Quería comprender. ¿Qué había hecho a Jake cambiar de idea? Él me amaba. Si aún no me lo había demostrado, aquel era el momento. ¿Es que no era suficientemente buena para él? ¿Es que, ahora que había llegado su hermano Marcos, todo había cambiado para él?
Jake aún no sabía que Marcos estaba imprimado de mí... no había encontrado el momento propicio para decírselo. Le rompería el corazón. Me rompía el corazón hasta a mí, porque sabía que, cuando un lobo se imprimaba, era amor incondicional, de verdad. Y yo no quería que nadie sufriera por mí...
Pero, ahora, Jake me había dado de lado. ¿Por qué? ¿Qué había pasado para que se comportara de un modo tan hipócrita? No alcanzaba a comprender qué había ocurrido entre él y yo...
La noche anterior, todo fue normal. Bueno, miento, todo fue genial, pero algo que yo desconocía había ido mal, porque Jake ya no estaba aquí.
Tras un rato más de romperme la cabeza, bajé a la cocina. Estaban allí Damon y Jack, riendo, con dos botellas de alcohol al lado.
-Lo que me faltaba -gruñí, mientras abría la nevera para sacar mi bolsa de sangre diaria. Arranqué una esquina del plástico y eché la sangre en una copa, últimamente lo bebía siempre en copa porque me parecía un acto atroz beber algo como sangre humana en un vaso de cristal. Tenía que ser una copa. Las copas eran más... ideales.
¿Hasta que punto podía seguir siéndole fiel a Jacob? Alguien que jugaba con mis sentimientos no merecía mi fidelidad. Pero, ¿estaba Jacob realmente jugando conmigo? No había ocurrido nada, no podía imaginar qué le había hecho comportarse así. Cada vez más me rondaba por la cabeza un nombre: Marcos.
-¿Las imprimaciones pueden estar equivocadas? -pregunté a los dos vampiros borrachos que se hallaban frente a mí. En cuanto les hablé, se empezaron a reír como si compartieran un secreto, y entonces Jack se me acercó y me dijo:
-Claro. Sobre todo, cuando se trata de principales como tú. Es normal que un principal enamore a muchos, ¿sabes? Y no solo lobos. Hablo de vampiros, humanos... Puedes enamorar a cualquiera, Renesmee.
Abrí mucho los ojos.
-¿Qué estás diciendo? ¿Podría... más de un lobo imprimarse de mí?
-Oh, sí, dalo por hecho. Pero, en realidad, solo una de ellas será de verdad. Está en tu mano decidir cuál...
Me quedé callada un momento. Damon adivinó mis pensamientos:
-¿Es por Jacob? No quería decírtelo, Renesmee, pero Jacob no... no es tu tipo. Te van más los vampiros maduritos.
Entrecerré los ojos al verle desviar la vista hacia mis pechos.
-Ni se te ocurra, Damon. No estoy de humor. ¿La imprimación de Jake en mí podría ser... una equivocación, entonces?
Ambos asintieron. Me bebí toda la sangre de un trago mientras se me salían las lágrimas, yo no quería llorar, no delante de dos vampiros tan obsesionados conmigo, no por Jake... Pero lo peor era que no quería llorar por eso.
Jake era mío. Para siempre. Toda mi vida lo había sabido, me había acostumbrado desde que nací. Le amaba. Pero... ahora había llegado Marcos, que en teoría también era ideal para mí, y justo entonces Jake empezaba a tratarme como si fuera basura.
Siempre había asimilado nuestras crisis como parte de la vida. Ideas, manías, problemas por parte del resto del mundo... pero, ¿y si Jake no era verdaderamente mi otra mitad? ¿Y si ahora tenía que olvidarle y empezar de nuevo, quizá con Marcos?
¿Y si él se había dado cuenta de ésto último y por éso me trataba así?
No tenía sentido. Jamás había oído hablar de ésto. Jake no podía saberlo...
Lo que más me dolía era que él hubiera encajado el golpe con tanta rapidez, con tanta naturalidad. ¿Yo ya no le importaba?
Ahora ya estaba llorando, y mucho. Me di la vuelta para salir de la habitación, pero Damon y Jake me frenaron.
-¿Te duele mucho? -dijo Damon, mi amigo. Le abracé, no podía creerme que estuviera colgada de mi amigo llorando sobre su hombro por un chico... bueno, por EL chico. Él. El único que me había importado durante toda mi vida, el único en el que había pensado como mi tal para cual.
-Hay una manera de pararlo, Renesmee -me dijo Jake, con rostro de circunstancias-. Sólo si tú quieres.
-Sí, por favor. Dime cómo pararlo, porque ya no quiero llorar más. Ya no quiero sufrir más por ése lobo... por favor, dime cómo acabar con su recuerdo.
-Hola, Seth.
-Ness, ¿qué tal? -él entró en mi casa como si estuviera en la suya-. Oye... no seas muy dura con Jake. Él está confuso... Bueno, es difícil de comprender, pero solo son estupideces. Por favor, no te preocupes demasiado -de pronto, me miró de nuevo. Algo en mi mirada le había alarmado-. Nessie, ¿qué pasa?
-No pasa nada. No estoy preocupada.
-¿Ah, no? Anoche parecías muy enfadada cuando viniste a la reunión de la manada. Pero se te notaba preocupada.
-Bueno, pues ya no. ¿Puedes irte, por favor? -le dije, enarcando una ceja, con ojos glaciales. Seth me miró de nuevo, confuso.
-¿Qué te pasa, Ness? Te pareces a Damon... y a su amigo el vampiro de estaca.
-Verás, Seth, estoy harta de sufrir. Y todo ésto me ha llevado a tomar una decisión; ya no voy a sufrir más, ¿vale? Así que dile a Jacob que no se acerque a mí, aunque supongo que estará encantado de no hacerlo.
Empujé con fuerza a Seth hacia la puerta y la cerré. Durante un instante pensé que tal vez estaba siendo demasiado dura con él, pero no me importó. Ya se las arreglaría. No me incumbía.
Aquella noche me revolví en la cama. Tenía sed, pero me había acabado todas las bolsas de sangre de la nevera. ¿Había algún banco de sangre en las proximidades? No lo sabía... Bueno, siempre estaba el hospital de Forks, pero no quería que la gente del pueblo me pillara bebiendo sangre.
Entonces, un delicioso aroma entró por mi ventana. Era sangre, sí, pero no como la de las bolsas de sangre. No como la de animal.
No, aquella era sangre humana, sangre caliente y viva. Sangre fresca.
Prácticamente salté de la cama. No alcanzaba a comprender por qué no había bebido aquella sangre antes. ¿Qué importaba que fueran humanos o no? Ahora sólo estaba yo, yo y aquel delicioso olor.
Esta noche saldría de caza.
Me quité el pijama y me puse unos vaqueros negros y una camiseta morada ajustada. No quería ponerme nada bonito, porque sabía que volvería manchada de sangre de arriba a abajo. Me recogí el pelo en una coleta y me detuve un instante enfrente del espejo, sacando los colmillos. Sonreí. Casi me gustaban, después de todo. Me iban a servir para mucho...
Salí de casa sin hacer ruido. Los vampiros de estaca duermen, lo que significaba que Damon y Jack probablemente estarían roncando, además, estaban borrachos y no me oirían pasar de puntillas frente a sus habitaciones.
Cuando salí al aire fresco, una oleada de placer me invadió. Notaba los aromas de centenares, quizá de miles de personas a mi alrededor. Un gran instinto tiraba de mí hacia Forks, pero no quería adentrarme en el pueblo, de modo que seguí hacia el bosque. Podía sentir el palpitar de tantos corazones... incluso de las ardillas, de los ciervos, de todo a mi alrededor.
Pero yo quería humanos.
Pronto, me di cuenta de que alguien me seguía. No tardé en distinguir su olor; era Jack. Me volví y le miré, enarcando una ceja:
-¿Qué haces siguiéndome?
-¿A donde vas? -preguntó a su vez, parándose justo enfrente de mí. Nuestros rostros estaban tan cerca el uno del otro que, si él respirara, podría notar su aliento.
-Voy de caza -iba a mentirle, pero cambié de idea. ¿Y qué? Cazar humanos no era nada malo entre los vampiros, siempre y cuando no se dejaran evidencias ni nada. Jack no iba a impedírmelo, y además, yo sabía que él siempre se apuntaba a éste tipo de cosas-. ¿Vienes conmigo?
Jack me sonrió con maldad. Recordé cómo le veía antes de bloquear mis sentimientos; como a alguien bastante perverso, malvado, cruel. Ahora, sólo era un hombre más al que yo podía seducir, utilizar y olvidar fácilmente.
Nos observamos durante un instante y entonces, él se inclinó sobre mí y me besó. No me importó. Mi corazón ya no sentía, a mi mente le daba igual y mi cuerpo me lo pedía. Le devolví el beso, mientras él me acercaba más a su cuerpo y me rodeaba la cintura con un brazo. Yo alcé una pierna y la enrosqué en su cintura, y él me puso una mano en el culo, alzándome contra él.
Besar a Jack era muy distinto de besar a Jake. Jack era... más frío, más calculador. Lo hacía todo mecánicamente, pero a la vez tenía muchísima más experiencia que el lobo, y por tanto me excitaba más. Dejé que introdujera su mano debajo de mi camiseta y me acariciara la espalda, mientras que yo sacaba mis colmillos y le mordía el labio inferior hasta hacerle sangre. Ambos bebíamos del pequeño corte, y aquello nos volvía locos a los dos.
Probar su sangre nos hizo olvidarnos de todo lo demás. Me bajé de él y comenzamos a recorrer el bosque, buscando los latidos de algún corazón humano. Percibí muchos, pero todos estaban demasiado cerca del pueblo y en grupo, lo que nos hacía adivinar que eran adolescentes haciendo botellones. No queríamos atacar a un grupo grande, sino a un caminante solitario más desprevenido.
De pronto, lo sentí. Estaba a nuestra izquierda, bastante cerca. Se movía bastante rápido. Ambos nos lanzamos hacia él, y le reconocí un segundo antes de morderle en el cuello.
Era él.
Lanzó un grito de dolor cuando ambos, Jack y yo, hundimos nuestros colmillos en su piel de licántropo. Trató de zafarse de Jack, y yo, confundida, me quedé atrás, mientras que ellos dos se peleaban por los suelos.
¡Tenía que salvarle!, fue lo primero que pensé. Era Jake. Era mi amor.
Pero entonces, recordé el odio con el que me había tratado, el dolor que había arrancado de mi corazón, y lo poco que me importaba ahora. De hecho, estaba mirando cómo un vampiro le mordía, y sabía que la mordedura de un vampiro (mía no, porque yo era semivampira) de verdad era letal para los hombres lobo.
Y estaba observando todo esto sin darle importancia.
Al ver que yo me quedaba parada, Jack soltó a Jake y me observó, con los ojos entrecerrados.
-¿No te importa, verdad? -me susurró, como pidiéndome permiso para acabar con mi novio. Mi ex novio.
Me di la vuelta y me marché, dejándole que decidiera. Ya no quería tener nada que ver con Jacob Black, nunca más. Alcancé a oírle gritar mi nombre antes de que Jack se lanzara sobre él una vez más.