Una luz entre las sombras

Autor: Kenny
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 28/07/2013
Fecha Actualización: 20/11/2013
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 3
Visitas: 26549
Capítulos: 30

Sinopsis:

Luego de la aparente victoria de los Cullen contra la amenaza Vulturi, aparece un nuevo punto de ambición para las capas negras. Alice Cullen, antes de ser inmortal vivía en Biloxi, Missisipi junto con su madre y sus dos hermanas: Cynthia y Evelyn Brandon. La historia se enfoca en la vida de Cynthia Brandon, la hermana mayor de las tres, quien fue separada de ellas al ser atacada por los vampiros. Ahora deberá aliarse con el clan Cullen para salvar lo único que jamás tuvo y en la inmortalidad consiguió al fin: una familia a quien amar.

 

Prefacio:

Incluso en el mundo de fantasía, de lo inexistente, puede llegar a existir el dolor en magnitudes en las que se llega a cuestionar lo que es real y lo que no.

Incluso yo, que después de vivir una eternidad valiéndome da vidas de humanos inocentes, al encontrar una luz en mis tinieblas no supe como manejarla.

Ni siquiera estoy segura de que fuera una luz. Tal vez sólo era una sombra diferente que llamó mi atención en la oscuridad. No lo sé. Y tampoco me importaba, ni siquiera entonces que podía ver el inmenso daño que le hacía a la gente a mí alrededor. Mi familia.

De entre todo el sufrimiento albergado a mi alrededor, sólo el de él me importaba. Tal vez sonara egoísta. Pero era la verdad y nadie podía cambiarla, ni siquiera yo. O él. 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 27: Dudas.

En cuclillas y con el rostro bañado en ponzoña, me parecía que el acogedor bosque de Forks era tenebroso. La lluvia mojaba mi rostro y mi ropa, no había más ruido que el constante golpeteo del agua al caer. Nada parecía relevante. Al contrario de la aparente calma en el paisaje a mí alrededor, mi cabeza era un lío.

 

¿Por qué? ¿Por qué tenían que utilizar precisamente esos recuerdos y reprocharme de esa forma para convencerme de mi supuesto error? ¿Por qué tenían que usar esas armas para herirme?

Estaba herida, derrotada… o quizá el mejor calificativo que se adaptaba a mí en esos momentos era… dividida. Entre mi familia y Alec. ¿A quien elegir? A los ojos de los Cullen, mi elección estaba hecha, pero si había dejado la casa con tanta ira era porque Rosalie me había herido… de hecho todos lo habían hecho con su falta de confianza y comprensión. No podía creerlo.

 

Oí unos pasos en la distancia, conocía de sobra la cadencia de ese caminar, lento y elegante. Alec. Al llegar se acercó y se sentó junto a mí sin decir nada. Se empapó por completo igual que yo. Me cernió en sus brazos y besó mi cabello.

 

– ¿Estás bien? –susurró.

 

Comencé a sollozar contra su pecho.

 

–No –contesté.

 

Él meció nuestros cuerpos como acunándome junto a él.

 

–Tranquila… –me consoló.

–No sé que hacer Alec… –lloré en su pecho de piedra.

–Sabía que esto pasaría –susurró para sí mismo –jamás debí permitirme llegar hasta este punto contigo…

–No digas eso –dije con firmeza –tú no tienes nada que ver, son ellos quienes no te quieren dar la oportunidad…

–Cynthia ellos tienen razón, yo no me merezco una oportunidad con el pasado que tengo.

–Alec… comprende que te amo y te acepto como eres, no hay una sola cosa que yo quisiera arreglar en ti.

 

¿Quién era yo para juzgarlo por su pasado, poseyendo uno igualmente oscuro? Me lanzó una mirada sarcástica, desafiante.

 

–Bueno… –acepté entre risas –quizá no me molestaría que fueras un poco más considerado con los humanos… pero fuera de eso… eres totalmente perfecto en tu manera de ser… o mejor, de sentir… –le sonreí.

 

Evaluó mi mirada con cuidado, pero no encontró más que resolución y confianza, creí yo.

 

–Te amo –susurró.

–Cuento con ello –le respondí.

 

Soltó una risita estúpida y luego se quedó pensativo en su lugar. Lo miré dudar. ¿Por qué aún dudaba en acercarse a mí? ¿Vergüenza? ¿Miedo? ¿Qué era? ¿O acaso estaba tan poco acostumbrado a las muestras de cariño que ahora se sentía extraño?

 

–Alec –dije con nuestras narices rozándose y con los ojos cerrados –no puedo dejarlos. Los amo. Tanto como a ti.

–Lo sé –concluyó.

 

Nuestros labios se juntaron y comenzaron una lenta danza juntos, al par de mis intentos por descubrir la falsa nota de necesidad de su parte. No éramos la clásica pareja en la lluvia, en su primer beso romántico. No. Éramos dos vampiros empapados exigentes del deseo del otro. No más. Separó sus labios de mí sólo para dar paso a su viaje por mi cuello, mi clavícula. Le puse fin a aquella escena con un encogimiento de hombros, no supe porqué aún no estaba lista para llegar tan lejos.

 

–Debo hablar con ellos de nuevo –él me dedicó una mirada de frustración – ¿Vienes?

–Bueno… no creo ser muy bienvenido en aquella casa, tal vez deberías hablar con más calma sobre el asunto y luego… si es posible, presentarme de nuevo ahí. Pero en mi opinión Cynthia… deberías esperar a mañana…

 

–Está bien –concordé.

 

Me acurruqué en su hombro a esperar el siguiente día con impaciencia, con la esperanza de que mi familia reflexionara sobre lo ocurrido y me dieran (o más bien le dieran a Alec) una nueva oportunidad. Debían darme la razón, la tenía. ¿O no?

Acurrucada en el hombro de la sombra a mi lado, arrullada y calmada por su constante respirar, me costaba trabajo pensar en ello. Pero no pude evitar divagar sobre lo sucedido.

 

¿Por qué habían reaccionado tan violentamente? Incluso Carlisle había mostrado exasperación, aunque en un grado mucho menor que Jasper y Emmett. De ellos lo comprendía, era difícil que su respuesta no fuera violenta ante una situación desconocida y que no comprendían, pero ¿Carlisle?

De Esme sólo recordaba su rostro torturado por el pánico, y de Alice y Eve, la confusión había sido bastante evidente. Bella más que enojo había mostrado preocupación y sorpresa ante mi gruñido, era claro que no se lo esperaba pero ni yo lo habría imaginado. La reacción que más me había preocupado era la de Edward, nunca lo había visto salirse de sus casillas de esa forma tan violenta, y si me había gritado todo aquello (que por cierto me había herido mucho) debía ser por algo…

 

Por primera vez dudé de Alec. Quizá Edward había atisbado algo en sus pensamientos, algo que yo ignoraba y que lo había hecho decirme todo eso, o quizá sólo él había sido víctima de la sorpresa y había dicho cosas sin pensar. Si eso debía ser.

 

La imagen del rostro de Rosalie gritándome, me recordó en gran medida a mi madre. Aunque mi progenitora no había sido tan excepcionalmente hermosa y rubia como la vampira, sus palabras me habían herido como si ella misma las hubiera pronunciado. Ella, sin saberlo había abierto un capítulo de mi vida que no debía ni quería recordar. Lo había enterrado hacía años y no iba a salir a la luz ahora. No.

 

Suspiré. El amanecer no tardaría mucho en aparecer frente a nuestros rostros insatisfechos con los resultados de la conversación del día anterior.

Era hora del segundo encuentro.

Capítulo 26: Te lo dije. Capítulo 28: ¡No más problemas!

 
14962716 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 11046 usuarios