El linaje (+18)

Autor: a_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 14/05/2011
Fecha Actualización: 28/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 29
Visitas: 91828
Capítulos: 42

FINALIZADO

Las cosas no siempre suceden como uno las planea. La vida te da sorpresas, cosas inesperadas, y encuentras el amor en el momento en el que pensabas que lo que ibas a solucionar era otra cosa.

Bella está prometida con Jasper, pero pronto descubrirá que el destino tiene reservados otros planes para ella.

Bella Swan destinada a ser un vampiro. Edward Cullen destinado a estar con Bella.

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Capítulo 26: Capitulo 26: La Barbacoa

Había dormido toda la noche de un tirón, realmente si había dormido doce horas seguidas! Increíble. Me sentía muy bien, descansada, tranquila. Me estaba desperezando cuando oí una risita a mi lado.
- BUENOS DIAS DORMILONA!!! – Alice, quien más podría ser.
- Buenos días Alice, cuanto hace que tu… - pregunté curiosa.
- Acabo de llegar del baño, supuse que no quedaba mucho rato antes de que te despertaras y quería ver tu cara de felicidad al hacerlo.
No pude reprimir una sonrisa. Realmente estaba feliz, estaba con Edward, y eso era lo más maravilloso del mundo.
No tenía ni idea de que hora era. Miré el reloj de la mesilla.
- Oh! diablos! Pero si ya es mediodía! – di un salto de la cama.
- Tranquila Bella, he hablado con tu padre y no volvéis a Seatle hasta la noche, sólo hay una hora de camino, así que aún tenemos tiempo de hacer algo ésta tarde. Y ahora dúchate, vístete y prepárate para bajar al jardín! Tenemos barbacoa con la familia!!!!
Creo que casi me tocó la mandíbula al suelo por la sorpresa.
- Es..espera. Edward está aquí? Ya? – pregunté asustada viendo mi aspecto en el espejo del armario de Alice.
Alice empezó a reírse a carcajadas, eso me hizo enfadar un poco. Ella ya estaba peinada y vestida, y como siempre estaba perfecta. Pero yo, que me había acercado al espejo, tenía el pelo que parecía un nido de pájaros y los ojos hinchados de tanto dormir.
Alice vio mi cara y se sereno para contestarme.
- Bella aún te queda… - miró su reloj – media hora hasta que lleguen los Cullen.
- MEDIA HORA? – Salí disparada hacia el baño dejando a Alice sentada en la cama, allí seguía riendo.
Me asomé por la puerta del baño y le tiré una zapatilla. La esquivó, pero por lo menos había dejado de reírse.
- Ei! – se quejó.
Yo la miraba con el ceño fruncido desde el baño.
- No te rías tanto y elige algo que pueda ponerme, pero nada de vestidos!
- WIIIIIIIIIIIII!!!! – Alice empezó a dar saltitos hasta su armario para ver que ropa me iba a poner.
Me metí en el baño y antes de abrir el agua le dije a grito:
- ALICE! RECUERDA QUE ES UNA BARBACOA!!!! – oí la risa sofocada de Alice, ya me estaba arrepintiendo de haberle pedido ayuda con la ropa.
Me duché rápido, pues no tenía demasiado tiempo. No me sequé el pelo, lo dejaría secar al aire, era lo que siempre hacía, y hoy no iba a ser diferente. Cuando salí del baño Alice había dejado sobre la cama, que ha estaba hecha, mis jeans azules preferidos, unos muy gastados que pese a ser los que más tiempo hacía que tenia eran los que más me gustaban, esto suele pasar con los jeans. Y una blusa de color azul. Era preciosa, pero de donde había salido?
- Te la compré el jueves, cuando fuimos con Ros y mamá al centro comercial, pensé que te iría bien tener algo para estrenar, y tenía ganas de hacerte un regalo.
Alice siempre pensaba en todo, como diablos lo conseguía?
Me puse los jeans i mi nueva blusa, era suelta y liviana, con mangas anchas y  goma en la parte baja que se ajustaba a mis caderas.
Buscaba mis converse, pero en lugar de eso Alice me miraba desde la otra punta de la habitación con unas sandalias del mismo color que la blusa, pero en lugar de tacón con cuña.
- No creerías que no iba a comprar los zapatos a juego? – me preguntó divertida.
- Oh! por supuesto que no Alice! Como se me abría ocurrido pensar que ibas a dejar que me pusiera mis converse que no hacían juego con la blusa? – le conteste irónica pero divertida.
Se oyó un claxon de coche en la entrada de la casa, y Alice corrió a la ventana. Se le iluminó la cara con una sonrisa y saludo con su mano. Los Cullen habían llegado.
Alice empezó a dar saltitos por toda la habitación hasta llegar a donde yo estaba.
- Bajamos Bella? – pregunto eufórica.
- Si claro – contesté algo nerviosa.
Alice miró mi mano y me enseñó la suya con el anillo de compromiso.
- Oh claro! Lo olvidaba – le dije.
Tomé mi anillo de la mesilla de noche y me lo coloqué en el mismo sitio que Edward lo había colocado la pasada noche.
- Ahora si estamos listas – brinco el duendecillo, no se le escapaba una.
Bajamos a la parte trasera del jardín. La reunión estaba muy animada. Alice me dejó atrás en cuanto vio a Jasper, salió corriendo y se lanzó a sus brazos. Casi acaban los dos en el suelo por la fuerza con la que Alice se lanzo sobre él. Todo el mundo se reía de la reacción de Alice, ese no era el modo habitual en el que estaban acostumbrados a que Alice recibiera a Edward cuando éste era su prometido, y verla ahora así con Jasper  resultaba divertido.
Busqué con la mirada por el jardín hasta que encontré esos ojos dorados que tanto me gustaban.
Edward avanzaba hacia mí  con una sonrisa en sus labios. No puedo decir que más estaba pasando a nuestro alrededor porque en el momento que lo vi a él desapareció el resto del mundo. Sólo podía concentrar mi atención en él.
Se había puesto un jersey de color marrón claro de pico, sobre una camisa blanca que llevaba desabotonada hasta enseñar la base de su cuello y la parte superior de su pecho. Su piel nívea resplandecía bajo los tímidos rayos de sol que se posaban en su piel y hacían que brillara como si tuviera diamantes en ella.
Llegó hasta donde yo estaba y colocó una de sus manos en mi mejilla y se acercó para darme un beso muy dulce, inundando mi boca entreabierta con su helado efluvio de mil y lilas. Una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo hasta hacerme estremecer. Ese hombre me volvía loca. Edward notaba el efecto que causaba en mí, y oí su risa musical en mi oído.
- Buenos días amor – me susurró al oído.
- Hola – conseguí decir.
Seguía con esa sonrisa torcida que tanto me gustaba impresa en sus labios.
Me tomó de la mano y avanzamos hacía el jardín con el resto de la familia.
Todos estaban conversando muy animados. Tía Katheryn explicaba que había recibido una llamada de Rosalie esa mañana, y que estaba muy feliz con Emmet.
Emmet también había llamado a Esme para decirle lo mismo. Ambos estaban disfrutando de su luna de miel en Isla Esme. Iban a pasar allí cerca de un mes en un principio, pero después de la llamada de Rosalie de esa mañana mi tía sospechaba que quizás en lugar de un mes podría ser incluso dos.
La mañana pasó en un abrir y cerrar de ojos. Al lado de Edward el tiempo era algo que no conseguía detener para estar con él, todo lo contrario, parecía que las manecillas del reloj se empeñaban en ir más rápido de lo habitual. Después de la comida estábamos todos disfrutando de la reunión familiar, se estaba muy a gusto en el jardín, la temperatura del mes de Mayo era ideal, ni demasiada calor ni demasiado frío, y se podía disfrutar de los días en el jardín.
- Damos un paseo? – me pregunto Edward al oído.
Asentí y nos levantamos para ir hacía el sendero del bosque. Notaba como las miradas del resto de la familia nos seguían, hasta que nos perdimos por el sendero  que se abría paso desde el jardín hacía el bosque.
Edward me cogía de la mano e iba sonriendo todo el tiempo, yo no podía apartar la mirada de su rostro y de su piel. En un momento del paseo se paró y soltó mi mano, eso me asustó, pero enseguida comprendía que necesitaba despojarse del jersey, la tarde era realmente calurosa, y tanto para él como para el resto de los vampiros, la idea de colocarse ropa era más por una cuestión estética y decoro que no por motivos climatológicos. Pensar en eso me hizo sonreír, me imaginaba la cara de algunas de las chicas de Forks al ver a Edward paseando desnudo por el pueblo.
Edward se dio cuenta de que estaba sonriendo y se paró delante de mí.
- Que es lo que tiene tanta gracia? – preguntó.
Me había perdido en mis pensamientos, como de costumbre, y él ya se había quitado el jersey y estaba ahí parado frente a mí. La vista era espectacular. Los dos primeros botones de la camisa estaban desabrochados y dejaban ver la perfección de su piel marmórea. Tenía dibujada es sonrisa torcida que tanto me gustaba.
Por un impulso incontrolable me acerqué a él, necesitaba tocar su piel para ver si era tan suave como aparentaba. Necesitaba comprobar que esa perfección era real, que él estaba ahí para mí. Que no era una alucinación y se iba a desvanecer como el humo ante el contacto de mi mano.
Él me observaba, no sabía que iba a hacer, no podía leerme la mente, pero de todos modos se quedó quieto observándome. Cuando puse mi mano sobre su piel emitió un gemido que note bajo mi mano en su pecho. Levanté mi vista, que hasta ese momento se había quedado en su piel y lo miré a los ojos. El oro líquido se derramaba en mis ojos, era como si se estuvieran derritiendo en los míos. Edward levantó su mano muy lentamente para acariciarme la mejilla.
- Eres tan cálida Bella – me susurró mientras acercaba sus labios a los míos.
Nuestro beso fue dulce al principio, pero poco a poco fui subiendo mis manos de su pecho hasta su cabello para aferrarme fuertemente a él.  El beso se tornó más frenético. Parecía que nos necesitábamos el uno al otro.
Con una de sus manos aún en mi mejilla, me agarró con la otra mano por la cintura y me acercó más a su cuerpo, quedando totalmente pegados el uno contra el otro. Podía notar su erección bajo los pantalones. Yo también estaba húmeda, muy húmeda.
Deseaba poder desnudarlo allí mismo y besarlo por todo el cuerpo, tocar su erección y hacer que nos fundiéramos en uno sólo. Necesitaba sentir a Edward dentro de mí. Lo necesitaba tanto o más que el aire que respiraba.
Poco a poco él fue bajando el ritmo de nuestras caricias.
- Bella eres mi perdición – me susurró al oído con su voz aterciopelada y con una sonrisa musical.
- Yo podría decir lo mismo – dijo con la voz entrecortada, aún por los efectos de la falta de aire por sus besos y la excitación que dominaba todo mi cuerpo.
- Creo que será mejor que volvamos – me dijo cariñosamente.
Yo no quería volver, quería seguir besando a Edward un rato más, así que ante su comentario puse cara de puchero como los niños pequeños. Él se quedó mirándome divertido.
- Que pasa amor?  - preguntó aún con su sonrisa torcida.
- Quería quedarme un rato aquí contigo – dije tímidamente con la mirada baja y acariciando aún su pecho con uno de mis dedos. El se rió y me cogió suavemente la mano que jugueteaba en su piel.
- Bien, pero que tal si paseamos un rato  y hablamos?
No me quedé muy conforme, pero por lo menos había conseguido seguir un rato más con él a solas, y quien sabe que más…

Capítulo 25: Capitulo 25: La petición Capítulo 27: Capitulo 27: La despedida en el prado

 


Capítulos

Capitulo 1: Capitulo 1 : Maldita estirpe. Capitulo 2: Capitulo 2: Planes de viaje Capitulo 3: Capitulo 3: Forks Capitulo 4: Capitulo 4: Decisiones importante Capitulo 5: Capitulo 5: Noche de chicas y de sorpresas. Capitulo 6: Capitulo 6: El primer encuentro Capitulo 7: Capitulo 7: Conversaciones Capitulo 8: Capitulo 8: Bailando Capitulo 9: Capitulo 9: Revelaciones de alcoba. Capitulo 10: Capitulo 10: Soluciones para todo Capitulo 11: Capitulo 11: Preparativos finales Capitulo 12: Capitulo 12: La boda Capitulo 13: Capitulo 13: Recién casados Capitulo 14: Capitulo 14: El banquete de bodas Capitulo 15: Capitulo 15: El jardín de los Cullen Capitulo 16: Capitulo 16: Un paseo interesante Capitulo 17: Capitulo 17: Porque me reclamas si tu y yo no tenemos nada? Capitulo 18: Capitulo 18: Fin de fiesta Capitulo 19: Capitulo 19: After party Capitulo 20: Capitulo 20: Un nuevo día, más líos? Capitulo 21: Capitulo 21: Toda la verdad y nada más que la verdad lo juro. Capitulo 22: Capitulo 22: La reunión Capitulo 23: Capitulo 23: Visitando a los Cullen Capitulo 24: Capitulo 24: La cena Capitulo 25: Capitulo 25: La petición Capitulo 26: Capitulo 26: La Barbacoa Capitulo 27: Capitulo 27: La despedida en el prado Capitulo 28: Capitulo 28: Una semana eterna. Capitulo 29: Capitulo 29: Vuelta a Forks Capitulo 30: Capitulo 30: de compras, el deporte favorito de Alice. Capitulo 31: Capitulo 31: Jacob Capitulo 32: Capitulo 32: Visita a La Push Capitulo 33: Capitulo 33: No más visitas a los licántropos entendido señorita? Capitulo 34: NOTA DE LA AUTORA : Capitulo 1: Sorpresa inesperada. Capitulo 35: Capitulo 34: La semana infernal Capitulo 36: Capitulo 35: La huida Capitulo 37: Capitulo 36: Italia Capitulo 38: La decisión de Aro Capitulo 39: Como osas enfrentarte a una Voulturi? Capitulo 40: Juntos de nuevo Capitulo 41: Por partida doble Capitulo 42: Epilogo

 


 
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