Divina Tentación +18

Autor: Annalice
Género: Romance
Fecha Creación: 23/12/2011
Fecha Actualización: 23/12/2011
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 2
Visitas: 5014
Capítulos: 4

La llegada inesperada de los hermanos Hale, Jasper, Rosalie y Isabella, supone un revuelo en la pequeña población de Forks. Son extremadamente bellos, inteligentes y misteriosos. ¿De dónde vienen? ¿Dónde están sus padres y por qué sobresalen sea la que sea la actividad que emprenden?

Los tres son en realidad ángeles del Señor con la misión de ser los ángeles guardianes de la familia Cullen. Tienen instrucciones claras: no deben establecer vínculos demasiado fuertes con ningún humano y deben esforzarse por ocultar sus cualidades sobrehumanas. Pero Bella, la más inexperta, rompe una de las reglas sagradas: se enamora del menor de la familia a los que debe proteger, Edward Cullen.

Desafiar al Cielo no resulta buena idea cuando te enamoras de tu protegido.


Denme una oportunidad, en otras páginas ha tenido un éxito aplastanteSmile

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Capítulo 4: Tres hermanos en el mismo instituto

4

Tres hermanos en el mismo instituto

La hora del almuerzo era siempre algo insufrible. No es que no disfrutara de la comida, claro que me gustaba, pero si con una simple tostada podía llegar a marearme por su intenso sabor, estar rodeada de montañas de comida no era que digamos mi mayor sueño.

A paso lento recogí mis cosas, sin prisa pero sin pausa, y me dispuse a encontrarme con Jessica. Pero antes de que me pudiera ni levantar, una mano fina pero insistente me aferró del brazo

-¿A dónde te crees que vas?- la sonrisa de Alice borró cualquier miedo ante su anterior agarre

-Pues… eh… ¿a comer?

-Exacto, pero ¿con quién? No pensarías dejarme sola ¿no?- de repente puso un puchero a estilo cachorro abandonado que me llegó al alma.

-¿Quieres que coma contigo?- dije ilusionada.

-¡Será genial! Ya te considero mi nueva mejor amiga, aunque nunca antes había tenido una-dijo con tristeza pero enseguida volvió a sonreír y me dio un efusivo abrazo.

Cuando nos separamos, y el sonrojado se fue desvaneciendo, la sonreí ante la idea de tener una amiga

-Seguro que a Jessica no le importa que coma contigo- dije confiada, pensando que seguro que tenía mejores compañías que yo

-Si claro… eh… ¡espera! ¿Has dicho Jessica? ¿Jessica Stanley?- abrió tanto los ojos que me sentí hasta asustada

-Eh… si… yo- antes de poder seguir con mi explicación, la voz de Jasper me interrumpió

-Perdonar la interrupción, pero tengo que hablar con Isabella- miré algo mal a Jasper. Estábamos hablando ¿o es qué eso ya no se respetaba?

Pero si yo le miré mal, pareciendo un demonio enfadado, Alice parecía un ángel. La manera tan peculiar en que lo miraba era algo que necesitaba descubrir. Parecía como embobada, como si la simple imagen de Jasper podía apartarla de mi lado para llevarla a quien sabe dónde

-Eh… si claro Jasper- me giré para encarar a Alice- Alice, ve hiendo a la cafetería si quieres. Yo… esto… ya te alcanzaré

Alice desvió la mirada de Jasper como si saliera de una ensoñación y me miró. Parecía confusa, como si estuviera analizando algo pero enseguida me sonrió

-¡Claro Bella! Estaremos esperándote al final de la cafetería- salió disparada del aula pero yo me quedé queta pero enseguida salí corriendo tras ella

-¡Alice!- la llame- ¿Cómo que estaremos? ¡Alice!- pero no obtuve respuesta

Resoplé y volví al aula. Allí Jasper me esperaba como ya era costumbre suya con los brazos cruzados y marcando el paso con el pie derecho.

-Bueno… ya veo que la advertencia sobre las amistades no la respetaste

-Venga Jasper, si deseáis tanto tú como Rosalie que la misión sea un éxito tengo que comportarme como una adolescente normal. Y la vida de dicha persona requiere amistades. Además, ¿si no puedo hacer amistades, cómo voy a ser la amiga de mi protegido y guiarle por el buen camino?

-Si eso ya lo sé, y siento estar tanto tiempo juzgándote- se apoyó en su escritorio y se removió el cabello- pero es que tengo miedo de que la misión pueda peligrar. Tenemos en juego cinco vidas humanas que deben seguir los mandamientos del Señor

-Debes confiar más en mi. Ya sé que no soy una experta, y que es mi primera vez que bajo del Cielo, pero sé integrarme y sé que puedo llegar a lograr que la misión resulte.

-De acuerdo…- suspiró con un aire de rendición- Soltaré más la cuerda contigo y te dejaré tomar tus decisiones. Pero recuerda-

-No entablar lazos fuertes. Como sigamos así voy hasta decirlo en sueños- Jasper sonrió por mi comentario

-Tienes razón. Seré menos insistente. Además, algo bueno tiene que te relaciones.

-¿A qué te refieres?

-Pues que así podrás darme un informe de cómo es mi protegida, y me facilitaras algo las cosas. Tener que velar dos vidas es algo agotador

-¿Ya has echado un ojo al padre?

-Si. Durante un descanso que he tenido me he acercado al hospital. Ha sido realmente dificultoso franquear la seguridad- se rió por su comentario y yo solo sonreí

-Si… ya… bueno, ¿te importaría que fuera a la cafetería? Me deben de estar esperando, aunque solo conoceré a Alice

-Claro, pero recuerda. Si ves a tu protegido-

-Edward- enarcó una ceja y la mirada de desaprobación volvió a él- ¿Qué? Yo creo que sería bueno que les llamáramos por sus nombres, así uno se acerca más a ellos

-De acuerdo… Pues, como te iba diciendo, si ves a Edward ve a saludarlo o algo. Parece que hicisteis una buena amistad ese día en el embarcadero

-Pero me iba a sentar con Alice, no puedo dejarla

-Tú ve, corre

Antes de que pudiera replicar cogió su carpeta y se marchó. Tan solo alcancé a suspirar de resignación y memoricé el recorrido hacia la cafetería

Franquear los pasillos Begoña era algo singular. No me costo demasiado, aún teniendo que cargar con mis libros, y en menos tiempo del que pensé llegué a unas puertas dobles de robre macizo con un panel enorme donde ponía en un color rojo chillón Cafetería. Respiré un par de veces, intentando encontrar la serenidad y las fuerzas suficientes para adentrarme en lo desconocido.

Al atravesar con disimulo las puertas, eché una mirada de reconocimiento por toda la cafetería. Era más bien pequeña, y había mesas por doquier con diversos grupos de adolescentes. Pude ver a lo lejos la melena rizada de Jessica, sentada al final de una larga mesa con varias de las que deberían ser sus amigas. Pero en mi campo de visión se entrometió una pequeña duendecillo de pelo rebelde que me sonreía

-¡Bella, por fin llegaste!- me abrazó y en un impulso yo se lo correspondí

-Hola Alice. ¿Es normal qué nos abracemos tanto?- la sonreí sin saber si era algo común entre las mujeres

-Bueno… es dependiendo. Como somos las mejores amigas nos abrazamos mucho- sonreí

Pero antes de que pudiera hacer ningún comentario, Alice entrelazó nuestros brazos y nos llevó a la cola de la comida

-¿Qué te apetece? El colegio puede ser anticuado pero tiene un buen surtidor de comida

-Ajá- paseé la vista por la largo escaparate con comida, hasta llegar a una apetitosa manzana roja- cogeré una manzana

-¿Y nada más?- negué con la cabeza y ella frunció el ceño- ¿Por qué? No estarás haciendo una estúpida dieta ¿verdad? Estas ya demasiado delgada, si mi madre te viera lo primero que haría s- la corté riéndome

-Alice, no estoy a dieta- ¿qué era una dieta? Tendría que investigar- Es solo que no tengo mucha hambre.

-Vale…, pero cuando vengas a casa ya me encargaré de que mamá te vea- me reí nerviosamente. ¿Jasper y Rosalie dejándome ir a otras casas? Eso tendría que verlo

Al final, Alice no me dejó pagarme la manzana. Con una bandeja cada una, ella nos hizo atravesar toda la cafetería hasta llegar a una mesa no muy grande que estaba solitaria.

Cuando nos sentamos, le di un casto mordisco a la manzana y miré hacia los lados

-¿No decías que estaríais esperándome?- por un momento la tranquilidad de no tener más compañía que la de Alice me agradó

-Y te estábamos esperando, pero como tardabas tanto Edward se fue. No me preguntes donde se metió ese pelma, seguro que ha ido a la aula de música o a Dios sabe dónde- medió sonreí

¿Edward? ¿Había estado esperándome, mientras yo hablaba de cómo protegerlo con Jasper? Me había perdido la oportunidad de volver a verlo; si es que la mala suerte, por el poco tiempo de vida que llevaba, ya me tenía cogida de la mano

-¿T-tu hermano?

-Si. Él muy pesado cuando le comenté que comerías con nosotros no paró de acribillarme a preguntas. ¿Acaso lo conoces? Porque él si que parecía conocerte. Nunca le había visto tan emocionado por conocer a alguien

-¿Siempre hablas tanto?- la sonreí y ella me correspondió

-Es uno de mis encantos. Pero no te desvíes del tema. ¿Lo conoces?

-Yo… Bueno, creo que me lo encontré el otro día en el embarcadero cuando paseaba con Rosalie y Jasper

-¡Así que eras tú!- la miré sin comprender

-¿Yo?

-¡Si! Cuando volvió a casa no paró de hablar de una chica increíble que había conocido. Blah blah blah. No lo veía igual desde lo que pasó con Tanya- de repente se cayó

-¿Qué Tanya?

-Nada Bella. Es una cosa que pasó hace algún tiempo. Es mejor que no te lo cuente, Edward no me lo perdonaría nunca

La duda me cayó como un balde de agua fría. ¿Quién era Tanya? ¿Sería la novia de Edward? ¿Por qué me hacía todas estas preguntas?

-De acuerdo.

-¡Bueno! Cambiando de tema. ¿Tu hermano tiene novia?- la pregunta me pilló desprevenida. ¿Debía decir que tenía novia? No habíamos hablado de ello durante la charla que tuvimos sobre nuestra coartada.

-P-pues no- Alice parecía estallar de alegría

-¿En serio? ¡Ay! ¡Es muy guapo, y parece encantador!

-¿Tu crees?

-¡Claro que lo creo! Sé que como es tu hermano no lo ves realmente como es. Eso me pasa igual con mi hermano aunque la mitad del instituto suspiré por él- una extraña sensación que comprimía mi corazón me azoto. ¿Por qué me dolía tanto el corazón?- Pero, ¿sabes qué?- negué- No se lo he dicho a nadie porque me tomarían por locos, pero yo a veces tengo visiones

-¿V-visiones? ¿Te refieres a-?

-Sí. A qué a veces veo cosas que pasaran en el futuro. Y bueno, con tan solo ver a tu hermano me ha venido una visión de él y yo juntos- la miré con los ojos como platos- ¿Me ayudaras? ¡Anda, di que sí! Ya sin conocerlo estoy enamorada de él. Eres su hermana, ¡por favor ayúdame! Ya sé que él es un maestro y yo una alumna pero enserio, sé que podríamos ser muy felices juntos

Esto era nuevo. Alice, mi mejor amiga- sonaba muy bien eso de mejor amiga. No me importaría acostumbrarme a llamarla así- enamorada de Jasper. Y luego él decía que no entabláramos amistades. Esto no se lo podía decir a Jasper. Según él, entorpecería la misión y sería un obstáculo. Además, viendo a Alice tan ilusionada no me podía negar; si el Señor le había dado el poder de las visiones era porque se harían realidad. ¿Habría tenido alguna de mi?

-¿Quieres qué te ayude?

-¡Sería genial!- vale, esta chica era interactiva y tenía demasiada energía. Cada vez me caía mejor- Además, no tengo prisa. Podría ir a tu casa a estudiar, y cuando tengamos exámenes de historia podemos poner la escusa de que vamos a tu casa, nos lo encontramos y le convencemos que me ayude ya que no entendí la explicación del día

-E-es un buen plan

-¡Decidido!

Después de acordar que ayudaría a Alice con mi hermano, estuvimos unos minutos más en la mesa hablando animadamente, aunque ella era la que hablaba, hasta que nos levantamos y nos despedimos para ir cada cual a su clase.

Por mi plano, y las indicaciones de Alice, mi clase de Español estaba a unos pasillos de distancia. Nada más entrar en clase me dirigí a una de las mesas vacías y dejé las cosas allí. Deslicé la vista por la clase esperando poder encontrarme por fin con Edward, pero no tuve suerte. Como deseaba que mis hermanos hicieran por fin los cambios de horarios.

Me distraje tanto haciendo dibujos irregulares en mi cuaderno, que ni noté cuando Jessica se sentó a mi lado y me dio un toque para que la atendiera

-Hola- saludé con una sonrisa tímida

-Hola-no parecía muy contenta

-¿Pasa algo?

-¿¡Qué pasa contigo!- ante su subida de tono me encogí en mi asiento- ¡Te he estado esperando durante toda la comida y vas tú y te sientas con la Enana Cullen!.

-B-bueno, he tenido historia con ella y, al llegar a la cafetería como tú estabas con tus amigas pues yo… esto…

-¡Vale! Te perdono por esta vez. Y bueno, ¿por dónde íbamos de la conversación antes de que Amargado Varner nos interrumpiera?- de repente la bombilla se me encendió y sonreí ante la curiosidad

-Pues me estabas haciendo un cambio de información; yo te decía de dónde era y tú quienes eran también extranjeros aquí

-¡Es verdad! Pero bueno, ya no creo que te haga falta. Te has sentado con uno de ellos así que…

-¿Los Cullen no son de aquí?

-Claro que no. ¡O te crees que toda esa familia de modelos provienen de este pueblucho! Ellos son de algún punto de Inglaterra, se vinieron a Estados Unidos y se han ido mudando por el país repetidas veces desde que sus hijos eran pequeños, hasta terminar aquí hace unos 4 años. Al parecer a la señora Cullen le gusta esto- a lo mejor era yo, pero creo que Jessica dijo esta última frase con un doble sentido o en forma de burla

-No está mal Forks. Está cerca de la playa y a una hora mas o menos de la ciudad. Es muy cómodo la tranquilidad- la sonreí pero ella me miraba con una mueca

-Ya sabía yo que tu tenías algún problema. ¿Cómo te puede gustar esto? ¡Has vivido en Phoenix coño!

-B-bueno, es mi opinión

-Ya, una gilipollez de opinión- resopló

Jessica parecía no querer hablar más conmigo ya que se retocó el pelo dos veces y el maquillaje. Miré mi reloj y la profesora de Español tardaba más de lo debido. ¿Le habría sucedido algo? A lo mejor tendría que ir a vigilar que se encontrara bien…

-Y dime- Jessica me sacó de mis pensamientos haciéndome girar para verla- Has estado con la mediana de los Cullen ¿no?

-Si, Alice es muy simpática y-

-No te acerques a ella- eso parecía más bien una orden que una sugerencia- todos los Cullen son muy raros. Los padres no se quieren relacionar con nadie del pueblo, hasta mi madre hizo una barbacoa en su honor y nada, solo aparecieron para agradecer las molestias y se marcharon sin más; luego está el hijo mayor, Emmett, el cual será nuestro profesor de Educación Física. Es todo un bombón y más de una de las alumnas han querido echarle el guante, sin hablar de las maestras pero tampoco da de sí, solo se ríe y nos gasta bromas todo el rato. También esta tu amiguita, Alice, que es mas rara. A veces se queda parada y parece que mira a la nada. Y, ah, por último Edward. Un montón de chicas han intentado que se interesada por ellas, pero se ve que no está disponible en el sentido emocional. Yo de ti ni lo intentaría- me pregunté cuándo la habría rechazado.

Pero la confesión de Jessica me derrumbó el corazón. ¿Pero por qué? ¿Qué me interesaba a mi que él no estuviera disponible en el sentido emocional? Seguro que Tanya debía de ser una mujer maravillosa

-¿Qué tiene él de malo?- no podía creer que Edward no fuera sencillamente perfecto.

-¡Él no tiene nada de malo! Él… él… es completamente- abrió los ojos horrorizada y rectificó el rumbo de su frase- indiferente. Como ya te he dicho, no vallas a por él

- Yo no voy a por nadie, Jessica- le dije, aunque hubiera deseado añadir que Edward me intrigaba en muchos sentidos.

- Eso ya lo veremos. Aquí hay chicos muy buenos- me guiñó el ojo- Pero Edward Cullen lleva mucho lastre encima

-¿Cómo dices?

-El aún no ha olvidado a su noviecita

-¿Quieres decir que no la olvida por qué son novios no?

-Eran novios. Se llamaba Tanya. Pero nadie ha logrado consolarlo desde que…

-¿Rompieron?- apunté

-No- Jessica jugó con sus dedos y se llevó uno a la boca para morderse la uña- Ella murió en un incendio hace poco más de un año. Eran inseparables antes de que sucediera aquello. La gente decía que se casarían y todo. Por lo visto, no ha aparecido nadie a la altura de Tanya. Creo que será un viudo amargado el resto de su vida

-Que espanto- murmuré- Debe de haberlo pasado muy mal…

-Si, y además- justo llegó la maestra de Español

-Lo lamento chicos, hubo un problema en mi hogar- me resultó agradable escucharla hablar castellano. Al ser un ángel los idiomas los teníamos ya aprendidos al igual que el andar al bajar del Cielo- Soy la profesora Nuria Lladró y soy Española. ¿Quién sabe qué países limitan con España?

Todo el aula quedó en silencio. Giré la vista recorriendo toda la clase pero parecía que todo el mundo había enmudecido. Opté por levantar la mano

-Valla… por fin alguien que sale de debajo de la mesa- yo creo que nadie hablaba porque al hablar ella solo en español la mitad de la clase no la llegaba a comprender- Haber querida, ¿qué países limitan con España? Recuerda responder en español

-Los países que limitan con España son Francia y Andorra al norte, Portugal al oeste, y separados por mar África al sur y las Islas de Gran Bretaña al norte- tras terminar me senté y me ruboricé al ver como todo el mundo me miraba con la boca abierta y Jessica me dio un golpe

-Que maravilla. ¿Cómo sabes hablar con tanta fluidez? Hasta aparentarías ser española y todo. ¿Cuál es tu nombre?

-Eh… Isabella Hale

-Nombre cruzado entre italiano e inglés. Bueno, sigamos con la clase.

Durante el resto de la clase más de una vez Jessica me miraba con el ceño fruncido y también en más de una ocasión con los ejercicios me pedía ayuda. Al finalizar la clase, antes de salir la profesora Lladró me llamó

-Bueno Isabella, por lo que veo eres toda una bilingüe. Creo que sería aconsejable que te cambiara a otro nivel más avanzado. Mañana te haré llamar y ya te comunicaré tu traslado.

-Gracias

Salí de la clase y Jessica me arrastró a los vestuarios. Tuve un ligero ataque de pánico cuando deduje que debía cambiarme delante de las demás chicas. Ellas empezaron a quitarse la ropa sin vacilar y a tirarla en las taquillas o por el suelo. A Jessica se le enredaron los tirantes del sujetador y me pidió que la ayudara, cosa que hice, apurada y nerviosa, confiando en que no se reparase en la suavidad antinatural de mis manos

-Uau, debes de hidratártelas como loca- me dijo

-Cada noche- respondí en voz baja

-Bueno, ¿qué me dices de la gente de Forks por ahora, dejando a parte la conversación de antes? Están que arden, ¿no?

-Bueno, no sé- respondí, desconcertada- La mayoría parece tener una temperatura normal

Jessica se me quedó mirando a punto de soltar una carcajada, pero mi expresión la convenció de que no bromeaba

-Están que arden quiere decir que están buenos- murmuró- ¿En serio que nunca habías oído esa expresión?

Me sonrojé al comprender el sentido de su pregunta inicial

-No he conocido a ningún chico todavía- dije, encogiéndome de hombres

-Pues aquí saldrás echa una experta, te lo aseguro

Jessica reparó de golpe en que yo seguía aún con la ropa normal y me dirigió una mirada severa

-Date prisa, cámbiate- me apremió- ¿Qué pasa? ¿eres vergonzosa?- parecía que quería soltar otra carcajada

-Un poquito- le sonreí y me metí en el cubículo de la ducha

Dejé de pensar repentinamente en Edward Cullen al ver el uniforme de deporte que había de ponerme. Incluso contemplé la posibilidad de escabullirme por la ventana. Era de lo menos favorecedor que se pueda imaginar, hasta demasiado provocativo: pantalones cortos demasiado ceñidos y una camiseta tan exigua que apenas podría moverme sin enseñar la barriga. Esto iba a ser un problema durante los partidos, dado que los ángeles no teníamos ombligo: sólo una suave superficie blanca, sin marcas ni hendidura. Por suerte, las alas- con plumas, pero finas como el papel- se me doblaban del todo planas sobre la espalda, de manera que no debía preocuparme de que me las pudieran ver. Empezaban, eso sí, a darme calambres por la falta de ejercicio. No veía el momento de que saliéramos a volar por las montañas algún día, antes de amanecer, tal como Jasper nos había prometido

Me estiré la camiseta hacia abajo todo lo que pude y me reuní con Jessica, que se había parado frente al espejo para aplicarse una generosa capa de brillo de labios. No acababa de entender para qué necesitaba brillo de labios durante la clase de gimnasia, pero acepté sin vacilar cuando me ofreció el pincel para no parecer descortés. No sabía cómo usar el aplicador, pero me las ingenié para ponerme una capa algo desigual. Supuse que hacía falta práctica. A diferencia de las demás chicas, yo no me había dedicado a experimentar con los cosméticos de mi madre desde los cinco años. De hecho, ni siquiera había sabido hasta hacía poco cómo era mi cara.

-Junta los labios y restriégatelos- dijo Jessica- Así…

Me apresuré a imitarla y descubrí que con esa maniobra se alisaba la capa de brillo y ya no tenía pinta de payaso.

-Ahora está mejor- dijo, dándome su visto bueno

-Gracias

-Deduzco que no te pones maquillaje muy a menudo

Meneé la cabeza

-No es que lo necesites, aunque eres demasiado paliducha. Pero este color te queda de fábula

-Huele de maravilla

-Se llama Melon Sorbet

Jessica parecía encantada consigo misma. Algo la distrajo, sin embargo, porque empezó a husmear el aire

-¿Hueles eso?- me preguntó

Me quedé rígida, presa de un repentino ataque de inseguridad. ¿Sería yo? ¿Era posible que oliéramos de un modo repulsivo para los humanos? ¿Me habría rociado Rosalie la ropa con algún perfume insoportable en el mundillo de Jessica?

-Huele como… a miel con lilas o algo así- dijo. Me relajé en el acto. Lo que había captado era la fragancia característica a naturaleza, aunque no dejaba de ser una descripción bastante aproximada.

-No seas cabeza de chorlito, Jessica- dijo una de sus amigas; Lauren, creía que se llamaba, aunque me las había presentado a todas apresuradamente- Aquí no hay ni miel ni flores.

Jessica se encogió de hombros y me arrastró fuera de los vestuarios. En el gimnasio me vi obligada a sentarme por fin con las amigas de Jessica, las cuales se dedicaron a ¿puntuar a los chicos?

-Pues yo a Mike le pongo un 8- dijo una

-¡Qué dices! Samanta no sabes de chicos. ¡Mike es de 10 sobre 10!- exclamó Jessica

-Bueno, ¿y qué me decís de Taylor?- llegué a un punto que ni las presté atención.

Mirando a la nada estuve, sin preocuparme de nada, hasta que en salón encontré un cabello cobrizo indomable. Estiré el cuello interesada y una sonrisa de ilusión apareció en mí al confirmar que era él. Estaba con un grupo de chicos riéndose, pero él no parecía muy interesado. Estuvo paseando la mirada por todo el gimnasio hasta que se detuvo en donde estábamos nosotras. Pero su mirada no me atravesó, mirando hacia las demás, si no qué me miró fijamente para después sonreírme con esa sonrisa torcida que me encantaba. Levanté la mano a modo de saludo y él la agitó alegremente.

-¿A quién saludas Bella?- la voz de Jessica me sobresaltó

-Eh… p-pues… a nadie

-No te creo- estuvo escaneando el lugar hasta que encontró que Edward nos miraba de sollado- ¡No me lo creo! ¡No te dije que no fueras a por él! ¡Eres idiota maldita Hale!

-¿Qué he hecho?

-¡Déjame en paz!- la miré horrorizada- ¿Por qué me miras así? ¡Ay Bella! Siento haberte gritado pero es que… joder, da rabio que te salude y ni tan siquiera te conozca

De repente en el gimnasio irrumpió un hombre 1,98 metros, de grandes músculos y con el pelo negro corto. Debía de ser Emmett Cullen

-¡Bien clase! Hoy es el primer día del curso y q- sonrió al ver a Edward- ¡Pero mira quien está en mi clase! ¡Edward, hermanito!- le rodeó el cuello con el brazo y le removió el pelo con el puño- Te vas a enterar de quien es este año Emmett Cullen, me debes muchas de este verano cabronazo- se carcajeó haciendo que los demás tuviéramos que aguantarnos las risas. Cuando por fin soltó a Edward prosiguió- Perdonad. Como decía yo creo que hay que empezar el curso ya bien desde el principio así que, ¡veinte flexiones, venga!

Todos nos tumbamos en el suelo y empezamos, aunque más de uno ya empezaba a quejarse

-¿No te parecen odiosos los profesores de gimnasia?- dijo Jessica, poniendo los ojos en blanco- Tan animosos y enérgicos… las veinticuatro horas del día.

No le respondí ya que sentí como alguien me miraba. Giré la cabeza mientras hacia las flexiones y me encontré a Edward mirándome desde el otro extremo del círculo, sonriéndome. Me sonrojé y baje la vista

Media hora más tarde habíamos dado diez vueltas al patios y hecho cincuenta flexiones, cincuenta abdominales y un montón de ejercicios más. Y eso sólo era para entrar en calor. Me daban pena los demás, la verdad: todos tambaleándose, jadeando y con la camiseta empapada de sudor. Menos yo. Los ángeles no nos cansábamos; teníamos reservas ilimitadas de energía y no nos hacía falta administrarla. Tampoco transpirábamos; podíamos correr una maratón sin una sola gota de sudor. Era un gran alivio no sufrir por estos problemas físicos. Por lo menos eso no me preocupaba y compensaba el que no me gustara demasiado la gimnasia. Jessica lo advirtió de pronto.

-¡Ni siquiera resoplas!- me dijo con aire acusador- Jo, debes de estar muy en forma

-O es que usa un desodorante increíble- añadió Lauren, tirándose por el escote todo el contenido de la botella de agua

Los chicos que estaban cerca la miraron boquiabiertos

-¡Empieza a hacer un calor aquí dentro!- les dijo para provocarlos, pavoneándose con la camiseta ahora semitransparente. Al final, Emmett se dio cuenta del espectáculo y vino disparado como un toro furioso. Lauren fue enviada al despacho del Director por escándalo

El resto de la clase de gimnasia pasó igual que hasta ahora, contando también que Edward no paraba de mirarme. No pude parar de pensar en nuestro encuentro en el embarcadero y recordé que me habían maravillado sus ojos: aquél verde esmeralda, increíble y deslumbrante. Eran unos ojos que no podías mirar mucho tiempo sin que se te aflojaran las rodillas. Me pregunté qué habría pasado si Jasper no nos hubiera interrumpido, aceptando así su invitación de ir a pasear. ¿Habríamos charlado mientras me enseñaba la playa? ¿Qué nos habríamos dicho? Jessica me había incluso alabado cuando ella también se dio cuenta de las miradas de Edward, aunque en su tono de voz había un punto de celos

Me zarandeé a mí misma mentalmente. Yo no había sido enviada para eso a la Tierra. Me obligué a prometerme que no volvería a pensar en Edward Cullen de esa forma, tan solo sería mi protegido. No le permitiría que produjera el menor efecto de atracción en mí

Ni que decir tiene: iba a fracasar de un modo espectacular

Capítulo 3: No estables lazos fuertes

 


 


 
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