un carruaje sin caballo: el tan discutido y temido automóvil.

"Persuadí a mí esposo venir a Inglaterra para comprar un Rolls Royce" les había explicado, "Los autos franceses no son ni remotamente tan elegantes ni tan distinguidos. Estaba decidida a verlos, de modo que maneje hasta aquí para echarle un vistazo"

"Querida Rene! No me extraña que no hayas avisado, pero caer del cielo de forma tan inesperada!" Dijo riendo la madre de Isabella.

Las dos hermanas se besaron de nuevo, abrazándose, como si por un instante acortaran la gran distancia que se interponía entre ellas: De dinero, de posición aunque Isabella era aun muy joven para comprender que ambas también llevaban una forma de vida muy distinta.

A menudo soñó con la belleza de su tía: Con aquel exquisito rostro, enmarcado por la larga gasa de sombrero de automovilista, que ondeaba sobre el guarda polvo y protegía su elegante vestido. Era difícil asociar aquella hermosura con las profundas arrugas y os ojos cansado, ojos entrecerrados  que parpadeaban ahora por la luz.

El cabello de tía Rene era aun dorado pero frágil y de tono chillón tan distinto a aquel tono de maíz maduro; de antes. Su piel era gris y sin vida y a pesar de la ropa que le cubría Isabella pudo apreciar, que había ganada mucho peso y que su cuerpo entonces marfileño ya no soportaba su cabeza con aquella gracia que hizo disputar a tantos escultores por el privilegio de plasmarla en mármol.

-Isabella como has crecido, -exclamo la tía Rene.

-Me temo que si, Sabes tengo veinte años.

-Veinte! -repitió ella jadeante y serró los ojos por un momento diciendo-: Donde esta Jessica? Donde están mis píldoras?  La jaqueca es insoportable.

-Aquí están , milady! -Jessica permanecía de pie junto a la cama. Sostenía una bandeja de plata con un vaso de agua y una pequeña caja de cartón en la que se veía una hilera de cápsulas blancas.

-Dame dos, -ordeno la duquesa, alargando una mano para recibir el vaso.

-Milady sabe que el medico dijo que... -comenzó a decir Jessica pero fue callada por la duquesa.

-No te importe lo que diga el medico! después de pasar una noche como la de ayer y ver llegar a mi única sobrina con la noticia de que mi hermana a muerto, necesito algo. tráeme cognac y soda. Solo pensar en ello me enferma.

-Muy bien, milady -respondió Jessica con una resignación que expresaba a las claras su censura.

-Y apresurate. No deseo esperar todo el día; quiero un trago ahora.

-De inmediato, milady -dijo Jessica y salio corriendo.

-Veinte! -volvió a decir la duquesa- no puede ser verdad, no es posible.

-Uno crece, tía Rene.

-Ay de mi! Eso es innegable - exclamo la duquesa colocándose una mano sobre la frente-. Por Dios que vieja me siento!

-No tuve deseos de interrumpir anoche -Dijo Isabella disculpándose- pero temí ser descortés al irme a la cama sin avisar de mi llegada.

-Hiciste lo correcto, no hubiera podido atenderte, ademas no creo que tengas ropa adecuada para una fiesta.

Isabella casi podía ver la sonrisa cínica de Lord Cullen.

-No, -respondió con humildad-; Me temo que mis ropas no hubieran sido apropiadas.

-Por supuesto, estas de luto, pero el vestido que llevas querida, es bastante anticuado, si me disculpas por decirlo.

-Era de mi mama, y creo que es todo lo que poseo .

-Bueno supongo que no tiene importancia -repuso la duquesa indiferente-, por que no pensaras quedarte, o si?

Hubo un momento de silencio y las dos mujeres se miraron. A continuación con voz trémula Isabella dijo:

-Pero tía Rene! No se que hacer. No tengo ningún sitio, ningún sitio a donde ir!


Espero sus comentarios....

Tratare de actualizar dos veces por semana.

Saludos de una Colombiana en Atlanta.

BESOS.

Capítulo 3: Así que es aquí ... Capítulo 5: La duquesa se acomodo ...

 
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