Una luz entre las sombras

Autor: Kenny
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 28/07/2013
Fecha Actualización: 20/11/2013
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 3
Visitas: 26542
Capítulos: 30

Sinopsis:

Luego de la aparente victoria de los Cullen contra la amenaza Vulturi, aparece un nuevo punto de ambición para las capas negras. Alice Cullen, antes de ser inmortal vivía en Biloxi, Missisipi junto con su madre y sus dos hermanas: Cynthia y Evelyn Brandon. La historia se enfoca en la vida de Cynthia Brandon, la hermana mayor de las tres, quien fue separada de ellas al ser atacada por los vampiros. Ahora deberá aliarse con el clan Cullen para salvar lo único que jamás tuvo y en la inmortalidad consiguió al fin: una familia a quien amar.

 

Prefacio:

Incluso en el mundo de fantasía, de lo inexistente, puede llegar a existir el dolor en magnitudes en las que se llega a cuestionar lo que es real y lo que no.

Incluso yo, que después de vivir una eternidad valiéndome da vidas de humanos inocentes, al encontrar una luz en mis tinieblas no supe como manejarla.

Ni siquiera estoy segura de que fuera una luz. Tal vez sólo era una sombra diferente que llamó mi atención en la oscuridad. No lo sé. Y tampoco me importaba, ni siquiera entonces que podía ver el inmenso daño que le hacía a la gente a mí alrededor. Mi familia.

De entre todo el sufrimiento albergado a mi alrededor, sólo el de él me importaba. Tal vez sonara egoísta. Pero era la verdad y nadie podía cambiarla, ni siquiera yo. O él. 

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Capítulo 28: ¡No más problemas!

Nos levantamos del césped mojado, aunque ya no llovía. Nuestras ropas estaban hechas una sopa. Ya no había rastro de ponzoña en mi rostro, sabía lo que debía hacer, lo había estado reflexionando toda la noche y no iba a dudar, o al menos ellos no notarían mi duda.

 

 

–Es hora del segundo round… –susurré con la mano de Alec fuertemente apretada.

 

Soltó unas risitas de ángel y besó mi mejilla.

 

–Acábalos –dijo aún riendo.

 

Le puse los ojos en blanco y solté su mano, emprendí en camino a casa de los Cullen para enfrentarlos nuevamente. Esperaba que la insistencia de mi parte no fuera tan sofocante para ellos. Adopté una expresión de monotonía ya estudiada con anterioridad y corrí al lugar.

 

 

* * *

 

 

A unos cuantos metros del umbral de la casa de los Cullen se me ocurrió contar los segundos que se tardarían en llegar a recibirme con el pánico pintado en los ojos.

Conté mentalmente. 1… 2… 3…4 ¡!

 

–¡¡Cynthia!! –corearon Carlisle y Emmett.

–Lo lamentamos mucho cariño… –comenzó Carlisle con pánico –se que Rosalie y Edward no quisieron decir esas cosas… de cualquier modo hablamos y te juro que están muy, muy arrepentidos, por favor…

–Ok… Ok… –dije con las manos arriba como en un asalto –tranquilo Carlisle…

 

Noté algo de dolor en sus facciones, no supe el porqué.

 

–Ven… –me empujó Emmett de vuelta dentro de la casa.

 

Ya en el umbral me enfrenté a un par de rostros bañados por la preocupación más sincera que se pueda imaginar. Supe que estaban usando inconscientemente su carita de perrito para pedir perdón.

 

–Cynthia… –se acercó Edward primero, vacilando hacia mí –yo…

–Tranquilo no te gruñiré Edward ni te arrancaré el brazo –dije secamente mientras miraba sus ojos arrepentidos. Miré a Bella.

 

Se quedaron ahí, quietos mirándome como si fuera un extraterrestre.

 

– ¿Qué? –Dije con voz fría – ¿Tengo un mono en la cara o algo? ¿Por qué me miran así?

Se rieron todos y no pude evitar romper mi rostro monótono con el atisbo de una sonrisa.

Un segundo duró aquella expresión divertida, pues mi rostro se congeló de nuevo en la misma expresión de aburrimiento.

 

–He venido a decirles que tomé una decisión –sus ojos se centraron, ansiosos y expectantes –aunque sé que ayer las cosas no salieron del todo bien, quisiera agradecerles por todo. Ustedes fueron los únicos en aceptarme cuando no tenía a nadie más en el mundo y lamento no poder pagarles con la misma moneda –sus rostros se endurecieron, al fin comprendiendo. –Me voy chicos, pero eso no significa que sea fácil, ni evita que sienta que dejo la mitad de lo que soy aquí… con ustedes –mi voz ya no era monótona, dejaba ver toda la tristeza que sentía, pero también la resolución –Sólo tengo que decirles… Muchas gracias, los amo a todos. Mi familia.

 

Les sonreí y tardaron dos segundos en rodearme un par de brazos delgados y pálidos, los de Esme.

 

–Te comprendo querida… y también tu decisión, pero sabes este siempre será tu hogar.

–Gracias… –gemí en su hombro.

 

Sus brazos fueron reemplazados por dos pares, los de Rosalie y Bella.

 

–Te queremos –corearon.

 

Me reí a pesar del dolor que sentía.

 

–Y yo… no saben cuanto chicas…

 

Sus brazos se tornaron en unos musculosos y muy grandes que me levantaron en el aire  me dieron vueltas, como se les hace a las niñas de tres años para que dejen de llorar.

 

–Te voy a extrañar mucho Cynthia…

– ¿Qué Hulk? ¿Ya no soy la enana? ¿La pulga o algo?

–No ahora –sonrió.

 

Carlisle me miró, con ojos llenos de dolor y nostalgia. Parecía que me pedía permiso para abrazarme. No le dije nada, corrí hacia él y le dí un fuerte abrazo, el me estrechó como a una niña pequeña.

 

–Gracias por todo Carlisle… padre… gracias por darme un padre luego de tanto tiempo.

 

Pellizcó mí barbilla diciendo:

 

–Siempre lo seré. Aunque estés a mil kilómetros.

 

Jasper no mostraba signos de querer un abrazo de despedida, así que decidí abrazar primero a Edward, quien me dirigió una mirada de reproche.

 

–No tienes porqué irte –musitó – no tienes que irte…

–Lo siento tanto Edward… –lo abracé –te extrañaré tonto… eres el hermano que nunca tuve, el hermano mayor… que cualquiera quisiera…

–A veces eres como un niño pequeño que se ensucia en el lodo y otras veces eres tan madura Cynthia… igual te extrañaré.

 

Me separé al fin y miré a Jasper. Extendí la mano para estrechársela, era todo lo que podía pedirle. Me acerqué como si fuera hacia un panal lleno de abejas a punto de explotar.

 

–Hasta luego Jasper… espero…

 

No me dejó terminar y me estrechó en un abrazo, ignorando mi mano extendida. Me recordaba al primer abrazo que me dio Emmett.

 

–Oh… –dije por la sorpresa pero le devolví el abrazo –de verdad lo siento Jasper, haber provocado todo eso en ustedes… de verdad lo lamento…

–Te extrañaremos todos –se limitó a decir.

 

Miré con atención a Evelyn y a Alice, que se encontraban en una esquina de la gran habitación, mirándome con evidente agonía. Por mí. Yo provocaba su agonía. Eso era lo que más odiaba. La impotencia de saber que era mi culpa todo su sufrimiento. Corrí hasta ellas y las abracé con fuerza a las dos. Me separé y abracé primero a Alice.

 

–No importa lo que haya pasado, siempre agradeceré haberte encontrado… te quiero tanto, no sabes como me duele dejarte… es como… tirar por la borda estos meses, que han sido los más felices que recuerdo… Perdóname.

–Está bien… te quiero Cynthia…

 

Me separé y abracé a Evelyn esta vez.

 

–No sabes como me duele… que tan pronto te encontré, me vaya de tu lado… eres… son lo más hermoso que tengo, las amo a ambas. Jamás lo duden, pase lo que pase. Estaré con ustedes.

 

Tomé una de sus manos con cada una de las mías, las apreté y algo pasó… algo extraño que jamás hubiera imaginado. Una película negra se extendió delante de mí…

 

 

Fui totalmente consiente de como mis ojos se perdían en la oscuridad, se quedaban fijos en algún punto del exterior… algo había.

 

Todo el mar de sucesos se movió frente a mí… me vi envuelta en un recorrido de tres posibles escenarios, pero parecían ser ellos los que me controlaban y no yo.

 

El primero de ellos era como las películas antiguas.

 

Un millar de luces aparecieron frente a mí, unas más brillantes que otras y de distintas tonalidades de plateado y dorado. Fui absorbida por una de las más brillantes y grandes, las imágenes fluyeron frente a mí.

 

Rosalie tenía unos 15 años, sus cabellos de una tonalidad de dorado eran peinados por… su madre. No sé como supe quién era ella. Se hallaban en una habitación elegante, como del siglo pasado decorada con finos adornos caros, que eran opacados por la intensa belleza que destilaba Rose, aunque pude notar que ella era humana. ¿Cómo era posible? Y además era mucho más joven. Su madre no dejaba de meterle ideas a la cabeza. Le susurraba al oído:

 

“Tú futuro estará asegurado si consigues casarte con un buen partido Lilian… eres perfecta, jamás dejes que nadie te convenza de lo contrario…”

 

De repente el escenario se alteró nuevamente, entré al segundo posible escenario al iniciar este extraño viaje. Era mucho más familiar que el otro, era como si estuviera teniendo una visión del presente de cualquier vampiro, sólo que me sentía extraña… como si mi radar estuviera mucho más extendido, más amplio… Pude  ver a Alec y me sorprendía al escuchar algo en el entorno, una voz, aunque él no movía los labios.

Él estaba en el prado donde lo había dejado, ahí sentado mirando el vacío. Escuché un susurro:

 

“Quizá ahora esté tratando de convencerlos… quizá debería decirle lo que pasa… pero no quiero perderla, no. Debo seguir el plan al pie de la letra… luego…” –se interrumpió y pasé al tercer escenario.

 

La confusión acerca de este hecho de disipó luego de que viera ante mí aquel enorme poder. Me hallé en un cuarto lleno de luces… hermosas de color plata, de color dorado… unas brillaban más que otras pero en el centro de todas… había una brillante que lastimaba la vista, color rojo y la situación me arrastró a su encuentro, entré en ella como si fuera una luz bajo un faro.

 

Me hallé en los majestuosos muros del castillo de Volterra nuevamente. De repente una fuerte sensación de miedo me invadió. Aro se hallaba en el centro del cuarto elegante con los tronos de sus hermanos. Frente a él había una hermosa muchacha, con piel morena, ojos café claro, y un cabello trenzado hasta la cintura, de un color negro ébano.

 

Le acariciaba la barbilla. La muchacha le sonrió y le hizo una reverencia.

 

“Amo” –se despidió.

 

Aro se reunió nuevamente con sus hermanos y le habló con tono amigable:

 

“Al fin queridos hermanos… conseguiremos lo que tanto tiempo hemos deseado y merecido… ellos tienen algo que nos pertenece” –sonrió.

“E iremos por ello” –concluyó Cayo.

“El encuentro será lo más pronto posible… –continuó Aro con entusiasmo –dentro de tres días se llevará a cabo la épica batalla en la que todo se decidirá… y esta vez… no nos encontrarán con las manos vacías… Chanel preciosa ven acá”.

 

Escuché unos pasos a la distancia y de repente me asaltó un dolor que me recordaba al que me provocaba Jane. Todo se oscureció de nuevo y la desesperación sustituyó cualquier tipo de curiosidad anterior.

 

Si no grité fue porque me desconcerté al hallarme de nuevo ahí en la habitación de los Cullen, con todos ellos haciendo una rueda a nuestro alrededor, Alice estaba agachada con las manos en la cabeza, sentía dolor también, Eve estaba en el piso conmigo, ya no estábamos tomadas de las manos. Los Cullen revoloteaban a nuestro alrededor, tratando de… no supe qué…

 

 

 

–Qué demonios fue eso… –susurré ya volviendo en mí.

– ¿Ustedes también vieron todo eso? –dijo Alice asustada.

–Q-Que… –susurró Eve.

 

El miedo que me invadió a continuación no se comparó con nada más. Los Vulturi. Venían por nosotros y esta vez no tenían miedo. Maldición. ¿Y ahora qué? Lo único que había logrado volviendo era condenarlos a una muerte inminente.

 

–Tres días –susurré.

–Los Vulturi –susurró Eve a su vez.

–Vuelven por todos nosotros –concluyó Alice.

 

Nos miraron como si estuviéramos locas. Quizá lo estábamos, o al menos yo. Esto no tenía ni pies ni cabeza.

 

 

Capítulo 27: Dudas. Capítulo 29: Pasado, presente y futuro.

 
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