Amor, rencor, ¿perdon? (+18)

Autor: fiofio
Género: Romance
Fecha Creación: 23/10/2011
Fecha Actualización: 22/01/2012
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 59
Visitas: 150007
Capítulos: 44

¡¡¡FIC TERMINADO!!!

Esta historia relata la vida de Bella cuando se ve abandonada por el hombre que ama.

Les dejo el link de mi nueva historia por si alguien quiere derle una leidita

Perderlo todo: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=2539

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Capítulo 26: Preparativos

HOLA CHIC@S, ESPERO LES GUSTE EL CAP Y PERDONEN SI ES UN POCO CORTO.

LES MANDO MUCHOS SALUDOS, FIO

 

Ya habíamos recogido un bolso con ropa mia y otros con  la de Lydia, Edward insistió en que lleváramos de mas para dejar en su casa por si las dudas. Ahora nos encontrábamos entrando al estacionamiento subterráneo de un moderno edificio, Edward dejo su auto junto al que había usado la pasada noche. Lydia empezaba a quedar dormida por lo que iba en brazos de su papa, que a su vez con el otro brazo me abrazaba por la espalda. Llegamos al piso diez, el ultimo, al salir solo habían dos puertas, A y B, Edward camino directo a la B, yo pase primera y el detrás de mi, al entrar lo primero que se veía era un bonito living, dejo a Lydia en uno de los sillones y bajo a nuevamente al estacionamiento, no me había dejado cargar con los bolsos, yo aproveche para investigar un poco la casa, el living estaba compuesto por un sillón, dos sofás, una mesita de café, un par de lámparas de pie, el televisor, estéreo y dvd y un hermoso piano de cola, de ahí se pasaba directo al comedor, que estaba separado de la cocina por un pasa platos, la mesa del comedor era para seis personas de madera al igual que las sillas, solo que estas estaban tapizadas en blanco, una gran lámpara colgaba del techo sobre la mesa, en los estantes habían adornos y fotos de la familia de Edward, pero muy pocas en realidad, la cocina era muy moderna todo en acero inoxidable, muy brillosa cuando estaba en la cocina escuche la puerta principal abrirse.

-                     Donde estas cariño? –pregunto Edward desde el living.

-                     En la cocina. –respondí mientras me encaminaba de nuevo hacia el living.

-                     Veo que has estado investigando. –dijo con una gran sonrisa en su cara cuando nos encontramos en el comedor.

-                     Si, tenia que aprovechar que el dueño de casa no estaba. –dije siguiéndole la broma mientras me abrazaba a su cintura.

-                     Esta también es tu casa cariño, al igual que de nuestra princesa, puedes revisar cuanto quieras. –me aseguro dándome un beso en los labios.

-                     Creo que tendríamos que despertar a nuestra hija para que coma algo. –le dije cuando el beso comenzó a subir de intensidad.

-                     Tienes razón, tu también debes comer. –y ahí esta su lado protector nuevamente.

En la heladera de Edward había estofado por lo que decidimos que lo calentarías y comeríamos eso, Lydia no estaba del todo dormida por lo que para despabilarla un poco su padre le mostro su cuarto mientras yo me encargaba de la comida.

Comimos escuchando a nuestra hija hablar de lo mucho que se había divertido en el dia y lo agotada que la había dejado la piscina. Una vez terminamos Edward la llevo a la cama y yo me quede lavando los platos.

-                     Creo que se me olvido decirte que hay lavavajillas. –dijo cuando ya estaba terminando.

-                     Lo vi mientras calentaba la comida, pero no me pareció necesario usarlo solo para lavar tres platos. –le explique. El se acerco hasta mi y me abrazo por la espalda.

-                     Me costara hacer que te acostumbres a dejarte ayudar. –dijo de modo pensativo pero con una sonrisa en el rostro.

-                     Yo me dejo ayudar, si quieres puedes secar. –le ofrecí, solo lo veía de reojo pero pude notar su cara de incredulidad.

-                     Sabes que no me refiero. –dijo.

-                     Si lo se, pero tu cara fue muy graciosa. –me reí.

-                     Asi que te gustan las caras graciosas? –en su hermoso rostro se dibujo una sonrisa picara.

-                     Solo la tuya. –le aclare y me sonroje por mis palabras.

-                     Claro que solo la mia. –dijo en plan de hombre celoso.

-                     Vamos a la cama. –le pedí, yo aun no sabia donde se encuentra la habitación.

-                     Tus deseos son ordene preciosa. –dijo mientras me tomaba de la mano para conducirme por la casa. Llegamos a un corredor en el que solo habían cuatro puertas, una de las cuales estaba abierta.

-                     Esa es nuestra habitación –señalo la puerta abierta-, esta es la de huéspedes –era la primer puerta del lado derecho-, aquí es la de nuestra hija –primer puerta del lado izquierdo- y por ultimo este es el baño. –cuando termino el pequeño tur entramos en “nuestra habitación”, era muy bonita, toda en colores claros con mobiliario moderno.

-                     Es muy bonita. –una enorme cama ocupaba el centro del cuarto, el mobiliario consistía en un sillón de dos cuerpos, una cómoda, un rack, un televisor, dos mesas de noche, un par de lámparas en las mesitas, una lámpara de pie al lado del sillón, un enorme ventanal, por la altura en la que nos encontrábamos se llegaba a ver el mar, y dos puertas.

-                     Tu sorpresa es ofensiva. –dijo, pero yo sabía que estaba bromeando.

-                     Es solo que no me esperaba esto, tanta combinación de colores no es tu estilo. –aclare.

-                     Obviamente Alice a intervenido en la decoración de toda la casa –yo solo asentí, era de esperarse-. Esa puerta conduce al baño y esa otra al guardarropa, esta mañana te hice sitio para tus cosas, pero dejemos eso para mañana. –sugirió pícaramente.

-                     Como sabias que nos quedaríamos en tu casa esta mañana? –pregunte intrigada.

-                     Estaba dispuesto a secuestrarlas. –dijo como si nada, rodé los ojos.

-                     Donde me puedo cambiar? –pregunte algo dudosa.

-                     Bella esta es tu casa, puedes hacer lo que quieras conde quieras sin tener que estar pidiendo permiso, además prometo no asustarme ni considerarte una desvergonzada si te cambias delante mio. –tenia razón pero de todas formas no me sentía cómoda.

-                     Me da vergüenza. –confesé avergonzada.

-                     Hagamos esto, dame tu ropa de dormir –lo dude por un segundo pero luego la busque en el bolso y se la di-. Yo te ayúdate a cambiarte asi pierdes la vergüenza. –me puse roja como un tomate y lo mire como si me hablara en mandarín. Con su mano derecha deslizo el cierre de mi vestido, con la izquierda acariciaba mi rostro, no demore mucho en quedar solo con mi ropa interior, mientras el estaba con toda su ropa, en pos de la igualdad comencé a desvestirlo a el, y asi empezó una larga y placentera noche.

 

El molesto sonido de una alarma de celular me despertó, entre abrí un ojo mire en dirección a la ventana y note que aun no terminaba de amanecer, escuche el manotazo de Edward al apagarlo.

-                     Tienes que trabajar? –le pregunte con voz somnolienta al caer en la cuenta de que era lunes.

-                     Si, pero tu sigue durmiendo cariño. –dijo incorporándose en la cama.

-                     No, desayunare contigo. –dije mientras lo imitaba. Me gire para mirarlo a la cara y casi me muero de un ataque de ternura, su pero estaba todo desordenado, su ojos estaban mas cerrados que abiertos y sus labios formaban un tierno puchero.

-                     En serio puedes seguir durmiendo, apenas son seis y media. –insistió.

-                     No me podría volver a dormir después de haber visto esa hermosa carita. –dije mientras le daba un beso en la mejilla, el me tomo por la cintura y estallo sus labios contra los mios.

-                     En ese caso yo me baño mientras tu te terminas de despertar. –dijo parándose para luego ir al baño de la habitación, en cuanto cerró la puerta me levante, me puse mi bata y fui a la cocina a preparar el desayuno. Hice tostadas, jugo de naranja y café.

-                     Me podría acostumbrar a esto. –dijo Edward a mi espalda. Nos sentamos a desayunar juntos.

-                     Hay algo que necesito preguntarte –el asintió-. A quien querrás invitar al cumpleaños de Lydia? Hoy con Alice empezaremos los preparativos. –le explique.

-                     Solo a Ben, mi socio, y su esposa Ángela, quiero que las conozcas, veras lo bien que se llevan. –dijo emocionado.

-                     Claro –en ese momento sonó el timbre-. Yo voy, tu termina de desayunar. –supuse que sería un vecino ya que el timbre que sonó fue el de la puerta. Asome solo la cabeza por la puerta, no estaba en fachas como para conocer a nadie.

-                     Hola tu debes ser la empleada de Eddie, yo soy Victoria, su novia. Ahora córrete que quiero pasar. –dijo de forma muy descortés una alta mujer rubia de pelo enrulado. Abrí la puerta para que me vea, descalza y con mi corta bata que no llegaba a taparme ni la mitad del muslo.

-                     Aquí no vive ningún “Eddie”. –dije molesta, quien se creía esta mujerzuela.

-                     Que haces en la casa de mi novio zorra?! –grito la muy desvergonzada, mas le vale que no despierte a Lydia con su estúpida voz de pito.

-                     Que es ese escándalo amor? –pregunto Edward entrando al living, su cara cambio a una de enojo en cuanto vio a la tal Victoria.

-                     Eddie, amor, sucede que esta zorra no me deja entrar. –dijo la muy idiota como si Edward se hubiera dirigido a ella.

-                     Que haces aquí Victoria? Cuantas veces debo decirte que ya no me molestes? –pregunto mi hombre claramente enfadado.

-                     Eddie no me hables asi delante de esta zorra. –unas inmensas ganas de arrancarle hasta el último de sus cabellos me inundo.

-                     Escúchame bien, no vuelvas a aparecerte por mi casa y mucho menos a insultar a mi mujer porque te prometo que no respondo. –mi ego subió hasta las nubes al escucharlo decir “mi mujer”.

-                     Me estas engañando con ella? –pregunto haciéndose la dolida.

-                     Entre nosotros no hubo, no hay ni nunca habrá nada, grábatelo, tuvimos sexo una vez, nada mas. –dijo Edward completamente exasperado.

-                     Ya entiendo me quieres dar celos. –dijo como si acabara de descubrir América.

-                     No tienes algún amigo psiquiatra para recomendarle? –le pregunte a Edward.

-                     Cállate zorra, esto es una conversación entre mi Eddie y yo. –me dijo la muy patética.

-                     Claro, y tu “Eddie” te quiere tanto que vive conmigo y con nuestra hija. –le dije con voz tonta.

-                     Una hija? –pregunto de manera entrecortada.

-                     Si y si te vuelves a acercar a mi hija, mi mujer o a mi hare intervenir a la policía, no te quiero cerca de mi familia. –dijo Edward y cello la puerta de un portazo.

-                     Esto ha sido interesante. –dije de modo pensativo.

-                     Lo siento cariño, es que esta mujer es una acosadora, hace años que me molesta. –me explico.

-                     Procura que no vuelva a suceder porque no la quiero cerca de nuestra hija. –le dije y comencé a caminar a la cocina.

-                     Claro amor, dalo por hecho. –su voz era nerviosa.

-                     Tu no has hecho nada amor, deja la paranoia. –le pedí mientras e giraba y lo abrazaba.

-                     Gracias Bells, tenía miedo de que te enojaras conmigo. –dijo mucho mas tranquilo y deposito un tierno beso en mis labios.

-                     Eres perfecto, es entendible que estas tontas se obsesionen. –ahora que le había demostrado todo su rechazo en mi cara era capaz de querer ser comprensiva pero en el momento que la escuche llamarse “novia de Eddie” se me aflojaron las piernas.

-                     Asi que Eddie ya has terminado de desayunar? –dije burlándome.

-                     Tu puedes llamarme como quieras hermosa, y si ya he terminado. –dijo lo primerio dedicándome una radiante sonrisa torcida.

-                     No tiene gracia si no te enfadas. –dije haciendo un puchero.

-                     Me quiere ver enojado Srta. Swan? –pregunto poniendo su mejor cara de malo.

-                     No le tengo miedo Sr. Cullen. –trate de sonar decidida pero se me escapo una risita. Edward estrello su labio en los mios y comenzamos una deliciosa sesión de besos matutina.

Luego de quince minutos nos tuvimos que separar porque a Edward se le hacia tarde, fue a la habitación por su saco y lo acompañe hasta la puerta.

-                     A que hora llegas del trabajo? –le pregunte en el umbral de la puerta, ya lo extrañaba.

-                     Cuatro y veinte estaré aquí –me prometió-. Se me olvidaba, te deje las llaves de uno de los autos junto con una copia de las de la casa en una canasta de mimbre al lado del microondas en la cocina. –me sorprendió un poco, Edward nunca prestaba sus autos.

-                     Vaya… gracias, pero creo que pediré a Alice que me venga a buscar, no conozco la ciudad. –le explique, aun no me había ni comprado un teléfono lo único que me faltaba era perderme.

-                     No te preocupes el auto tiene GPS por eso te deje ese –me explico-. Se me hace tarde, nos vemos en unas horas, te amo. –me dio un beso en la frente, uno en la nariz y por ultimo uno en los labios.

-                     También te amo, te extrañare mucho. –le dije triste.

-                     Yo también hermosa pero veras como la hora se te pasa rápido con Alice. –me dijo a lo lejos ya que sostenía la puerta del ascensor para que no se le vaya, termino de hablar y entro al ascensor, me quede viéndolo hasta que la puerta se termino de cerrar.

Limpie lo que se ensucio en el desayuno y prepare el de Lydia, apenas eran las ocho por lo que no la desperté, fui al cuarto y arregle mi ropa en el armario de Edward, sobro mucho lugar. Me di un baño largo y relajante. Para cuando termine ya eran las nueve y media por lo que coloque el desayuno de mi princesa en una bandeja y se lo fui a llevar a su cuarto. Se despertó con menor dificultad que de costumbre, pregunto por su padre y le explique que estaba trabajando, no le gusto mucho pero ella sabe que los adultos tenemos que trabajar, Alice me llamo a casa de Edward mientras Lydia desayunaba, quedamos de encontrarnos dentro de una hora en su local, me paso la dirección para que pueda introducirla en el GPS. Ayude a Lydia a bañarse y salimos al encuentro con Alice.

No me costó mucho conducirme por la ciudad, no solo por la ayuda del GPS, en parís el trafico es mas pesado y la gente esta mas apurada. Llegamos a la tienda de Al, que se encontraba en el centro de la ciudad, nos esperaba en la puerta muy ansiosa, entramos a la tienda que era muy bonita y de aspecto clásico, con muchos muebles y diversos juegos de living, en las mesitas habían catálogos de cosas como alfombras, pinturas, tipos de maderas, etcétera, dentro del local se encontraba Rosalie sentada en un sofá con cara de no haber dormido mucho pero con una gran sonrisa en su rostro. Nos saludamos entre todas y comenzamos a hablar hasta ponernos de acuerdo en que solo pondrían una piñata, nada de inflables en la piscina y nada de payasos, eso fue lo único en que logre hacerlas ceder. Les conté que Ben y Ángela serian los únicos amigos que Edward invitaría.

-                     Hay algo en lo que quiero pedirles ayuda. –les informe.

-                     Dinos. –dijeron las dos a la vez y se dedicaron una sonrisa por la coincidencia.

-                     Necesito que me digan donde comprar un teléfono y que me ayuden a investigar que es lo que le falta a este lugar, me refiero a servicios, quiero poner un local o empresa. –les explique.

-                     Lo primero lo haremos ahora –dijo Alice mientras tomaba sus llaves-, y lo otro lo harás tu, debes recorrer las calles y ver que falta. –dijo como si se tratara de algo obvio, y en realidad lo era.

-                     Que te parece si después del almuerzo te acompaño a recorrer? Conozco muy bien la ciudad. –se ofreció Rosalie.

-                     En serio? –ella asintió- muchas gracias, no sabes el favor que me haces. –dije realmente agradecida.

-                     No es justo, yo no podre acompañarlas. –dijo Alice haciendo un puchero.

-                     Rosalie te molesta si luego de comprar un teléfono voy a almorzar con Edward y luego te paso a buscar aquí? –le pregunte algo avergonzada.

-                     Claro que no. –me aseguro sonriente.

-                     En ese caso salgamos o llegare cuando ya halla almorzado. –las apure un poco.

-                     Tranquila, hay un lugar donde puedes comprar un teléfono muy cerca de aquí y es de la misma compañía que tenemos todos. –me explico Alice.

-                     En ese caso Lydia y yo vamos en un auto y ustedes en otro. –le propuse, las dos asintieron y salimos las cuatro.

-                     No puedo creer que Edward te prestara el auto. –dijo Rosalie muy sorprendida.

-                     Si, insistió en que lo usara, dijo que no me perdería gracias al GPS. –dije como si nada, pero entendí que Edward seguía siendo igual de protector con sus autos.

-                     A mi no me sorprende, se trata de Bella. –dijo Alice como si con eso lo explicara todo. Nos subimos a los autos, Lydia y yo al volvo plateado y Rosalie y Al a un porsche amarillo que parecía ser de Alice. Las seguí un par de calles hasta que nos detuvimos delante de un local de teléfonos móviles, nos estacionamos y nos dispusimos a entrar. compre un teléfono de ultima generación pero de fácil manejo, prácticamente igual al que usaba en parís y también compre el mas ostentoso de toda la tienda para Emmett. Salimos fuimos a un restaurante de comida china, compre para Lydia, Edward y yo, aunque exagere demasiado con las cantidades. Antes de volver a subir al auto les pedí si por favor le llevaban el teléfono a Emmett con la excusa de que no acostumbrábamos estar incomunicados, Rosalie se puso nerviosa pero acepto. Las chicas me guiaron hasta la clínica en la que Edward trabajaba, ahí nos despedimos, era un edificio de tres pisos, se notaba lo nuevo que era. Entre por la puerta principal con la comida en una mano y sosteniendo la manito de mi hija con la otra.

-                     Hola, buenos días. En que puedo ayudarla señora? –pregunto la recepcionista. Una mujer joven y muy bonita.

-                     Hola, busco al Dr. Cullen. –le informe.

-                     Tiene cita? –pregunto enarcando una ceja, obviamente sabia la respuesta.

-                     No, pero estoy segura que el querrá atendernos. –le dije un poco menos amable.

-                     Le tocara esperar hasta que termine de atender a todos los pacientes. –dijo señalando a mi espalda, me gire para echar un vistazo y habían mas de diez personas. Saque el teléfono de mi bolsillo, Alice me había guardado el numero de Edward junto con el de ella, Jas, sus padres y el de Rosalie, atendió después de que sonara por cuarta vez.

-                     Dr. Cullen. –respondió con su voz mas seria.

-                     Hola mi amor, soy yo. –le informe.

-                     Hola cariño, sucedió algo? Están bien Lydia y tu? –dijo preocupado.

-                     Estamos perfectamente, queríamos saber si tienes tiempo para almorzar. –le informe.

-                     Claro, justo estaba por salir a eso, donde nos encontramos? –pregunto ansioso.

-                     Solo tienes que llamar a recepción para que nos dejen pasar. –le informe, no iba a decir nada del comportamiento altanero de la recepcionista a fin de cuantas estaba haciendo su trabajo.

-                     Claro, ya llamo, estoy en el piso tres. –me dijo.

-                     Nos vemos en un par de minutos. –le dije y colgué la llamada. El teléfono de recepción sonó.

-                     Sr. Cullen en que puedo ayudarlo? –pregunto coquetamente la muy descarada- Claro discúlpeme, ya mismo les doy un pase. –dijo algo avergonzada y colgó la llamada. Me entrego dos tarjetas verdes que decían visitante en letras blancas.

-                     Muchas gracias. –dije tratando de contenerme y no gritarle en la cara que no se atreva a volver a coquetear con mi Edward.

-                     Disculpe si la moleste, es que no sabia que el Sr. Cullen tenia esposa y una hija. –no pude evitar sonreír como tonta.

-                     No hay problema. –le asegure y seguí sonriendo camino al ascensor.

-                     Aquí es donde trabaja mi papa? –pregunto mi hija cuando íbamos subiendo.

-                     Si. –le respondí y le dedique una sonrisa.

-                     Es un bonito lugar. –dijo encogiéndose de hombros. En cuanto la puerta del ascensor se abrió ahí estaba Edward esperándonos.

-                     No lo puedo creer, las chicas mas hermosas del mundo visitándome. –dijo de forma teatral. Lydia y yo negamos con la cabeza.

-                     No exageres amor. –lo regañe.

-                     Hola papi, come estas? –lo saludo Lydia dándole un fuerte abrazo.

-                     Hola princesa, muy bien y tu? Te aburriste mucho con la tia Alice? –le pregunto divertido.

-                     No, fue muy divertido verla pelear con mami. –dijo riéndose.

-                     Pelear? –me pregunto Edward sorprendido.

-                     Tu hermana y Rosalie por poco y contrataban al circo du soleir. –dije negando con la cabeza, Edward se rio a carcajadas.

-                     Veo que traen el almuerzo, pasemos a mi oficina. –nos propuso. Almorzamos muy felices haciendo chistes, le conté mis planes para la tarde, se puso muy feliz de que empezara de una vez con lo del negocio. Luego de comer Edward nos dio un recorrido por la clínica, después Lydia y yo nos retiramos porque el debía de continuar con su trabajo, y a nosotras se nos hacia tarde para ir a encontrarnos con Rosalie.

Capítulo 25: Problemas solucionados Capítulo 27: Paseo en familia

 
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