Amor, rencor, ¿perdon? (+18)

Autor: fiofio
Género: Romance
Fecha Creación: 23/10/2011
Fecha Actualización: 22/01/2012
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 59
Visitas: 150004
Capítulos: 44

¡¡¡FIC TERMINADO!!!

Esta historia relata la vida de Bella cuando se ve abandonada por el hombre que ama.

Les dejo el link de mi nueva historia por si alguien quiere derle una leidita

Perderlo todo: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=2539

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Capítulo 27: Paseo en familia

Llegamos al local pero solo encontramos a Alice.

-                     Donde esta Rosalie? –pregunte sorprendida.

-                     La deje en la puerta de tu casa para que le entregara el teléfono a Emmett pero la muy desvergonzada nunca regreso. –me explico muy enfadada, no pude evitar reírme a carcajadas.

-                     No te rías! –me amenazo, lo que hice que me riera un mas.

-                     Nos vemos Al, me ire a recorrer la ciudad. –dije a modo de despedida.

-                     No Bella, espera hasta que regrese Rosalie. –me pidió Alice.

-                     Sabes como son esos dos cuando están juntos, pueden pasar horas antes de que Rosalie regrese. –dije algo avergonzada por hablar de la intimidad de mi hermano.

-                     Entonces espera hasta que Edward salga del trabajo. –prefería pasar el tiempo libre con mi familia haciendo algo que realmente disfrutáramos los cuatro.

-                     Tranquila no me voy a perder, solo daré un par de vueltas por el centro y sus alrededores y después regreso para aquí o directo a casa de Edward. –le asegure, lo único que faltaba es que se pongan en plan de niñera.

-                     Si en dos horas no se nada de ti llamare a mi hermano y le diré que te fuiste sola con Lydia. –me amenazo.

-                     No cometas ninguna tontería, soy completamente capaz de cuidar a mi hija. –dije algo ofendida. Tome a Lydia de la mano, salimos y nos subimos al auto.

-                     Donde vamos mami? –pregunto mi princesa una vez estuvimos dentro con nuestros cinturones abrochados.

-                     Quiero poner un local en los ángeles? De gustaría vivir aquí? –le pregunte ya que en ningún momento le pedí su opinión al respecto.

-                     Y que paso con nuestra casa y mis compañeros de clase? Tu trabajo? Los abuelos? –pregunto algo afectada.

-                     Tu papa no se puede mudar nosotras a parís, la única forma que tenemos de vivir con el es quedarnos a vivir en los ángeles. –le explique.

-                     Mi papa no se ira? –pregunto triste.

-                     No, al menos no por cinco años. Recuerdas la clínica en la que estuvimos hoy? El es dueño de la mitad, recién a comenzado con ese negocio y no puede irse ahora. –le explique de forma que ella entienda.

-                     Cinco años? –pregunto muy sorprendida.

-                     Si amor. –dije triste.

-                     Podremos ir a ver a mis compañeros en las vacaciones? –pregunto melancólica.

-                     Claro que si mi cielo. –me daba lastima por ella pero sabia que prefería a su padre.

-                     Que tipo de negocio buscamos? –pregunto después de unos minutos.

-                     En realidad no lo se, tenemos que ver que falta. –le explique. Dimos vueltas por todas las calles, parecíamos dos turistas perdidas, escuchamos música en el radio del auto, la mayoría de las estaciones que Edward tenia grabadas eran de música clásica, por lo que su hija se puso a tocar todos los botones hasta que encontró algo de su agrado, eso no le iba a gustar mucho. Luego de mas de una hora de recorrido nos detuvimos en una plaza a tomar un helado, hacía mucho calor, el aire era asfixiante. Estaba muy sumida en mis pensamientos, había de todos los negocios imaginables, hasta se repetía mucho.

-                     Que te ha parecido? –le pegunte a Lydia.

-                     Hay muchas tiendas y no solo en el centro. –dijo algo sorprendida. En parís las tiendas se concentraban en el centro de la ciudad (n/a: no se si este dato es cierto).

-                     Si, estoy de acuerdo –dije pensativa-. Se que falta algo, pero no me doy cuenta que es. –pensé en voz alta.

-                     Hay ropa, zapatos, carteras, accesorios. –fue enumerando mi hija y ahí entendí que faltaba.

-                     Una perfumería –le dije, como pude ser tan tonta de no notarlo-. Una perfumería parisiena. –en parís los perfumes eran muchos, muy diversos y comerciables, por lo que habían tiendas que solo se dedicaban a vender perfumes y cremas corporales.

-                     Claro. –dijo mi hija. En ese momento mi nuevo teléfono comenzó a sonar y vibrar en mi bolsillo. Mire el identificador, era Edward.

-                     Hola amor. –lo salude.

-                     Bella, amor, donde están? Alice me llamo para decirme que están solas recorriendo la ciudad. –dijo muy preocupado. Nunca se me ocurrió creer en la amenaza de Alice.

-                     Tranquilo, estamos tomando un helado en una plaza, estamos perfectamente. –le asegure.

-                     Salgo en cinco minutos, dime en donde están y las alcanzo. –me ofreció.

-                     No estoy segura pero la calle en la que nos estacionamos es la av. Cactus y al frente de de la plaza hay una iglesia. –le explique.

-                     Se donde es, en quince minutos estoy ahí. –me aseguro.

-                     Edward no andes a las corridas, no nos pasara nada. –le pedí preocupada.

-                     Tranquila cariño, estoy cerca de ahí. Las amo. –y colgó.

-                     Tu padre viene para acá. –le informe a Lydia.

-                     Genial, podemos ir a la playa? –pregunto emocionada.

-                     Veremos, tal vez tu papa este muy cansado. –no me animaba a responderle nada por las dudas. Había un señor vendiendo pelotas de goma, le compramos una y nos quedamos jugando hasta que Edward apareció, demoro un poco mas de lo prometido, pero era preferible antes de que corriera como un loco por las calles.

-                     Papi! –grito Lydia en cuanto lo vio y salió corriendo a sus brazos.

-                     Hola princesa, veo que te estás divirtiendo con tu mama. –dijo y me dedico una  dulce sonrisa.

-                     Si, estamos jugando a la pelota. –le explico.

-                     Como estas cariño? Cansado? –le pregunte luego de darle un corto beso en sus labios.

-                     No mucho. –respondió encogiéndose de hombros.

-                     Entonces podemos ir a la playa mami? –pregunto mi hija ilusionada.

-                     Que dices? –le pregunte a Edward.

-                     Claro, pero tienen traje de baño? –se me había olvidado ese detalle.

-                     No, vayamos de paseo y el fin de semana vamos de nuevo. –propuse.

-                     Esta bien. –dijo Lydia no muy segura.

-                     Dejemos mi auto en el local de Alice, ella esta a punto de cerrar, tal vez quiera acompañarnos. –se le ocurrió.

-                     Claro. Vas con tu papa o conmigo? –le pregunte a mi hija.

-                     Con papa. –respondió de inmediato.

-                     Quieres cambiar de coche. –le pregunte a Edward.

-                     No es necesario. –me aseguro. Nos subimos a los autos, Edward había estacionado delante de mi, nos pusimos en marcha, yo detrás de él, llegamos al negocio de Alice quince minutos después. Edward estaciono en un pequeño parquin que se encontraba al costado y yo en la calle. Cuando entramos Alice estaba hablando con dos señoras sentadas en uno de los bonitos sillones, detrás del mostrador se encontraba Jasper con unos papeles en las manos, levanto la cabeza cuando escucho la puerta abrirse y nos dedico una sonrisa.

-                     Hola Jas, tan temprano por aquí? –lo saludo Edward.

-                     Si, tuve que llevar el auto al garaje y como es cerca de aquí me vine para que Alice me lleve a casa. –le explico.

-                     Hola Jasper. –lo salude.

-                     Hola Bells, como estas? –me pregunto cortésmente.

-                     Muy bien, gracias. –le dedique una cálida sonrisa.

-                     Como esta mi sobrina favorita? –le pregunto a Lydia.

-                     Soy la única. –le aclaro mi hija riéndose.

-                     Por eso. –dijo como si fuera obvio.

-                     Tramposo. –lo regaño mi niña, Edward, Jas y yo no pudimos evitar reírnos.

-                     Que los trae por aquí? –nos pregunto.

-                     Iremos a dar un paseo por la playa, vinimos a dejar uno de los autos y a preguntarle a Alice si nos quiere acompañar, bueno a Alice y a ti. –le explique.

-                     Aunque veo que esta algo ocupada. –agrego Edward.

-                     No creo que demore mucho mas, esta con esas dos señoras desde que llegue –nos respondió-, además estoy seguro que le encantara la idea. –aseguro.

Esperamos a Alice durante veinte minutos hasta que por fin se desocupo, como Jasper había predicho se sintió encantada con la idea de dar un paseo, nos fuimos los tres en el coche que Edward me presto para mi uso personal, era el mas cómodo para viajar todos juntos. El paseo fue muy divertido, a Lydia le encanto esta playa, aunque a mi gusto estaba algo sobre poblada. Después de un par de horas entramos a cenar en un restaurante.

-                     Como te fue con la búsqueda de hoy Bella? –me pregunto Alice.

-                     Muy bien. –le confesé con una enorme sonrisa en mi rostro.

-                     Que buscabas? –pregunto Jasper interesado.

-                     Quiero abrir un negocio en los ángeles, hoy estuve recorriendo la ciudad a ver que faltaba. –le explique.

-                     Se te ocurrió algo?-me pregunto Edward.

-                     Si. –respondí.

-                     Que?! –pregunto Alice impaciente como siempre.

-                     Están viendo a la futura dueña de la primera perfumería parisina de los ángeles. –los tres me quedaron mirando como si acabara de enloquecer, hasta que después de un minuto Alice pego un grito que hizo que todos en el restaurant se giraran a vernos.

-                     Me encanta! Seré tu clienta numero uno! –me prometió de manera muy efusiva.

-                     Que tiene de diferente con el resto de las perfumerías? –pregunto Edward escépticamente.

-                     La diferencia es que estas perfumerías parecen mas un farmacia, una verdadera perfumería vende solo fragancias, maquillaje y algún accesorio. –le explique.

-                     Es una idea genial. –dijo Alice muy contenta.

-                     Estas segura? –pregunto Edward.

-                     Oye podrías tenerme un poco de confianza. –exigí un poco exasperada.

-                     Cariño no quise molestarte, es solo que no se si es una buena idea. –dijo tomándome de la mano.

-                     Porque no lo crees? Ese tipo de tiendas son muy exitosas en parís, la gente aquí se cree súper glamorosa, si les das una tienda que parezca salida de Europa estoy segura que no dudaran en consumir lo que ahí se venda. –dije muy segura, a pesar que empecé a trabajar como presidenta de una importante empresa siempre fui buena para identificar oportunidades de negocio.

-                     Es solo que pensé que demorarías mas, que se necesitaba un extenso estudio de mercado y ese tipo de cosas. –se explico disgustado por mi enfado.

-                     Tengo un don para esto de los negocios, te aseguro que es una buena idea –le asegure-, además cuento con el capital mas que suficiente para llevarlo a cabo solo con mis ahorros. –era cierto, mi hija y yo no nos caracterizamos por ser grandes consumistas, nunca nos falto nada, pero mi sueldo era por demás suficiente para nuestras necesidades.

-                     Si tu estas segura yo te creo cariño. –dijo Edward dándome un beso en la mano, no me lo pudo dar en los labios o la mejilla porque nuestra hija estaba sentada entre nosotros.

-                     También cuentas con toda mi ayuda Bella, para lo que sea. –dijo Alice abrazándome por los hombros.

-                     La parte legal corre por mi cuenta. –me ofreció Jasper con una gran sonrisa.

-                     No niego que necesitare de tus servicios, pero no trabajaras gratis Jas. –le regañe.

-                     Somos familia Bells. –dijo queriendo salirse por la tangente.

-                     Lo se, pero de todas formas no pagare por tus servicios, si insistes me veré obligada a contratar a otro profesional. –lo amenace. El resto de la cena transcurrió hablando de trivialidades, luego nos fuimos nuevamente al local a buscar los autos, nos despedimos de Al y Jas, Edward cambio de coche y fuimos a su departamento. En cuanto llegamos Lydia cayo rendida, nosotros nos fuimos a acostar, aunque no nos dormimos de inmediato ya que seguíamos recuperando el tiempo perdido.

-                     Mañana seria un dia largo, me tocaría hablar con mis padres y comenzar a planear todo para mi nuevo negocio.

Capítulo 26: Preparativos Capítulo 28: Papa, me mudo!

 
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